Tras
cinco meses escabulléndose de la Administración de Justicia, el domingo pasado,
25 de marzo de 2018, la policía alemana detuvo a Carles Puigdemont tras
internarse en territorio alemán procedente de Dinamarca con la intención de
regresar a su refugio belga. Con esta detención terminan las
"aventuras" de quién, al parecer, alguien ha calificado de "el
puto amo" y culmina una operación policial y de inteligencia que pone de
manifiesto el magnífico trabajo de las fuerzas de seguridad del estado español
que empezó con la no celebración del referéndum del 1 de Octubre de 2017 en
Cataluña tras la captura de millones de papeletas y continuó con unas relajantes
vacaciones del señor Puigdemont en Bélgica.
Se quiera reconocer o no, lo cierto
es que la situación política española lleva décadas degradándose siendo la
actual crisis abierta entre Cataluña y el resto de las Españas la última manifestación
de tal degradación que, lejos de irse solucionando, se va agravando con
declaraciones y actuaciones, incoherente, desafortunadas y claramente estúpidas
de unos y otros.
Los hechos están demostrando que la
tensión abierta beneficia a los distintos miembros de la casta política
nacional y periférica. Españolismo y separatismo, separatismo y españolismo son
dos tendencias políticas que imprescindiblemente se necesitan y se
retroalimentan porque, no nos dejemos engañar, el anti separatismo es la única
justificación del discurso político de unos mientras que otros, con una
Cataluña independiente, se quedarían sin discurso alguno.
Como niños irresponsables juegan los
políticos con los sentimientos y los intereses de los pueblos a los que deberían
servir lealmente y a los que, simplemente, han convertido en unos medios para
saciar sus sucias finalidades. Pero no divinicemos tampoco a los pueblos porque
los distintos pueblos que conforman las Españas ya son mayorcitos para dejarse
engañar de forma constante.
El señor Rufián apela a la inconstitucionalidad
de la aplicación del artículo 155 de la Constitución Española y de la detención
de Puigdemont, pero, ¿Es consciente este señor de lo brillante de su
razonamiento?. Si la finalidad del señor Rufián y de su partido es crear un
estado independiente, evidentemente pretende crear una legalidad totalmente
ajena a la Constitución de 1978 por lo que, por pura coherencia política y
salud mental, uno no puede ampararse en una legalidad que pretende romper o que
considera injusta o periclitada porque recurrir a dicha legalidad es
reconocerla como la única válida y aplicable.
La señora Rahola, entusiasmada con
los periplos de Puigdemont por Europa, estalla de júbilo, pero en vez de emular
a Homero y cantar la Odisea de este nuevo Semi-Dios en su largo y tortuoso camino
de regreso a su Ítaca catalana, le
define como "el puto amo" por escabullirse de la Euroorden reactivada
por el estado español sin ser consciente ni haber analizado siquiera que tan
barriobajera expresión resulta más apropiada para referirse a cualquier jefe
gansteril inspirador de alguna película
de Scorsese que para aludir a un supuesto líder político perseguido.
Y
desde el otro lado del conflicto, ¿Qué decir de sus demostradas genialidades?.
Han aplicado el artículo 155 de la Constitución Española, han convocado nuevas
elecciones autonómicas en Cataluña con el resultado por todos conocidos y,
finalmente, han detenido a Puigdemont. Todo
ha sido un rotundo éxito sin sombra de duda que demuestra que todas las
instituciones funcionan y que las fuerzas de seguridad y de orden público son
de una eficiencia inapelable. En fin, que están encantados de haberse conocido
yendo de victoria en victoria hasta que el pueblo español se encuentre con la
sorpresa de la derrota final.
En definitiva, unos y otros juegan y
juegan y cuando el juego termine solo quedará un solo pueblo perdedor. Unos
tienen su imaginaria república independiente de Cataluña (denominación que
recuerda el reclamo de un conocido imperio mobiliario donde impera la emperatriz
"llave Allen") y otros tienen su no menos imaginaria España unida,
constitucional y poderosa. No obstante, la realidad es muy diferente a la que
nos pretenden transmitir los otros y los unos.
Los políticos, todos ellos sin
excepción, han abierto irresponsablemente importantes brechas en la sociedad
española, entre catalanes y entre catalanes y el resto de los españoles;
brechas que un político inteligente, un verdadero Hombre de Estado, intentaría
por todos los medios ir cerrando de la misma forma en que se cierran las
heridas abiertas: con seguridad, lentamente y de adentro a afuera. Pero no, lejos
de eso, desean mantenerla abierta porque esta herida abierta y supurante se ha
convertido en una fuente inagotable de discursos y de recursos para los
politicastros sin escrúpulos que ahogan al pueblo y al país.
Unos y otros pretenden vender al
pueblo sus fracasos y estupideces como acciones exitosas nacidas en sus
inteligentes mentes, pero en realidad nada bueno ni inteligente puede surgir de
sus cabezas locas que solo funcionan medianamente bien para idear medios que
les permitan llenarse los bolsillos con los impuestos y sufrimientos del
pueblo.
Unos y otros han reducido al pueblo
catalán y al resto de los españoles a la mendicidad. Guste o no guste, unos y
otros mendigan y en la obtención de la limosna cifran su éxito. Unos mendigan
independencia y otros mendigan unidad y ¿Qué es lo que vale una unidad o una
independencia obtenida como limosna?. Pues, NADA. Mantener la unidad como pretenden los llamados
"constitucionalistas", apelando a una legalidad mudable y, sobretodo,
a la colaboración europea e internacional es entregar esa unidad a los
intereses que en cada momento puedan tener determinadas potencias extranjeras y
conseguir una independencia a la sombra de ciertos apoyos internacionales,
siempre caprichosos, no es sinónimo del
nacimiento de un estado soberano sino la extracción con fórceps de un aborto
que mantendrá sus constantes vitales solo en tanto en cuanto se lo permitan.
Las Españas y los españoles tenemos
un problema grave y entre nosotros hemos de buscar la forma de solucionarlo. Si
no encontramos nosotros esa forma, otros no nos la van a proporcionar o, al
menos, no de forma generosa. El domingo pasado han detenido a Puigdemont y
España continúa unida ¿Cuánto durará está situación de unidad más aparente que
real? ¿Cuánto ha costado y de qué manera tendrán que pagar los españoles que
esta Europa de mercaderes haya apoyado al gobierno del Partido Popular ante
este problema interno? ¿Cuánto hubiera costado y de qué manera hubieran tenido
que pagar los catalanes ese buscado apoyo de esa misma Europa de los mercaderes
a su independencia?.
Evidentemente, ni a unos ni a otros
les importa tal precio porque, sea el que sea, quién lo va a pagar en cualquier
caso, y muy caro, será el pueblo español en su conjunto o en su fraccionamiento.