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martes, 27 de mayo de 2008

¿QUE OCURRE EN EL PARTIDO POPULAR?


El principal partido de la oposición, el Partido Popular, se ha convertido de unos días a esta parte en un suministrador infinito de noticias para los medios de comunicación, a causa de los numerosos abandonos de dirigentes y diversos movimientos extraños que parecen que se están produciendo en torno al mismo.

Se puede opinar, y de hecho se opina, que se trata de una lucha por el poder en el interior del partido o que se trata de una especie de conspiración organizada por dos importantes medios de comunicación contra la actual dirección del Partido Popular encabezada por don Mariano Rajoy (uno de los protagonistas de la eurovisiva canción Chiki-Chiki), pero lo cierto es que tras las elecciones del día 9 de Marzo del 2008, en las que el Partido Popular no logró, a pesar de su notorio avance, desbancar al actual partido en el gobierno, se ha puesto en solfa todo un proyecto partidista que solo se justifica como medio de poder y contraposición al Partido Socialista Obrero Español.

El Partido Popular, nace en los años noventa del pasado siglo y aunque es heredero directo de la antigua Alianza Popular del ex ministro franquista don Manuel Fraga y de la extinta Unión de Centro de Democrático del ex Secretario General del Movimiento don Adolfo Suárez, lo cierto es que nunca ha tenido un ideario claro, siendo realmente en materia ideológica una especie de chabola en la que cabe todo aquello que sirva para estar en contra del Partido Socialista, desgastarlo y hacerlo caer del gobierno. Así, en materia ideológica, el Partido Popular ha sido y es de amplio espectro, abarcando desde las ideas franquistas y de extrema derecha que en los inicios de la transición defendieran Fuerza Nueva y Falange hasta las ideas de un centro-izquierdismo moderado pasando por idearios puramente católicos, liberales y hasta protestante-conservadores.

Con tan diversas tendencias existentes no solo en el interior del partido, sino sobre todo entre sus votantes, la unidad del Partido Popular, la conservación de su masa electoral y, por ende, su existencia misma como organización política, solo se justifica por la obtención y mantenimiento de importantes cuotas de poder y la existencia de un adversario político importante como es el proyecto (o la ausencia de proyecto) que representa el PSOE.

Al no haber ganado las elecciones generales de Marzo pasado, el Partido Popular no puede satisfacer ni a todas las tendencias ideológicas existentes en su seno, las cuales permanecían silenciadas por la proximidad a los beneficios del poder; ni a las ambiciones individuales de un elevado número de dirigentes locales y así surge el problema que ha de resolver la jefatura de dicho partido que se resume en la siguiente cuestión: ¿Qué hacer para ganar las próximas elecciones y volver a gobernar?. En este sentido parece ser que existen dos tendencias estratégicas irreconciliables: una sería partícipe de iniciar un acercamiento, no a los partidos nacionalistas sino a sus electores, que constituyen una bolsa importante de votos de derecha que no ha conseguido recolectar para sí el Partido Popular en ninguna convocatoria electoral (lo que de hecho supone arriesgarse a perder un número importante de votantes de extrema derecha sin garantía alguna de ganar votantes entre el electorado nacionalista de derecha) y otra sería la de mantener la estrategia que les llevo al poder en el año 1996, les mantuvo en él en el año 2000 y que han seguido poniendo en práctica en estos últimos cuatro años de oposición y que consiste en mantener la indefinición ideológica oculta tras innumerables eufemismos (así, por ejemplo, se habla en el Partido Popular de un humanismo cristiano, pero una vez en el poder no se sabe en qué consiste tal cristianismo humanista y se amplía la ley del aborto), sostener el más puro y radical liberalismo en las instituciones a la vez que sostienen posiciones de extrema derecha en sus discursos y manifestaciones callejeras (¿Acaso no se encuentran similitudes estéticas y dialécticas en las manifestaciones que ha convocado o a las que se ha sumado el Partido Popular en la anterior legislatura con las que se convocaban a finales de los años setenta y principio de los ochenta del pasado siglo en la Plaza de Oriente?) y por último mantener la unidad del partido y el apoyo de sus electores siguiendo la consigna, nunca expresamente proclamada, de todos contra el Partido Socialista y el peligro que representa.

