Páginas

viernes, 30 de enero de 2015

"NOS VEMOS ALLÁ ARRIBA" de Pierre Lemaitre


Portada de la Novela

Genial obra escrita por el novelista y guionista cinematográfico francés, Pierre Lemaitre y ganadora del premio Goncourt en el año 2013 es esta novela, "Nos Vemos Allá Arriba", publicada en España por la editorial Salamandra.

Aunque pudiera encuadrarse dentro del género de la  novela picaresca, "Nos vemos allá Arriba" es realmente una novela polifacética que incluye humor, tragedia y denuncia política-social encontrándose todo ello incluido en el original argumento de la obra que arranca en los días previos al armisticio de la Gran Guerra (11 de Noviembre de 1918) con una estúpida e interesada acción bélica, realizada a mayor gloria del ambicioso teniente Pradelle; que cuesta la vida a treinta y dos hombres y une en amistad indisoluble al soldado Edouard Pericourt y a Albert Maillard al sufrir el primero una horrorosa mutilación mientras salvaba la vida al segundo.

Terminada la guerra, "Nos Vemos Allá Arriba" se adentra en el ámbito de la crítica política y social mostrando la falsedad de una sociedad que pretende honrar a los "héroes muertos" mientras abandona a la miseria a los mutilados y a los veteranos desmovilizados. Para ello, Pierre Lemaitre se basa en el escándalo de las exhumaciones militares que estalló en Francia en 1922 para describir el lucrativo negocio que supuso la concesión administrativa a determinadas empresas particulares de los trabajos de exhumación de los cadáveres de los soldados franceses caídos en cuatro años de dura lucha y su concentrada inhumación en los cementerios militares designados al efecto, los cuales aún hoy pueden visitarse en el país vecino.

La Gran Guerra (1914-1918) fue para muchos un gran negocio o una excelente justificación para hacer buenos negocios en los años posteriores a la misma, pero para la inmensa mayoría de los combatientes supervivientes de todos los bandos solo supuso una Gran Estafa y es precisamente ese sentimiento de estafa el que lleva a los amigos Pericourt y Maillard a intentar resarcirse ofreciendo a las administraciones locales francesas hermosos monumentos a los caídos que una vez cobrados jamás se realizarán.

"Nos Vemos Allá Arriba" de Pierre Lemaitre hace pasar al lector un excelente rato con su lectura manteniendo el interés y la incógnita hasta el final y aunque, en un principio, se pueda considerar que todos sus protagonistas son ventajistas sin escrúpulos que intentan sacar provecho de una tragedia, lo cierto es que no es así porque en Edouard no existe el ánimo de lucro sino el deseo de justo resarcimiento por su horrible desfiguración y en Maillard solo existe la lealtad a un compañero al que debe la vida. Tal vez por eso, el final elegido por Lemaitre para su novela diferencia a los personajes donde unos son castigados y otros reciben lo que desean.
           


viernes, 23 de enero de 2015

EL BIPARTIDISMO EN ESPAÑA: CONCEPTO, ORIGEN Y FUTURO


En el juego parlamentario toda la variedad política se termina reduciendo a dos

No son pocas las voces que se han levantado en los últimos cuatro años en las Españas contra el supuesto bipartidismo que ha existido y gobernado este pobre país durante los últimos cuarenta años haciéndole responsable de todos los males que nos afectan y especialmente de la corrupción generalizada que nos inunda. Ahora bien ¿Qué es y en qué consiste el bipartidismo?.

Como su propio nombre indica, el bipartidismo es la forma de articular el gobierno de un país basada en dos partidos mayoritarios o hegemónicos que se turnan periódicamente en el poder. Dicho esto, este bipartidismo existe en todos los estados del llamado Primer Mundo ya que en todos ellos existen exclusivamente dos partidos que tienen posibilidades ciertas de gobernar de una forma alterna, quedando una serie de formaciones políticas minoritarias, con mayor o menor representación, como partidos muletas de un posible gobierno en minoría de uno de los dos partidos mayoritarios. Así, desde hace décadas el Partido Conservador y el Partido Laborista se turnan en el poder en la Gran Bretaña, el Partido Republicano y el Partido Demócrata gobiernan alternativamente Estados Unidos de América, el Partido Socialdemócrata y la Unión Demócrata Cristiana se reparten el poder en Alemania desde 1947, etc....

El bipartidismo no supone, como sugieren sus críticos, la marginación de las formaciones minoritarias porque al régimen político imperante le resultan imprescindibles las pequeñas formaciones con representación parlamentaria por si el partido mayoritario no obtiene una mayoría absoluta en las urnas tener con quien pactar en el Parlamento las grandes leyes de gobierno y también para presentar una pluralidad política que realmente es muy escasa o, simplemente, no existe en la sociedad.

Asimismo, el bipartidismo por sí mismo no genera ni es causa de la corrupción ni de la creación de una casta política porque ambas cuestiones surgen por la propia dinámica de un régimen político determinado y sus razones hay que buscarlas en las tendencias humanas y en las necesidades y el funcionamiento de todas y cada una de las instituciones del estado de las cuales los partidos políticos son solo una parte.

