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lunes, 26 de febrero de 2018

REUNIÓN ANUAL DE LA ASOCIACIÓN 16 DE ABRIL



Don Jaime y ´Doña María Teresa de Borbón Parma en un momento de la reunión
           
            El pasado día 17 de febrero del presente, ha tenido lugar en Madrid la Asamblea anual ordinaria de la Asociación 16 de abril.

            En la misma estuvieron presentes S.S. A.A. R.R. doña María Teresa de Borbón Parma y don Jaime de Borbón Parma, los cuales se desplazaron expresamente desde Paris y Roma respectivamente. Del mismo modo estuvieron presentes asociados de Cataluña, Vizcaya, Navarra, Valladolid, Madrid y Toledo.

            Entre los puntos del orden del día mas destacados fueron:

            1. Resumen de las actividades desarrolladas durante el año 2017.

            2. Exposición de la situación política general del país y valoración de la misma por todos los presentes.

            3. Planificación de actividades para el año 2018 entre los cuales se destaca: (¡) un programa de actividades culturales y políticas a desarrollar Navarra en colaboración con la Fundación de Amigos de la Historia del Carlismo, (¡¡) un empuje dinamizador tanto en imagen como contenido del “Espacio Legitimista Carlista”, (iii) un proyecto de relaciones institucionales para la Dinastía y (iv) la edición de una revista teórica con contenidos políticos, culturales, sociales e históricos, con el objetivo de crear debate y proponer soluciones a la problemática existente en la sociedad española.

            La Asociación 16 de abril nació con la finalidad de crear un espacio de encuentro para todos los carlistas con su Dinastía y en esta Asamblea se ha confirmado este anhelo. Es más, todos los integrantes de la misma se han comprometido a continuar aunando esfuerzos y planificar encuentros a tal fin por toda la geografía de las Españas.



En Madrid, a 19 de Febrero de 2018

martes, 20 de febrero de 2018

¿POR QUÉ AHORA?


La penúltima: la cantante Marta Sánchez pone letra al Himno Nacional

Desde el mes de septiembre de 2017 en que se precipitaron los acontecimientos en Cataluña este país empezó a navegar por los procelosos mares de la tragicomedia que van de lo absurdo a lo incoherente pareciendo que todos están contagiados de una especie de histeria que les priva del sentido de la vista.

            Lo último, o mejor dicho lo penúltimo (1), ha sido la entonación que la cantante pop, Marta Sánchez, ha hecho de la Marcha de Granaderos, a la sazón Himno Nacional de España, con una letra, al parecer, escrita por ella misma. La iniciativa que ha contado con el beneplácito y el agradecimiento del actual Presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, y del líder de "Ciudadanos", Albert Rivera, parece que no ha gustado a otros muchos que, tan pobres hombres (o mujeres) como los anteriores han criticado la letra acostumbrados a criticar las formas y no las substancias.

            Unos han calificado la letra de cursi, que probablemente lo es y a otros no les ha gustado las palabras de Grande, Dios y Sol contenidas en el texto pues, al igual que aquel Cónsul Romano perseguidor de cristianos que en todos lados veía cruces,  esta clase de gente en todo ve "Franquismo".

            Lo que muy pocos se han planteado o cuestionado es ¿Por qué ahora?. ¿Por qué ahora la gente cuelga de sus ventanas banderas españolas que hacen parecer nuestras ciudades cosos taurinos? ¿Tal vez porque se agitan como capotes taurinos y se espera que alguien embista como un toro? ¿Por qué ahora una cantante pop se inventa una letra para el Himno Nacional y la canta en el Teatro de la Zarzuela?.

            La cuestión del himno español trae cola desde antiguo. En primer lugar no se puede considerar un himno propiamente dicho a una melodía que carece de letra que es precisamente lo que tenemos por "himno" nacional porque, simple y llanamente, la letra existente y que fue oficial desde el final de la Guerra Civil de 1936-1939 hasta finales de los años setenta del siglo pasado se suprimió sin ser sustituida por otra (2).

            Desde luego el tema del himno nacional, que no se debe considerar prioritario considerando cual es la situación social de nuestro país, debería ser solucionado en algún momento, bien dotándole con alguna letra o buscando alguna otra canción de entre las que hay en nuestro repertorio musical que pudiera servir para tal fin, aunque en este caso tal vez fuera otra causa de división entre españoles pues no dudo que habría quien propusiese el "Himno de Riego" aunque dudo mucho que, entre aquellos que se consideran republicanos y acarrean la bandera tricolor, haya muchos que conozcan la letra de don Evaristo San Miguel ignorando, por tanto, eso de "Soldados la patria/ os llama a la lid,/ juremos por ella/ vencer o morir" y las referencias a los "hijos del Cid".

