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martes, 27 de julio de 2010

“ODA A ESPANYA” de Joan Maragall

Resulta simiente de discordia y vicio maligno por todos los españoles compartido el desconocerse los unos a los otros ignorando, en el menos malo de los casos, las Glorias grandes de las “patrias chicas” o, lo que es peor, considerarlas como ajenas a las Glorias colectivas.

Así por ejemplo, al tratar del modernismo en la poesía generalmente se habla y se estudia a José Martí y a Rubén Darío, considerándose al primero como precursor del movimiento y al segundo como su máximo representante (ambos autores escribían en la lengua de Cervantes y fueron escritores hispánicos pero curiosamente ninguno de ellos era de tierras españolas) ignorando a los grandes autores modernistas que dieron las tierras del levante ibérico para grandeza de la literatura española, aunque no escribieran en castellano.

Tal es el caso de Joan Maragall i Gorina, escritor catalán nacido en Barcelona el 10 de Octubre de 1862 y cuya obra principal está escrita en catalán, aunque también escribió en castellano. Desde sus comienzos literarios Maragall fue un gran impulsor de las nuevas corrientes de la modernidad en la literatura y especialmente en la poesía, colaborando con las revistas modernistas catalanas “L'Avenç”, “Catalonia” y “Luz”, obteniendo diversos premios en diversos Juegos Florales y participando en las “Fiestas Modernistas” que Santiago Rusiñol organiza en Sitges.

Joan Maragall se identificó con un catalanismo cultural y lingüísticamente reivindicativo pero jamás participó en política a pesar de las ofertas que le hicieron Enric Prat de la Riba y Francesc Cambó para que se presentase a las elecciones en las listas de la Lliga Regionalista de Catalunya.

Siendo numerosa la obra de Joan Maragall, es de especial mención su “Oda a Espanya” la cual comentamos en el presente artículo. Dicha composición poética forma parte junto con “Los Adioses” y “Canto de Retorno” del conjunto poético denominado “Los Tres Cantos de Guerra” que, escrito íntegramente en catalán, viene a constituir una de las primeras obras literarias del regeneracionismo español.

En “Oda a Espanya”, que Maragall escribió en 1898 poco después de las derrotas navales de Cavite y Santiago de Cuba, se expresa de forma brillante un enorme dolor ante la incomprensión de una España que no entiende y que no quiere entender a los que no hablan la lengua oficial, denunciándose no solo la frívola política que llevó al desastre del noventa y ocho sino constituyendo una denuncia contra “los separadores”, contra aquellos, que no entendiendo ni queriendo entender a Cataluña, ni al hecho catalán; la alejan de las Españas. De ahí que “Oda a Espanya”, termine con un lacónico verso en el que se dice “Adeu, Espanya” (Adiós, España), este “Adeu” no es un adiós resentido sino doloroso de un “hijo de España” que pide desesperadamente que le escuchen aunque no hable castellano. “Oda a Espanya” dentro de la obra completa de Maragall viene a determinar la línea de pensamiento de su autor quien, formando parte del movimiento modernista, es además un regeneracionista que desea vertebrar Las Españas, cohesionándolas de forma tal que Cataluña pueda participar en ellas dignamente y sin sentirse menospreciada.

Este pensamiento regeneracionista de Joan Maragall i Gorina reaparece posteriormente en 1909 a raíz de la Semana Trágica de Barcelona al escribir tres artículos en “La Veu de Catalunya”, órgano periodístico de la Lliga Regionalista de Catalunya y dirigido por Prat de la Riba, titulados “¡Ah, Barcelona!”, “La Ciutat del Perdó”, en el que pide la amnistía para los condenados a muerte y que sufrió la censura de Prat de la Riba quién se negó a publicarlo y el hermoso “La Iglésia Cremada” en la que clama por una Iglesia comprometida con los pobres y oprimidos. Estos tres artículos de Maragall, junto con su “Oda a Espanya” sintetizan perfectamente el pensamiento político de este insigne autor.

A continuación se reproduce la “Oda a Espanya” de Maragall en su versión original en catalán. Si bien se adjunta una traducción al castellano para su general comprensión es de advertir que esta obra poética es, desde sus primeros versos, de tal musicalidad, hermosura y métrica que solo se puede apreciar en catalán.

