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martes, 6 de diciembre de 2016

POLÉMICAS INTERESADAS




            Un dicho popular  dice que "Cuando el Diablo no tiene nada que hacer, con el rabo mata moscas" y algo de cierto ha de tener cuando la emisión por televisión, hace dos semanas, de una entrevista que la periodista Victoria Prego realizó a Adolfo Suárez hace más de veinte años ha levantado cierta polémica aprovechada e interesada por algunas fuerzas políticas al afirmarse por el entrevistado que "se introdujo la figura del Rey en el texto de la "Ley para la Reforma Política" a fin de someterlo a referéndum indirecto y no plantear directamente la cuestión monarquía-república por si perdía la opción monárquica". Tal manifestación ha servido para que algunos se atribuyan el hecho de un supuesto y mayoritario republicanismo burlado, lo que resulta muy alejado de la realidad.

            La " Ley para la Reforma Política" de 1976 se hizo para salvar lo que, a juicio del entonces Presidente del Gobierno Adolfo Suárez, se pudiera salvar del Régimen Franquista haciendo las reformas necesarias que permitieran incorporar a la actividad política del país a aquellos sectores considerados como de "oposición al régimen". De esta forma, la "Ley para la Reforma Política" no fue una ley ajena al Régimen Franquista sino que fue una ley fundamental más, concretamente la octava, de ese mismo régimen que a falta de una Constitución se fundamentaba en una serie de leyes denominadas "Leyes Fundamentales del Reino".

            Que en la "Ley para la Reforma Política" de 1976 se mencionara o no al "Rey" carece de toda trascendencia porque el régimen político español quedó definido como una monarquía desde que en 1947 se aprobara la "Ley de Sucesión a la Jefatura del Estado" (1).

            El proceso de aprobación de la "Ley para la Reforma Política" siguió los cauces establecidos en el Régimen Franquista para la aprobación de las Leyes Fundamentales y si fue discutida y cuestionada lo fue por los sectores del régimen  que no veían con buenos ojos ni la reforma ni la monarquía. En este sentido es de indicar que en 1976, no existían monárquicos partidarios de Juan Carlos pues los que lo eran o se consideraban como tales eran partidarios o bien de Juan de Borbón o de la legitimidad dinástica que representaba Don Carlos Hugo de Borbón Parma, e incluso dentro del Régimen Franquista existían muy importantes sectores republicanos que no aceptaban la monarquía ni a Juan Carlos.

            De 1939 a 1976, la evolución social y económica de España fue enorme. Social y económicamente la España de 1939 estaba anclada en el Siglo XIX  con seis o siete décadas de retraso respecto a los estados europeos de su entorno y con este panorama cualquier régimen político que hubiera actuado con cierto pragmatismo puro, alejado de cualquier pretensión doctrinaria (2), habría conseguido alcanzar niveles de crecimiento espectaculares por la sencilla razón de que todo estaba por hacer. Esta evolución social y económica hizo que en nuestro país surgiera por primera vez en su historia una clase media que dio estabilidad política al régimen y que, sin ser necesariamente franquista, huía de todo radicalismo político y se situaba siempre al lado del poder fuese este del color que fuese. En este contexto sociológico no se puede afirmar, como lo hacen algunos, que toda la sociedad española de 1976 fuera franquista pero sí se puede decir que la inmensa mayoría de la sociedad española estaba con el poder y con todo lo que emanaba del mismo haciendo muy fácil que esa sociedad aceptase cualquier ley que propusiera el gobierno por el simple hecho de provenir del poder.

            Así pues, la "Ley para la Reforma Política" única y exclusivamente tuvo que superar dos obstáculos y ninguno de ellos fue una masiva oposición republicano-democrática a la monarquía franquista. El primero de esos obstáculos fue su aprobación por las propias Cortes Franquistas, aprobación que consiguió, el 18 de Noviembre de 1976, por 425 votos a favor, 59 en contra y 13 abstenciones (3) y el último obstáculo fue su aprobación popular por medio de un referéndum celebrado conforme a la "Ley de Referéndum Nacional" de 1945 que tuvo lugar el día 15 de Diciembre de 1976  y en el que participó casi el 78 por ciento de un censo electoral de 22.664.290 de electores siendo los resultados:  16.573.180 de votos a favor, 450.102 votos en contra, 523.457 votos en blanco y 52.823 votos nulos. A este respecto es de indicar que el voto negativo solo fue solicitado por la extrema derecha franquista mientras que la oposición, considerada republicana y de izquierdas, o bien pidió una abstención que no superó el 32 por ciento del censo o dejó plena libertad de voto, lo cual deja claro que la principal, y posiblemente única, oposición a la "Ley para la Reforma Política" y a la forma monárquica de estado venía de sectores radicales del propio Franquismo que ya se habían manifestado sin ambages en este sentido en manifestaciones o actos públicos celebrados durante los últimos años del régimen (4), por lo que en ningún caso se puede pretender que la introducción de la figura del "Rey" en la citada Ley tuviera por objeto evitar una república traída de la mano de una supuesta "oposición republicana al régimen" y que esta fuera burlada por el que, en su día, fue calificado como "el tahúr del Misisipi".









            (1) Desde la teoría política estricta, a Francisco Franco se le puede considerar cono un Jefe de Estado con carácter de Regente de un reino.

            (2) En realidad no existió un solo Franquismo, sino varios según lo que le interesaba al régimen en cada momento. El Franquismo fue un régimen personalista cuyo rumbo político estaba marcado por la voluntad exclusiva y personal de Francisco Franco, el cual no fue fiel ni leal a ninguna ideología, principio o filosofía política.

            (3) Mucho y muy gratuitamente se ha afirmado que la aprobación de la "Ley para la Reforma Política" por parte de las Cortes franquistas fue un acto de patriótico "Harakiri" siendo tal extremo radicalmente falso porque el resultado fue fruto de una ardua negociación entre el gobierno y los Procuradores en Cortes en la que el primero aseguró a los segundos cierta continuidad en la vida política española si daban su apoyo a la Ley, es decir en ningún caso el apoyo de los Procuradores en Cortes fue algo generoso y sin contrapartida, lo que contrasta con la reunión del Gran Consejo Fascista de Julio de 1943 en el que los consejeros, ante la inminente derrota de Italia en la Guerra, votaron la destitución de Mussolini con tan grave riesgo para su vida que algunos terminaron siendo ejecutados tras el Proceso de Verona.

            (4) El rechazo a la monarquía y a Juan Carlos quedó patente en los actos del entierro de Carrero Blanco en Diciembre de 1973 donde sectores ultras profirieron gritos en contra de la monarquía y del sucesor del General Franco así como en las manifestaciones que Torcuato Fernández Miranda, preceptor que fue del Príncipe de España, soportaba diariamente en la puerta de su domicilio donde jóvenes falangistas gritaban brazo en alto "Ni Juan Carlos, ni Sofía no queremos monarquía".

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