La lucha por la dirección en el seno del Partido Popular, siempre ha estado latente, no manifestándose cuando éste estaba en el gobierno porque había poder que repartir entre sus barones y dirigentes, pero cuando el poder se ha perdido y la labor de oposición no ha servido en estos últimos cuatro años para ganar las elecciones a pesar de la pésima gestión del Partido Socialista, la pugna ha estallado con menos diplomacia y con mayor crudeza que en ocasiones anteriores y lo que es peor, se ha hecho pública, amenazando con poner de manifiesto ante sus afiliados y votantes las gravísimas contradicciones ideológicas y programáticas en las que ha incurrido e incurre el Partido Popular y que solo se mantienen ocultas gracias a la gran maquinaria propagandística de que disponen los partidos grandes haciendo posible, si no una ruptura o escisión, un anquilosamiento del mismo con progresiva pérdida de eficacia política que le lleve a languidecer en el panorama político español.

sábado, 24 de mayo de 2008

LOS ORÍGENES DE LA CRUDA REALIDAD DE IBEROAMÉRICA


Desde algunos años a esta parte, la llegada al poder de diversas repúblicas sudamericanas de líderes izquierdistas como Chavez, Morales, Da Silva, etc… esta llenando de infantil entusiasmo y erróneamente deslumbrando a un gran número de españoles y de grupos políticos más o menos representativos quienes, sin atravesar el Atlántico y ver in situ los logros o fracasos de tales líderes, se dedican a predicar sus inmensas bonanzas más imaginarias que reales.

En España y prácticamente desde la misma independencia hace doscientos años, la realidad iberoaméricana se ha visto con una perspectiva que siempre ha mezclado nostalgia por las provincias (que no colonias) perdidas, paternalismo hacia el pueblo hermano y fe mítica en una posible y futura reunión o confederación. No obstante, dicha perspectiva, escasamente compartida al otro lado del Atlántico, siempre se ha construido sobre premisas falsas y desde un sentimiento de culpa hábilmente inculcado por ajenos intereses en los españoles desde la Leyenda Negra que, como primer ejemplo de guerra psicológica, ha terminado siendo creída y asumida por aquellos contra la que se dirigía.

En 1782, tras seis años de desoladora y sangrienta guerra, Inglaterra reconocía en el Tratado de Versalles la Independencia de las Colonias que constituirían los Estados Unidos de América los cuales heredaban de la administración británica, importantes problemas internos y externos como la fijación de la frontera con Canadá, la división entre las colonias norteñas y sureñas y la ausencia de un paso al Noroeste que permitiera la extensión hacia el Pacífico. Tan solo treinta y cinco años después obtenían su independencia (tras una guerra si no menos sangrienta, si menos desoladora) todos los virreinatos de América y es aquí donde surge la primera pregunta a la que habría que encontrar respuesta antes de plantearse la cuestión Iberoaméricana cual es: Si los virreinatos americanos obtienen su independencia tan solo treinta y cinco años después que las colonias británicas y en una situación económica, geográfica y cultural similar o incluso mejor a los Estados Unidos, ¿Por qué los Estados Unidos están donde están y los países hispanoamericanos forman cada vez más parte del tercer mundo?

Pues bien, la respuesta a esta pregunta se encuentra en la notable diferencia mental y moral que existía entre los padres de la Revolución Norteamericana de 1776 y los hijastros sudamericanos, nada aventajados de aquella revolución. Para empezar los Washington, los Jefferson y los Franklin eran hombres políticos que buscando, solo en último extremo la independencia, tenían claramente pergeñado en sus mentes el sistema político que vendría después. Así, una vez rotas las hostilidades con la Gran Bretaña tras la declaración unilateral de independencia en 1776 sabían perfectamente que tras la contienda y con la independencia en sus manos tendrían que constituir un Estado internamente cohesionado que mantuviera importantes relaciones comerciales, políticas e incluso militares con Inglaterra y que, en ningún caso, dicha independencia debería deberse a otras potencias extranjeras como Francia y España cuyo apoyo fue decisivo (1) y asimismo tenían muy clara la doctrina del “Destino Manifiesto” que por ejemplo incluía la Isla de Cuba como parte integrante del nuevo estado.

