Con el acto de inauguración culminaron diez años de trabajo cuyo resultado es la muestra de 412 piezas de alto valor histórico que, cedidas principalmente por el Partido Carlista para su exhibición permanente, constituyen el fondo del museo que abarca la historia de este gran movimiento político y popular desde su nacimiento en 1833 hasta 1939.
El Museo del Carlismo, que se une a la red de museos de Navarra y que es el segundo existente en Lizarra-Estella tras el dedicado al pintor Gustavo de Maeztu, está instalado en un antiguo palacio construido por Juan de Echavárri y Larrain en la actual calle de La Rúa y que ha sido cedido por el Gobierno Foral de Navarra para tal fin distinguiéndose en la disposición del mismo tres partes claramente diferenciadas: la dedicada a la exposición permanente en la primera planta, la dedicada a exposiciones temporales en la planta baja y una sala multidisciplinar en la que se puede encontrar todo lo referente a la historia del edificio ubicada en el sótano.
Es de desear que el museo tenga un enorme éxito en el número de visitantes y que sirva para un mayor conocimiento del movimiento carlista, tan presente en la historia política española de los dos últimos siglos como actualmente desconocido por la mayor parte de la sociedad, así como que el mismo se vaya ampliando pues, como señaló Su Majestad en el acto de inauguración, en el museo “falta algo”. Y es qué, efectivamente, falta mucho. En primer lugar, falta toda referencia al Carlismo como movimiento político notándose una primacía de la historia bélica del Partido Carlista sobre la historia política e ideológica del mismo, lo que unido a que el museo se detiene, no se sabe por qué motivo, en el año 1939 falta toda referencia histórica a la dura época de la oposición Carlista al régimen franquista y a las persecuciones sufridas por los carlistas a causa de su lucha por la libertad y el federalismo y que culminaría con la participación del Partido Carlista en todos los movimientos unitarios a favor de la democracia. Asimismo, y en segundo lugar, se echa en falta que en el amplio edificio no haya un espacio dedicado a biblioteca especializada y a archivo documental, que hiciera del museo, además de una exhibición de objetos, un centro de documentación sobre el Carlismo a modo del que tiene el Partido Comunista de España o la Fundación Pablo Iglesias cuando a mayor redundancia se cedieron para el proyecto museístico tanto por parte del Partido Carlista como por personas particulares numerosa documentación original que abarca desde 1833 hasta la actualidad.
Como hemos dicho, deseamos larga vida al Museo del Carlismo de Estella-Lizarra así como el mayor de los éxitos haciendo votos por ello, pero atendiendo a las numerosas traiciones, defecciones y engaños que han sufrido los carlistas a lo largo de su historia no podemos dejar de tener presente aquel museo que también existió en Estella-Lizarra y que por no poder llamarse carlista (el franquismo no lo permitía) se denominó “Museo de Recuerdos Históricos de Navarra”, esperando que el actual “Museo del Carlismo” no acabe como aquel con la pérdida de alguna pieza irreemplazable.