El día 1 de diciembre del pasado año, En la Capilla
del Santo Cáliz, de la Catedral de Valencia, Don Carlos Javier de Borbón
(Pretendiente carlista al trono de las Españas) en un acto Ecuménico, juró los
Fueros del Reino de Valencia, a pesar de la prohibición expresa de Monseñor
Cañizares de que lo hiciese en un edificio religioso.
En el
mes de marzo del 2012, Juró los Fueros del Reino de Navarra, en el Monasterio
de Irache, al pie de Montejurra, monte simbólico para el carlismo.
Estos
actos que tienen una gran trascendencia simbólica, pues reafirman el concepto
de plurinacional que el carlismo ha tenido siempre del País, y que ha sido una
constante en los 187 años de su existencia expresado en su viejo lema ; FUEROS-PATRIA,
que en tiempos recientes ha recibido también el apelativo de Federalismo.
Los
actos a los que me he referido anteriormente, no han tenido eco en la prensa
nacional, si merecieron ser noticia en algunos medios de Comunicación locales,
( a lo que los carlistas estamos acostumbrados, que nos ignoren ). Estas
escasas y localistas noticias, si han tenido seguimiento por parte de algunos
lectores, que han comenzado a interesarse por el carlismo, y a descubrir su
ideología, tanto sobre el modelo del Estado, como su política social. Se
preguntan algunos desde cuando el carlismo es Socialista y Autogestionario. A
estos quiero con estas someras líneas, informar sobre lo que representan los
términos SOCIALISMO-AUTOGESTION dentro de la historia del Partido político más
viejo del Estado, que aparece como católico y monárquico para los ojos de
muchos, pero que sin embargo su base política siempre ha sido la misma :
Confederal o Federal y Social.
Esencialmente
el Carlismo, antes de que existiesen los partidos denominados socialistas, ya
tenía una ideología socialista de base cristiana y de base económico-social.
De
base cristiana, debido a la influencia religiosa que siempre ha existido en el
carlismo, que ha sido un partido confesional, hasta que dejó de serlo siguiendo
las directrices del Concilio Vaticano II, y fundamentada por el Evangelio
cuando Jesucristo dejó el Mandamiento de amar al prójimo como a sí mismo, lo
que llevó siempre al carlismo a proponer soluciones sociales basadas en la
solidaridad y la igualdad de los hombres.
De
base económico-social, desde el inicio de la primera guerra carlista en 1833.
Hasta
finales del Siglo XVIII, la propiedad de las tierras de cultivo, pastos, aguas,
bosques y Minas, era esencialmente de la Iglesia y Ordenes Monásticas,
Municipios y entidades públicas. Principalmente los bienes de la Iglesia y de
las Órdenes Religiosas, estaban sometidas a una serie de contratos con las
personas que las trabajaban, bien como Arrendamientos que se trasmitían de
padres a hijos, censos , cánones etc. Lo que permitía que las familias
campesinas, mayoría en el país, llevasen una vida digna, abonando pequeñas
cantidades, que por otra parte se revertían en ellas, por la acción educadora y
previsora de la propiedad, que corría con los ingresos que recibía, en
proporcionar enseñanza, con hospitales y asilos. En palabras de un Catedrático
de Historia de la Universidad de Pau ( Francia ), cuyo nombre no me acuerdo, y
al que le oí en unas conferencias celebradas en Tolosa en los años ochenta, “ La
Iglesia era la Seguridad Social” del Pueblo. Los bienes Municipales, conocidos
como Comunes, beneficiaban por igual a todos los habitantes de la población,
bien por el aprovechamiento de los bosque, pastos, o de las minas, que no
podían tener propietarios particulares, sino la Comunidad.
A
finales del Siglo XVIII, al endeudarse el Estado por la guerra de la
Convención, se produjo una pequeña desamortización de bienes de manos muertas,
seguida por otra posterior ya en la segunda década del siglo XIX, lo que causó
alarma en el Pueblo.
Fue con el comienzo del reinado de Isabel II, cuando
se llevó a cabo la gran desamortización, la llamada de Mendizábal, que privaba
a la mayoría de la población campesina ( mayoritaria en el País ) de las formas
de ocupación de las tierras tradicionales, que le proporcionaban una vida
digna, siendo malvendidas las propiedades desamortizadas a un burguesía y
alguna nobleza afectas a la corona, que dieron lugar a los grandes latifundios
con arrendamientos a corto plazo, con cláusulas leoninas, y crearon un
proletariado agrario, que viviendo en la miseria y en la precariedad, ha
perdurado hasta hace unos años, y aún perdura en algunos lugares. Fue el
enriquecimiento más antisocial que ha conocido la Historia del Estado, ejemplo
claro del más virulento liberalismo económico instaurado.
