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jueves, 30 de enero de 2014

EL DESPISTE Y LA PRÁCTICA DE LA USURA INVERSA

   Cuando el actual gobierno del Partido Popular decidió rescatar a las entidades financieras que estaban pasando dificultades económicas y de liquidez a causa del incremento de la morosidad derivada del pinchazo de la burbuja inmobiliaria les inyectó una ingente cantidad de dinero que la Unión Europea había puesto a disposición del estado español en una línea de crédito de hasta cien mil millones de euros.

            Como el responsable de una deuda es quien adquiere la misma, aunque sea para financiar a terceros, quien ha de pagar las decenas de miles de millones de euros tomados de la línea de crédito abierta por la Unión Europea, son las arcas públicas del Estado Español, es decir, todos y cada uno de los ciudadanos españoles porque será de los impuestos, tasas y precios públicos que estos paguen de donde saldrá el dinero para devolver las cantidades dadas a los bancos.

            Frente a esta realidad incuestionable, el gobierno ha jugado como siempre al despiste y al “trile” con los ciudadanos diciendo que en ningún caso las cantidades tomadas de la precitada línea de crédito iban a engrosar la enorme deuda pública que arrostra el estado español y que, en todo caso, serían los bancos quienes pagasen su propio rescate.

            Pues bien, la maniobra, propia de un trilero, ha sido la siguiente: el gobierno de don Mariano Rajoy ha dado a las entidades financieras decenas de miles de millones de euros a un interés X a cambio de qué estas compren deuda pública del estado español a un interés Z (siendo Z = X+Y). Esto ha provocado que, a pesar de que la banca ha recobrado la liquidez de sus mejores épocas, no se haya reestablecido la fluidez en la financiación a empresarios y a particulares por dos razones fundamentales: 1º. Porque las entidades financieras jamás volverán a financiar el cien por cien de nada a nadie que no presente más que sobradas garantías o avales de solvencia y 2º. Porque los bancos no necesitan arriesgar su dinero prestando a particulares o a empresarios ya que, comprando deuda pública al estado con el propio dinero que éste les ha dado, ganan un interés superior al que tienen que pagar por el dinero que han recibido.

            Esta es una de las formas que los bancos tienen, con la complicidad del gobierno, para financiar su rescate y que, si cogemos papel, lápiz y echamos cuentas, podremos observar que consiste, de una forma muy solapada y disimulada, en que sean los propios ciudadanos quienes se estén haciendo cargo del pago del rescate bancario porque siendo el interés que el estado les paga por la compra de deuda pública superior a los intereses que les cobra por el dinero que les ha dado, existe una diferencia que constituye la ganancia bancaria y que está siendo pagada por el estado español, es decir por todos los ciudadanos españoles.

            No teniendo suficiente con esto para conseguir la refinanciación de las entidades bancarias, el gobierno dejo escapar hace unos meses el globo sonda de que al pago del rescate financiero deberían colaborar los depositantes perdiendo un porcentaje de sus depósitos que pasarían a la entidad financiera. Como esto era muy difícil de poner en práctica dado que equivaldría a un robo o confiscación, se ha procedido de otra forma que consiste en que las entidades financieras practiquen, con el apoyo del gobierno, lo que bien puede denominarse de “Usura Inversa”.

            Si por “Usura” se entiende el COBRO de un interés notoriamente excesivo y desproporcionado en un préstamo y así está recogido por el Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española, por “Usura Inversa” se ha de entender el PAGO de un interés excesivamente pequeño en un préstamo o depósito. A este respecto, hace unos meses el gobierno del Partido Popular, entrometiéndose en las relaciones comerciales existentes entre empresas privadas y sus clientes y a través de su Ministro de Economía, Luis de Guindos; limitó el tipo de interés que los bancos podían dar por los depósitos a plazo a un máximo del 1´75 por ciento, consiguiendo, mediando algunas técnicas puramente comerciales, que los tipos de interés que los bancos vienen pagando actualmente a los depositantes no supere en ningún caso el 2 por ciento, lo que resulta clara y notoriamente inferior al interés que esos mismos bancos cobran por sus préstamos o perciben por la compra de deuda pública.