Por otro lado, el bipartidismo es fruto exclusivamente de la voluntad del cuerpo electoral que decide en las urnas otorgar su confianza a unos determinados partidos políticos y no a otros. Así, por ejemplo, desde las primeras elecciones del postfranquismo en 1977 hasta las últimas celebradas en el 2011 se han presentado a cada convocatoria de elecciones generales (que hasta la fecha han sido once) una media de setenta formaciones políticas que abarcaban la totalidad del arco ideológico, desde la extrema izquierda a la extrema derecha pasando por formaciones políticas peculiares como el curioso "Partido del Karma Democrático". Si en todos estos procesos electorales solo han obtenido representación parlamentaria ocho o nueve formaciones y dentro de estas han sobresalido especialmente dos de ellas es, simple y llanamente, porque los electores así lo ha querido y así lo ha votado.

Dos juegan, pero no juegan solos. En su juego tiene de asistentes a las minorias parlamentarias
Finalmente, no cabe hablar de bipartidismo cuando en el Parlamento están representadas más de dos formaciones políticas y de hecho, salvo las épocas de la mayoría absoluta socialista (de1982 a 1993) y de la mayoría absoluta del Partido Popular (de 2000 a 2004 y de 2011 a 2015), tanto el Partido Socialista como el Partido Popular han contado con el apoyo negociado de las pequeñas formaciones representadas en el Parlamento, siendo de recordar que el año 1996 fue el año en que los ciudadanos españoles nos enteramos que Aznar "hablaba catalán en la intimidad" al precisar el apoyo de la derecha nacionalista catalana (CiU) para gobernar y que, de 2004 a 2010, el Partido Socialista fue apoyado en sus funciones de gobierno por las minorías parlamentarias de Izquierda Unida, Esquerra Republicana de Catalunya y alguna otra más.

Todo esto hace emerger la pregunta ¿Por qué ahora los electores se cuestionan la conveniencia del bipartidismo cuando han sido ellos mismos quienes han optado continuadamente por él durante once procesos electorales?. La respuesta no puede ser más sencilla y hay que encontrarla en la prolongada crisis económica que ha puesto en situación desesperada a demasiados millones de españoles. Cuando un porcentaje elevado de una población entra en desesperación se puede cuestionar todo y, debidamente orientada o dirigida, se cuestionará concretamente determinados temas, que no tienen por qué ser los más importantes, mientras que obviara otros tal vez más sustanciales. Además, es innegable que los últimos treinta años ha provocado un lógico y previsible desgaste de los partidos mayoritarios que, afectados por numerosos casos de corrupción, les ha hecho perder credibilidad ante los electores necesitando el régimen una revitalización de las formaciones políticas en las que se apoya, lo cual lejos de significar un proceso de cambio radical o rupturista, precisamente se realiza para evitar dichos procesos. Como esta revitalización, que constituye una maniobra muy complicada, es muy difícil o imposible que surja en el seno de los propios partidos mayoritarios que, por terminar siendo meras entidades de intereses creados, tienden al inmovilismo interno se tiene que realizar de una forma mucho más sutil creando fuerzas políticas alternativas o aparentemente alternativas que, recogiendo el descontento de los electores, vayan sustituyendo progresivamente a los dos partidos mayoritarios, proceso éste que culminará con la extinción o la marginación de los viejos partidos y la aparición de unos nuevos que incorporaran a no pocos cuadros y militantes de las formaciones políticas extintas que servirán de puntal fundamental al régimen político imperante durante unas cuantas décadas más hasta que los viejos vicios, que no dejaran de estar presentes, se hagan nuevamente visibles para todo el cuerpo electoral momento, a partir del cual, volverá a repetirse esta operación u otra similar.  

Así pues, al igual que en un convoy ferroviario siempre existirá un vagón de cola, en el régimen político español nacido de la Constitución de 1978 siempre existirán dos partidos mayoritarios que se turnarán en el poder porque la constitución española atribuye a los partidos políticos, y no a otras entidades, la representación política de los ciudadanos y la actual realidad sociológica del cuerpo electoral español presenta una clara bipolarización sentimental, que no racional, entre una llamada "derecha" y una llamada "izquierda" y dentro del seno de dichos polos existe la muy marcada tendencia de votar a aquellos partidos que sean los más fuertes y tengan más posibilidades de alcanzar el poder, por lo que en el momento presente no nos encontramos ante el final del bipartidismo sino ante un proceso de sustitución de los dos viejos partidos mayoritarios por sendas fuerzas emergentes que crearan un nuevo bipartidismo.

miércoles, 14 de enero de 2015

CUESTIONES QUE SUSCITA DEL ATENTADO EN FRANCIA

           
Mariano Rajoy en la manifestación de repulsa por los atentados en Paris
El pasado 7 de Enero, Francia sufría dos atentados perpetrados por integristas islámicos: uno de ellos contra la revista satírica "Charlie Hebdo" que le costaba la vida a doce personas y otro contra un supermercado de productos judíos donde morían cuatro personas. La respuesta social y política contra estos atentados fue inmediata convocándose, para el día 11 de Enero, una magna manifestación en Paris contra el terrorismo a la que asistían numerosos Jefe de Estado y de Gobierno.