La última, por el momento: Anna Gabriel busca amparo en la tribu de los Helvecios. Aqui con su nuevo look
En cualquier caso un himno nacional no debe ser objeto de utilización individualista ni partidista y si Marta Sánchez quiso emular a Sarah Bernhardt, quién para recuperar una fama perdida, recitó con gran efecto dramático "La Marsellesa" envuelta en la bandera de Francia durante su actuación en el teatro de la Ópera de Paris, el 14 de Julio de 1881, es de recordar que doña Sarah no se inventó unilateralmente ninguna letra del himno francés.

            Sarah Bernhardt utilizó "La Marsellesa" para recuperar el perdido favor de un público que casi la había olvidado tras una larga gira por el extranjero y aprovechó para ello el sentimiento del pueblo francés que hacía 11 años había sido humillado por los prusianos. Aquí no hay prusianos ni ejércitos extranjeros enemigos que vienen a subyugar a los españoles, pero muchos parecen interesados en que así parezca para ir a colgar sus zacutos en los símbolos nacionales (el himno y la bandera), como en otros tiempo los colgaron de los Cristos, con la finalidad de hacernos creer que defendemos los símbolos nacionales cuando en verdad estamos defendiendo sus zacutos.

            La bandera nacional, la actual bicolor e incluso la tricolor republicana cuando fue nacional, a todos representa y a todos ampara porque es de todos, incluso de aquellos a los que no les gusta o dicen no sentirse representados por ella y por eso deberíamos reflexionar ¿Por qué la estamos haciendo ondear ahora cuando durante tanto tiempo la hemos tenido olvidada? ¿Por qué no hubo esta exaltación de la bandera y del himno cuando un ejército extranjero hollaba tierra española para esclavizar a los ciudadanos españoles que habitaban y habitan en el Sahara?.

            ¿No estaremos usando los símbolos nacionales de forma interesada y, sobre todo, cainita?.
           




(1) Lo último en todo esto parece ser que la líder de la CUP, Anna Gabriel, en un acto de coherencia política sin parangón, se ha ido a vivir a Suiza, a ese estado tan abierto a la emigración, tan socialista, tan asequible a la economía popular de los ibéricos bolsillos y que, además, posee un amplio sistema público de protección social universal, especialmente en materia de sanidad. En fin... datos objetivos para que el que quiera saque sus propias conclusiones.

(2) En Europa hay varios ejemplos de himnos nacionales que han cambiado de letra sin mudar de música. Por ejemplo, la melodía del himno alemán, llamada "Kaiserlied" fue compuesta por Haydn en 1797 para honrar al Emperador del Sacro Imperio Romano Germánico, Francisco II convirtiéndose en Himno Nacional alemán en 1922 tomando como letra la poesía "Deutschlandlied" escrita en 1841  por Heinrich Hoffmann. De 1922 a 1945, la letra de dicho himno fue la primera estrofa de la poesía de Hoffmann y la letra que se canta actualmente es la tercera de las estrofas. Asimismo, el Himno Nacional de la Unión Soviética y el actual de Rusia tienen la misma melodía y se ha cambiado la letra omitiendo, entre otras cosas, las referencias a Lenin y al "Partido".

martes, 13 de febrero de 2018

EL REPUBLICANISMO DE MUCHOS


Cristina Cifuentes, la última política en manifestarse republicana

España es un país curioso, muy curioso, tan curioso que ya más que curioso es un país con claros síntomas de desquiciamiento. Una de sus curiosidades es que nuestra forma de gobierno sea la monarquía parlamentaria sin que en nuestra sociedad exista un porcentaje elevado, ni siquiera relevante, de monárquicos por lo que se puede decir, e incluso afirmar, que la monarquía española existe por los enormes apoyos que tiene entre los llamados republicanos y como muestra de ello tenemos las grandes alabanzas, loas y halagos que la inmensa mayoría de aquellos que se proclaman republicanos dedican a la persona que, en cada momento, encarna a la institución monárquica.