            Esta medida supone para los bancos un beneficio añadido ya que, al amparo de las disposiciones gubernamentales, disminuyen sus costes de explotación al dejar de pagar un justo interés a sus depositantes además de eliminar la competencia entre ellos a la hora de captar depósitos a través de la oferta de distintos tipos de interés. En cambio para los depositantes supone dos cosas: 1ª. Pérdida de poder adquisitivo porque la inmensa mayoría de los depósitos procede de pequeños ahorradores que, por no tener el dinero en la inseguridad de su casa, lo llevan a un banco y obtienen un interés con el que completan sus pequeñas pensiones o salarios para llegar a fin de mes o darse un pequeño capricho al año y 2ª. Pérdida progresiva de los ahorros depositados porque se verán devaluados con el paso del tiempo e irán desapareciendo por un posible aumento de las necesidades del ahorrador/depositante y un seguro y continuado incremento del Índice de Precios al Consumo (I.P.C.).

            Así pues, esta limitación máxima en el interés que los bancos pagan por los depósitos, es otra de las formas que tienen las entidades financieras para recapitalizarse, esta vez a costa de los pequeños ahorradores, que ven como el contrato de depósito supera al contrato leonino y usurario al convertirse también en obligatorio porque el tener depósitos bancarios en cualquiera de sus formas se ha convertido, gracias nuevamente a los distintos gobiernos de este país y a las grandes empresas, en obligatorio para proceder a casi todos los pagos periódicos a los que un individuo tiene que hacer frente en su vida e incluso para percibir su nómina, pensión o subsidio mensual.

            En definitiva, estamos asistiendo a la puesta en marcha de nuevas y taimadas fórmulas de engaño y explotación de los ciudadanos por parte de las castas económicas y políticas tendentes a perpetuar la situación de privilegio gracias a la cual viven y se desarrollan.

viernes, 24 de enero de 2014

¿CUANTOS PARADOS HAY EN ESPAÑA?


Ante unas encuestas desfavorables previas a unas elecciones, un político británico del periodo de entreguerras y cuyo nombre no recuerdo afirmó: “Existen dos tipos de verdades, las que son reales y las que arrojan las estadísticas” y en estas estamos desde entonces. El sacar del olvido esta cita viene a cuento de que, a las 9.00 horas de ayer, día 23 de Enero del 2014, se hizo pública la Encuesta de Población Activa (EPA) correspondiente al cuarto trimestre del año 2013 que arrojaba unos datos, no ya confusos, sino puramente estadísticos; de esos que se arrojan a las instituciones para que cada una haga la lectura o valoración que más le convenga.

            La EPA del último trimestre del año 2013 indica un descenso en el número de parados de 8.400 tan solo en los últimos tres meses del año y un descenso total de 69.000 desempleados en todo el año 2013. Ahora bien, que durante los meses de Octubre, Noviembre y Diciembre solo haya descendido el paro en 8.400 personas según la EPA contradice el dato aportado por el Instituto Nacional de Empleo (INEM) de que el desempleo descendió, tan solo en el mes de Diciembre, en mas de cien mil personas.

            Según la Encuesta de Población Activa (EPA) el porcentaje de desempleo alcanza el 26 por ciento de la población, es decir, más de un español de cada cuatro no tiene trabajo, pero no obstante este porcentaje no indica nada real pues puede verse reducido o ampliado si a su vez, por los motivos que sean, aumenta o desciende la población activa.

            En realidad, todas estas estadísticas y encuestas, tanto las que hace mensualmente el Instituto Nacional de Empleo como las que hace trimestralmente la Encuesta de Población Activa  no hacen nada más que enmascarar la realidad. Si el objetivo de estas estadísticas fuera trascender los fríos números y conocer el impacto de la crisis económica y del desempleo en la sociedad española deberían publicarse todos los datos, es decir, deberían hacerse públicos el número de parados existentes al principio de cada periodo sometido a estudio, el número de parados computados como tales al final del mismo y expresar cuantos de ellos se han marchado al extranjero o, desgraciadamente, han fallecido durante ese mismo periodo; porque solo así se sabría la evolución cierta del empleo y si en realidad hay indicios positivos de recuperación económica.

