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jueves, 26 de octubre de 2017

LA TRAMPA DEL ARTÍCULO 155





Tras la aprobación por el Parlament de Catalunya, a principios del mes de Septiembre, de las llamadas leyes de Referéndum y de desconexión con España la situación política en nuestra patria en general y en Cataluña en especial se ha ido deteriorando en progresión geométrica hasta llevar al país al borde del conflicto civil.

            Después de años en que los sucesivos gobiernos de España negaban la realidad de la fragilidad constitucional del estado agravada por una progresiva deserción de la autoridad refugiándose en la negación de la posibilidad de cualquier fractura, los españoles nos hemos encontrado, prácticamente de la noche a la mañana, con que lo que era imposible que pasase está pasando. Después de perder estúpidamente el tiempo durante años recreándose en la autocomplacencia de una “transición modélica” que ha resultado no ser tan modélica y negándose a abordar  el grave problema de la articulación y organización territorial del estado yendo, en un momento en que existía el imprescindible sosiego en la sociedad española para ello,  a una profunda reforma constitucional o incluso a un nuevo proceso constituyente que cerrara  de forma definitiva el modelo político de estado y su organización territorial, el gobierno del señor Rajoy parece que pretende concluir una cadena de despropósitos iniciados el 20 de Septiembre de 2017 con una última y definitiva estupidez como puede ser la aplicación del artículo 155 de la todavía vigente Constitución de 1978.

            Si desde el mes de Septiembre el gobierno de la Generalitat ha forzado al gobierno del Partido Popular a jugar una partida de ajedrez  para la que no estaba preparado y que va perdiendo por puntos al haber caído en todos los gambitos que se le han ofrecido desde el independentismo catalán, la aplicación del artículo 155 que pretende el gobierno del señor Rajoy puede ser el movimiento fatal que permita al secesionismo la captura de las posiciones vitales del tablero y lleve al gobierno y a las instituciones a sufrir un claro Jaque Mate.

            El artículo 155 de la todavía vigente Constitución de 1978 prevé que si una Comunidad Autónoma no cumpliera las obligaciones que la Constitución u otras leyes impongan, o actuare de forma que  atente gravemente al interés general de España, el gobierno podrá adoptar las medidas necesarias para obligar a aquellas al cumplimiento forzoso de dichas obligaciones o para la protección del mencionado interés general dando las instrucciones a todas las autoridades de las Comunidades Autónomas. De la redacción del mencionado artículo 155 se deducen dos cosas importantísimas: la primera es que no expresa cuales pueden ser las medidas a adoptar y la segunda es que esas medidas deben realizarse a través de las autoridades (entiéndase instituciones) autonómicas.

            Todo indica que la aplicación del artículo 155 se puede encontrar con varios escenarios todos ellos conflictivos:

            El primer escenario es que, los funcionarios y trabajadores públicos que dependen de la Generalitat, pura y simplemente, se nieguen a ejecutar las instrucciones haciendo fracasar la aplicación del artículo 155 y dejando en ridículo al gobierno y a las instituciones del estado.

            El segundo escenario es que los funcionarios y trabajadores públicos que dependen de la Generalitat, no se nieguen expresamente a ejecutar las instrucciones pero tampoco las apliquen jugando a sabotear el correcto funcionamiento de la administración catalana llevándola a un caos que sería percibido por la población como una mala gestión del gobierno que aplica el 155 y que sería aprovechado propagandísticamente por el independentismo.

            El tercer y último escenario, que puede producirse simultáneamente con cualquiera de los otros dos anteriores, sería que la aplicación del artículo 155 se encontrase con una organizada resistencia civil pacífica de masivas manifestaciones y  de huelgas indefinidas que llevase a Cataluña al colapso económico del que la propaganda independentista se encargaría de echar la culpa a las instituciones españolas.

            Ante cualquiera de esos escenarios el estado español solo podría remover a funcionarios y trabajadores públicos sustituyéndolos por otros y suspender algunas garantías y derechos constitucionales como el de reunión, manifestación y huelga todo lo cual implicaría una nueva vuelta de tuerca a la situación cual sería la aplicación, de una u otra forma, del número 3 ó 4 artículo 116 de la Constitución, es decir la declaración y aplicación en Cataluña del estado de excepción o sitio.

