Siempre
se ha dicho que "la realidad supera
la ficción" y prueba de ello es nuestro pobre y maltratado país real
que, magistralmente y con gran acierto, reflejó don Luis García Berlanga a lo
largo de su filmografía. Si la saga de películas de "La Escopeta
Nacional" mostraba la forma habitual de hacer política, "Plácido"
ponía en solfa el poco calado que tenía cualquier principio de justicia social
, siempre limitado a unos hechos de falsa y mal entendida Caridad, y "Calabuch"
mostraba la limitación de la ciencia a la juerga; la película "El
Verdugo" (1963) clavaba con premonitoria exactitud lo que ocurriría once
años más tarde con el verdugo que ejecuto a Heinz Chez en 1974 (1). Y es que
Berlanga tenía un profundo conocimiento de lo que constituía la substancia
española y su carácter atávico que no es otra cosa que una infeliz mezcla de
confusión, incoherencia, no saber querer y deseos irrefrenables de aparentar, todo
lo cual, inexorablemente, culmina en el grandioso ridículo al que están
condenados todos aquellos que creen ser pero no son.
Lo anterior viene a cuento porque, observando la
actualidad de nuestro descuajaringado país y lo que en él está pasando, no cabe
menos que lamentarse por la magnífica película que, de haber vivido, hubiera dirigido
Berlanga con todos los elementos que esta realidad nos está proporcionando. Esa
hipotética película sería, sin duda, la más grande y la mejor del director
porque forzosamente debería unir al carácter genuino y propio de su filmografía
una síntesis del esperpento valleinclanesco y del humor de los Hermanos Marx.
Y es que ¿Acaso no identifica el
lector a personajes propios de una película de Berlanga entre políticos y altos
funcionarios del solar patrio? ¿Acaso los hechos que padecemos no se
corresponden con las situaciones cómicas, rocambolescas y surrealistas que
pudiera contener el guión de cualquiera de las películas de Berlanga?.
Puigdemont y sus Consellers, se
saltaron la norma básica del arte dramático que dice que "jamás hay que iniciar una acción sin resultado" porque
la misma resultaría un absurdo. No nos dejemos engañar por más tiempo, estos
personajes del nacionalismo catalán rozaron la secesión de Cataluña con la yema
de sus dedos pero, llegado el momento crítico, demostraron carecer de fe en el
proyecto y de valor para llevarlo a efecto y mientras unos se entregaban a la
justicia otros salían corriendo actuando todos como verdaderos "Capitanes
Araña", engatusadores de unas masas a las que, finalmente, dejaron abandonadas.
Ahora, lejos de dirigir los
acontecimientos son los acontecimientos quienes les dirigen a ellos lo que les
condena a afirmar en unos foros lo que niegan en otros y todo ello para
intentar justificarse ante su propia parroquia. No cabe duda de que si
Puigdemont hubiera sido De Valera y Oriol Junqueras hubiera sido Michael
Collins, la República de Irlanda aún seguiría siendo parte del Reino Unido de
la Gran Bretaña.
El
presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, desconoce la complejidad del problema, su
propia realidad, sus propias fuerzas (o ausencia de ellas), y tan alta
consideración tiene de sí mismo que actúa como si fuera un gran estadista
cuando no es más que un caudillito ridículo a modo de los que nos ofrece la
historia de las repúblicas bananeras de Sudamérica. Mariano Rajoy, como
político español es de los que mandan a la escuadra española a la victoria de
Santiago de Cuba, como político hispánico equivale a un Antonio María López de
Santa Anna, vencedor del Álamo y perdedor de todo lo demás, que se creyó un
Napoleón capaz vencer a los ejércitos de Scott y Taylor y como político europeo
emula a aquel figurante que, con las manos en la cintura, se abría paso a
codazos entre los mandatarios de las grandes potencias europeas con el único
propósito de figurar en una foto tomada en Múnich.