Ello
hizo, que el carlismo, que al mantener un pleito dinástico, mantenía su idea de
la organización del Estado, y del tejido Social existente, basado en normas de
propiedad social y comunitaria. Ello hizo que el ejército carlista se nutriese
de voluntarios, a pesar de algunas levas que hicieron las Diputaciones Vascas
en ejercicio de su potestad soberana de defender sus Fueros, mientras en
Ejercito del Gobierno se nutría de las quintas forzosas. El desarrollo de la
primera guerra carlista hubiera sido otro, si el Gobierno no hubiese contado
con la ayuda de Países como Gran Bretaña, Francia y Portugal, que para defender
los intereses económicos de sus súbditos que habían adquirido bienes
desamortizados ( principalmente minas ), que enviaron tropas en su auxilio.
El
sentimiento de propiedad común era tan fuerte, que en la segunda guerra
carlista desarrollada entre Cataluña y el Levante, que los carlistas lo primero
que hacían cuando tomaban una población, era destruir los títulos de propiedad
de los bienes comunes desamortizados, lo que les valía en la prensa Liberal el
apelativo de “comunistas”.
Pretendientes
como Carlos VII y su hijo Don Jaime, dejaron claro cual era el ideario
carlista, tanto en lo que concierne a la organización del Estado, cuando el
primero en 1873, deroga la Ley de Nueva Planta y repone los Fueros anteriores a
la mencionada Ley en Cataluña, y Jura en Guernica los Fueros de Vizcaya, y en
Ordicia los de Guipúzcoa. En materia social mantiene la postura de promover las
reformas necesarias para recuperar las propiedades de orden común. Esta
actitud, fue la que propició la escisión de Nocedal y los Integristas por
considerar que el Pretendiente mantiene soluciones socialistas. Su hijo Don
Jaime, en cuanto a la organización del Estado es tajante, devolver los Fueros a
las naciones que han tenido un régimen Foral, y a las que no lo han tenido,
darles Fueros. Más contundente fue en materia Social, propugnando la propiedad
Común en el trabajo, y haciendo que los carlistas promuevan las Cooperativas, y
los Sindicatos como defensa de los trabajadores ante el capitalismo salvaje
liberal. Prueba del prestigio que tenía Don Jaime en los ámbitos obreros, fue
la visita de los principales líderes sindicalistas de Cataluña, de tendencia
anarquista, para informarle que algunos Sindicatos Libres fundados por
carlistas, se habían vendido a la patronal y se habían convertido en Sindicatos
amarillos, pidiéndole los mencionados líderes que pusiese orden en estos
Sindicatos.
En
esa época fueron creadas multitud de Cooperativas por parte de carlistas.
De esta época son dos manifestaciones que hizo Vázquez
Mella. En la primera se lamenta que el carlismo no hubiera incluido el término
socialismo en su programa, y que otro partido se hubiese adelantado, creando el
término “sociedalismo” que no tuvo éxito. La segunda fue la afirmación de que
si un día desapareciese el carlismo, los carlistas se irían al Partido
Socialista o a su Casa.
Recorriendo
la Historia el carlismo, vemos que a la muerte de Don Jaime le sucede Don
Alfonso Carlos, su tío. Es una época de gran convulsión política que culminó
con la guerra civil, y que en el carlismo, sin renunciar a sus principios
sociales y forales, mantuvo una actitud más enfocada a contrarrestar los ataque
contra la Iglesia.