            El gobierno de la Generalitat lo tiene muy claro, sabe lo que quiere y está llevando al estado español  a tomar decisiones poco imaginativas que solo pueden terminar favoreciendo los intereses independentistas y la liquidación definitiva de España. Al punto en que han llegado las cosas, la declaración unilateral de independencia de Cataluña solo puede consumarse con un acto de violencia insurreccional, al igual que la legalidad constitucional solo puede defenderse con un acto de fuerza gubernativa y precisamente todos los movimientos de ajedrez que está realizando Puigdemont son tendentes a que el estado termine desplegando toda su capacidad coercitiva y toda su fuerza contra el independentismo catalán lo que le permitiría presentar a España como potencia agresora y a Cataluña como pobre víctima agredida haciendo inclinarse la balanza de la opinión pública internacional a favor del reconocimiento de la independencia de Cataluña.

            El Señor Rajoy, no es Arturo Pomar. La aplicación del artículo 155 es una trampa en la que él solito va a meter a las Españas y a los españoles, un error irreparable que tiene muchas posibilidades de provocar un enfrentamiento civil y la liquidación definitiva de España.

jueves, 19 de octubre de 2017

SIN PIES NI CABEZA



Desde que terminaron las vacaciones estivales, el tema catalán monopoliza la vida política y social de este país lo que hace que en tertulias, telediarios y periódicos solo se hable de Cataluña y no del hecho gravísimo de que una tercera parte de los españoles, y por tanto también una tercera parte de los catalanes, viva al borde de la pobreza extrema.

            Cierto es que la crisis política que se vive en España supone un problema y un problema grave, pero no es menos cierto que nuestros políticos, de ambas riberas del Ebro, no hacen nada por superarla mostrándose muy cómodos en el momento actual que no es más que un impasse, un tiempo del sí, pero no y del no, pero sí; en el que solo existe aquello que cada uno quiere creer que existe.

            ¿Puigdemont proclamó la independencia el 10 de Octubre?, ¿Se puede suspender algo que no se proclama?, ¿Rajoy está aplicando el artículo 155 sin proclamar tal aplicación? ¿Hay que hacer una proclamación de lo que se aplica?. Cuestiones como estas explican por qué este país es el único del mundo donde el misticismo de los santones se junta con la incoherencia de los tontos, donde muriendo por no morir no se actúa en consecuencia y se satisface el expresado deseo, por ejemplo, tirándose por una ventana.

            En cualquier caso, la respuestas a estas preguntas son respuestas abiertas en el sentido de que cada cual puede entender lo que más le convenga, le interese o le guste demostrando que en este país la política parlamentaria es una política estúpida pues lo que requerimos es una Curia de grandes teólogos que se reúnan, no en mundanas sesiones, sino en elevados concilios a discutir de lo que en verdad importa y es fundamental: ¿Qué somos?, ¿De dónde venimos?, ¿A dónde vamos?...

            Tras el cruce de varias cartas cordiales y educadas remitidas en privado pero cuyo contenido se ha permitido que se hiciera público, Puigdemont dice que si el gobierno aplica el artículo 155 proclamará la independencia y Mariano Rajoy afirma que si el Gobierno de la Generalitat proclama la independencia aplicará el artículo 155. Conclusión evidente que parece que nadie quiere ver: ni Puigdemont quiere declarar la independencia ni Rajoy desea aplicar el artículo 155. Así pues ¿Para qué tanta polémica?.  Evidentemente, señores, aquí hay AMOR y mucho AMOR, pero falta ENTENDIMIENTO por lo que sería aconsejable acudir a los sabios consejos de Elena Francis y a la intervención de una  experimentada trotaconventos no siendo necesaria la intervención de un  técnico en mediación familiar porque, no nos engañemos, la cosa no da para tanto.

            Posiblemente en Cataluña existan independentistas, no sé si muchos o pocos o si son mayoría o no, pero a estas alturas lo único verdaderamente cierto es que Puigdemont les ha traicionado de la misma forma que Rajoy está traicionando a todos aquellos que esperaban o creían que el Partido Popular era una garantía para la unidad nacional, pero es que ¿Acaso no son los mismos ciudadanos los que felizmente se traicionan a sí mismos confiando en semejantes personajes?.

