Don Ramón María del Valle Inclán (1866-1936) es sin ningún género de duda el autor más completo de la literatura española contemporánea y el más innovador en las artes escénicas, cultivador triunfante de todos los géneros literarios sin excepción y creador del subgénero del “Esperpento”.
No obstante presenta, don Ramón, una faceta interesadamente oscurecida y difuminada en todos los manuales de Historia de la Literatura Española cual es su militancia carlista, que se presenta como una mera característica bohemia del autor y como simple inspiración de alguna de sus obras entre las que se encuentra su trilogía sobre la III Guerra Carlista integrada por las novelas “Los Cruzados de la Causa”, “Resplandor en la Hoguera” y “Gerifaltes de Antaño”. Y es que la mayoría de los españoles conocen al Valle Inclán bohemio, al Valle Inclán opositor a la dictadura del General Primo de Rivera y al Valle Inclán entusiasmado con la proclamación de la II República Española, pero no al Vallé Inclán carlista.
El Carlismo, para Vallé Inclán fue una militancia política real, sincera y comprometida en la que le constan varios servicios prestados a la causa como publicista y columnista en algún que otro periódico vinculado a la red de prensa carlista y con alguna pequeña obra directamente propagandística como “La Corte de Estella” aparecida en Enero de 1910 en la Revista “Por Esos Mundos”. Así, en sus comienzos literarios, tras abandonar los estudios de Derecho y dirigirse a Madrid donde encuentra graves dificultades para abrirse camino como escritor, viaja a Méjico, a principios de 1892, con una carta de recomendación de S.M. Carlos VII que el permite incorporarse a la redacción de “El Correo Español” en Ciudad de Méjico. El hecho de que el joven Valle Inclán obtuviera con veintiséis años de edad una carta de recomendación de Don Carlos VII, quién a la sazón residía en ese tiempo exiliado en Italia, pone de manifiesto que don Ramón ya debía de ser muy conocido y considerado dentro de las filas carlistas pues, aunque don Carlos siempre estaba dispuesto a favorecer a los españoles que se encontraban en el extranjero e incluso a abrirles las puertas de su residencia italiana, no es creíble que entregara una carta de recomendación a cualquier desconocido.
En 1910 y ya siendo un autor consagrado con numerosas obras publicadas entre las que se encuentran la totalidad de “Las Sonatas”, la trilogía de la III Guerra Carlista y varias de sus “Comedias Bárbaras” se le ofrece la posibilidad de presentarse como candidato a diputado por el Partido Carlista en la circunscripción de Monforte de Lemos, oferta que rechaza al tener que acompañar a su esposa, la actriz Josefina Blanco, como director artístico de su compañía durante una larga gira por Hispanoamérica. Será durante esta gira teatral donde don Ramón del Valle Inclán no cejara de dar muestras de adhesión al Carlismo y al nuevo Rey Legítimo, don Jaime III, pronunciando innumerables conferencias y llegando a ser agasajado en el Círculo Carlista de Buenos Aires con un banquete al que asistieron más de cien personas y en cuyos postres, tal y como recoge el diario “El Pueblo de Buenos Aires”, don Ramón manifestará:
«Convencido de la grandeza del ideal carlista, entendía que era deber mío consagrar mis energías a su defensa, aunque ello significa restarme todos mis lectores anteriores, como en efecto me los resté en un solo día, pues al publicar mi primera obra carlista, no me quedó ni uno sólo de mis anteriores lectores, y la prensa en general que antes me llenara de elogios, no tuvo para esta obra ni la leve noticia de su aparición.
Pero no importa; estoy decidido a continuar la labor, dedicando el único brazo a manejar la pluma, y si algún día fuese necesario ese brazo para defender la Causa en otro terreno, a ello estoy firmemente decidido».
A su regreso a España en 1911, participara en el acto homenaje celebrado en el frontón Beti-Jai de Madrid (sito en el número 7 de la Calle Marqués de Riscal y hoy en estado de ruina y en peligro de desaparición a causa de la especulación inmobiliaria) a todos los diputados carlistas que se opusieron a la llamada “Ley del Candado” reiterando su adhesión incondicional a S.M. Jaime III.
Muchos, situaran el comienzo de la I Guerra Mundial como el momento en que Valle Inclán romperá con el Carlismo, lo cual constituye una falsedad interesada más. Valle Inclán se opondrá a Vázquez de Mella y a su escisión tan personalista como integrista y aunque aliadófilo convencido mantendrá ante el conflicto la neutralidad ordenada por S.M. Jaime III, no dudando en visitar el frente francés como corresponsal de guerra de la prensa hispanoamericana apareciendo en las trincheras tocado de boina roja, polainas y capote militar, vestimenta ésta que junto con su poblada y desgarbada barba, hizo que en más de una ocasión los soldados le confundieran con un general.