Terminada
la guerra civil, en la que el carlismo fue vencedor en la contienda, y el gran
perdedor político, se tuvo que enfrentar con el mayor peligro que ha tenido en
su existencia, el afán del General Franco en destruirlo. Antes el carlismo
aunque siempre había estado enfrentado al Gobierno de turno, había sido
respetado en su identidad. Ahora el General Franco, Alfonsino convencido,
preparó un plan para acabar con él. Y lo concibió utilizando a los advenedizos,
que se habían afiliado al Tradicionalismo en los años de la República, para lo
que utilizó en primer lugar la Unificación con la Falange, y en segundo lugar a
las personas que estando dentro del carlismo, no eran carlistas, y buscaban un
medio para medrar, A todo ello se unió la expulsión de Don Javier, cabeza
visible del carlismo, la presentación de otros posibles pretendientes que
gozaban de la protección del aparato franquista, para crear divisiones dentro
el carlismo, y a los ojos de los ciudadanos, la persecución de los carlistas
que no se avenían a su propósitos, con destierros, encarcelamientos y multas.
Es un periodo obscuro para el carlismo. Don Javier en Francia, como enemigo
declarado de toda forma de Gobierno basada en la ideología fascista, no dudó de
ponerse al frente de la Resistencia en el Allier ( región del centro de Francia
), colaborando activamente con el maqui comunista, y detenido por la Gestapo,
fue internado en el Campo de Dachau, hasta su liberación en Abril de 1945, por
paracaidistas norteamericanos.
Cuando
fue detenido, las autoridades alemanas preguntaron a Franco, si conocía a Don
Javier, y su contestación fue que no lo conocía, pese a que se había
entrevistado personalmente con él, en plena guerra civil. Simplemente lo mandó
a la muerte.
En
estos años, el carlismo aparecía públicamente como parte del Régimen, Franco se
ponía una boina roja con camisa azul en actos oficiales, mientras los carlistas
eran detenidos, encarcelados, multados y privados de toda oportunidad de
exponer sus ideas. Los carlistas no colaboran en la pantomima del Sindicato
vertical, son militantes de la J.O.C. o de la H.O.A.C. y la mayoría de ellos
están enfrentados a los Sindicatos del Régimen.
Hay
un cambio importante en la década de los cincuenta, aparece Don Carlos Hugo,
hijo de Don Javier, que pasa unos años en Bilbao de incognito, en casa de un
Carlista y sindicalista, y cuando se considera preparado, aparece en
Montejurra. El carlismo vuelve a recuperar su esencia tanto Federal como
Social. Don Carlos Hugo no duda en trabajar en la mina de carbón del Sotón (
Asturias ) de incognito para conocer la problemática del sector minero. Y
fomenta entre las bases carlistas el estudio de la problemática social del
País.
En los años sesenta, se produce dentro del carlismo un
fenómeno, se olvida algo lo que en muchos años se había considerado lo más
importante, la guerra civil, y se avanza en el estudio de su ideología a través
de su historia. Don Carlos Hugo contó con el apoyo del pueblo carlista, y
especialmente de la A.E.T. ( Agrupación de Estudiantes Tradicionalistas ) y del
recién creado M.O.T- ( Movimiento Obrero Tradicionalista ). De este estudio,
sin olvidar otros aspectos, se profundizó en la temática social, y se recuperó
la terminología con la que habían soñado Vázquez Mella y Don Jaime, la palabra
Socialismo, ya que todo el programa social en más de un Siglo era Socialista.
En
cuanto a la palabra Autogestión fue normal que se utilizase, ya que el
principio mantenido durante más de un siglo, es el de la subsidiaridad, y
porque no utilizar la mención correcta.
La
persecución directa de los carlistas por el franquismo, para la entronización
de don Juan Carlos, y la negativa a legalizar el Partido Carlista privaron al
mismo darse a conocer con sus ideología y programa ante la ciudadanía, unido a
las maniobras para su destrucción como los asesinatos de Montejurra 1976, con
el pretexto de lucha fratricida entre facciones carlistas de cara al público,
hicieron que ante la falta de presencia en la política del País, el carlismo
llevase una vida apagada. Solamente pensar que el carlismo, el Partido más
antiguo fuese el último legalizado en la transición, y se perdiese la
oportunidad de participar en las primeras elecciones, indica claramente, que el
carlismo ha sido y será mientras exista, el enemigo más odiado del Régimen
nacido en la transición.
Para
terminar, quiero hacer referencia a unas manifestaciones atribuidas al Profesor
Tierno Galván, cuando era Alcalde de Madrid, y que justifican por si solas, que
puede haber un socialismo de raíces cristianas. Cuando le preguntaron la razón
por la que no quitaba el crucifijo que presidía su despacho, les contestó que él
nunca quitaría la efigie de una persona que había dado su vida por la salvación
de los hombres.
Juan José Garay Jáuregui