Hace poco más de un siglo, en 1903, apareció por primera vez un librito de escasa resonancia entonces que bajo el título de “Los protocolos de los Sabios de Sión” describía, en 24 protocolos, las directrices de una pretendida conspiración judía para el completo dominio del mundo y que sirvió para difundir el antisemitismo y justificar el gran Pogrom que tuvo lugar ese año en Rusia contra la comunidad judía y que a punto estuvo de servir de motivo para una guerra entre Estados Unidos y Rusia.
“Los protocolos de los Sabios de Sión” fueron difundidos en Rusia por Sergei Nilus, ideólogo de la “Unión del Pueblo Ruso” organización protofascista y conocida popularmente con el nombre de “La Centuria Negra”, quién afirmó haberlos traducido de las actas originales del Primer Congreso Sionista de Basilea celebrado del 20 al 31 de Agosto de 1897 bajo la presidencia de Theodor Herzl. No obstante, las contradicciones existentes en el texto, donde el mismo presunto autor, un anciano judío, se culpa a sí mismo de los males del mundo y la ausencia total de raíces lingüísticas y culturales judías unido a la investigación que sobre “Los protocolos” desarrollo Philip Graves y que fue publicada en el diario “The Times” los días 16, 17 y 18 de Agosto de 1921 hacen pensar que el texto es una falsificación realizada, ante la grave situación interna del Imperio Ruso, por la “Okrana”, policía política rusa famosa por sus chapuceras y corruptas operaciones de intoxicación y provocación.
Philip Graves en su mencionada investigación publicada con el título “Los orígenes de los Protocolos de los Sabios de Sión”, revela que “Los protocolos” son realmente un plagio del panfleto anti-napoleónico escrito en 1865 por Maurice Joly y titulado “Diálogo en el infierno entre Maquiavelo y Montesquieu” plagio a su vez de la novela de Eugenio Sue “Los Misterios del Pueblo” en la que se narra una conspiración secreta para el dominio del mundo dirigida, en este caso, por los Jesuitas. Graves llega a poner en manifiesto que más de 160 pasajes de “Los protocolos”, correspondientes al cincuenta por ciento del total de los mismos han sido textualmente copiados de la obra de Joly a los que se les ha añadido otros pasajes igualmente plagiados del capítulo “El Cementerio Judío de Praga y el Consejo de los Representantes de las Doce Tribus de Israel”, contenido en la novela “Biarritz” escrita por Goedzche en 1868 y que también se inspira en la precitada obra de Eugenio Sue.
No obstante de ser una obra muy controvertida cuya falsedad ha sido sobrada y reiteradamente probada, “Los Protocolos de los Sabios de Sión” constituyen la obra cumbre de la literatura antisemita y su difusión no deja de ser constante desde el final de la Primera Guerra Mundial llegando a alcanzar tan solo hasta 1930 cuarenta y tres ediciones en más de veinte lenguas integradas por millones de ejemplares vendidos. Los argumentos de los todavía defensores de la autenticidad del texto y de su autoría judía suelen reducirse a dos:
1º. La negativa rotunda del estado de Israel de hacer públicas las actas del Congreso Sionista de Basilea de 1897, ya que si “los protocolos” no son las actas de dicho congreso, que mejor forma de probarlo que haciéndolas públicas. No obstante la publicidad de las actas del Congreso de Basilea por parte del estado de Israel no serviría para desvirtuar la supuesta autenticidad de “los protocolos” porque sus defensores la continuarían sosteniendo afirmando la falsedad de las actas presentadas por Israel.
2º. La creencia de que los planes referidos en “los protocolos” se vienen cumpliendo progresivamente desde la Revolución Rusa. La confirmación de esta creencia no probaría ni la autenticidad de la obra ni su autoría pues la materialización de los protocolos no sería garantía de que el autor o autores fueran judíos ni siquiera garantizaría que el documento fuera redactado conscientemente como un plan conspirativo a seguir.
La curiosidad fundamental que pesa sobre “Los Protocolos de los Sabios de Sión” es que por su contenido y por los temas en ellos tratados se puede deducir lógicamente que su autor o autores son sobresalientes dominadores de la psicología y sociología de las masas y conocedores de lo que hay que hacer para lograr que las sociedades degeneren y caigan en una esclavitud voluntaria e imperceptible, lo cual no quiere decir gran cosa sobre su concreto autor o autores porque desde principios del Siglo XIX se han publicado numerosos estudios históricos acerca de la caída de las grandes civilizaciones donde se indican las características comunes que presentan todos los procesos de decadencia, los cuales pueden ser fomentados y acelerados al igual que evitados o ralentizados. Así pues, es plausible creer que “Los Protocolos de los Sabios de Sión”, originariamente elaborados como una obra de ficción para justificar ante el mundo determinados acontecimientos que ocurrían en el interior del Imperio Ruso, hayan sido tomados como modelo a seguir por algún reducido grupo de personas poderosas (no necesariamente judías ni con una concreta creencia religiosa) que los estén poniendo en práctica. En este sentido es de indicar, curiosamente, que un pequeño ensayo de lo contenido en “Los protocolos”, concretamente lo recogido en los protocolos números 9, 13 y 16 relativos a la corrupción de los individuos, al fomento de las diversiones y la educación superficial; fue puesto en práctica durante la ocupación nazi de Polonia por el Gobernador General, Hans Frank, al repartir dinero entre los jóvenes polacos por no ir a la escuela, al favorecer el consumo generalizado de alcohol entre la población así como al propiciar el aborto libre entre las mujeres, todo ello con la intención de degenerar por completo a la población polaca haciendo más fácil el dominio sobre la misma. .
Por todo lo anteriormente expuesto, podemos concluir que “Los protocolos de los Sabios de Sión”, es una obra falsamente atribuida a los judíos, plagio de obras anteriores, alguna de ellas muy conocidas, elaborada en principio con el mero objeto de fomentar y difundir el odio al judío justificando su represión, pero al mismo tiempo es también una obra que, incidiendo en la máxima de que “a los hombres se les gobierna mejor por sus vicios que por sus virtudes”, permite presumir que su autor es un gran conocedor de las debilidades humanas y que es posible que sirva involuntariamente de modelo o inspiración a cualquier grupo fáctico y poco numeroso que desee instaurar un gobierno mundial para su propio beneficio.