Igualmente los hombres de la independencia norteamericana eran hombres de su tiempo, instruidos, más o menos cultos, conscientes de pertenecer a una cultura (la anglo-sajona protestante) y poco tendentes a caer en corrupciones que pudieran comprometer al país que estaban dispuestos a crear y fortalecer.

Por su parte los líderes de la independencia hispanoamericana como Bolivar, San Martín, Sucre, Hidalgo… eran hombres personalmente limitados, corruptibles y corruptos que ninguna idea de futuro poseían y que desde el inicio de sus pretensiones se mostraron como “mendicantes de independencia” ante potencias extranjeras como la Gran Bretaña que de forma sibilina les presto ayuda contra la España Peninsular a cambio de un elevado interés que, una vez obtenida la independencia, presentó al cobró y se cobró arrebatándoles desde yacimientos mineros hasta territorios enteros.

Desde el origen de la independencia hispanoamericana y más aún, como consecuencia de ella, las riquezas naturales quedaron en manos de potencias extranjeras que sustituyeron a la España peninsular y a los propios americanos en su explotación, circunstancia esta que sin duda provocó un fuerte y creciente distanciamiento entre las republicas recientemente nacidas y España ya que el intercambio comercial con las antiguas provincias se redujo notablemente e incluso llegó cortarse drásticamente a raíz del acoso al comerciante español que se produjo en determinados países como México. Asimismo, aquellos hombres que habían provocado la secesión, se mostraron incapaces de organizar estados modernos porque ellos mismos lejos de ser líderes de naciones, solo alcanzaban a tener una mentalidad de caciques territoriales, que sin criterios políticos para gobernar naciones, apenas alcanzaba su pequeña mente a forjar pésimas administraciones de tierras que, como vulgares terratenientes aficionados al juego y acosados por los acreedores, estaban dispuestos a parcelar segregando pedazos de sus inmensas fincas para mal venderlos al primero que les ofreciera unas monedas (2).

El hombre de la independencia de los Estados Unidos era un hombre coherente, inteligente, político hábil y negociador abierto dispuesto a gobernar un Estado. El hombre de la independencia hispanoamericana era un hombre pagado de sí mismo, dispuesto a adquirir títulos grandilocuentes como “El Sublime” o “El libertador” y a hacerse retratar con uniformes llenos de charreteras y plumas. Los primeros eran zorros, los segundos simples gallos de corral de cresta grande y hermosa y… en esas siguen, los hombres han cambiado pero no sus tendencias al espectáculo ridículo y a la inoperancia política, a la corrupción y al verbo vacío de realidades y mientras tanto, los pueblos sufren o desesperados se dejan llevar por los deslumbrantes focos del escenario ignorando que en nada cambiarán sus circunstancias al final de la función.

Así pues, la independencia de las repúblicas hispanoamericanas salió mal, porque no podía salir de otra forma al ser fruto, no del desarrollo histórico, de la necesidad política o de la voluntad unánime de un pueblo, sino de la ambición desmedida y grosera de unos hombres muy pequeños en los que la independencia desarrolló hasta el gigantismo su inclinación natural a la corrupción política y social e hizo desaparecer cualquier rastro de virtud personal lo que favoreció la aniquilación de todo lo que pudiera ser base de una economía futura, el hundimiento en el abismo de sus países y el muy recurrente odio a España y a los Españoles, cosa que aun hoy les viene muy bien para justificar su patética realidad llamando poderosamente la atención que transcurridos doscientos años desde que España reconociera la independencia de estos territorios, no solo no han mejorado nada en ningún aspecto sino que cada vez se empobrecen más y se alejan más de las posibilidades del imprescindible desarrollo material por lo que debería revisarse la política de colaboración que España tiene con esas repúblicas porque para los pueblos hermanos de Iberoamérica TODO, pero para las bandas de tahúres, gañanes y bandoleros que malamente les gobiernan y les tiranizan, NADA.