            La última personalidad política en hacer público su republicanismo ha sido la actual Presidenta de la Comunidad de Madrid, Cristina Cifuentes, quién manifestó en un programa televisivo de cierto éxito que "soy republicana pero por principios, ideológica, porque si tú tienes que votar al último concejal del pueblo más pequeñito, ¿por qué no vas a elegir también al Jefe del Estado? Pero no creo que en el momento actual debamos plantearnos un cambio político, he de decir que a mí me gustan mucho los Príncipes de Asturias". Tal manifestación, que es común en casi todos los que profesan el republicanismo, podrá ser muy políticamente correcta y muy moderna pero no puede por menos que dejar estupefactos y anonadados a aquellos que tengan un mínimo de conocimientos de teoría y filosofía política.

            El republicanismo, al igual que el monarquismo, son principios políticos en sí mismos, muy claros y puros que, si bien el tiempo se ha encargado de mezclar y confundir, originariamente no admitían su fusión en una especie de sincretismo simbiótico como el que existe actualmente. Por ello un republicano defenderá los principios republicanos a ultranza al igual que un monárquico defenderá la institución monárquica sin apellidos.

            Uno es republicano o no, pero no tiene principios republicanos porque la república, al igual que la monarquía,  es un principio político en sí misma que va más allá del hecho de que la Jefatura del Estado sea una institución electa o no.

            En este nuestro país, no existen monárquicos o al menos no en un número relevante, pero tampoco existen republicanos. Existe "un republicanismo puramente estético", de verbal afirmación republicana y nostalgia idealizada de una extinta II República que se plasma en la exhibición de banderas tricolores, pero en ningún caso existe una fe ni un militantismo republicano, por eso el actual título monárquico de la Jefatura del Estado no peligra para nada.

No todo lo tricolor es republicano
Ahora bien, las manifestaciones de los llamados republicanos dejan entrever una cosa peligrosa, muy peligrosa, y que ellos mismos ignoran al estar preocupados tan solo en mantener un discurso que pretende ser muy "cool" y en consonancia con la pura moda. Los principios republicanos o monárquicos van mucho más allá de las personas que los encarnan; tanto el verdadero republicano como el monárquico de verdad defienden la Institución no a las personas que las representan porque, en cualquier caso, las instituciones están por encima de esas personas.           
           
            El hecho de que los modernos republicanos añadan a su profesión de fe republicana las coletillas de "..., pero me gusta mucho el actual rey" o la de ".... pero para el concreto caso español es mejor una monarquía" o esa otra de "...,, en el actual momento, no debemos plantear un cambio" demuestra, aunque resulte imperceptible, que lo importante, para ellos,  no son las instituciones, sino las personas que las ocupan, por lo que estos llamados republicanos no son partidarios de ningún régimen republicano sino de regímenes claramente personalistas y que se encuentran muy próximos al caudillaje (1).

            En un régimen monárquico, el Rey será Rey mientras cumpla con los principios políticos, jurídicos y filosóficos de la institución monárquica y actúe con pleno sometimiento a las leyes del Reino. En un régimen republicano, el Presidente de la República lo será mientras dure el tiempo de la legislatura para la que fue elegido y tenga el apoyo de las mayorías que permiten su elección. En cambio, un caudillo lo será mientras que goce de la aclamación pública y no decaiga en su fuerza para mantenerse en el poder, es decir, mientras que no se deteriore irreparablemente su imagen a consecuencia de un desastre político o de una simple metedura de pata personal (2). En la Republica y la Monarquía se gobierna sobre todo por la Ley, en lo regímenes personales se gobierna por la voluntad del gobernante que la propaganda se encarga de hacer infalible.

            Más claramente se ve la querencia hacia el "Caudillaje" en aquellos que afirman "Soy republicano pero para el caso concreto de España es mejor una monarquía" porque lo que quieren decir con ello es que los españoles necesitamos una autoridad o jefe supremo que nos guíe porque de lo contrario tendemos a desmandarnos.

            Así pues, al igual que no es oro todo lo que reluce, tampoco todo lo tricolor es republicano y se ha de estar muy atento a todo aquel que discursea sobre la república no vaya a ser que bajo la pose y el verbo republicano se esconda la más solemne de las estupideces o la más chabacana de las intenciones dictatoriales.







(1) Desde el monarquismo español, también suelen hacerse manifestaciones como la de "no soy monárquico, pero sí soy Juancarlista o Felipista", que no son otra cosa que la misma expresión a favor del régimen personalista o de caudillaje.

