El pasado 25 de Mayo se celebraron, en
el conjunto de los países miembros de la Unión Europea ,
elecciones al Parlamento Europeo arrojando en España unos resultados que,
siendo prematuro afirmar que significan el final del bipartidismo que ha
caracterizado la política española tras la implantación del actual régimen
surgido de la llamada Transición, desde luego forjan un nuevo panorama que dará
mucho que pensar y generará bastantes dolores de cabeza en los dos partidos que
han oligopolizado la actividad política: el Partido Popular y el Partido
Socialista Obrero Español.
En primer lugar, afirmamos que
pretender ver en los resultados de estas últimas elecciones europeas el final
del bipartidismo resulta aventurado porque con una abstención que ha alcanzado
el 54´16 por ciento (más de la mitad del censo electoral) y celebrándose en una
circunscripción única los resultados no son extrapolables a una convocatoria de
elecciones generales ya que la elevada abstención ha significado un
“abaratamiento” del escaño al tiempo que la circunscripción única ha hecho que
la repercusión de “los restos de los coeficientes” (votos debidamente emitidos
que se contabilizan pero que se quedan sin representación) que impone la Ley D ´hondt haya sido
mínima. Así pues, para ver
si realmente el bipartidismo ha terminado habrá que esperar a la celebración de
las Elecciones Generales del próximo año.
No obstante, el resultado de los pasados
comicios europeos sí que supone un fuerte y contundente varapalo tanto para el
Partido Popular como para el Partido Socialista Obrero Español, aunque muy
probablemente este último haya sido el peor parado de los dos.
El
Partido Socialista Obrero Español ha perdido más de dos millones y medio de
votos en comparación con las anteriores elecciones europeas del año 2009, los
cuales prácticamente coinciden exactamente con el incremento de votos que ha
tenido Izquierda Plural, que ha visto aumentar sus votos en novecientos mil y
la irrupción del nuevo partido PODEMOS que ha contado con algo más de un millón
doscientos mil votos.
A pesar de hablar de victoria esta vez no hubo celebración en Génova |
La
abstención ha castigado por igual a Partido Popular y al Partido Socialista
siendo de indicar que el desplazamiento de los votantes descontentos con los
populares se ha ido a partidos más bien centristas y de ideología difusa
mientras que los descontentos con el Partido Socialista se han refugiado en
formaciones clara y rotundamente de izquierdas.
Por
otra parte la participación también tiene sus lecturas. Si bien es cierto que
el incremento general de la participación ha sido poco relevante, no lo es
menos que ha habido un notable aumento de participación en aquellas comunidades
con amplia implantación nacionalista como Cataluña, País Vasco y Navarra,
demostrando que el nacionalismo ilusiona tanto o más que las demandas de
justicia social. En este sentido es de indicar el triunfo electoral de ERC en
Cataluña donde aparece como la fuerza más votada por delante de CiU y la fuerte
aparición de la Coalición
“Los Pueblos Deciden” auspiciada por Bildu que obtiene un global de más de
trescientos veinte mil votos en todo el estado.
Con
el panorama político que arrojan los resultados de las elecciones europeas del
pasado Domingo se puede concluir lo siguiente:
1º. El Partido
Popular aguanta el tirón y obtiene una amarga victoria que consiste en consolarse
sabiendo que ha sido el partido más votado y que tal como están las cosas en el
principal partido de la oposición éste no puede suponerle ningún problema
inmediato. Todo esto mientras que pone su esperanza en una mejora en la
situación económica general que le permita presentarse a las próximas
elecciones generales como el gran gestor que ha sacado al país de la crisis.
Mas que el triunfo de IU y PODEMOS es el abrazo de Pasqual Maragall a Junqueras lo que rmás representa la descomposición del PSOE |
2º. El Partido
Socialista abandona definitivamente la situación de crisis que padece desde el
año 2010 para entrar en una fase de caída libre, donde no solo ha perdido votos
sino también dirigentes históricos que han pasado a dar su apoyo a otras
formaciones políticas. Esta situación aleja la posibilidad de que el PSOE se
convierta en solitario en alternativa al Partido Popular y le fuerza a un
cambio de dirigentes que favorezcan un radical giro a la izquierda que le
permita entenderse en una especie de coalición “frente populista” con las
emergentes fuerzas de izquierda.
4º. En relación
con el punto anterior, el reforzamiento electoral de Izquierda Unida-Izquierda
Plural y la fuerte aparición de PODEMOS llevaran inevitablemente a marcar la
política en el seno del PSOE y la dispersión del voto de izquierdas que se ha
producido y que se seguirá produciendo se traducirá en la aparición de varias
formaciones en el Congreso de Diputados que, por sí solas, no podrán contrarrestar
al Partido Popular conllevando, en puridad lógica, la radicalización del PSOE y
la formación de una “gran coalición de izquierdas” equiparable a los Frentes
Populares del periodo de entreguerras.
5º. El más que
posible giro radical a la izquierda del PSOE, llevará a UPyD y a Ciudadanos en
el futuro, o bien a languidecer o a terminar apoyando, aunque solo sea puntualmente,
al Partido Popular. En este sentido es de indicar que tanto Ciudadanos como
UPyD son fundamentalmente fruto de la política territorial y antiterrorista
desarrollada por el PSOE de José Luis Rodríguez Zapatero por lo que no es
presumible que comulguen con nuevos “giros a la izquierda” del PSOE.
6º. El
incremento de los apoyos electorales a las formaciones políticas que, clara y
rotundamente, apuestan por la secesión de determinados territorios y que, más
aún que el aumento de votos de las formaciones de izquierdas, auguran la
próxima defunción del régimen político del 6 de Diciembre de 1978 y
posiblemente del propio estado español tal y como lo conocemos actualmente;
tenderán a radicalizar todavía más sus demandas y exigencias mostrando claramente,
en el mejor de los casos, la insalvable fractura social existente en el país.
En definitiva,
ha surgido un nuevo panorama político en España que expresa los deseos de
cambios radicales por parte de una sociedad que ya no se conforma con las tímidas
reformas políticas ni sociales que se les puedan otorgar, lo que hace más que previsible
a medio plazo una radicalización de la vida política española con todas las
consecuencias que ello pueda llegar a generar.