(1) Quien esto escribe tiene la idea, que no debe ser peregrina de que entre los Estados Unidos y la Gran Bretaña existe desde el mismo reconocimiento de la independencia de las colonias en 1782 un acuerdo o tratado secreto político, económico y militar entre ambos países de ayuda y apoyo mutuo. Si no ¿Cómo se podría explicar que durante la gran guerra de 1914 a 1915 Estados Unidos declarase la guerra a Alemania cuando ésta estaba a punto de estrangular económicamente a Inglaterra con la guerra submarina en 1917? ¿Cómo si no se puede explicar que al estallar la Segunda Guerra Mundial en 1939 la armada británica abandonara el Océano Pacífico para concentrarse en el Atlántico y que fuera Estados Unidos quien se encargara de patrullar y en su caso defender el Pacífico, lo que al final el llevaría al enfrentamiento con el Japón?.

Por otra parte Francia y España, jamás recuperaron el dinero prestado a los norteamericanos en su lucha contra los británicos y de aquella independencia solo obtuvieron la devolución de las posesiones de la Luisiana y de La Florida que a los pocos años y mediando presiones y amenazas norteamericanas tuvieron que ser vendidas a los norteamericanos.

(2) Recordemos al respecto como el Sublime Santa Ana, cedió el territorio de Texas a cambio exclusivamente de salvar su vida tras la timba que fue la batalla de San Jacinto.

miércoles, 7 de mayo de 2008

VIEJOS SOLDADOS, ILUSTRES SEÑORES


Si en la historia de la milicia hay muchos mancos, no hay manco más ilustre que don Miguel de Cervantes, aquel que perdiendo la movilidad del brazo izquierdo aún bromeaba con su hermano diciéndole que aún le quedaba el brazo derecho, “el más importante por ser el que maneja la espada y la pluma”. Cervantes ha pasado a la historia de la literatura universal por ser el autor del Quijote, pero también resulta hoy ejemplo para la vida militar, aunque nada más alejado y opuesto a lo que hoy es la función militar que el soldado Don Miguel de Cervantes Saavedra.

No es el tipo de soldado encarnado por don Miguel de Cervantes Saavedra el único ejemplo del soldado ilustre e ilustrado ni tampoco es, como se pretendió durante mucho tiempo y por meros intereses propagandísticos, patrimonio exclusivamente español, sino que más bien es fruto de unos siglos, el XVI y el XVII, en la que los hombres tenían la plena libertad de unirse a un ejército donde serían tratados de “excelentes señores” en vez de ser anónimos guarismos, disfrutaban del orgullo de servir a un ideal más que a un estado y poseían el deseo de seguir a los mejores para culminar su existencia encontrando la fama en la tierra o la gloria en los cielos.

La figura del soldado-literato o del soldado-artista se da, y no en poca proporción, en todos los ejércitos europeos de los siglos XVI y XVII pues aunque a más de uno fuera el hambre quién le llevara a la guerra no por ello se ha de identificar pobreza con ausencia de inquietud intelectual siendo en muchos casos la vida militar y las aventuras bélicas fuente de inspiración para estos tipos humanos excepcionales.

Junto al soldado don Miguel de Cervantes se ha de citar también al soldado don Francisco de Quevedo que por ser poeta de brío y haber escrito su célebre “Vida del Buscón Don Pablos”, no debe olvidarse que fue soldado del Tercio de Armada y embarcado en la Invencible sostuvo combates contra los británicos atacando su arcabuz con los versos dedicados a su amada.

Asimismo se ha de citar al soldado francés don Hercule-Savinien de Cyrano de Bergerac quién por estar en trinchera opuesta durante el sitio de Arrás y por ser precursor de la ciencia ficción en su obra “El otro Mundo” no merece ser desterrado del parnaso exclusivo que forman aquellos que por la más leve cuita de honor desenvainaban la espada en equitativo duelo, cavaban una mina bajo cualquier lienzo de muralla o componían las más brillantes obras de la literatura universal.