            Lo que está pasando en este país desde el 20 de Septiembre no tiene ni pies ni cabeza: El Ministerio del Interior dice que ha desarticulado la capacidad logística para realizar el referéndum, pero no obstante el mismo tiene lugar el día 1 de Octubre; Vicepresidencia del Gobierno se llena la boca diciendo que no hay referéndum ni apariencia del mismo mientras que, en directo, se retrasmite por televisión una asistencia numerosa a unas urnas en distintas localidades de Cataluña, el President de la Generalitat dice que proclama la independencia pero no hace nada por hacerla efectiva, los presidentes de Omnium Cultural y Asamblea Nacional Catalana, Jordi Sánchez y Jordi Cuixart, que afirman creer y exigir la proclamación de la independencia de Cataluña como república, aceptan complacientes una citación judicial de un Tribunal del Reino de España y acuden voluntaria y solícitamente a Madrid a someterse al mismo con lo que están reconociendo tácitamente que no creen en lo que ellos mismos dicen.

            Según nosotros, los españoles, el Quijote es una obra magistral de la literatura castellana, tan grande que hasta los Catalanes que no quieren ser españoles dicen que su autor, Miguel de Cervantes, era Catalán (1); pero para la cultura japonesa, el Quijote es una obra literaria absurda y despreciable porque narra las desventuras de un "Samurai ridículo" y si por quijotesco nos referimos a lo ridículo, no se puede decir por menos que estamos asistiendo a un españolísimo ejemplo de quijotería. Aunque bien mirado... y como hay que ser demócrata y al Sur de los Pirineos hay tantas formas de hacer el tonto sería conveniente hacer un referéndum para decidir si lo que está ocurriendo en nuestro país es una quijotada, un esperpento, una greguería, una astracanada o una vulgar payasada sin gracia.







(1) Y ¿Por qué no? Si Lliria es una villa española que se encuentra en el interior de Francia y rodeada de territorio francés ¿Por qué Alcalá de Henares no puede ser una ciudad catalana en el interior de la centralista provincia de Madrid?.
 

martes, 10 de octubre de 2017

POLÍTICA MEZQUINA Y DE GRANDES MASAS



Decíamos hace algo más de un mes que la situación política española suscitada por el proceso secesionista catalán prácticamente iba a monopolizar todo medio informativo y hasta la más modesta tertulia de rebotica. Este blog, como resulta evidente, no puede sustraerse a tal realidad y una semana más volvemos al tema que, viejo ya hasta la extenuación, no aburre porque cada día las distintas castas de este país (la política, la periodística, la empresarial...) nos sorprenden con alguna novedad.

            En espera de lo que pueda ocurrir la tarde del martes 10 de Octubre con la comparecencia del todavía President de la Generalitat ante el Parlament, la última novedad de la crisis se encuentra en la decisión de algunas empresas de cambiar su domicilio fiscal  y en la magna manifestación de Barcelona del Domingo 8 de Octubre.

            Respecto a lo que ya solo se puede calificar de huída de empresas españolas radicadas en Cataluña, la misma era de esperar porque para todo empresario la vida se reduce a dos columnas, la del Debe y la del Haber, siendo toda España un mero mercado de cuarenta y siete millones de consumidores de los que solo siete son catalanes por lo que a la hora de elegir una política empresarial prefieren proyectarla sobre cuarenta millones de consumidores y no sobre solo siete...  

            Aunque estos cambios de domicilio de las grandes empresas en algo perjudicará la economía de una presumible Cataluña independiente, el impacto económico de tal decisión no supone ningún golpe definitivo al proceso de secesión tal y como afirma el gobierno del señor Rajoy y ello porque, en primer lugar, algunas empresas ya han advertido que el cambio de domicilio es provisional, es decir que están dispuestos a volver a Cataluña si allí se dan determinadas circunstancias y no estalla, como algunos temen, una revolución bolchevique a los cien años del estallido de la original; y en segundo lugar, porque el traslado de los domicilios sociales de una empresa no implica el traslado de sus activos reales y de su tejido productivo que continuará estando en Cataluña. Por ejemplo, que la empresa "Aguas de Barcelona" se haya traslado a Alicante solo implica que esta empresa continuará actuando bajo el paraguas legislativo de un estado miembro de la Unión Europea al mismo tiempo que seguirá explotando el servicio público del abastecimiento de aguas de la ciudad condal que, en caso de independencia de Cataluña, pasará a ser una ciudad tan extra comunitaria como Bogotá, donde las empresas privadas que gestionan el abastecimiento de agua hacen un buen negocio. Como otro ejemplo, podemos citar a las dos grandes empresas de vinos espumosos, Freixenet y Codorniu, cuyo cambio de domicilio les permitirá mantener su mercado interior en el resto de España y sus exportaciones a la Unión Europea, pero en cambio su tejido productivo, sus bodegas y viñedos, seguirán estando en Cataluña por lo que su traslado no significará despidos ni deslocalización alguna.