            La presencia de estos Jefe de Estado y de Gobierno en una manifestación contra el terrorismo, que no tuvo precedente ni en las manifestaciones contra el atentado de Madrid de 2004 ni contra el atentado de Londres de 2005,  así como el tratamiento oficial dado a los atentados dando a entender y repitiendo machaconamente que se trataba de un atentado contra la libertad de expresión pone de manifiesto algunas cuestiones que ya se están tratando de explicar por muchos desde el punto de vista de la teoría conspirativa de la historia como si se tratase de una "operación de falsa bandera" realizada por no sé quién con no sé qué extraño fin.  

            Detrás de toda teoría conspirativa de la historia subyace la desconfianza de los gobernados en sus gobernantes, pero desde luego no es necesario acudir a teorías extrañas, y en muchos casos irracionales, para explicar la reacción que ha provocado en los líderes políticos europeos estos últimos atentados al igual que no toda mentira ni manipulación constituye por sí misma una perversa manipulación.

            Europa lleva equivocándose con el mundo musulmán desde hace cien años, primero queriéndoles inculcar unos valores culturales y políticos occidentales que el musulmán no acepta por el simple hecho de que le son extraños, luego alineándose con los Estados Unidos en su apoyo incondicional a la política que desarrolla Israel en Oriente Medio, posteriormente castigando injustificadamente a determinada población musulmana con embargos y bloqueos y, finalmente, desestabilizando unos estados de régimen de "Socialismo Islámico" que tenían controlado el fenómeno religioso y en los que convivían sin problema alguno distintas religiones. Todo esto ha engendrado en numerosos musulmanes un lógico y entendible sentimiento de injusto agravio  en un momento donde el mundo islámico se encuentra en un fuerte periodo de revitalización cultural fundado en la idea religiosa como articuladora de la solidaridad y la unión de todos los musulmanes. En este sentido no se puede decir más que la política europea no ha podido elegir peor momento para el desacierto.

            Por otra parte, en materia interior, Europa ha intentado crear una nueva sociedad basada en la divinización de unas ideas falsas con notable apariencia de veracidad (sofismas) que fueran cómodamente asumibles y aceptables para la inmensa mayoría de los ciudadanos. De hecho, la paz en Europa desde el final de la II Guerra Mundial se ha basado en la aceptación indiscutible y mayoritaria de esos sofismas por parte de la población europea quien, inmersa en un proceso de gran despegue económico y gozando de un enorme bienestar material, solo aspiraba a vivir bien alejada de cualquier preocupación metafísica, política o social.

La Catedral de Córdoba una vieja y constante reivindicación del integrismo islámico
Es precisamente en esta última cuestión donde encontramos la explicación más racional y plausible a la enorme contestación política y mediática (los medios no se pueden entender sin los políticos a quienes sirven) que han tenido los atentados en Francia porque no han podido llegar en peor momento y amenazan con poner de manifiesto la falsedad de las ideas sobre las que se ha construido la sociedad europea desde 1945 y a la misma Europa, máxime cuando la crisis económica, los recortes sociales y el desmantelamiento del estado del bienestar esta haciendo que muchos ciudadanos se cuestionen muchas cosas que hasta ahora eran buenas y razonables.

            Así, por ejemplo, la idea de Unión Europea que hasta hace cuestión de seis años muy pocos cuestionaban y quienes lo hacían eran tachados de retrógrados se ha revelado como una falsedad al ser Europa una especie de tablero de ajedrez donde las dos potencias hegemónicas, Alemania y Francia, desarrollan una larga partida para repartirse zonas de influencia en el continente. Así Alemania mantiene ilusionada a Francia con la posibilidad de liderar en el futuro una "Europa Latina" mientras ésta permite a Alemania expandirse económicamente hacia el Este europeo aunque sea a costa de granjear a todos los europeos la peligrosa enemistad con Rusia.

            Para los políticos europeos lo fundamental es mantener el status quo, hay que cerrar filas para que no queden al descubierto un sin fin de mentiras que terminen segando la yerba bajo sus pies y por ello la política oficial frente a los atentados terroristas en Francia consiste en afirmar que han existido fallos importantes en la seguridad y que solo han significado un ataque contra la libertad de expresión sin que se permita plantear, siquiera filosóficamente, la existencia de un conflicto cultural de cuyos orígenes la propia política europea no es ajena a pesar de que los propios dirigentes y varios Estados Mayores europeos temen en secreto que Europa se pueda convertir, con el paso del tiempo, en un nuevo Líbano donde disputen sangrientamente numerosas facciones.