(2) Napoleón III y Mussolini son dos claros ejemplos de caudillos que solo perdieron el poder al sufrir un desgaste de su imagen respectiva al tomar decisiones políticas que llevaron a sus países a un grave desastre político. Juan Carlos de Borbón tuvo que abdicar, igualmente, por el deterioro que su imagen pública habría sufrido en los últimos tiempos a consecuencia de equivocaciones personales.

martes, 6 de febrero de 2018

LA ESPAÑA CÓMICAMENTE AMARGA


Siempre se ha dicho que "la realidad supera la ficción" y prueba de ello es nuestro pobre y maltratado país real que, magistralmente y con gran acierto, reflejó don Luis García Berlanga a lo largo de su filmografía. Si la saga de películas de "La Escopeta Nacional" mostraba la forma habitual de hacer política, "Plácido" ponía en solfa el poco calado que tenía cualquier principio de justicia social , siempre limitado a unos hechos de falsa y mal entendida Caridad, y "Calabuch" mostraba la limitación de la ciencia a la juerga; la película "El Verdugo" (1963) clavaba con premonitoria exactitud lo que ocurriría once años más tarde con el verdugo que ejecuto a Heinz Chez en 1974 (1). Y es que Berlanga tenía un profundo conocimiento de lo que constituía la substancia española y su carácter atávico que no es otra cosa que una infeliz mezcla de confusión, incoherencia, no saber querer y deseos irrefrenables de aparentar, todo lo cual, inexorablemente, culmina en el grandioso ridículo al que están condenados todos aquellos que creen ser pero no son.

            Lo anterior  viene a cuento porque, observando la actualidad de nuestro descuajaringado país y lo que en él está pasando, no cabe menos que lamentarse por la magnífica película que, de haber vivido, hubiera dirigido Berlanga con todos los elementos que esta realidad nos está proporcionando. Esa hipotética película sería, sin duda, la más grande y la mejor del director porque forzosamente debería unir al carácter genuino y propio de su filmografía una síntesis del esperpento valleinclanesco y del humor de los Hermanos Marx.

            Y es que ¿Acaso no identifica el lector a personajes propios de una película de Berlanga entre políticos y altos funcionarios del solar patrio? ¿Acaso los hechos que padecemos no se corresponden con las situaciones cómicas, rocambolescas y surrealistas que pudiera contener el guión de cualquiera de las películas de Berlanga?.

            Puigdemont y sus Consellers, se saltaron la norma básica del arte dramático que dice que "jamás hay que iniciar una acción sin resultado" porque la misma resultaría un absurdo. No nos dejemos engañar por más tiempo, estos personajes del nacionalismo catalán rozaron la secesión de Cataluña con la yema de sus dedos pero, llegado el momento crítico, demostraron carecer de fe en el proyecto y de valor para llevarlo a efecto y mientras unos se entregaban a la justicia otros salían corriendo actuando todos como verdaderos "Capitanes Araña", engatusadores de unas masas a las que, finalmente, dejaron abandonadas. Ahora, lejos  de dirigir los acontecimientos son los acontecimientos quienes les dirigen a ellos lo que les condena a afirmar en unos foros lo que niegan en otros y todo ello para intentar justificarse ante su propia parroquia. No cabe duda de que si Puigdemont hubiera sido De Valera y Oriol Junqueras hubiera sido Michael Collins, la República de Irlanda aún seguiría siendo parte del Reino Unido de la Gran Bretaña.

El presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, desconoce la complejidad del problema, su propia realidad, sus propias fuerzas (o ausencia de ellas), y tan alta consideración tiene de sí mismo que actúa como si fuera un gran estadista cuando no es más que un caudillito ridículo a modo de los que nos ofrece la historia de las repúblicas bananeras de Sudamérica. Mariano Rajoy, como político español es de los que mandan a la escuadra española a la victoria de Santiago de Cuba, como político hispánico equivale a un Antonio María López de Santa Anna, vencedor del Álamo y perdedor de todo lo demás, que se creyó un Napoleón capaz vencer a los ejércitos de Scott y Taylor y como político europeo emula a aquel figurante que, con las manos en la cintura, se abría paso a codazos entre los mandatarios de las grandes potencias europeas con el único propósito de figurar en una foto tomada en Múnich.