            Y es que aunque el gobierno del Partido Popular, pretenda presentar estas decisiones empresariales como manifestaciones de patriotismo, no son más que decisiones mezquinas motivadas por cuestiones puramente económicas que pretenden servir exclusivamente los intereses económicos de los empresarios que las toman que, por cierto, no suelen ser coincidentes ni con los intereses  de Cataluña ni con los del resto de España ni, por supuesto, con los intereses de los trabajadores catalanes y ni con los del resto del país.

            A este respecto que cada ciudadano saque sus conclusiones.... el que esto escribe ya las sacó hace muchos años.

Otra de las novedades a la que hacíamos referencia al comienzo del presente artículo ha sido la magna, por numerosa, manifestación que tuvo lugar en Barcelona el pasado Domingo día 8 de Octubre. La misma solo se puede encuadrar dentro de la muy peligrosa estrategia política que, tanto el gobierno del Partido Popular como el de la Generalitat, están poniendo en práctica consistente en movilizar a las masas para confundirse con ellas y diluir de este modo cualquier responsabilidad de la dirección política

            La manifestación del 8 de Octubre convocada por Sociedad Civil Catalana no es más que la contestación gubernamental a la huelga general convocada por la Asamblea Nacional de Cataluña que tuvo lugar en todo el Principado el día 3 del mismo mes y que, además de ofrecer imágenes de acoso a los funcionarios de los cuerpos de seguridad del estado, supuso una gran movilización de masas en apoyo y justificación de la actuación del gobierno de la Generalitat, que fue el gran beneficiario de esa huelga general.

            El hecho de que la manifestación del 8 de Octubre se haya convocado tras la huelga general del día 3 pone de manifiesto que el gobierno de Rajoy ha perdido toda iniciativa en esta crisis, solo reacciona. A pesar de haber sido convocada bajo el lema "Recuperemos el Seny" (Recuperemos la cordura) la manifestación fue una manifestación "por la unidad de España" que tuvo mucho, pero que mucho, de desagravio a las Fuerzas de Orden Público y a la Guardia Civil demostrando que el gobierno del Estado comienza a perder el control de la situación.

            Para empezar esta manifestación fue presentada por los medios informativos (véase el telediario de las 15.00 horas en Tele5) como la salida a la calle de "una mayoría silenciosa" o, incluso "silenciada durante mucho tiempo en Cataluña". Ahora bien, si en Cataluña ha existido y existe un porcentaje mayoritario o, en todo caso, muy relevante de ciudadanos que durante años y años han sufrido la condena del silencio será porque los distintos gobiernos que se han sucedido en España y las constantes instituciones del estado lo han permitido permaneciendo, por motivos que ellos sabrán (aunque son fáciles de imaginar), mirando hacia otro lado en vez de poner remedio a tan injusta e ilegal situación de marginación por lo que la responsabilidad recae exclusivamente en esas instituciones y en esos gobiernos. Seamos serios, entre el ladrón que roba y la autoridad que permite robar, la responsabilidad recae en esa autoridad.

            Con independencia del mayor o menor número de participantes, la manifestación del día 8 de Octubre no soluciona ni demuestra nada pues la parte contraría siempre podrá alegar, y así lo está haciendo ya, que no es representativa de la realidad catalana porque en la misma participaron numerosas gentes procedentes de toda España que no viven en Cataluña.

            Lo que sí es cierto, es que cada vez que un político, de una u otra forma, apela a las aclamaciones públicas y a las masas para reforzar sus planteamientos políticos, más se entrega a la irracionalidad, más libertad de acción pierde y más se aleja de ser capaz de plantear soluciones meditadas, factibles y conciliadoras convirtiéndose en un mágico augur de la voluntad popular a la que interpreta, generalmente, de forma errónea y errática (1) para mayor desgracia del pueblo.







(1) Recordemos, que en Europa ya existió un político que presumía de conocer e interpretar la voluntad del pueblo. Termino colgando boca abajo en una gasolinera.

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