No faltarán quienes, queriendo ofender a don Ramón o aproximarlo a sus respectivas posiciones políticas, pongan de manifiesto que su oposición a la Dictadura del general Primo de Rivera en 1923 o su adhesión a la proclamación de la II República en 1931 constituyen una incoherencia personal o una manifestación inequívoca de su abandono del carlismo ignorándose que ambas posturas políticas no solo eran coherentes con el ideario carlista sino también ordenadas por su jefe máximo, don Jaime III, quién desde un principio se opuso al golpe de estado de Septiembre de 1923 prohibiendo a todos los carlistas la colaboración con el Directorio Militar primero y con la Unión Patriótica después al tiempo que, el 14 de Abril de 1931, saludo la proclamación de la II República como una posibilidad de regeneración del país. Así pues el hecho de que don Ramón María del Valle Inclán se presentara ante el Ministerio de la Gobernación a las pocas horas de proclamarse la República aquel 14 de Abril de 1931 exigiendo a voz en grito que «el rey no escapase a la justicia del pueblo» no solo no implica un acto de ruptura con la disciplina carlista sino que incluso parece ser agradecido y recompensado por el Rey legítimo, don Jaime III, quién pocos días después le escribe desde su exilio en Francia la siguiente carta:
“Mi querido Valle-Inclán: Desde hace tiempo quería darte una muestra de mi aprecio probándote mi agradecimiento por el tesón con que has defendido siempre en tus admirables escritos la causa de la Monarquía legítima que yo represento.
He pensado en crearte caballero de la Orden de la Legitimidad Proscrita, recientemente creada por mí, y que es a mis ojos símbolo de todos los heroísmos y de todas las grandezas patrias. Por la presente, vengo pues a conferirte la dignidad de Caballero de esta Orden, no dudando que con ello cumplo un deber de justicia y de agradecimiento. Dios te guarde.
Tu afmo. Jaime”.
Don Ramón María del Valle Inclan, como artista y literato fue un creador original, como intelectual fue plenamente libre sin sujeción a dogmatismos estériles y como carlista fue un heterodoxo de la causa como también lo fue su admirado Cura Santa Cruz, pero a fin de cuentas… ¿Qué es el Carlismo si no una creación original, una unión de personas libres y leales y una heterodoxia constante?.
El Carlismo, para Vallé Inclán fue una militancia política real, sincera y comprometida en la que le constan varios servicios prestados a la causa como publicista y columnista en algún que otro periódico vinculado a la red de prensa carlista y con alguna pequeña obra directamente propagandística como “La Corte de Estella” aparecida en Enero de 1910 en la Revista “Por Esos Mundos”. Así, en sus comienzos literarios, tras abandonar los estudios de Derecho y dirigirse a Madrid donde encuentra graves dificultades para abrirse camino como escritor, viaja a Méjico, a principios de 1892, con una carta de recomendación de S.M. Carlos VII que el permite incorporarse a la redacción de “El Correo Español” en Ciudad de Méjico. El hecho de que el joven Valle Inclán obtuviera con veintiséis años de edad una carta de recomendación de Don Carlos VII, quién a la sazón residía en ese tiempo exiliado en Italia, pone de manifiesto que don Ramón ya debía de ser muy conocido y considerado dentro de las filas carlistas pues, aunque don Carlos siempre estaba dispuesto a favorecer a los españoles que se encontraban en el extranjero e incluso a abrirles las puertas de su residencia italiana, no es creíble que entregara una carta de recomendación a cualquier desconocido.
En 1910 y ya siendo un autor consagrado con numerosas obras publicadas entre las que se encuentran la totalidad de “Las Sonatas”, la trilogía de la III Guerra Carlista y varias de sus “Comedias Bárbaras” se le ofrece la posibilidad de presentarse como candidato a diputado por el Partido Carlista en la circunscripción de Monforte de Lemos, oferta que rechaza al tener que acompañar a su esposa, la actriz Josefina Blanco, como director artístico de su compañía durante una larga gira por Hispanoamérica. Será durante esta gira teatral donde don Ramón del Valle Inclán no cejara de dar muestras de adhesión al Carlismo y al nuevo Rey Legítimo, don Jaime III, pronunciando innumerables conferencias y llegando a ser agasajado en el Círculo Carlista de Buenos Aires con un banquete al que asistieron más de cien personas y en cuyos postres, tal y como recoge el diario “El Pueblo de Buenos Aires”, don Ramón manifestará:
«Convencido de la grandeza del ideal carlista, entendía que era deber mío consagrar mis energías a su defensa, aunque ello significa restarme todos mis lectores anteriores, como en efecto me los resté en un solo día, pues al publicar mi primera obra carlista, no me quedó ni uno sólo de mis anteriores lectores, y la prensa en general que antes me llenara de elogios, no tuvo para esta obra ni la leve noticia de su aparición.
