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miércoles, 17 de junio de 2009

LA RUEDA DIABÓLICA DE LA ECONOMÍA ESPAÑOLA

En estas fechas, cuando el Gobierno ha reconocido finalmente que la crisis en España durará varios años y que será peor de lo que se creía en un principio, se sigue insistiendo, incluso por parte del principal partido de la “Leal Oposición”, en una serie de medidas que únicamente aspiran a “ir tirando” mientras se produce una recuperación económica internacional que nos permite volver al modelo económico basado en la especulación, las subvenciones y los servicios.


Para comprender la especialidad que la crisis económica presenta en nuestro país es imprescindible analizar en qué consiste el modelo económico español que lejos de ser un modelo productivo basado en la industria y el comercio, se basa en una especie de rueda maligna que, de no mejorar la situación económica internacional, se colapsará de igual forma que se colapsó la economía de la extinta Unión Soviética.


Con la entrada de España en la Unión Europea, a mediados de los años ochenta del pasado siglo, se tuvo que aceptar el desmantelamiento de nuestra agricultura y de nuestra incipiente industria a cambio de recibir unas ayudas europeas para infraestructuras que administraría el Estado Español. Esto generó que la economía española abandonara toda aspiración a tener un modelo económico productivo y se convirtiera en una curiosa rueda donde el estado se constituía en el principal empresario del país al ser, directa o indirectamente, el mayor promotor de empleo y el que mayor número de trabajadores tiene.


De esta forma, de las Instituciones Públicas (Estado, Comunidades Autónomas y Municipios) viven directamente unos ocho millones de personas que se dividen entre tres millones de funcionarios públicos y cinco millones de pensionistas que, tras duros años de trabajo y largo tiempo de cotización, disfrutan de unas pensiones no tan justas como se merecerían. A este número de personas hay que añadir por lo menos un millón más que, entre cargos políticos electos, cargos políticos de libre designación y empleados en empresas de carácter público viven igualmente de forma directa de las Instituciones.


Por otra parte, en la economía española, existe por lo menos un millón de puestos de trabajo que están directa y totalmente subvencionados por las Instituciones públicas que son aquellos que se desempeñan por parte de “liberados” en partidos políticos, ONGs y sindicatos que, de no ser por las subvenciones que estas organizaciones reciben a cargo del Presupuesto General del Estado no podrían mantenerse.


Igualmente existe otro millón de empleos parcial e indirectamente subvencionados por el presupuesto general que son aquellos que generan las empresas privadas y profesionales, que de una forma u otra, trabajan o prestan servicios a las instituciones públicas y que, sin dichos trabajos o servicios, tendrían que desprenderse de gran número de sus plantillas o cerrar definitivamente.


Ahora bien, considerando que la población española, a fecha de 1 de Enero del 2008, asciende a 46.157.822 de habitantes de los cuales el 14,3% tiene menos de 15 años de edad y por tanto no está en situación de trabajar, el 69,0% tiene entre 15 y 64 años y el 16,7% de la población tiene 65 años o más y por tanto forma parte de los millones de jubilados que tampoco se encuentran en situación de trabajar, la pregunta que surge irremediablemente es la siguiente: ¿Cómo se mantiene económicamente a los once millones de personas que directa o indirectamente viven de los presupuestos públicos?


La respuesta a esta pregunta es simple: la economía española constituye una rueda malévola donde los once millones de personas que directa o indirectamente cobran del presupuesto nacional al mismo tiempo, a través de los impuestos directos e indirectos, de las tasas, de los precios públicos y también a través del consumo, devuelven parte de lo que cobran al estado y favorecen que el sector servicios (el único sector económico minimamente productivo que existe en España) se sostenga y ayude decisivamente a través de los impuestos y de las tasas al sostenimiento de la rueda económica que nos hace vivir en una burbuja ideal donde todos creemos que el país tiene una economía cuando realmente no existe economía en España.


En los años de la pasada bonanza económica generada por la especulación inmobiliaria, tanto o más que las constructoras, han sido las diferentes instituciones públicas las primeras en lucrarse a través del impuesto de Transmisiones Patrimoniales, del IVA y del impuesto de sucesiones pretendiendo hacer creer a los administrados que luchaban por conseguir una reducción de los precios de la vivienda cuando nunca consideraron la posibilidad de reducir ni el tipo impositivo del IVA ni el de Transmisiones Patrimoniales.


La crisis económica que sufre España, a diferencia de la crisis económica que sufren otros países, no es solo una crisis industrial o energética, sino que fundamentalmente encuentra su origen en que ha existido en los últimos años, seguramente debido a un incremento excesivo de la población (en los diez últimos años la población española se ha incrementado en ocho millones de habitantes) un desvío de importantes medios económicos que sostenían el funcionamiento de la rueda hacia un sector de población que, recibiéndolos, no introducía en la rueda su parte correspondiente lo que ha provocado que las diferentes Instituciones Públicas no tengan liquidez para seguir pagando los once millones de salarios que directa o indirectamente subvenciona, haya incurrido en retrasos en pagos y en morosidad y haya tenido que rescindir algún que otro contrato con alguna empresa privada obligándola a una reducción de plantilla. Todo esto lleva a que muchas empresas quiebren o suspendan pagos, el paro se incremente y que la importante parte de la población que recibe emolumentos de las Instituciones Públicas reduzca el consumo arrastrando así al sector servicios a la crisis y al mismo tiempo se reduzca los ingresos del estado que ve reducir la recaudación a pesar de incrementar los impuestos indirectos y subir los precios públicos.


No cabe duda de que los lumbreras económicos del actual régimen español están aplicando la máxima del doctor Negrín de que “Resistir es Vencer”, poniendo parches a la situación con la subida de los impuestos indirectos, las subvenciones al consumo y las futuras reformas laborales que ya se vislumbran, y en parte tienen razón pues una recuperación económica internacional, permitirá a España ir saliendo de este inmundo pozo en el que se encuentra gracias al turismo, a la inversión exterior que vendrá atraída por un mercado laboral donde el trabajador tenga menos derechos y a las ayudas o subvenciones europeas. No obstante, todo eso es “pan para hoy y hambre para mañana” porque la única política acertada sería la romper las cadenas que han hecho de España un país de servicios y construir, con esfuerzo y sacrificio, una economía productiva y competitiva basada en la industria, el comercio y también en la agricultura, ya que de otra forma, no cabe duda de que, tras superar esta tragedia y disfrutar de unos años de bienestar, la rueda diabólica de la economía española volverá a pinchar y millones de españoles volverán a sufrir quedando muchos de ellos en las cunetas de la ruina y de la pobreza.


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