No
eran pocos los que consideraban que la aplicación del artículo 155 de la
Constitución era la panacea que iba a solucionar, cual bálsamo de fierabrás,
todos los problemas que afectaban a Cataluña y al resto de España, pero dos
meses después de su aplicación nos encontramos nuevamente en el punto de
partida.
El Gobierno presidido por el señor
Mariano Rajoy se vio arrastrado, más bien que solo obligado, por sus socios
parlamentarios en el Palacio de la Carrera de San Jerónimo,
"Ciudadanos", a aplicar el artículo 155 de la Constitución sin fe ni
esperanza de que el mismo produjera resultados positivos planeando un breve
periodo de vigencia del mismo que concluiría con la celebración de unas
elecciones autonómicas en Cataluña que tal vez, quizás, arrojasen unos
resultados distintos a las celebradas en el 2015. Pues bien, el artículo 155 de
la Constitución se ha aplicado y el resultado de las elecciones autonómicas
celebradas el pasado 21 de Diciembre ha arrojado el mismo panorama social y
parlamentario existente antes de la aplicación del mencionado artículo 155.
Los independentistas (Junts per
Catalunya, ERC y CUP), conservan con setenta diputados la mayoría absoluta parlamentaria al mismo
tiempo que incrementan el número de votos recibidos en casi cien mil mientras
que los contrarios a la independencia, aunque obtienen casi un cuarto de millón
de votos más, no consiguen el objetivo propuesto de desbancar en el Parlament a
los secesionistas por lo que la situación política sigue mostrando la misma
sociedad fracturada, casi al cincuenta por ciento, entre partidarios y
contrarios a la independencia.
El electorado catalán ha pasado
factura a las formaciones políticas que, en plena crisis política, se han
mostrado dubitativas, incoherentes o, simplemente, han pretendido apostar a todos
los números, recibiendo un duro golpe electoral. Así, Catalunya en Comú-Podem
que se había manifestado en contra de la secesión al mismo tiempo que en contra
de la aplicación del artículo 155 ha perdido casi cincuenta mil votos que se
han repartido entre el Partido Socialista Obrero Español y, en menor medida, la
abstención y el apoyo a Esquerra Republicana de Catalunya; el Partido Popular
que solo forzado y con muchas dudas ha aplicado el artículo 155 ha perdido más
de la tercera parte de su electorado en favor de "Ciudadanos" y la
Coalició de Unió Popular (CUP), que hace asombrosos equilibrios ideológicos y
mentales entre el internacionalismo comunista, el anarquismo y el nacionalismo
burgués, también ha perdido más de un tercio de su electorado en favor, sin
duda, del puro nacionalismo de Esquerra Republicana de Catalunya.
"Ciudadanos", que ha
cosechado más de un millón de votos en estas elecciones y ha obtenido 36
diputados en el Parlament, pretende presentarse como el gran triunfador de la
jornada electoral del 21 de Diciembre pero lo cierto es que en estas elecciones
no ha ganado nadie. El objetivo de "Ciudadanos", Partido Popular y
Partido Socialista era evitar que los independentistas renovaran su mayoría
absoluta en el Parlament, cosa que evidentemente no han conseguido por lo que sus
resultados solo se puede calificar de estrepitoso fracaso. Por su parte el
triunfo parlamentario de los independentistas tampoco significa nada porque si,
desde el 1 de Octubre pasado y con setenta y dos diputados, no han podido o no
han sabido conseguir la independencia nada indica que en las presentes
circunstancias vayan a cosechar en ese sentido y por mucho tiempo un resultado
diferente.
Lo que se ha puesto claramente de
manifiesto en Cataluña desde el pasado 1 de Octubre es que los políticos de
toda condición han conseguido instalar en la sociedad catalana una división
estéril donde los llamados "bloque constitucionalista" y "Bloque Independentista" no son más
que distintas caras de una misma moneda, la moneda de los inútiles y ambiciosos
miembros de una misma casta política que solo pretenden jugar con los pueblos
para su mejor provecho, correspondiendo a esos pueblos el sacar conclusiones y
obrar en consecuencia.