Pero no importa; estoy decidido a continuar la labor, dedicando el único brazo a manejar la pluma, y si algún día fuese necesario ese brazo para defender la Causa en otro terreno, a ello estoy firmemente decidido».
A su regreso a España en 1911, participara en el acto homenaje celebrado en el frontón Beti-Jai de Madrid (sito en el número 7 de la Calle Marqués de Riscal y hoy en estado de ruina y en peligro de desaparición a causa de la especulación inmobiliaria) a todos los diputados carlistas que se opusieron a la llamada “Ley del Candado” reiterando su adhesión incondicional a S.M. Jaime III.
Muchos, situaran el comienzo de la I Guerra Mundial como el momento en que Valle Inclán romperá con el Carlismo, lo cual constituye una falsedad interesada más. Valle Inclán se opondrá a Vázquez de Mella y a su escisión tan personalista como integrista y aunque aliadófilo convencido mantendrá ante el conflicto la neutralidad ordenada por S.M. Jaime III, no dudando en visitar el frente francés como corresponsal de guerra de la prensa hispanoamericana apareciendo en las trincheras tocado de boina roja, polainas y capote militar, vestimenta ésta que junto con su poblada y desgarbada barba, hizo que en más de una ocasión los soldados le confundieran con un general.
No faltarán quienes, queriendo ofender a don Ramón o aproximarlo a sus respectivas posiciones políticas, pongan de manifiesto que su oposición a la Dictadura del general Primo de Rivera en 1923 o su adhesión a la proclamación de la II República en 1931 constituyen una incoherencia personal o una manifestación inequívoca de su abandono del carlismo ignorándose que ambas posturas políticas no solo eran coherentes con el ideario carlista sino también ordenadas por su jefe máximo, don Jaime III, quién desde un principio se opuso al golpe de estado de Septiembre de 1923 prohibiendo a todos los carlistas la colaboración con el Directorio Militar primero y con la Unión Patriótica después al tiempo que, el 14 de Abril de 1931, saludo la proclamación de la II República como una posibilidad de regeneración del país. Así pues el hecho de que don Ramón María del Valle Inclán se presentara ante el Ministerio de la Gobernación a las pocas horas de proclamarse la República aquel 14 de Abril de 1931 exigiendo a voz en grito que «el rey no escapase a la justicia del pueblo» no solo no implica un acto de ruptura con la disciplina carlista sino que incluso parece ser agradecido y recompensado por el Rey legítimo, don Jaime III, quién pocos días después le escribe desde su exilio en Francia la siguiente carta:
“Mi querido Valle-Inclán: Desde hace tiempo quería darte una muestra de mi aprecio probándote mi agradecimiento por el tesón con que has defendido siempre en tus admirables escritos la causa de la Monarquía legítima que yo represento.
He pensado en crearte caballero de la Orden de la Legitimidad Proscrita, recientemente creada por mí, y que es a mis ojos símbolo de todos los heroísmos y de todas las grandezas patrias. Por la presente, vengo pues a conferirte la dignidad de Caballero de esta Orden, no dudando que con ello cumplo un deber de justicia y de agradecimiento. Dios te guarde.
Tu afmo. Jaime”.
Don Ramón María del Valle Inclan, como artista y literato fue un creador original, como intelectual fue plenamente libre sin sujeción a dogmatismos estériles y como carlista fue un heterodoxo de la causa como también lo fue su admirado Cura Santa Cruz, pero a fin de cuentas… ¿Qué es el Carlismo si no una creación original, una unión de personas libres y leales y una heterodoxia constante?.
Estimado amigo:
ResponderEliminarIgnoro si la había más bonita o no, pero el problema es que no queremos ofender el noble arte del lapiz y el pincel dibujando un don Quijote y como además el dibujo tenía que ser en blanco y negro para poder sacar pegatinas en la impresora del ordenador no encontramos otra más clara.
Habia una bastante bonita montando a Rocinante y acompañado de Sancho pero no quedaba muy clara la figura a la hora de hacer la pegatina. Así pues tuvimos que optar por ésta, la cual por cierto no es muy fidedigna con la descripción del personaje pues figura un caballo en el escudo cuando al respecto, creo recordar, que Cervantes no menciona nada.
De todas formas ¿Qué le parece la idea?.
Un saludo