El pasado 1 de Octubre, el Estado
Español y sus instituciones pusieron fin a prolongados años de errores con una
solemne estupidez descubriendo a todos los españoles, que han tenido el valor y
la voluntad de querer verlo, la gran mentira que nos han hecho creer durante
los últimos cuarenta años y que encubre la ausencia de grandes hombres que
defendieran grandes valores.
El Gobierno del Partido Popular
junto con sus aliados y las demás instituciones del estado no han pretendido defender
ni la unidad nacional ni solucionar problema alguno. Desde que empezó esta
crisis, el único temor del gobierno y demás instituciones del estado ha sido
mantener su justificación existencial para que los ciudadanos no nos
cuestionemos nada y así poder seguir viviendo del presupuesto público aunque
ello haya supuesto dar un desquiciado paso que ponga fin a más de quinientos
años de vida e historia en común.
Si el proceso secesionista iniciado
por Artur Mas y continuado por Carles Puigdemont abría una brecha entre los
catalanes y el resto de los españoles y hacia muy remotamente posible una
secesión, la actuación de las fuerzas de orden público, el pasado 20 de
Septiembre, ahondaba en esa brecha pasando esa secesión a ser probable y,
finalmente, el 1 de Octubre se rompía definitivamente cualquier esperanza de
reconciliación al ordenarse irresponsablemente actuar a las Fuerzas de Orden
Público haciendo de la secesión una cosa prácticamente segura.
El señor Rajoy y su gobierno han
perdido toda legitimidad y credibilidad. Mientras los lugares de votación se
encontraban abiertos y la gente votaba en gran número al tiempo que soportaba las
cargas policiales ejecutadas por miembros del Cuerpo Nacional de Policía y de
la Guardia Civil, el gobierno negaba que se estuviera celebrando ningún
referéndum ni apariencia del mismo con lo que, o bien, había perdido cualquier
contacto con la realidad como solo lo puede perder un pobre demente o estaba manifiestamente
mintiendo como solo puede mentir un embustero patológico.
Lo ocurrido el 1 de Octubre en
Cataluña es tan grave y de tales consecuencias que resulta una exigencia
política de primer orden y una necesidad moral imprescindible depurar
responsabilidades a los más altos niveles. El Gobierno del Partido Popular debe
dimitir y su presidente, Mariano Rajoy, debe ser sometido a un proceso judicial,
preferiblemente un Consejo de Guerra (1), en el qué explique cuál ha sido la
política de su gobierno hacia las reclamaciones catalanas en los últimos seis
años, debe explicar cuál fue la infraestructura logística con la que contó para
el despliegue en Cataluña de efectivos adicionales de Policía y de Guardía
Civil, cuáles fueron las órdenes que impartió a los mandos de las Fuerzas de
Orden Público destacadas a Cataluña para impedir el llamado referéndum y si
recibió alguna advertencia o consejo de dichos mandos sobre las consecuencias que
la ejecución de dichas órdenes podrían acarrear. Igualmente, el mando designado
como coordinador de las Fuerzas de Orden Público, Coronel Diego Pérez de los
Cobos, debe comparecer ante un Consejo de Guerra en el que explique qué órdenes
concretas recibió, de quién partían y qué órdenes dio a sus subalternos para
ser ejecutadas el día 1 de Octubre y si hizo alguna advertencia profesional
como coronel graduado en Estado Mayor sobre las dificultades estratégicas,
tácticas y logísticas que planteaban esas órdenes y sobre las consecuencias que
podría acarrear la ejecución de las mismas aún en caso de éxito (1). Asimismo,
Su Excelencia el Jefe del Estado a Título de Rey que, durante toda esta crisis,
ha guardado un divino silencio debería tener a bien renunciar al cargo y
retirarse, junto con toda su familia, a disfrutar de los placeres que le pueda proporcionar
la vida privada (2).
Repetimos que parece, y esa es la
sensación general, que algo se ha roto el 1 de Octubre surgiendo la inevitable
pregunta: Y ahora... ¿Qué?.
Hay quienes hablan de aplicar el
artículo 155 de la moribunda Constitución de 1978 pero tal medida, además de
seguir en la línea de fracturar aún más, no es realista y carece de fundamento
porque si las Fuerzas de Orden Público ya han demostrado que han sido incapaces
de impedir el referéndum a pesar de la desproporcionada fuerza empleada ¿Cómo
se va a suspender el ejercicio de las instituciones autonómicas catalanas?.