Por último no se ha de dejar de mencionar al itálico soldado don Benvenuto Cellini, quien al robarle la inspiración en el momento en que diseñaba su Perseo el escándalo que llegaban a su taller propiciado por las tropas del Condestable del Borbón que en esos momentos sitiaban Roma, no dudó en alistarse en el ejército papal, asumir la defensa del Castillo de San´t Angelo y callar para siempre el vocerío particular del Condestable de un arcabuzazo.

Tras finalizar la guerra de los Treinta Años los ejércitos regulares no volverían a contar entre sus filas con un tipo tan peculiar y genial de soldado cuyo testimonio queda mayoritariamente recogido en obras autobiográficas como la escrita por Alonso de Contreras y publicada con el título de “Vida de este capitán” y que, desvelando unas características comunes a todos ellos que bien pudieran hacerles merecedores de la consideración de precursores de la vida Bohemia por saber tener un gran vivir con lo imprescindible y aún con menos; se definen perfectamente el los versos que Rostand dedicó a los Cadetes de Gascuña en su teatral Cyrano:

“Son los cadetes de Gascuña
Que a Carbón tienen por capitán;
Son quimeristas, son embusteros;
Y a la vez nobles, firmes y enteros,
Blasón viviente por doquier van,
Son los cadetes de Gascuña
Que a Carbón tienen por capitán.
Ojos de buitre, pies de cigüeña,
Dientes de lobo, fiero ademán;
Cuando arremeten a la canalla,
No ciñen casco ni fina malla:
Rotos chambergos luciendo van…
Ojos de buitre, pies de cigüeña,
Dientes de lobo, fiero ademán.
Punza-barrigas y rompe-hocicos
Son dulces motes que ellos se dan.
Son los Cadetes de Gascuña
Que a Carbón tienen por capitán.
Ebrios de gloria, sueñan conquistas,
Corren garitos, dan entrevistas;
Donde haya riñas, allí estarán…
Tras las coquetas corren ansiosos,
Hacen carnudos a los celosos
Su gloria al viento los parches dan
¡Son los cadetes de Gascuña
Que a Carbón tienen por capitán!”

sábado, 3 de mayo de 2008

ESPAÑA: UNA ILUSIÓN CONSTANTEMENTE TRAICIONADA


Con motivo en este año 2006 del setenta y cinco aniversario del 14 de Abril de 1931, así como del setenta aniversario del 18 de Julio de 1936 se impone, lejos de intereses partidistas y pasiones infantiles, una reflexión totalmente alejada de intenciones propagandísticas sobre estas y otras fechas claves en la Historia política de Las Españas.

Desde mediados del siglo XVIII que significó en nuestro país un repunte creciente hasta el presente del poder de la aristocracia sometida, de agrado o por la fuerza, al poder real y a las Leyes de la Corona gracias a la política del Cardenal Cisneros, se fue creando una clase adinerada y propietaria que progresivamente iba quitando derechos sociales al pueblo llano cuyas esperanzas quedaban depositadas en el siguiente sucesor a la Corona o en algún político de los llamados "reformistas" que pululaban por la Villa y Corte, buscando más la simple popularidad y el medro personal que una transformación real de lo existente. Así España entro en el Siglo XIX, con mayores diferencias sociales que en el siglo anterior y empezaron a sucederse fechas claves que significaban la esperanza e ilusión de todo un pueblo.

La primera de las fechas esperanzadora de nuestra historia fue aquel 2 de Mayo de 1808, donde el pueblo de Madrid se lanzó en inferioridad de condiciones y férrea voluntad contra el ejército francés detrás del cual venían unas ideas que atentaban directamente contra la sustancia de la estirpe hispánica. Los españoles derrocharon ilusión no solo por expulsar al invasor galo, sino también porque la España que surgiera después fuera diferente, muy diferente, a la que había existido hasta entonces, ya que mayoritariamente la clase dirigente de nobles y militares que vivían parasitariamente en los palacios se mantenía al margen de las necesidades y sufrimientos nacionales paseando charreteras y miriñaques por los salones de las grandes casas ajenos a los anhelos y necesidades del sustrato de todo Estado que es el pueblo, pero tras la retirada napoleónica aconteció, lo único que aquellos héroes no habían sopesado jamás: LA TRAICIÓN.

