Dentro de la política de “austeridad”
emprendida por el gobierno del Partido Popular, que curiosamente prevé recortes
para todos menos para los miembros y grupos relacionados con la casta mal
dirigente del país, la semana pasada se aprobó imponer el pago del diez por
ciento a cincuenta medicamentos dispensados exclusivamente en las farmacias de
los hospitales y destinados a combatir enfermedades graves así como imponer
también el pago al paciente de otros servicios sanitarios imprescindibles como
ambulancias, prótesis, sillas de ruedas, etc.….
Los más afectados por estas medidas,
evidentemente, serán los enfermos crónicos, los que padecen enfermedades graves
y los pacientes integrantes de la Tercera Edad. Teniendo en cuenta que la
mayoría de los pacientes que requieren este tipo de medicación y de servicios
sanitarios no pertenecen ya a la población activa y son beneficiarios de algún
tipo de pensión de invalidez o de jubilación y que las cuantías de estas
pensiones no son muy grandes no se puede deducir nada más que estas medidas,
unidas a otras adoptadas el año pasado, van dirigidas directamente contra un
colectivo social muy concreto y que, casualmente o no, coincide con un
colectivo que es económicamente deficitario para las arcas del estado al
requerir la máxima protección social y sanitaria.
Aunque este nuevo pago ordenado por
el gobierno tiene un tope máximo en virtud del cual el paciente no tendrá que abonar
más de cinco euros al mes hay que tener presente que cinco euros de aquí otros
ocho de allí y veinte del otro lado suman una cantidad suficiente para disminuir
la capacidad de supervivencia de una modesta economía doméstica como es la de
los pensionistas poniendo en un riesgo cierto su salud y empujándoles hacia la
extinción por consunción. Por otra parte, tal limitación es una completa
ficción y este nuevo copago equivale a la implantación de un precio o tasa
lineal para cada uno de los pacientes de unos cinco euros mensuales porque
casualmente los medicamentos dispensados en las farmacias de los hospitales,
además de tener que estar sometidos a un férreo control por ser extremadamente
perjudiciales en caso de utilización indebida, no son nada baratos y suelen
superar todos el precio de los cien euros.
En los inicios del gobierno del
señor (por llamarle de alguna forma) Rajoy, cuando se adoptaron los primeros
recortes, mientras los portavoces del Partido Popular hablaban de “austeridad”
en algunos medios de comunicación se hablaba de una política de “austericidio”,
pero en realidad el gobierno nunca ha tratado de llevar a cabo una política
austera porque la austeridad consiste en eliminar lo superfluo y tal vez, solo
tal vez, disminuir en lo necesario, pero jamás, en ningún caso, reducir lo
imprescindible y hoy en día el gobierno sigue gastando o permitiendo que se
gasten miles de millones en lujos superfluos como el despliegue de tropas a
miles de kilómetros de distancia, charadas como las olimpiadas o subvenciones a
partidos políticos, sindicatos y organizaciones empresariales.
Por otra parte tampoco se puede
hablar de “austericidio” porque las personas que acuñaron este término lo
razonaban diciendo que el presunto ahorro que se iba a generar con las llamadas
medidas de austeridad emprendidas por el gobierno iban a tener como
consecuencia final un gasto público mayor al disminuirse los ingresos y
desplazarse el gasto a otras partidas como el paro. Es decir, el término
“austericidio” implica la realización de una acción inconscientemente errónea
que lleva al resultado contrario al que se pretende conseguir. En cambio, resulta
muy difícil (por no decir imposible) de creer que el actual gobierno no sea consciente
de que las medidas de recortes, privatizaciones y copagos adoptadas en un
servicio público tan imprescindible como es la sanidad no va a perjudicar
seriamente a la salud de decenas de miles de personas que padecen enfermedades
graves sometiéndoles a condiciones de existencia que pueden acarrear su
extinción física.
Los perjudicados por las nuevas medidas
adoptadas por el gobierno popular en el ámbito sanitario constituyen un grupo
social homogéneo claramente identificado entre la población y que esta
constituido por los enfermos graves y los ancianos con rentas bajas; es decir
los enfermos graves y ancianos con rentas altas quedan excluidos de los
perjuicios que ocasionan estas medidas porque los gastos que la imposición del nuevo
copago les van a provocar solo supondrán un ínfimo porcentaje mensual de su
renta. Así pues, si el grupo esta claramente identificado (enfermos y ancianos
de rentas bajas) ¿No estamos claramente ante una medida que se toma de manera
voluntaria y consciente contra un grupo social concreto?. Considerando que este
colectivo social es un grupo que genera demasiados gastos al estado en concepto
de sanidad y pensiones ¿No es posible que exista un deliberado interés en
acortar su vida a fin de conseguir un ahorro en tales conceptos?.
La historia nos demuestra que en un
pasado no demasiado lejano hubo estados, y no solo los estados totalitarios de
entreguerras, que pusieron en marcha campañas eugenésicas con la finalidad de
generar un ahorro en sus gastos asistenciales esterilizando a deficientes
mentales, alcohólicos y marginados sociales muchos de los cuales no padecían
ninguna patología o adicción sino que de lo único que sufrían era de una
pobreza extrema. Por otra parte, también nos demuestra la historia que hubo
estados que pusieron en marcha campañas de eutanasia forzada con la misma
finalidad. Y aquí surge la cuestión, poner dificultades, por mínimas que estas
sean, o limitar, por razones económicas, el acceso a tratamientos médicos
posibles contra enfermedades existentes ¿No equivale a una eutanasia pasiva
pero sobre todo inducida?.
Atendiendo a lo expuesto a lo largo
de este artículo, solo cabe concluir que la política neoliberal emprendida por
el gobierno del Partido Popular con la complicidad tácita o el apoyo expreso de
otros grupos políticos con representación en el Congreso de los Diputados no
tiene ningún soporte moral ni científico sobrepasando largamente el concepto de
“austericidio” para acercarse, con paso firme y pausado, a las fronteras del
“genocidio” las cuales traspasará en el mismo instante en que fallezca el
primer paciente que, por no poder hacer frente al nuevo copago farmacéutico, se
vea privado de la medicación que le sea imprescindible.
NOTA.- La primera imagen que ilustra este artículo es un cartel a favor de la eutanasia de la época del III Reich cuya leyenda reza así: "Este enfermo hereditario cuesta 60.000 Marcos".