Evidentemente quien quiera ver un Einstein que no vea un debate electoral |
Que las elecciones europeas de 2014
supusieron el inicio de un tsunami político en España con la aparición de
nuevas formaciones políticas no se puede negar como tampoco se puede negar que
dicho tsunami, lejos de significar cambio o revolución, tan solo significa una
ampliación de la casta política donde lo viejo, como ya ocurrió en la primera
transición, se codea con lo nuevo hasta que por pura ley biológica muera y sea sustituido
por completo de una forma natural.
Si la casta política española
siempre ha estado integrada por personas de un nivel intelectual ínfimo, no se
puede negar que la nueva ampliación de la misma ha supuesto una devaluación de
dicho nivel a pesar de que, entre los nuevos miembros, proliferan titulados superiores e incluso
profesores universitarios que lo que están demostrando es el terrible daño que
ha hecho a nuestro país la ausencia de un coherente sistema educativo donde no
solo se primase la acumulación de conocimientos sino también la capacidad de
razonar y deducir conclusiones.
Lamentablemente y aun siendo
consciente que me lloverán críticas, no puedo por menos que indicar dos casos
que ejemplarizan esta afirmación.
El primer caso lo encontramos en las
declaraciones de la parlamentaria catalana Anna Gabriel, que en una entrevista
emitida por Cataluña Radio manifestó que "le satisfaría la idea de formar parte
de un grupo que decida tener hijos en común y en colectivo", esto es, para
educarlo por un colectivo o tribu, porque "las personas que deciden tener
hijos en familia tienden a convertirse en más conservadoras".
Estas palabras, que generaron cierto
escándalo histérico por parte de la derechona, no han sabido ser contestadas razonadamente
por ninguno de sus voceros quienes se han limitado a emitir, tras comprobar que
su tensión arterial les permitía articular palabra, algunos exabruptos y
chistes fáciles demostrando que no son intelectualmente superiores a la señora
Anna Gabriel.
Es muy posible que la señora Anna
Gabriel este en contra de la familia tradicional y que desee que sea suprimida.
La señora Anna Gabriel sabrá el por qué y en cualquier caso tiene derecho a
opinar al respecto lo que le venga en gana aunque sería de agradecer que su
pugna contra el modelo familiar existente fuera más directo, lo que lo haría
más sincero, y no lo intentase camuflar con elucubraciones filosóficas, que
ponen de manifiesto un imperdonable desconocimiento histórico y sociológico del
proceso de la educación de los hijos porque, al fin y al cabo, todo hijo es
educado en una tribu y más hoy en día donde los vínculos familiares se han
debilitado notablemente y existe una mayor influencia ajena a la familia en la
educación de los niños.
A pesar de que un niño nazca en una
familia compuesta de padre y madre, ese niño desde una corta edad queda
integrado en una tribu y va aprendiendo a socializarse por el contacto con
otros niños en las guarderías y colegios. La familia tiene que educar al niño
para convivir en la tribu y así se le enseña el respeto básico a las normas de
convivencia que rigen en esa tribu. Así pues, para encontrar un hijo que se
eduque aisladamente del colectivo del que formará parte como miembro al
alcanzar la edad adulta habría que irse a una isla desierta donde hubiera una
familia de "Robinsones".
Las heterodoxas y simpáticas
declaraciones de la señora Anna Gabriel tal vez deban ser enmarcadas en el gran
esfuerzo, grande y estéril, que está haciendo la izquierda europea por
reinventarse y que, en muchos casos, les lleva a decir cosas muy raras que
difícilmente pueden encuadrarse en un
programa progresista o enlazar con los programas y hechos del izquierdismo
histórico.
Dice la Señora Gabriel que "las
personas que deciden tener hijos en familia tienden a inculcarles cierto
conservadurismo". Pues bien, ignoro si doña Anna Gabriel ha sido educada
por un colectivo, pero si no ha sido así se ha educado en una familia de
"las de toda la vida" y sus manifestaciones son prueba irrefutable
que muy conservadora no ha salido. Por otra parte, habla de educar en o por un
colectivo con la finalidad de que los hijos salgan menos conservadores y
resulten más liberales y progresistas pero ignora la señora Gabriel que la
historia nos demuestra que la educación por la tribu no solo no garantiza eso sino
más bien tiende a todo lo contrario quedando todo supeditado al concepto que la
excelentísima señora diputada tenga de colectivo o tribu .
A este respecto no se puede negar
que los espartanos constituían dentro del sistema de ciudades-estado griegas
una tribu que, a partir del Siglo VI A. de C., adoptó un sistema educativo
novedoso denominado "Agogé" en virtud del cual mientras el niño estaba en el ambiente
familiar se le educaba siguiendo las estrictas instrucciones de la tribu que
prohibían darle caprichos o consentirle rabietas y obligaban asimismo a que permaneciera
durante largos periodos en soledad y oscuridad. Al alcanzar los siete años, el
niño era apartado de la familia y se integraba en una "Agelé" donde aprendía a leer y escribir, a cantar y a
cultivar la lucha y la gimnasia. La educación espartana era obligatoria y, a
diferencia de la educación ateniense que era individualizada con un preceptor
esclavo, era colectiva.
Y aquí no puede menos que surgir la
pregunta ¿Constituye la sociedad espartana un modelo ideal a seguir según los
actuales ideólogos del izquierdismo?
No hemos querido ser crueles y sí
comprensivos con las manifestaciones de doña Anna Gabriel y por eso nos hemos
referido a la educación espartana como modelo de educación por el colectivo al
ser ya dicha educación solo objeto de estudio científico sin levantar hoy en
día polémica alguna, pero en la historia europea reciente también se dan otros
ejemplos de "educación por la tribu" que sinceramente no encajan ni a
martillazos en unos supuestos principios cristianos, liberales o progresistas.
En fin... parafraseando al clásico, bienvenido
sea un bajo nivel intelectual porque ello nos permite ser atrevidos.
Buenos días:
ResponderEliminarEn mi experiencia con los políticos –doce años de actividad sindical como liberado en la administración local y visitando numerosos ayuntamientos y una diputación– que, de soslayo, permite conocer a “políticos” de otras administración he observado un denominador común, que el común de los mortales no quiere entender, y es que quien de verdad sería un buen político, la persona mínimamente honrada habitualmente abandona esa carrera al poco de su inicio tras conocer, de primera mano, la suciedad que la envuelve. Quedan dos tipos: aquellos que quieren conocer el fondo de la política de buena fe –pese a todo– y los que son simples trepas ignorantes que carecen de otros ingresos asegurados. Y en los últimos meses veo que en los pueblos quienes están integrando las filas de Podemos son los trepas y los tránsfugas que tras un “profundo debate político interno” han decidido cambiar de filas. En fin, que en España el bipartidismo PP-Podemos tiene muy buena salud. Y, por cierto, para los que crean aún en Podemos, este partido hará lo que hizo Tsipras cuando alcanzo el poder: claudicar de todos los principios y continuar con los “ajustes” que inicio el señor Rajoy. Podemos ya ha pasado la criba de los partidos que no son rupturistas. ¿Qué nivel de inteligencia pensamos entonces encontrar? Pero bueno, no adelantemos acontecimientos.