            Los Generales, dirigentes o encargados de las fuerzas de orden público, con pleno desconocimiento de la conocida y reiterada jurisprudencia de Núremberg, se limitaron a "cumplir órdenes", las cuales eran básicamente que el referéndum del 1 de Octubre no se celebrase y aquí empieza lo cómico. Mientras que la Vicepresidente del Gobierno, Soraya Sáez de Santamaría, comparecía públicamente afirmando que en Cataluña "no había ningún referéndum ni apariencia del mismo", en televisión se veía a la gente metiendo unos papeles en unas cajas al tiempo que también se veían cargas policiales. Si esto fuera poco, Puigdemont fue sometido a un importante dispositivo de seguimiento por parte de las fuerzas de seguridad para impedir que se diera la imagen pública de este votando en un colegio, dispositivo que fue hábilmente burlado ya que el susodicho termino depositando su papel en su caja. La siguiente noticia relativa a las eficientes fuerzas de seguridad y orden público fue que, ante la pasividad de la plataforma anti-desahucios, eran desalojados de los hoteles y pensiones que el Ministerio del Interior había contratado para alojar a los agentes especialmente desplazados a Cataluña a falta de acuartelamientos y edificios públicos estatales que pudieran destinarse para tal fin y que, incluso de algunas localidades, eran expulsados a pedradas por los habitantes de las mismas en una versión diferencial catalana del castellano "¡Al Pilón!". Por último y lo que corona la eficacia de la mencionada actuación de las fuerzas de Orden Público fue la sagaz fuga hacia Flandes de Puigdemont a quien, por otra parte y como buen español, se le pueden dedicar aquellos versos de aquel catalán ilustre que decían:  

"Pensé poco, rece mucho
Jugué bien, perdí bastante,
Y porque esa empresa loca,
Que nunca debió tentarme,
Que perdiendo ofende a todos
Y triunfando alcanza a nadie;
No quise salir del Mundo
Sin poner mi tupé (pica) en Flandes".

            Lo que podría haber sido el último acto de una modélica y eficaz actuación de unas fuerzas del orden que velan por la seguridad de los ciudadanos mientras duermen, se convierte solo en el penúltimo ya que la eficacia demostrada requiere de la justa recompensa y provoca reivindicaciones como la de no alojarse en buques de pasajeros, comer decentemente en los mismos y, ¡¡faltaría más!!, una equiparación salarial a la que perciben los Mossos d´Esquadra.

Por último, queda la actuación judicial que sigue la estela de todo lo anterior. Se mete en prisión a unos señores, a otros se les saca bajo fianza previa promesa de que van a ser niños buenos y no lo van a volver a hacer más, cuando no alegan, simplemente, que todo era meramente simbólico y poco más que una broma y, finalmente, un día se dicta una Orden Europea de Detención y Entrega (O.E.D.E.) contra Puigdemont  que al poco tiempo se deja  sin efecto asegurando que se reactivará cuando se considere oportuno como si a un presunto delincuente se le persiguiera o no dependiendo de la oportunidad y no de lo que dictan las leyes.

            Se estará de acuerdo, que esta relación objetiva de hechos pueden inspirar un guión y multitud de escenas cinematográficas de una película que, a falta de Berlanga, también podría ser dirigida por Santiago Segura.

            Yo me atrevo a dar la entrada...

            Escena Primera: Un joven de Bachillerato se examina de geografía española en el mes de junio, le preguntan el nombre de las Comunidades Autónomas españolas y desconoce la respuesta. Es suspendido y convocado para los exámenes de septiembre.

            Escena Final: El mismo joven, tras pasar sus vacaciones veraniegas comparece al examen de septiembre y vuelve a ser preguntado por el nombre de las Comunidades Autónomas españolas, enumera correctamente todas y cada una de ellas recibiendo del profesor un nuevo suspenso alegando: "pero señor mío, ¿No se ha enterado usted que España, si existió alguna vez, ya no existe"?.









(1) Heinz Chez, conocido como "El Alemán", fue ejecutado el mismo día que Salvador Puig Antich, el 2 de Marzo de 1974, por medio del Garrote Vil. El verdugo que ejecutó la sentencia, como el protagonista de la película de Berlanga, entro en el cuerpo de verdugos pensando que jamás tendría que ejecutar una sentencia de muerte, cuando recibió la citación para la ejecución de Heinz Chez intentó escaquearse de la misma y solo accedió a proceder cuando fue amenazado con una fuerte sanción. La ejecución de Heinz Chez fue la última ejecución en España por medio del Garrote y, al parecer, adquirió tan dantesco carácter debido a la inexperiencia del verdugo que los que la presenciaron salieron espantados imponiéndoseles una férrea ley del silencio.