            Un descenso del desempleo en trescientas mil personas en un periodo de tres meses o de un año no es un dato real que pueda tener lecturas positivas si resulta que durante ese mismo periodo de tiempo se ha dejado de computar como desempleados en España a aquellos que se han visto obligados a abandonar el país o han fallecido porque tal cosa equivaldría a considerar la emigración, que no es más que un exilio forzado por causas económicas, e incluso la muerte como posibles soluciones económicas al problema del desempleo.   
     
Si la Encuesta de Población Activa que revela que durante el año 2013 el número de parados ha descendido en 69.000 personas pusiera también de manifiesto que durante el mismo año han abandonado el país trescientas mil personas, el resultado REAL es que el desempleo durante el 2013 habría subido en doscientas treinta y una mil personas (231.000) que es el resultado de restar al número de personas que se han visto obligadas a buscarse la vida en otros países el número de personas que han conseguido encontrar algún tipo de futuro en España.

            Los auténticos marcadores económicos de un país no lo constituyen el crecimiento bursátil, ni el aumento de las operaciones comerciales, ni el incremento de los beneficios de las grandes empresas, indicadores todos estos que tan solo reflejan una actividad económica especulativa. El verdadero reflejo de una economía son el número de desempleados que existen y el nivel de vida de los ciudadanos de un estado y en este sentido resulta más que evidente que el paro asciende en España a niveles que amenazan sobrepasar la línea de lo socialmente soportable y que, en estos últimos cinco años, el nivel y la calidad de vida de los ciudadanos españoles ha descendido hasta retroceder a niveles casi de la postguerra.

            Así pues según la EPA, en nuestro país existen, a fecha de 31 de Diciembre de 2013, cinco millones ochocientos noventa y seis mil trescientos desempleados (5.896.300). Pues bien, esto no es un mero número sino cinco millones ochocientos noventa y seis mil trescientas personas angustiadas por su presente y por su futuro e igualmente son otros tantos dramas humanos a los que las encuestas, muy lejos de dar solución o tan solo esperanza, lo único que hacen es tratarlas como simples guarismos ignorando la existencia de un “país real” que sufre y reflejando un “país estadístico” que los políticos de turno pueden utilizar y manipular según sus intereses “arrimando, nunca mejor dicho, el ascua a su sardina”.

jueves, 16 de enero de 2014

…Y EN EL CAMINO NOS ENCONTRAREMOS

   Cada año en que la festividad de Santiago cae en domingo se celebra el Año Santo Xacobeo. Y son miles las personas que peregrinan hacia el mítico sepulcro del Apóstol. Supongo que muchas de ellas por fervor religioso. Otras, sin embargo, por múltiples motivos profanos. Pero todas tienen común la andadura del camino y el cambio que suponen en el hondón más profundo de su intimidad las muchas horas de caminata, a menudo en silencio y en contacto directo con los múltiples parajes que la naturaleza les va mostrando a lo largo de la ruta. Pero algo me llama la atención que no ocurría con los peregrinos de otros tiempos. Se ven a muchos hacia Compostela, a pié, en bici o en caballería, pero a ninguno desde allí hacia sus lugares de origen. Hacen la mitad de la caminata que sus antepasados. Hoy regresan rápidamente en los medios, seguramente colectivos,  actuales de trasporte.

               ¿Se les nota luego en su vida ordinaria esa transformación o incurren en el sedentarismo mental común entre las gentes? Una amiga mía francesa tiene por segundo apellido el castellano Rey. Al preguntarle si tenía ascendencia española me dijo que no. El apellido rey en su patria sustituía al que tenían antes los que habían hecho el camino de Santiago. Era el reconocimiento popular hacia esa gesta extraordinaria que suponía entonces el haber culminado uno de los mayores itinerarios culturales europeos. Y un antepasado suyo, por línea materna, lo había hecho.

               La vida humana, toda, es un caminar. Me refiero a quienes son protagonistas de la misma y no se limitan a esperar a que sea ella quien les lleve de tumbo en tumbo. Hay quienes, fatalistas, creen en el destino ciego o en la voluntad divina como rectores absolutos de su existencia. Otros apostamos por la libertad como la vocación más excelsa del ser humano. Puede hacerse ilusoriamente considerándola absoluta mientras que otros, más sensatos, advierten la resistencia que ofrece la realidad, los obstáculos, internos y externos, que nos encontramos para ser libres. Pero son ellos los que posibilitan nuestra libertad, lo mismo que el pájaro necesita la resistencia del aire para poder volar.  Porque es utopía pensar que nacemos ya libres. Nacemos con esa vocación y esa posibilidad que podemos y debemos desarrollar para ser auténticamente personas, más personas. El camino de nuestra vida es la conquista progresiva de mayores cotas de libertad, venciendo esos obstáculos que vamos encontrando.

