Páginas

martes, 15 de junio de 2010

UNIDOS POR LA MÚSICA, SEPARADOS POR LA LETRA

Cuando el eminente actor, humorista y filósofo Groucho Marx sentenció que “la Justicia militar es a la Justicia, lo que la música militar es a la música” tuvo sin duda la pretensión de atacar, utilizando uno de sus famosos juegos de palabras, las instituciones creadas por las leyes marciales en tiempos de guerra más que criticar las composiciones musicales de inspiración o contenido militar pues, como persona culta que era, no podía ignorar que importantes piezas musicales contemporáneas tuvieron su origen en acciones o en jefes militares como es el caso de la conocida Marcha Radetzky compuesta en 1848 por Johan Strauss (Padre) en honor del Mariscal del mismo apellido y que anualmente resuena en el Teatro de la Ópera de Viena al final del tradicional Concierto de Año Nuevo. Lo que probablemente sí ignoraba Groucho Marx, al igual que la mayoría de la gente, es que algunos himnos de los más conocidos guardan una historia que por desconocida no deja de ser curiosa y merecedora de ser desvelada.

En la historia de las distintas guerras civiles que han asolado los estados europeos en los últimos doscientos años, se da el caso de que melodías compuestas por o para uno de los ejércitos contendientes tuvieran tanto éxito entre el pueblo y fueran de tan común gusto y agrado que, modificando la letra, fueran también utilizadas como himno por el bando contrario.

El primer ejemplo de tal afirmación es el caso de “La Marsellesa”. Compuesta por el capitán de ingenieros Claude Joseph Rouget de Lisle en 1792 y titulada originariamente como “Chant de guerre pour l'armée du Rhin (Canto de guerra para el ejército del Rin) fue cantada por primera vez por su autor el 24 de Abril de 1792 en la casa del alcalde de Estrasburgo. El éxito de este himno fue tal que el joven médico y futuro general del ejército en Egipto, Francois Mireur, que había oído el himno durante unos funerales oficiales en Montpellier y que se encontraba en Marsella organizando los batallones de los voluntarios de Marsella lo presentó a sus tropas con el nombre de “Chant de guerre aux armées des frontières” (Canto de Guerra para los Ejércitos de las Fronteras) obligando a que todos los soldados lo aprendieran y lo adoptaran como canción de marcha y de este modo, entonando a pleno pulmón el himno compuesto tres meses atrás por Rouget de Lisle, entraron en Paris el 30 de Julio de 1792 rebautizando los parisinos de forma definitiva “el Canto de guerra para el ejército del Rin” como “La Marsellesa”, nombre con el que hoy es conocido universalmente.

Durante todo el periodo de la Revolución Francesa “La Marsellesa” fue una canción muy popular entonada habitualmente por civiles y militares, llegando Napoleón a afirmar que “Esta música nos ahorrará muchos cañones”, pero fue al iniciarse la Guerra de la Vendee (1793-1796) que enfrentó al pueblo católico y monárquico de Vendee y Bretaña con las ideas antirreligiosas y republicanas que desde el centralismo de París se irradiaban a todo el mundo cuando se pudo constatar el enorme éxito de la melodía al ser adoptado también como himno por el Ejército Católico y Real cambiando la letra y siendo conocida entre las filas reales como “La Marselleise blanc” (La Marsellesa Blanca) cuya letra es:

Allons, armées catholiques, (Adelante, ejércitos católicos)
Le jour de gloire est arrivé: (El día de la gloria ha llegado:)
Contre nous de la République (Contra nosotros la República)
L'étendard sanglant est levé. (La bandera ensangrentada esta levantada.)
L'étendard sanglant est levé. (La bandera ensangrentada esta levantada.)
Ontondez-ve, dans quiès campagnes ( ¡Escuchad en los campos)
Les cris impurs do scélérats ! (Los gritos impuros de los malvados!)
Gle venant jusque dans nos bras, (Ellos vienen hasta nuestros brazos,)
Prondre vos feilles et vos femmes. (A degollar a nuestros hijos y mujeres)

Aux armes Vendeens! (¡A las armas Vendeanos!)
Formez vos bataillons; (Formad vuestros batallones;)
Marchez, marchez (Marchemos, marchemos)
Le sang dos blues (La sangre de los azules)
Rogira vos seillaons! ( Regará nuestro suelo.)

Dicha letra contrasta mínimamente con la letra republicana que reza así:

Allons enfants de la patrie ( Adelante hijos de la patria)
Le jour de gloire est arrivé! (El día de gloría ha llegado)
Contre nous de la tyrannie ( Contra nosotros la tiranía)
L'étendard sanglant est levé! (La bandera ensangrentada esta levantada)
L'étendard sanglant est levé! (La bandera ensangrentada esta levantada)
Entendez-vous dans les campagnes (Escuchad en los campos)
Mugir ces féroces soldats? (Gritar a los feroces soldados)
Ils viennent jusque dans vos bras (Ellos vienen a nuestros brazos)
Ecorger nos fils, et nos compagnes, ( A degollar a nuestros hijos y compañeras)

Aux armes citoyens! ( ¡A las armas ciudadanos)
Formez vos bataillons! (Formad vuestros batallones!)
Marchons, marchons, (Marchad, marchad,)
Qu’un sang impur abreuve à nos sillons! (Que una sangre impura inunde nuestro suelo.)