Fernando VII, el Deseado, el mismo que vivía cómodamente en Bayona mientras que sus súbditos derramaban generosamente su sangre en la Península Ibérica por ceñirle la corona llegando incluso a las mayores de las felonías al felicitar al Emperador por sus victorias sobre aquéllos y que años más tarde, cuando se puso a recorrer él "el primero la senda constitucional", no dudaba en salir al balcón de palacio a denunciar a sus más fieles realistas; inició la política, imperante en España desde entonces y hasta nuestros días, de la camarilla, gobernando como se ha gobernado desde aquel tiempo, sin cabeza ni corazón, apoyándose en una minoría egoísta en exclusivo beneficio de los intereses de unos pocos.

Ya consolidada la política de camarilla en el Reinado de Isabel, llamada la II, surge la segunda fecha clave en la intrahistoria de los españoles: el 18 de Septiembre de 1868, fecha ésta en que se expulsaba a la esposa de "Paquito Natillas" y bajo cuyo reinado se habían liquidado los bienes comunales de municipios y gremios en beneficio de la vieja clase aristocrática y burguesa que de éste modo se convertía en latifundista en detrimento de los campesinos y de los habitantes de las pequeñas villas que desposeídos de todo no les quedaba más remedio que emigrar a las grandes ciudades y alquilar su fuerza de trabajo por un mísero salario convirtiéndose así en proletario explotado. "La Gloriosa" como se dio en llamar aquella revolución acaecida en Septiembre de 1868 fue acogida por el pueblo llano español con esperanza e ilusión y significó un momento que pudo ser clave para el cambio político y social en España. La Gloriosa, abrió la posibilidad a una república o a un federalismo que hubiera permitido una feliz unión no solo entre las Españas peninsulares sino también entre éstas y las Españas de ultramar que aún quedaban e incluso a un cambio de dinastía en la persona de Carlos VII, una dinastía más legítima, más sana, política y biológicamente hablando, sin vínculos interesados con las minorías poderosas. Pero nuevamente se impuso la política de camarilla y unos pocos, exclusivamente guiados por la defensa de sus intereses particulares empezaron a conspirar en beneficio propio y así arrastraron la corona de España por todas las Cortes Europeas ofertándola en vulgar subasta hasta que, desdeñada por todos los príncipes, se proclamó una república que solo sirvió para el lucimiento parlamentario de una minoría de lenguarones de postín que cifraban sus máximas aspiraciones vitales en rimbombantes y bellos discursos alejados de cualquier realización practica y beneficiosa para el país. Y de este modo el pueblo de las Españas, volvió la espalda nuevamente defraudado y traicionado hasta que, salió el espadón de Martínez Campos en defensa de la camarilla de los exiliados de París y dio un golpe de estado restaurando a la dinastía expulsada en la persona del hijo de Isabel, llamada la II.

Los más de cincuenta años de Restauración, como se llamó la época del reinado de los "Alfonsos" (el llamado XII y el llamado XIII) fue un periodo nada fructífero para el buen pueblo de los españoles en los que este solo dio pruebas de vitalidad en no pocos motines y barricadas de las ciudades industriales, fue una época en la que se liquidaron las Españas de ultramar abandonándolas al imperialismo anglosajón y en la que en defensa de las propiedades e intereses económicos de la camarilla de siempre se enviaba a miles de hijos del pueblo a morir en las tierras del Norte de Marruecos, sin ni siquiera tener un programa de colonización que hubiera permitido mejorar en fortuna a muchos españoles. Y de este modo se llega a la gran fecha de la que este año se conmemora el setenta y cinco aniversario: el 14 de Abril de 1931.