               Resulta que la libertad es mucho más que la capacidad de elegir entre varias cosas. Podemos tener una pluralidad de ellas a nuestro alcance y esto es necesario para nuestra existencia. Pero esas opciones no suponen más que superar una indeterminación, sin que ello implique una nueva forma de existencia. Es que la relación con las cosas no compromete nuestra existencia, ni la libera. La libertad más profunda y auténtica es la autorrealización del sujeto, la elección de sí mismo, la opción por la auto-elaboración de su propia existencia, la realización de sus posibilidades. Esa decisión fundamental en la vida de ser humano es una actitud que se va conformando a lo largo de la vida. Es asumir la responsabilidad de nuestro devenir dentro de la situación en que nos encontramos. Vivir humanamente es construir nuestra personalidad haciendo realidad lo que sólo poseíamos virtualmente al nacer. Pues, como dice Ruiz de la Peña, “ser hombre significa disponer de sí; y sólo dispone de sí el que se hace disponible, el que se pone a disposición”. Disposición que es una respuesta relacional, abierta a lo definitivo.

               Hay que subrayar el carácter relacional de nuestra personalidad, es decir de nuestra libertad. Nos relacionamos con las cosas tomándolas como medios y como dice el profesor Coll con una doble parcialidad. “El objeto es considerado parcialmente ya que nos interesan sólo determinadas cualidades en orden a su utilización y prescindimos, por tanto, de todo lo demás. También el sujeto participa en la relación de  modo parcial, deseando lo bueno y rechazando lo malo, pero en ningún momento toma posición con todo su ser”. En cambio, a las personas debemos tratarlas como fines en sí mismas, so pena de profanar su dignidad. De ahí, que “la relación interpersonal es doblemente totalizadora. El tú no podría ser conocido ni amado, si no es como totalidad. Toda consideración parcial supondría una objetivación de la persona del otro… Y ante el tú como totalidad, el yo debe comportarse también como totalidad Si intentara participar en el encuentro de modo parcial, le quedaría cerrado el acceso a la totalidad personal del otro.  La persona del otro sólo nos resulta accesible, cuando ponemos en juego la totalidad de nuestra persona”.

               Es en esos encuentros existenciales, profundos con  otras personas, es donde se despliega esa opción fundamental de la libertad humana. No son encuentros funcionales, en los que impera el “do ut des”, basadas en el servicio que nos prestan o prestamos a cambio de una remuneración o contraprestación, que deben regirse por un  respeto traducido en justicia. Se trata de relaciones basadas en la pura gratuidad, en la comunicación profunda entre dos personas reflejada en un afecto recíproco, en cualquiera de las distintas clases de amor humano, de pareja, familia, de amistad. Esta comunicación viene mediada por nuestra corporalidad. Nos comunicamos  a través del lenguaje, pero, sobre todo, por la vía no verbal. Nuestra mirada, la sonrisa o su ausencia, los gestos de la cara, de las manos y de todo nuestro organismo transmiten mensajes continuamente. Comunicamos cosas y “nos” comunicamos, convirtiéndonos nosotros mismos en objeto de nuestro mensaje. En estos encuentros con esos tus que conforman lo mejor de nuestra existencia es donde nuestro yo se realiza y perfecciona. Pero esto exige el respeto mutuo como personas. Esto conlleva, como dice Coll “renunciar a la objetivación del nuestro cuerpo o del cuerpo del otro. Nuestro cuerpo no es una cosa en el  mundo de las cosas, sino que es acceso a las cosas y sobre todo acceso a la relación interpersonal”. Si lo objetivamos, si lo reducimos, por ejemplo a mero instrumento de delectación estética o apetencia libidinosa, y no lo captamos como signo de la total personalidad, la relación no será humanizante sino incompleta.