Los Generales, dirigentes o
encargados de las fuerzas de orden público, con pleno desconocimiento de la
conocida y reiterada jurisprudencia de Núremberg, se limitaron a "cumplir
órdenes", las cuales eran básicamente que el referéndum del 1 de Octubre
no se celebrase y aquí empieza lo cómico. Mientras que la Vicepresidente del
Gobierno, Soraya Sáez de Santamaría, comparecía públicamente afirmando que en
Cataluña "no había ningún referéndum
ni apariencia del mismo", en televisión se veía a la gente metiendo
unos papeles en unas cajas al tiempo que también se veían cargas policiales. Si
esto fuera poco, Puigdemont fue sometido a un importante dispositivo de seguimiento
por parte de las fuerzas de seguridad para impedir que se diera la imagen
pública de este votando en un colegio, dispositivo que fue hábilmente burlado
ya que el susodicho termino depositando su papel en su caja. La siguiente
noticia relativa a las eficientes fuerzas de seguridad y orden público fue que,
ante la pasividad de la plataforma anti-desahucios, eran desalojados de los
hoteles y pensiones que el Ministerio del Interior había contratado para alojar
a los agentes especialmente desplazados a Cataluña a falta de acuartelamientos
y edificios públicos estatales que pudieran destinarse para tal fin y que,
incluso de algunas localidades, eran expulsados a pedradas por los habitantes
de las mismas en una versión diferencial catalana del castellano "¡Al
Pilón!". Por último y lo que corona la eficacia de la mencionada actuación
de las fuerzas de Orden Público fue la sagaz fuga hacia Flandes de Puigdemont a
quien, por otra parte y como buen español, se le pueden dedicar aquellos versos
de aquel catalán ilustre que decían:
"Pensé
poco, rece mucho
Jugué
bien, perdí bastante,
Y porque
esa empresa loca,
Que nunca
debió tentarme,
Que
perdiendo ofende a todos
Y
triunfando alcanza a nadie;
No
quise salir del Mundo
Sin
poner mi tupé (pica) en
Flandes".
Lo que podría haber sido el último
acto de una modélica y eficaz actuación de unas fuerzas del orden que velan por
la seguridad de los ciudadanos mientras duermen, se convierte solo en el penúltimo
ya que la eficacia demostrada requiere de la justa recompensa y provoca
reivindicaciones como la de no alojarse en buques de pasajeros, comer
decentemente en los mismos y, ¡¡faltaría más!!, una equiparación salarial a la
que perciben los Mossos d´Esquadra.
Por
último, queda la actuación judicial que sigue la estela de todo lo anterior. Se
mete en prisión a unos señores, a otros se les saca bajo fianza previa promesa
de que van a ser niños buenos y no lo van a volver a hacer más, cuando no
alegan, simplemente, que todo era meramente simbólico y poco más que una broma y,
finalmente, un día se dicta una Orden Europea de Detención y Entrega (O.E.D.E.)
contra Puigdemont que al poco tiempo se
deja sin efecto asegurando que se
reactivará cuando se considere oportuno como si a un presunto delincuente se le
persiguiera o no dependiendo de la oportunidad y no de lo que dictan las leyes.
Se estará de acuerdo, que esta
relación objetiva de hechos pueden inspirar un guión y multitud de escenas
cinematográficas de una película que, a falta de Berlanga, también podría ser
dirigida por Santiago Segura.
Yo me atrevo a dar la entrada...
Escena Primera: Un joven de
Bachillerato se examina de geografía española en el mes de junio, le preguntan
el nombre de las Comunidades Autónomas españolas y desconoce la respuesta. Es
suspendido y convocado para los exámenes de septiembre.
Escena Final: El mismo joven, tras
pasar sus vacaciones veraniegas comparece al examen de septiembre y vuelve a
ser preguntado por el nombre de las Comunidades Autónomas españolas, enumera
correctamente todas y cada una de ellas recibiendo del profesor un nuevo
suspenso alegando: "pero señor mío, ¿No se ha enterado usted que España,
si existió alguna vez, ya no existe"?.
(1)
Heinz Chez, conocido como "El Alemán", fue ejecutado el mismo día que
Salvador Puig Antich, el 2 de Marzo de 1974, por medio del Garrote Vil. El
verdugo que ejecutó la sentencia, como el protagonista de la película de
Berlanga, entro en el cuerpo de verdugos pensando que jamás tendría que ejecutar
una sentencia de muerte, cuando recibió la citación para la ejecución de Heinz
Chez intentó escaquearse de la misma y solo accedió a proceder cuando fue
amenazado con una fuerte sanción. La ejecución de Heinz Chez fue la última
ejecución en España por medio del Garrote y, al parecer, adquirió tan dantesco
carácter debido a la inexperiencia del verdugo que los que la presenciaron
salieron espantados imponiéndoseles una férrea ley del silencio.