El 14 de Abril de 1931, el pueblo español recupera la ilusión y la esperanza mayoritariamente dormida durante la Restauración, se echa a la calle con alegría desbordante, pues sin duda espera la instauración de una política transparente, sin camarillas ni intereses oscuros de unos pocos, mejoras sociales y políticos sustanciales, pero pronto, surge de nuevo "la Camarilla". Unos pocos políticos y de esos que llaman "intelectuales" muchos de los cuales habían bienvivido durante el régimen anterior de la Restauración y que en las horas siguientes a aquel 14 de Abril habían permanecido escondidos en espera de lo que pudiera ocurrir lanzan la República contra muchos españoles que bien hubieran podido ser ganados para el nuevo régimen y al tiempo que dicen promover un gran plan de educación nacional, cierran colegios y escuelas por el simple hecho de ser congregaciones religiosas quienes los gestionaban, al tiempo que hablan de libertad de expresión niegan el derecho a la expresión del más íntimo y personal sentimiento que es el de la religión... y así, aquel recibimiento prácticamente unánime de la matrona republicana se va resquebrajando, multitudes populares se escandalizan y desengañan afirmando "esto no es, esto no es" y una pequeña camarilla excluida de los beneficios del negocio político del momento, empieza a conspirar hasta llegar a la penúltima fecha clave en la ilusión de los españoles: el 18 de Julio de 1936.

El 18 de Julio de 1936, no solo significa, como muchos pretenden interesadamente, el día en que se produjo un golpe de estado que derivó en una trágica guerra civil. Esta fecha es un nuevo momento de ilusión para el pueblo español que arremete contra una República que había traicionado sus expectativas y que espera construir algo mejor, pero lamentablemente también es la fecha en la que el pueblo, haciéndolo todo y pudiéndolo todo, es traicionado por la camarilla de generales levantiscos muchos de los cuales, fueron el gran apoyo del 14 de Abril de 1931 y que fueron excluidos del reparto del botín que toda política española significa desde el Siglo XIX. Aunque se diga malintencionadamente lo contrario, en el 18 de Julio de 1936, también hubo pueblo y no poco al lado de los alzados y aun se pueden ver fotografías de aquel día en la Plaza del Castillo de Pamplona o de muchas unidades de combatientes en los que se ve el rostro quemado por el sol durante innumerables jornadas de trabajo en el campo que contrasta con las maneras afeminadas y la delicadeza de cutis de los que luego medrarían en el régimen franquista. Así pues el pueblo español fue nuevamente traicionado y desilusionado aquel 18 de Julio de 1936 pues luchaba y derramaba generosamente su sangre por algo muy distinto a lo que después vendría.

Y por último, aparece la última fecha clave en nuestra intrahistoria, el 22 de Noviembre de 1975, fecha esta en la que ya, muerto y enterrado, el general Franco, llega a la Jefatura del Estado su sucesor Juan Carlos de Borbón iniciándose lo que se dio en llamar la "Transición". La "Transición" no solo significaba un cambio de régimen sino que para la inmensa mayoría del pueblo español era otro nuevo periodo de ilusión, esperanza, alegría, utopía.... era un nuevo retorno al tiempo de "poderlo todo", pero como siempre... nada de lo que se hacía o se pretendía era para el beneficio general, sino nuevamente solo para la "Camarilla" y la camarilla negoció, pactó, hizo y deshizo y al final logró prevalecer abriéndose a nuevas incorporaciones. Así se dijo "Sí" a lo que antes se había dicho "No" (por ejemplo la OTAN), se aseguró la inviolabilidad de algunos extraños y oscuros negocios, se garantizó la intocabilidad de determinadas familias que casualmente siempre aparecen en las grandes fechas de la Historia de España en uno u otro lado y que, portando sus antecedentes penales en sus apellidos, siempre terminan imperando y espléndidamente viviendo con independencia del régimen o líder político de turno. Y así se termina llegando al día de hoy, la "Transición" fue una nueva traición al pueblo español que desde entonces da constantes muestras de total falta de vitalidad viviendo en el absurdo intelectual y político siéndole indiferente su propia suerte colectiva y con una paz de espíritu solo propia de los camposantos.