               Es en los encuentros plenos y gratuitos en el camino de nuestra vida, donde vamos conquistando nuestra libertad y forjando nuestra personalidad. Lo triste es que la educación no se plantea con ese objetivo y muchos no saben descubrirlo por sí mismos. ¿Puede extrañar que bastantes gentes se mueran sin haber “vivido”, sin haber encontrado el secreto de una felicidad al alcance de nuestra frágil condición? Sólo el amor puede dar sentido a la existencia humano. O sea el cariño recíproco entre los distintos tus que solidifica una convivencia e incluso el sentirse amado por ese Tú, creador y salvador, que nos hace esperar en un más allá de la misma muerte…

Pedro Zabala

miércoles, 8 de enero de 2014

DESAMPARO SANITARIO DE LOS EMIGRANTES ESPAÑOLES



         Tal y como aparece preceptivamente publicado en el Boletín Oficial del Estado de fecha de 26 de diciembre de 2013 y mientras la mayoría de españoles disfrutaba de las fiestas Navideñas, en el seno de la ley 22/2013 de Presupuestos Generales del Estado para el año 2014, el Partido Popular ha incluido una enmienda que establece que las personas desempleadas sin derecho a prestación ni subsidio de desempleo perderán el derecho a la Sanidad Pública española si están tres meses fuera del territorio del estado español.
 
         Esta medida obligará a todos los que hayan abandonado el país en busca de mejor fortuna a contratar servicios de sanidad privada fuera de nuestras fronteras o a renunciar directamente a la atención médica. También una vez retornen al país estarán excluidos del sistema sanitario hasta que consigan un nuevo contrato de trabajo, ya que, una vez pasados noventa días desde su marcha, serán considerados como no residentes y no tendrán derecho a ser atendidos en los hospitales del país.

         Tras estas enmiendas, aprobadas con la mayoría absoluta del Partido Popular, se darán de baja de la Seguridad Social cientos de miles de emigrantes españoles que han salido del país para encontrar un trabajo en el extranjero forzados por los altos niveles de desempleo, y cuando regresen (si es que lo hacen) se encontrarán con la necesidad de contratar un seguro médico privado.

         El cambio hecho a la Ley 16/2003 de “Cohesión y Calidad del Sistema Nacional de Salud” modifica la letra d) del apartado 2 del artículo 3 de la ley, determinando que “tendrán la condición de asegurado” quienes se encuentren en la situación de “haber agotado la prestación o el subsidio por desempleo u otras prestaciones de similar naturaleza, encontrarse en situación de desempleo, no acreditar la condición de asegurado por cualquier otro título y residir en España”.

         Es precisamente esta última frase referida a la residencia en el país la que afecta a los que no pueden ser considerados sino como verdaderos exiliados por motivos laborales, junto con la nueva disposición adicional al Texto Refundido de la Ley General de la Seguridad Social, que determina la “pérdida de residencia a efectos de prestaciones de la Seguridad Social y donde se indica que “el beneficiario de dichas prestaciones tiene residencia habitual en España aun cuando haya tenido estancias en el extranjero siempre que estas no superen los 90 días a lo largo de cada año natural”.

         Teniendo en cuenta la dinámica de emigración a otros países que lleva produciéndose desde el comienzo de la crisis y especialmente en los últimos dos años, el número de nuevos excluidos de la Seguridad Social podría ser de gran magnitud.

         Solo el último año 400.000 personas han abandonado el país, entre ellas los “Jóvenes Aventureros”, como son considerados los exiliados laborales por la ministra de Empleo Fátima Báñez. Ahora, a las dificultades de la “aventura”, se suma también el riesgo a perder la sanidad pública en su país de origen. Una nueva traba para la juventud española forzada a la “Movilidad Exterior” por la difícil situación de crisis en España y las políticas de empleo del Gobierno del Partido Popular.

         Según Médicos del Mundo, ya antes de esta ley España excluía diariamente a casi 2.500 personas del sistema público de salud, cuando la excepción a recibir la prestación médica solo se aplicaba a inmigrantes de otros países en España. Ahora, con esta nueva medida, el sistema público dejará de proteger también a los expatriados aun cuando vuelvan a España si han pasado más de tres meses desde su marcha.