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martes, 10 de enero de 2017

REFORMA CONSTITUCIONAL ¿PARA QUE?




Terminó el año 2016 con la imprevisible y desesperada formación de gobierno por parte del Partido Popular con el apoyo explícito de la nueva formación política "Ciudadanos" y el apoyo tácito del Partido Socialista Obrero Español y ahora comienza el nuevo año 2017 con rumores cada vez más fuertes del inicio de un proceso de reforma profunda, o cuando menos importante, de la Constitución de 1978.

            Pero, reforma constitucional ¿Para qué?. El modelo de estado fruto de la llamada "Transición"  está real y completamente agotado, cuarenta años de régimen político han llevado al país a la que posiblemente sea su mayor crisis en los últimos quinientos años porque las Españas, hoy, afrontan un crisis que trasciende lo político y alcanza a lo más profundo de la sociología hasta el extremo de que los problemas políticos no son más que la manifestación sintomática de una enfermedad mucho más grave y profunda.

            Las Españas afrontan dos problemas, uno político y otro sociológico y, en todo caso, solo los problemas políticos se pueden intentar afrontar con una reforma constitucional, pero no así los sociológicos y cuando los problemas políticos que afronta el país en el presente son, ni más ni menos, que la permanencia o no en el seno del estado de una o varias comunidades autónomas y la forma misma de estado, estamos ante problemas sustanciales, fundacionales y fundamentales para cualquier organización política cuya discusión o solución solo pueden ser objeto de un proceso constituyente pero jamás de una simple reforma constitucional salvo que la intención de dicha reforma sea paliar los problemas sin solucionarlos.

            Las encuestas y estadísticas arrojan unos datos claros y contundentes. En Cataluña existe un porcentaje, cuanto menos elevado e importante, de ciudadanos que no se sienten españoles y que desean la independencia mientras que desde las instituciones del estado se juega constantemente con la presunción de que tal porcentaje, aunque constituya una minoría muy cualificada, no es mayoritario sin caer en la cuenta, en primer lugar, de que la existencia de esa minoría cualificada ya es indicativa y sintomática de la existencia de algún problema mucho más profundo y, en segundo lugar, que hasta que los ciudadanos catalanes no se expresen libremente en un referéndum celebrado con todas las garantías no se podrá saber si tal porcentaje es realmente minoritario o no. Por otro lado, esas mismas estadísticas y encuestas indican el crecimiento de un sentimiento contrario a la Monarquía y favorable a la República como forma de estado que, siendo impensable hace tan solo diez años, puede constituir en un futuro inmediato un sentimiento mayoritario si no lo constituye ya. Estos son los graves problemas políticos que afronta el país.
           
         Ahora bien ¿Estos problemas se pueden solucionar con una simple reforma constitucional? La respuesta es simple: NO, estos graves problemas no se pueden solucionar con una simple reforma constitucional porque el alcance de esa reforma no podría dar respuesta a las demandas de esas importantes minorías (o no tan minorías)  que reclaman la independencia de una parte del territorio o la instauración de la República como forma de estado. Por mucho que se reformasen los actuales Títulos II (De la Corona) y VIII (De la Organización Territorial del Estado) de la actual Constitución seguirían existiendo esas importantes minorías (o no tan minorías) crecientes que no estarían de acuerdo ni con la Monarquía ni con un hipotético Estado Federal o, incluso, Confederal por lo que la reforma Constitucional se demostraría incapaz de integrarlas en un proyecto común de largo alcance.

            Estos problemas políticos no son más que la manifestación sintomática y externa de la existencia de un no menos importante y grave problema sociológico. El problema sociológico que plantea el pueblo español como sujeto político es tan simple como grave: es un problema existencial. El pueblo español en su conjunto desconociendo, manipulando o vilipendiando su pasado demuestra que ni sabe ni le interesa saber de dónde viene; el pueblo español en su conjunto no tiene conciencia ni desea tenerla de lo que es en el presente y el pueblo español en su conjunto carece de un saber querer, es decir, no sabe lo que quiere para su futuro más allá de alcanzar una especie de Arcadia feliz donde la existencia no sea más que una continua kermesse de satisfacción individual. Este grave problema sociológico tampoco encontraría solución en una reforma constitucional por el simple hecho de que no se puede convertir por decreto un simple conjunto de individuos en una colectividad política.

            Con este panorama y haciendo mención al título del presente artículo ¿Para qué una reforma constitucional en estos momentos?. La respuesta no puede ser más que una: el único motivo de emprender un proceso de reforma constitucional  en estos momentos emana de la necesidad de las instituciones del estado y de los políticos de todo color de justificarse y de ganar tiempo. Emprendiendo o favoreciendo un proceso de reforma constitucional, las diversas instituciones del estado y los distintos miembros de la casta política aparentarían nuevamente ante los ciudadanos que hacen algo al mismo tiempo que prolongarían la agonía de un régimen político agotado que ha llevado al país al borde de su desaparición para que, cuando esta se produzca, el problema sociológico señalado más arriba sea de tales proporciones que no exista la más mínima reacción y nadie pida responsabilidades.

1 comentario:

  1. Muy buenas:

    Con respecto al aspecto “sociológico”, se puede decir más alto, pero no más claro. Aún así, no creo que muchos se den por aludidos, no creo que nadie pida su fusilamiento por estas palabras.

    Quizá si quitan el programa “Sálvame” y ponen un programa de Historia o similar haya quejas y lamentos, pero mientras tanto, no sé…

    Saludos,

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