ODA A ESPANYA

Escolta, Espanya, la veu d´un fill (Escucha, España, la voz de un hijo)
que et parla en llengua no castellana; (Que te habla en lengua no castellana;)
parlo en la llengua que m'ha donat (Hablo en la lengua que me ha legado)
la terra aspra; (La tierra áspera;)
en´questa llengua pocs t'han parlat; (En esta lengua pocos te hablaron;)
en l'altra, massa. (En la otra, demasiado.)

T'han parlat massa dels saguntins (Demasiado de los saguntinos)
i dels que per la patria moren: (Y de los que mueren por la patria;)
les teves glòries i els teus records, (Y por tus glorias y tus recuerdos,)
records i glòries només de morts: (Recuerdo y gloria de cosas muertas,)
has viscut trista. (Triste has vivido.)
Jo vui parlarte molt altrament. (De distinta manera quiero hablarte.)
Per què vessar la sang inútil? (¿Por qué derramar la sangre inútil?)
Dins de les venes, vida és la sang. (La sangre es vida, si está en las venas,)
vida pels d'ara , i pels que vindran: (Vida hoy, vida para los que vengan;)
vessada és morta. (Vertida, es muerte.)

Massa pensaves en ton honor (Demasiado pensaste en tu honor)
i massa poc en el teu viure: (Y demasiado poco en tu vida:)
tragica duies a morts els fills, (Trágicamente diste tus hijos a la muerte.)
te satisfeies d'honres mortals, (Te satisfacían mortales honras;)
i eren tes festes els funerals, (¡Eran fiestas tus funerales)
oh trista Espanya! (Oh triste España!)

Jo he vist els barcos marxar replens (Yo vi barcos zarpar repletos)
dels fills que duies a que morissin: (De hijos que a la muerte entregabas:)
somrients marxaven cap a l'atzar; (Sonriendo iban hacia el azar,)
i tu cantaves vora del mar (Y tú cantabas junto a la mar)
com una folla. (Como una loca.)

On són els barcos? On són els fills? (¿Dónde tus barcos? ¿Dónde tus hijos?)
Preguntaho al Ponent i a l'ona brava: (Pregúntalo al Poniente y a la ola brava:)
tot ho perderes, no tens ningú. (Todo lo perdiste, a nadie tienes.)
Espanya, Espanya, retorna en tu, (¡España, España, vuelve en ti,)
arrenca el plor de mare! (Rompe el llanto de madre!)
Salva't, oh!,salva't de tant de mal; (Sálvate, ¡Oh! sálvate de tantos males;)
que el plô et torni feconda, alegre i viva; (Que el llanto te haga alegre, fecunda y viva;)
pensa en la vida que tens entorn; (Piensa en la vida que te rodea;)
aixeca el front, (Alza la frente,)
somriu als set colors que hi ha en els núvols. (Sonríe ante los siete colores del iris.)
On ets, Espanya?, no et veig enlloc. (¿Dónde estás España?, dónde que no te veo)
No sents la meva veu atronadora? (¿No oyes mi voz atronadora?)
No entens aquesta llengua que et parla entre perills.? (¿No comprendes esta lengua que entre peligros te habla?)
Has desaprès d´entendre an els teus fills? (¿A tus hijos no sabes ya entender?)
Adéu. Espanya! (¡Adiós, España!)

martes, 20 de julio de 2010

“EL MUNDO DE AYER” de Stefan Zweig

Próximo a cumplirse el primer centenario, en el 2014, del suicidio de Europa, la editorial Acantilado ha tenido el muy loable criterio de publicar nuevamente el que sería el último libro escrito, antes de su suicidio en su exilio brasileño, por el gran intelectual austriaco Stefan Zweig titulado “El Mundo de Ayer” y que publicado en España por primera vez en España en el año 2002 ya va por su duodécima edición.


“El Mundo de Ayer”, no constituye una autobiografía de Stefan Zweig sino que más bien se trata de unas memorias (“Memorias de un Europeo” es su subtítulo) que incluyendo algunos rasgos autobiográficos del autor se centran sobre todo en la descripción nostálgica de lo que había sido Europa antes de la Primera Guerra Mundial y la reflexión sobre los años de entreguerras donde la barbarie y la irracionalidad parecían triunfar en el mundo.


En “El Mundo de Ayer”, Stefan Zweig describe la vida intelectual europea desde finales del siglo XIX hasta el comienzo de la Segunda Guerra Mundial recordando la vida y obra de numerosos intelectuales y políticos entre los que se pueden citar a Theodor Hertzl, Walter Ratenau, Rainer Maria Rilke o Romain Rolland y aunque critica los defectos de la sociedad europea anterior a la Gran Guerra que según Zweig son la existencia de grandes masas de desposeídos, la consideración inferior de la mujer y la hipocresía sexual no deja de afirmar que en esa misma sociedad priman los valores morales positivos, el humanismo y la fe en el futuro en contraposición a la sociedad nacida en 1918 semilla de los totalitarismos y de la sumisión de los pueblos a sus gobernantes.


