En estos días cuando mucho se habla de crisis, pero sobre todo mucho se sienten sus efectos por las dificultades económicas con las que la inmensa mayoría de los ciudadanos afrontan sus compromisos pecuniarios y sus necesidades vitales, es imprescindible explicar que toda crisis económica responde a las exigencias de los mercados no siendo nada más que un fuerte reajuste de las economías que atiende, como el propio sistema capitalista, a criterios darwinistas de selección y oportunidad.
Creo que fue el economista británico John Maynard Keynes quien en contestación a la pregunta ¿Qué es economía? Dio la respuesta de “¿Sabe usted eso de los seis años de vacas gordas y los seis años de vacas flacas?... pues bien, eso es la economía” dando explicación con esa sola y escueta frase a su teoría de los ciclos económicos en la economía de libre mercado. Pues bien, Keynes tenía toda la razón.
Lo que el común de la gente llama crisis económica y como tal la percibe por sus particulares dificultades para llegar a fin de mes, no es más que un reajuste de la economía que tiende a expulsar del mercado a los que en el ciclo de bonanza no han sido lo suficientemente previsores y no han sabido replegarse a tiempo queriendo abarcar demasiado y que, llegado el momento de reajuste, se ven sin posibilidad de seguir avanzando ni poder retroceder quedando completamente endeudados y obligados a cerrar sus empresas o cesar en sus actividades, provocando el incremento del paro, el aumento del déficit público al aumentar el gasto del estado en prestaciones por desempleo, etc… y arrastrando a otros individuos y empresas en su caída al igual que caen las fichas de un dominó chino.
Durante estos reajustes del sistema, denominados “crisis económicas”, muchas empresas cerrarán para no volver a realizar actividad alguna, lo cual no quiere decir que sus respectivos propietarios o accionistas queden desamparados pues sin duda, habrán tenido la previsión de incrementar sus patrimonios particulares durante el tiempo de alza de la economía y aunque sus empresas terminen quebradas o en suspensión de pagos no ocurrirá lo mismo con sus economías particulares.
Asimismo, son en los momentos más duros de la “crisis”, cuando se empieza a preparar el siguiente ciclo alcista de la economía y si bien hay empresas que quiebran, otras se crean con la finalidad de especular a la baja con los escombros de los negocios que cierran, surgiendo la nueva generación de empresarios de moda que rentabilizarán el futuro ciclo expansivo, siendo la cuestión fundamental en el momento presente entre esos empresarios “si estarán comprando demasiado caro”.
Realmente estos reajustes de la economía suelen ser fatales y más bien significan ruina económica que “crisis” para los que dependen de otros para trabajar o tener ingresos y además se encuentran endeudados a medio o largo plazo. Así, por ejemplo para las pequeñas y medianas empresas que vean retrasados o suspendidos el cobro de las prestaciones o servicios realizados a empresas mayores quebradas o en suspensión de pagos, este reajuste económico significará su cierre y para los trabajadores por cuenta ajena de estas empresas o de otras que también cierren y que encima se encuentren endeudados a medio o largo plazo por hipotecas o por otro tipo de préstamos con bancos significará prácticamente su ruina total.
Si al menos, los “seis años de vacas gordas” del que hablaba Keynes se utilizara por parte de los empresarios y de los gobiernos para preparar los “seis años de vacas flacas” los reajustes económicos serían mucho menos traumáticos, pero el “factor humano”, individual o colectivamente considerado, no está exento de responsabilidad en los duros momentos de las cíclicas “crisis económicas” del capitalismo porque la tendencia humana generalizada en los buenos tiempos económicos es consumir más y más a prisa, invertir lo que se tiene y lo que se pide para obtener descomunales ganancias invadiendo todos los aspectos de la vida al culto al becerro de oro, olvidando por completo que la economía y el beneficio económico esta al servicio de la humanidad y no a la inversa, la humanidad al servicio de la economía y del beneficio como parece reflejar la actual política imperante en el mundo capitalista globalizado.
Por último me gustaría hacer reflexionar sobre este punto: todas las “crisis económicas” responden en cierto modo a criterios democráticos y naturales pues afectan a todos lo mismo que una gran tormenta en el océano afecta a todos los buques que en él navegan, pero no afecta por igual a un acorazado que a un pequeño balandro.
meparese bien
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