Unos hablan de convocar elecciones
autonómicas en Cataluña, pero ¿Qué solucionarían esas elecciones si los
resultados arrojan un parlamento autonómico con las mismas mayorías que las actualmente
existentes?
Otros hablan de negociar, pero
¿Negociar el qué?. Evidentemente el Gobierno autonómico de Cataluña y sus
aliados parlamentarios ya han tomado una decisión que es la de ir a la
independencia, decisión que, justo es decirlo, han tomado con la inestimable
ayuda del gobierno y de las demás instituciones del Estado Español y un
gobierno, cualquier gobierno, aunque sea el desquiciado gobierno que preside el
señor Rajoy no puede negociar la disolución del estado.
La única posible solución, si es que
todavía existe alguna, sería ir a un proceso constituyente con exclusión de los
causantes políticos e institucionales, de la presente crisis y solo si todos
los ciudadanos de las Españas muestran su voluntad y deseo de encontrar puntos
de encuentro y entendimiento que nos permitan constituir un sólido estado común
y no una comunidad de intereses creados como la que surgió de la Constitución
de 1978 o un vulgar matrimonio de conveniencia como algunos parece que están planteando
que se haga. Esta solución, tal y como están las cosas a día de hoy, parece más
bien un sueño que una realidad factible entre otras cosas por no encontrarse en
todo el panorama patrio nadie con sentido común capaz de pilotarla.
La casta política e institucional
española y, especialmente dentro de la primera, el Partido Popular han llevado
a España a una situación en la que, lamentablemente, parece haber solo dos soluciones,
una mala y otra peor, que terminan con un mismo resultado: el divorcio entre
Cataluña y las demás Españas.
No faltará quien sugiera y proponga
un incremento de la presión sobre
Cataluña con el incremento del número de efectivos de las Fuerzas de Orden
Público allí destacados o incluso con el despliegue del ejército, pero alguien
con un mínimo sentido común debería advertir a quien corresponda que, con tales
medidas, se podrá controlar el territorio catalán e incluso doblegar a su
población por un tiempo más o menos prolongado pero, en ningún caso, recuperar
los corazones de los catalanes que hoy parecen dar la espalda a lo que, en
ningún caso, deberíamos dar argumentos para que dejarán de considerarla su,
nuestra, patria común.
Si
Cataluña persiste en su deseo de secesión no nos quedará más remedio que
aceptarla, aunque no se la reconozca, y retirarnos de allí con todas las
consecuencias que la independencia pueda acarrear para ambas partes
garantizando plenamente el gobierno de "lo que quede" que ninguno de
sus ciudadanos va a salir perjudicado económicamente por dicha secesión.
(1)
Digo preferiblemente en un Consejo de Guerra porque las irresponsables decisiones
tomadas por el gobierno han afectado gravemente al prestigio y credibilidad de
las Fuerzas de Orden Público y, especialmente, al cuerpo de la Guardia Civil.
(2)
Es de recordar que, tras la derrota de Santiago de Cuba y de Cavite, los
almirantes Cervera y Montojo fueron sometidos a sendos Consejos de Guerra por
su posible responsabilidad en la derrota siendo exonerados en los mismos por
haber advertido fehacientemente al gobierno de la situación precaria en la que
se encontraba la flota y que la impedía presentar batalla con garantías.
(3)
La Constitución de 1978 en su artículo 56.1 establece que "El Rey es el
Jefe del Estado símbolo de su unidad y permanencia".... evidentemente
existen dudas y más que dudas de que el estado esté unido en estos momentos y
de la permanencia de dicha unidad.
¿Y ahora qué?
ResponderEliminarPues es evidente. O se deja que Cataluña se marche o se la machaca. La “violencia” que se vivió en Cataluña el domingo, si la comparamos, por ejemplo, con la que aplicaba esa misma policía en Euskadi en los años 80, la verdad, parece el guión de una película infantil. Si los catalanes independentistas creen que esa es la máxima violencia a la que puede llegar el Estado, están equivocados. ¿Se acuerdan Uds. de la guerra de la extinta Yugoslavia? ¡Cómo puede suceder eso en Europa!, se decía. Una guerra a “escasos” kilómetros de Italia. Si España quiere mantenerse “unida” como hasta ahora, que no nos sorprenda que las divisiones acorazadas pongan camino a Cataluña.
¿Recuerdan Uds. cuál fue el gran error antes de la Gran Guerra? Pensar que era imposible que tal cosa pudiera ocurrir. Yo no me creo que porque estemos en el siglo XXI los tanques no puedan tomar las calles de Europa. TODO ES POSIBLE.
Y del género humano espero cualquier cosa.