Aunque
normalmente suele ocurrir en el mes de octubre de cada año, también fuera de
ese mes surge, de vez en cuando, la polémica sobre el Descubrimiento de América
que ya va alcanzando tintes difícilmente definibles por confundirse en una mezcolanza
de idiocia, sinvergonzonería y cansina monserga.
Esta vez ha sido en el primaveral mes
de marzo y de la mano del Presidente de los Estados Unidos de México, Andrés
Manuel López Obrador, quien ha sacado a relucir el tema de la Conquista del
Nuevo Mundo pidiendo a Su Excelencia el Jefe del Estado Español que "pida
perdón" por tal acontecimiento, petición que si bien ha sido rechazada con
la boca pequeña por el actual Presidente del Gobierno en funciones, Pedro
Sánchez, no ha dejado de ser aplaudida por algunos corifeos y adlátares que
campean por la política española y que, deseando ocupar el Palacio de la
Moncloa por no poder hacerse con el Palacio de Oriente, se han tenido que conformar con un
chalet a las afueras.
No vamos a entrar en la eterna
discusión de si los españoles que fueron a las Indias masacraron o no a la
población indígena, baste decir que si tal cosa hicieron no fue bajo el amparo
oficial de la Monarquía Hispánica que reconoció de forma casi inmediata al
descubrimiento del Nuevo Mundo los derechos de la población autóctona. Lo que
si diremos, porque es digno de reseñar y poco conocido, es que las provincias
tanto españolas como portuguesas en América estaban integradas por territorios
en un gran porcentaje, incluso mayoritario, de posesión puramente nominal en el
que no había una posesión real porque no se llegó a colonizar como por ejemplo
la Patagonia, hoy repartida entre Chile y Argentina, o el centro de Brasil.
Curiosamente, en la época de la Conquista de América, la Patagonia debía ser un territorio totalmente
despoblado y desierto si nos atenemos a la nula existencia de población
indígena que hay actualmente en la misma no habiendo empezado a ser poblada por
Argentina y Chile hasta mediados del siglo XIX, es decir unos veinte o treinta
años después de la retirada española.
Pero no caigamos en digresiones y
volvamos al tema que nos ocupa, al tema de las palabras del eminente señor
Presidente de México, López Obrador, que por venir de quien viene y de dónde
vienen merecen una especial glosa.
Muchos territorios españoles en América solo se poseían de iure y no de facto |
Los
mexicanos, al igual que todos los hispanoamericanos, conservan buena parte de
la herencia española de la que jamás se han desprendido y de la que buena y
justamente se deberían desprender pues en nada les beneficia y en todo les
perjudica. Tal herencia es la de ser un gran pueblo dirigido y gobernado desde
siempre por una gavilla de sinvergüenzas e imbéciles que en cada momento
histórico han considerado a México su finca particular y a los mexicanos unos
criados a los que poder maltratar. Es precisamente a esa gavilla de machotes
supremos y sublimes, verdaderos gallos de corral de muy bellas plumas pero sin
nada de substancia, a los que México debe el haber perdido casi la mitad de su
territorio en los primeros veinte años de independencia. Es justamente a esa
gavilla de corruptos e inútiles con pretensiones a los que México debe
innumerables guerras civiles, dictaduras, tiranías, corrupción generalizada,
focos de pobreza extrema y, actualmente, una situación de inseguridad ciudadana
que hace que el turismo, una de sus principales fuentes de riqueza junto con el
petróleo, se refugie en complejos fortificados en los que todo está incluido
menos la posibilidad de salir de los mismos para conocer la realidad del país.
Señor López Obrador, sea usted un
poco más inteligente y cállese. Usted exige "pedir perdón", pero
realmente usted debería dar las gracias y sentirse agradecido. Si Cristóbal Colón
no hubiera salido de su casita o se hubiera hundido en medio del Atlántico con
sus tres barquitos usted no existiría, o tal vez se apellidaría Tacher o Trump,
pero en cualquier caso no diría las tonterías que dice, y en el idioma en que
las dice, con lo que ya tiene usted que agradecer a Cristóbal Colon y a Hernán
Cortés el tener algo que decir, porque claro...
exigir la eliminación del muro que tienen ustedes en el Norte del país,
o pedir que su vecino del Norte no trate a México como el terreno adyacente a
una plantación sureña, o reclamar los daños causados por el bombardeo de
Veracruz o por la "Expedición Punitiva" del general Pershing o por el
maltrato que hasta hace pocas décadas se daba en su propia tierra a los texanos
de origen mexicano, de eso...., de eso usted nada dice porque para eso no tiene
usted lengua o le faltan otros atributos.
Usted, señor López Obrador, exige
que se "pida perdón" pero quien en todo caso debería pedir perdón es
usted, señor mío. Sus apellidos le delatan porque indican que usted es
descendiente de españoles y además de esa parte pequeña de españoles que en
algún momento del pasado marcharon a México, ya fuera con Cortés o, mucho más
tarde, con la inmigración y a los que ustedes, la rehala de politicastros
mexicanos, achacaban todos los males si
lograban hacer fortuna y sobresalir en el comercio o en la industria. Sus
ascendientes, señor mío, son españoles que, en algún momento, se fueron a México
pero la mayoría, la inmensa mayoría, de los españoles nos quedamos aquí y no
fuimos allí para nada.
Señor López Obrador, demuestre usted
cordura, esa cordura que se demuestra por la ausencia total de incoherencias, y
pida usted perdón en su calidad de Presidente de la República Mexicana por la
represión ejercida sobre la población que apoyó la insurrección Cristera de los
años veinte y treinta del siglo pasado y que, por cierto, mayoritariamente era
población indígena, pida usted perdón en su calidad de Presidente de la
República por la matanza de estudiantes
que tuvo lugar en 1968 en la Plaza de las Tres Culturas de Ciudad de México y
pida usted perdón por la represión y las ejecuciones sumarias acaecidas contra
los zapatistas en el Estado de Chiapas a mediados de los años noventa del
pasado siglo y que, nueva y curiosamente, en su mayoría era población indígena.