Stefan Zweig dedica aproximadamente la mitad de “El Mundo de Ayer” a narrar los esfuerzos de muchos intelectuales europeos por paralizar la masacre del catorce, razonar los postulados pacifistas que profesó toda su vida y a describir su “Mundo de Hoy”, es decir el mundo surgido tras la Gran Guerra, descubriendo al lector la crisis moral que supuso la existencia de una sociedad abierta en Berlín que trastocando todos los valores axiológicos atentaba también contra la razón, la locura económica que provocó la inflación primero en Austria y después en Alemania y sobre todo a describir como, con ayuda de todos estos acontecimientos debidamente concatenados, los nacionalsocialistas fueron imponiéndose poco a poco en las sociedades alemana y austriaca sin que existiera reacción alguna porque los ciudadanos respectivos fueron aceptando progresivamente y sin darse cuenta los postulados de Hitler por frivolidad, por miedo o por interés hasta que un buen día se encontraron con que se habían convertido sin posibilidad de marcha atrás, en parte del engranaje nazi.


Es de resaltar, la descripción que se hace en los últimos capítulos de “El Mundo de Ayer” de la diáspora intelectual que produjo, en centro Europa, la ascensión al poder de Adolfo Hitler haciéndose en el libro un fidedigno relato de la salida de Sigmund Freud de Austria gracias a la intervención de Marie Bonaparte, así como de su enfermedad y muerte.


Tras la lectura de “El Mundo de Ayer” de Stefan Zweig, el lector percibirá una sensación de nostalgia que le llevará a reflexionar sobre si el mundo no era mejor, más hermoso y más bello antes de que la locura se apoderase de él en aquel verano de 1914 y acabara con toda alegría y optimismo en el lodo de las trincheras de todos los frentes.


Stefan Zweig nació en Viena (Austria) en 1881 y, tras sufrir persecución por parte del régimen nazi murió en Petrópolis (Brasil) en 1942, llegando a ser el autor más traducido y leído en los años veinte y treinta del siglo pasado y siendo sus obras lectura imprescindible para conocer determinados momentos de la historia de la humanidad.


martes, 13 de julio de 2010

YA SOMOS CAMPEONES DEL MUNDO... Y AHORA ¿QUE?

La selección española del fútbol, conocida como “La Roja”, aunque también se la podría llamar “La Azul” por ser de este color su segunda equipación, o, mejor y con más acierto, “La Tricolor” por ser tres los colores que lleva en la camiseta distribuidos en distintas proporciones (Rojo, Amarillo y Azul); ha ganado su primera Copa del Mundo después de que, hace dos años, ganase su segunda Copa de Europa despertando la alegría desbordada de muchos españoles.


Que “La Roja” haya ganado la Copa del Mundo, es una cosa que debe alegrarnos a todos, pero no por ello debemos de darle mayor importancia de la que estrictamente tiene porque si bien es cierto que, entre tanto paro y tanto agobio económico que afecta a millones de familias en nuestro país, este éxito puramente deportivo habrá permitido en no pocos casos la reconciliación con la esperanza y con la ilusión; no es menos cierto que los problemas reales que afectan al pueblo español no dejan de estar ahí y a ellos hay que hacerles frente con seriedad para solucionarlos de forma definitiva, no durmiéndonos en unos laureles que en ningún caso significan el súmmum de la realización colectiva o de la cohesión nacional.


No hay que olvidar que el día antes de que la Selección Española se alzase con el título de “Campeones del Mundo” y que, mediando uso y abuso de bebidas alcohólicas, se ondearan cientos de miles de banderas constitucionales e irrumpieran millones de ¡Vivas a España!, hubo en Barcelona una magna y nutrida manifestación de una porción importantísima de españoles que no se sentían ni se sienten amparados ni identificados con “esto”. Y por “esto” me refiero a la actual constitución del Estado Español y a su marco político e institucional.


Pretender elevar a victoria apoteósica el triunfo futbolístico de la Selección Española, es ocultar el hecho palpable e irrefutable de que estamos al borde del fracaso colectivo como unión de convivencia a consecuencia de un marco legal e institucional desbordado por la realidad social de todo un país que clama por un cambio, que no tiene por qué ser ni traumático ni liquidador de la unidad política e histórica de las Españas.


