La economía española, por pura y simple decisión política, que no de otra índole se ha construido en los últimos treinta años en base a las siguientes características:
- El estado ha utilizado el empleo público, no con criterios de racionalización, necesidad y productividad, sino como medio de regular y encubrir el paro creciente desde la crisis del petróleo de 1973 y que adquiría el carácter de estructural, ofertando durante mucho tiempo numerosas plazas de empleo público que permitían a muchos ciudadanos obtener su primer, permanente y único empleo en la administración en vez de engrosar la estadística del paro. De esta manera la administración central del estado y las administraciones periféricas presentan una administración desmedida, con numeroso y creciente personal (cuya necesidad real se debería poner en duda) que provoca un gasto público en salarios verdaderamente grande.
- Igualmente, con intención de que en las estadísticas económicas no se disparase el nivel de paro, se ha permitido por parte de los diferentes gobiernos la utilización generalizada de las “prejubilaciones” que no solo han desechado el poder productivo y económico de un gran número de personas en nuestro país, sino que además ha significado para el sistema público de pensiones la pérdida de un numerosos cotizantes que, si bien en la actualidad gozan de una pensión de prejubilación que supone el cien por cien de sus salarios, al llegar a la edad oficial de jubilación (a los 65 años) verán reducirse drásticamente estas pensiones.
- La economía española es dependiente en gran medida de la financiación exterior y de los fondos de cohesión de la Unión Europea. Esta financiación es recibida por el Estado quien la distribuye entre las administraciones periféricas, permitiendo que todas las instituciones públicas subvencionen no pocas obras públicas y, por consiguiente, puestos de trabajo.
- El estado, o en cualquier caso, las administraciones públicas en España son las que garantizan directa o indirectamente numerosos puestos de trabajo a través de subvenciones y contratos públicos para construcción de infraestructuras o para la prestación de servicios públicos.
- En la economía española la industria y el sector primario, tan importante hace tan solo cuarenta años, tienen un peso verdaderamente pequeño, dependiendo la primera de decisiones que toman a miles de Kilómetros de España los Consejos de Administración de grandes multinacionales y el segundo de directivas europeas que se toman en Bruselas y que no tienen en cuenta los intereses de los españoles. El peso realmente insignificante de la industria y del sector agropecuario ha hecho que España haya dado por completo la espalda al comercio exterior aspirando exclusivamente a satisfacer las demandas europeas para conseguir más fondos de cohesión y convencer a inversores extranjeros de que inviertan en España cuando a estos posibles inversores cada vez menos les interesa, no solo España, sino Europa misma buscando en Asia los salarios y las condiciones laborales que más les hacen crecer sus beneficios.
- Los únicos pilares económicos en los que se basa la economía española son el turismo, los servicios, la construcción y el consumo interno. Una vez que la construcción se desploma, el paro aumenta y arrastra al sector servicios y hace caer el consumo provocando el incremento de gasto público en subsidios por desempleos y la caída de ingresos de la hacienda pública. Por su parte el turismo depende en gran medida de los caprichos del momento por lo que, sin despreciarlo, no constituye una base fiable sobre la que construir una economía.
Estas son las bases o pilares sobre los que se sostiene la economía española que ahora amenaza con el colapso total. Por su parte las características reales de la crisis que padecemos son las siguientes:
- La drástica reducción de ingresos de las haciendas públicas debido al desplome de la construcción que ya no genera plusvalías, ni ingresos en concepto de IVA e Impuesto de Transmisiones Patrimoniales hace que las arcas públicas se vayan vaciando al tener que seguir haciendo frente al pago de funcionarios, pensionistas y a la creciente demanda de subsidios por desempleo. Por otra parte el estado no puede reducir el gasto público mediante la supresión drástica de las subvenciones a empresas o instituciones de derecho público porque ello supondría más cierres empresariales y más paro.
- Cualquier medida que se tome, como por ejemplo, la flexibilización del mercado laboral, el aumento de la jornada laboral o la reducción de salarios, podrá remediar el mal actual e incluso sacarnos momentáneamente de la presente situación económica, pero solo será para meternos en otra crisis futura aún más grave pues cada vez más se prevé que habrá que competir con las economías emergentes de China e India que amenazan con echar del mercado a toda la industria europea y norteamericana, por lo que tocar el mercado de trabajo solo sería el comienzo de un acercamiento progresivo a las condiciones laborales de Asia.
- La situación se ve agravada por el envejecimiento de la población que hace que en el futuro haya que preveer más gastos sociales para el sostenimiento de un importante porcentaje de población dependiente. Además la tasa de natalidad amenaza con invertir la pirámide demográfica haciendo que a medio o largo plazo haya más pensionistas que cotizantes a la seguridad social, por lo que no podría mantenerse el sistema público de pensiones sin incrementar el gasto público.
- España se ha convertido en un país energéticamente dependiente por lo que la energía que consumimos siempre será más cara que la que consumen países de nuestro entorno como por ejemplo Francia. Esta dependencia energética también hace menos competitiva a cualquier industria instalada en España que tendrá que repercutir en los precios finales de los productos el mayor coste de la energía.
- La financiación exterior de la economía española se ha visto reducida no solo por la situación económica mundial, sino porque prefieren, al igual que los inversores extranjeros, irse a otros mercados más beneficiosos como los asiáticos. Por otro lado los fondos de cohesión que España recibe de la Unión Europea terminarán en un futuro próximo generando no solo mayor paro sino también un incremento del gasto público al tener las instituciones pública españolas que financiar en solitario el mantenimiento íntegro de las infraestructuras realizadas tan solo en la última década.
Con este panorama, solo un cambio de mentalidad política y social que conlleve un cambio del modelo económico podrá hacernos encarar el futuro con esperanza. Se impone resucitar nuestro sector agropecuario liberándolo de las limitaciones de Bruselas, al igual que se impone replantearse la política energética y crear una industria propia que, siendo competitiva en calidad y precio, no dependa de intereses supra o multinacionales y cuyos beneficios revierta en gran parte en el pueblo español.
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