Años más tarde, y ya en el siglo XIX, se produce en España un hecho similar. En 1837, durante la Primera Guerra Carlista, los liberales prepararon una gran ofensiva que partiendo de Donostia despejase las inmediaciones de la capital guipuzcoana de toda presencia carlista. La punta de lanza de tal ofensiva iba a ser la Legión Auxiliar Británica que apoyada por varios regimientos cristinos avanzó hasta el Monte Oria (Oriamendi en Euskera) con la intención de ocuparlo cuando se produjo la contraofensiva de las tropas carlistas al mando del Infante Don Sebastian, hijo de la Princesa de Beira y, por tanto, hijastro de Carlos V; que logró ocupar a punta de bayoneta el Oriamendi, siendo tal la fuerza y fiereza de la carga carlista que los liberales tuvieron que huir (perdiendo vidas, armas, bagajes y calzones) hasta Donostia donde solo la intervención de los cañones de la Armada Británica impidió que la ciudad fuera liberada por el Ejército Real de Carlos V. En la fuga, más que retirada; el ejército liberal perdió textualmente “hasta los papeles” encontrándose entre ellos la partitura de una marcha compuesta por un músico inglés desconocido y arreglada por un liberal donostiarra que, una vez interpretada por una banda carlista, fue acogida con tal entusiasmo por los voluntarios de Carlos V que le pusieron letra para conmemorar aquella victoria sobre los liberales en el Oriamendi siendo su original y primera letra en vasco la que sigue:

Gora Jainko maite maitea (Viva Dios Amado)
Z
agun denon jabe. (Tengámoslo todos por dueño)
Gora España ta Euskalerria (Viva España y Euskalherria)
Ta bidezko errege. (Y el Rey de todos.)
Maite degu Euskalerria, (Amamos a Euskalherria,)
Maite bere Fuero zarrak, (Amamos sus viejos Fueros)
Asmo ontara jarriz daude (A esta idea están orientadas)
Beti Karlista indarrak. ( Siempre las fuerzas Carlistas)
Gora Jaungoiko illezkor!!! ( ¡¡¡Viva Dios Inmortal)
Gora euskalduna, (Viva el Euskaldun)
Audo ondo Españia-ko (Que tiene bien)
Errege bera duna!!! (El mismo Rey de España!!!)

Posteriormente y atendiendo al enorme éxito del himno se hizo una adaptación musical del mismo para que pudiera ser cantado en castellano por los carlistas de todas las nacionalidades con letra de don Ignacio Baleztena Azcárate y arreglos musicales de don Silvano Cervantes siendo su única y auténtica letra la que sigue:

Por Dios, por la patria y el Rey
Lucharon nuestros padres.
Por Dios, por la patria y el Rey
Lucharemos nosotros también.
Lucharemos todos juntos
Todos juntos en unión
Defendiendo la bandera
De la Santa Tradición. (bis)
Cueste lo que cueste
Se ha de conseguir
Venga el rey de España
A la corte de Madrid. (bis)
Por Dios, por la patria y el Rey
Lucharon nuestros padres.
Por Dios, por la patria y el Rey
Lucharemos nosotros también.

Por último citaremos el extraordinario caso de la hermosa marcha militar “A la Glorie de la Patrie” compuesta a principios de los años veinte del siglo pasado por los exilados rusos que habían formado parte de los ejércitos blancos y que, por tanto, eran furibundos anticomunistas. En un principio la marcha era instrumental sin letra alguna pero posteriormente se le añadió una letra en francés que hacía mención al ejército de voluntarios formado por el General Denikin en 1918 para luchar contra los bolcheviques en la Guerra Civil Rusa de 1918 a 1921. La belleza de la melodía propició que se hiciera tan popular que el propio ejército francés la adaptó como marcha propia, pero no fue hasta 1941, con el ataque a la URSS por parte de la Alemania Nazi, cuando “A la Glorie de la Patrie” trascendió lo ideológico y con los lógicos cambios de letra y arreglos musicales dio lugar al “Himno de los Partisanos Rojos”. Es una pena que no podamos aportar las letras para el general conocimiento, pero se puede escuchar la versión original de los veteranos de los ejércitos blancos en la dirección http://www.youtube.com/watch?v=qDEkLplpzwo&feature=related y la posterior versión soviética en la dirección http://www.youtube.com/watch?v=WBc-4UQSDM8&feature=related

Al ser la música una parte importante de la cultura colectiva es indudable que el conocimiento de las anécdotas histórico-musicales que anteceden serán de interés para nuestros lectores y les harán reflexionar sobre el hecho de que la música une a los pueblos aún en las situaciones más violentas y extremas.

1 comentario:

  1. Pues yo sin entrar en vencedores o vencidos, la música militar me ha gustado mucho siempre y si hay algo que hace que se me salten las lágrimas, son La Salve Marinera y La muerte no es el final.... con esta última, ya son mares de lágrimas,tal vez influya, que soy hija, viuda y madre de militar...tal vez....
    Besos
    Nela

    ResponderEliminar