Es necesaria la reflexión serena de todos los españoles acerca de lo qué queremos ser y de donde queremos ir. Es ya imprescindible una reforma total del Estado que favorezca su reconversión en un estado federal, donde cada estado federado, dentro de sus límites territoriales, tenga capacidad legislativa y tributaria propia siendo, su lengua, su bandera y sus instituciones, los símbolos de España en tal estado a la vez que se declare irreversiblemente unido al resto de los pueblos ibéricos en la unión política, histórica y de convivencia de las Españas, aceptando, igualmente, unos símbolos comunes mínimos y consensuados.


Esta necesidad imperiosa y este anhelo popular de un cambio político e institucional resulta frenado y paralizado por la existencia, desde hace décadas, y a lo largo y ancho de toda la geografía española, de una casta dirigente de insaciables bolsillos, de estrechas miras y de aún más cortas ideas, que hacen del enfrentamiento y de la discordia su medio de vida a costa de los pueblos de las Españas. Así pues, es innegable, que esta reforma imprescindible del actual Estado Español (con el que cada vez menos individuos y menos colectividades se sienten identificados), que deberá ser radical, novedosa e imaginativa, solo podrá realizarse mediante el entendimiento de los pueblos y de los individuos dando la espalda y marginando a toda la casta política que nos oprime y que sobradamente ha demostrado su incapacidad, su egoísmo y/o su mala fe.


Este y no otro, será el verdadero y definitivo triunfo colectivo de los todos los españoles y que es superior a todas las Copas del Mundo: EL DESEO Y LA CAPACIDAD PARA ENTENDERSE.


lunes, 5 de julio de 2010

LOS SINDICATOS LIBRES Y EL CARLISMO

La reciente emisión en la Primera de Televisión Española de la serie “Ojo por Ojo” ha sacado a la luz, de una forma bastante distorsionada, un episodio de nuestra historia, que por desconocido no constituye una simple anécdota, cual fue la existencia de un tercer gran sindicato obrero, el llamado Sindicato Libre que, curiosamente nacido en el seno de la Confederación Nacional del Trabajo (CNT), pugnó con ésta y con la Unión General de Trabajadores (UGT) por crear un sindicalismo profesional que, alejado de todo sectarismo político, defendiera los derechos de los trabajadores sin interferencias partidistas.
Justificar a ambos lados
Los Sindicatos Libres tienen su origen en la línea editorial del semanario carlista catalán “La Trinchera” cuyas proclamas sociales, en contraste con el diario carlista “El Correo Catalán”, próximo a la línea política de Vázquez de Mella, tuvieron una excelente acogida en los círculos carlistas catalanes “El Porvenir”, “Crit de la Patria” y sobre todo “El Ateneo Obrero Legitimista” que empezaron a organizar diversas actividades de promoción de los trabajadores como una campaña de alfabetización mediante clases impartidas por militantes carlistas femeninas, las denominadas “Margaritas”.

En 1919, la consolidación de la revolución bolchevique, lleva a la Confederación Nacional del Trabajo y a la Unión General de Trabajadores a una progresiva radicalización política que les hace encauzar sus actividades más hacia lo meramente político que a lo social y laboralmente reivindicativo. Fue en este año de 1919, cuando se produce la creación, tras una reunión en el Ateneo Obrero Legitimista, del primer Sindicato Libre en Cataluña siendo elegido presidente Rafael Sales Amenós, que hasta ese momento había compaginado su militancia política en el Requeté de Barcelona con su militancia en el Sindicato de Comercio de la CNT.

De la creación de este Sindicalismo Libre fue debidamente informado S.M. Jaime III que en esos momentos, preocupado por la cuestión social, había obtenido de la CGT francesa su carnet sindical dando su aprobación e instando a todos los trabajadores, especialmente a los carlistas, a ingresar en las filas del Sindicato Libre.


De 1919 hasta 1922 los Sindicatos Libres fueron creciendo en militancia obrera, debido en gran medida a los deseos de muchos trabajadores de que existiera un sindicalismo socialmente reivindicativo, pero apartado de todo juego político o partidista, llegando a extenderse fuera de Cataluña por toda la geografía española, pero especialmente en la tradicional área de implantación del Carlismo (Euskalherria, Valencia, Aragón, Asturias…).

El nacimiento de estos sindicatos fue mal visto, no solo por la CNT que entendía que la existencia de un nuevo sindicato podía afectar a la unidad sindical, sino también por los sindicatos católicos estrechamente vinculados a la jerarquía eclesiástica que temían, no sin falta de razón, que los Sindicatos Libres les podrían restar militancia al ser más reivindicativos y presentar una línea de actuación más clara y coherente. Así pues, durante los primeros tres años de existencia, los Sindicatos Libres tuvieron que enfrentarse con la oposición eclesiástica pero, sobre todo, con la violencia ejercida contra ellos por los militantes de la CNT, que les llegó a provocar la muerte de 53 de sus dirigentes.


En torno a 1922, y ante la situación prerrevolucionaria que se vive en Cataluña debido a las huelgas y a los atentados anarquistas, comienza el declive de los Sindicatos Libres al ser estos infiltrados por agentes provocadores, en muchos casos procedentes del lumpen criminal, que pagados por el Gobierno Civil de Barcelona entonces en manos del General Martínez Anido y por la patronal se dedican al asesinato de militantes sindicales opuestos, todo ello para impedir cualquier unidad sindical enfrentando a unos obreros con otros. La patronal no solo incita a los Sindicatos Libres, a través de sus agentes infiltrados, a lanzarse a una campaña terrorista sino que, hábilmente, utiliza a estos y a la propia CNT para conseguir trabajadores en periodos de huelga, contratando a militantes del Sindicato Libre para que trabajen en momentos de huelgas convocadas por la CNT y contratando a militantes de la CNT para que hagan de esquiroles ante huelgas convocadas por los Sindicatos Libres.


En 1923, la infiltración de los Sindicatos Libres es tan grande y la situación en Cataluña tan grave debido al pistolerismo de unos y de otros que llega a estar amenazada la existencia misma de todo sindicalismo. Ante esta situación el dirigente de la CNT y anarco-sindicalista, Ángel Pestaña, siempre opuesto al empleo de la violencia por parte del sindicato anarquista, viaja a Francia para entrevistarse con S.M. Jaime III a quién aporta pruebas de la infiltración de los Sindicatos Libres por parte del gobierno y de la patronal, ordenando don Jaime la disolución de los Sindicatos Libres aunque sólo consigue que los militantes Carlistas se aparten de los mismos y dejen de colaborar con ellos, refugiándose el sindicalismo carlista desde ese momento y hasta 1937 en el llamado Movimiento Obrero Tradicionalista (MOT).


Tras el golpe de estado de Primo de Rivera en Septiembre de 1923, el general Martinez Anido es elevado al Ministerio de Gobernación. A partir de ese momento el gobierno prohíbe la CNT y se apoya en la socialista UGT como entidad colaboradora para controlar al movimiento obrero. Por su parte los Sindicatos Libres, ya sin el apoyo de los carlistas, empiezan su declive a pesar de su fusión con los sindicatos católicos languideciendo, siempre dirigidos por Rafael Sales (que al no cumplir las órdenes de don Jaime de dejar de colaborar con los Sindicatos Libres es expulsado de la disciplina carlista), hasta la proclamación de la II República en el que reaparecen como un sindicato vinculado a la CEDA.

En definitiva, los sindicatos libres fueron unos sindicatos cuya intención era crear un sindicalismo profesional para la defensa exclusiva de los intereses de la clase trabajadora por ella misma, que superase las divisiones estériles producidas por las aspiraciones políticas de convertir las organizaciones obreras en correas de transmisión de estrategias partidistas diseñadas desde fuera al servicio de metas ideológicas que no tenían porque representar al conjunto de la clase obrera, teniendo en la fundación de los mismos una notable importancia e influencia el carlismo, pero al no ser jamás un sindicato propiamente carlista (tal cosa iría incluso contra sus intenciones de ser un sindicato libre) admitía trabajadores de cualquier procedencia siendo relevante la procedencia cenetista de muchos de sus dirigentes y primeros afiliados. Los Sindicatos Libres sufrieron la infiltración de elementos provocadores tanto del gobierno como de la patronal y cuando S.M. Jaime III instó, tras su entrevista con Ángel Pestaña, su disolución, la misma no se llevó a cabo porque no eran propiamente sindicatos carlistas, aunque no obstante, al conseguirse que los militantes carlistas se alejaran y dejaran de colaborar con ellos dichos sindicatos empezaron un declive que provocó primero su fusión con el sindicalismo clerical y posteriormente su sometimiento político a la CEDA.