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lunes, 31 de julio de 2017

"DUNKERQUE" de CHRISTOPHER NOLAN



Magnífica película, que se promete como segura candidata al Oscar, resulta ser esta cinta dirigida por el británico Christopher Nolan y que tiene por objeto la histórica retirada aliada ante la ofensiva en Francia del Ejército Alemán en la Primavera de 1940.

            Aunque el argumento de la película resulta muy conocido y explotado, de una u otra forma, por el séptimo arte; lo que destaca de la película de Nolan es su fotografía, sus planos y utilización de la cámara así como la banda sonora compuesta por Hans Zimmer, pero sobre todo lo más novedoso de "Dunkerque" es su peculiar tratamiento que la aleja totalmente de cualquier estereotipo de película bélica.

            Si bien es cierto que el director de "Dunkerque" ha reabierto la polémica con Francia sobre la evacuación de los ejércitos aliados en 1940 al pasar por alto totalmente la participación francesa en la "Operación Dinamo" y dar exclusivo protagonismo a la Real Fuerza Aérea y a la Royal Navy, lo cual aleja la película de la fidelidad histórica (aunque apunta con un pequeño detalle aquellos episodios en los que los británicos se negaron a embarcar a tropas galas e incluso les hicieron desembarcar a punta de pistola) no por ello deja de ser una gran película bélica totalmente innovadora en el género.

            A diferencia de la generalidad de las películas bélicas, "Dunkerque" no presenta un protagonista o sucesión de protagonistas heroicos que toman parte en grandes enfrentamientos con el enemigo sino que resulta un film más coral en el que todo parece dirigido a dar todo el protagonismo al pueblo británico por encima de los grandes líderes políticos y militares, así como al estado de ánimo de las tropas.

            En las horas más críticas, mientras unos cuatrocientos mil hombres (de los cuales más de ciento veinticinco mil eran franceses y belgas) se encontraban cercados y batiéndose de espaldas al mar contra un enemigo muy superior, sin más posibilidades lógicas que las de rendirse o perecer, el pueblo británico se movilizó voluntariamente y con todo aquello que podía flotar cruzó el Canal de la Mancha para evacuar a tantos soldados como pudieran equiparándose en la Segunda Guerra Mundial a lo que "los Taxis del Marne" fueron en la Primera. Cierto es que el peso de la operación de evacuación de Dunkerque recayó sobre los grandes buques de guerra y mercantes de los aliados pero ello no desmerece el gesto de los patronos de embarcaciones de pesca y de recreo británicos que emprendieron la aventura de acercarse hasta las playas francesas a evacuar tropas dando un ejemplo de unidad e identificación con el esfuerzo bélico de su país que más vale que hubieran sabido valorar los estrategas alemanes.

            Por su parte, la cinta de Christopher Nolan presenta a unas tropas británicas no solo preocupadas por salvarse y salir de Dunkerque sino también con un estado de ánimo muy bajo al tener la sensación de haber fallado y temiendo el cómo serían recibidos en la Gran Bretaña mostrando nuevamente la película la identificación del pueblo británico con sus tropas y con el esfuerzo militar de su gobierno al reflejar el afectuoso y caluroso recibimiento del que fueron objeto los soldados por parte de la población británica.

            Si artísticamente considerada, "Dunkerque" de Christopher Nolan constituye una obra maestra; política y filosóficamente hablando constituye un canto a la unidad del pueblo británico y un guiño al Brexit que se anticipa unos meses al estreno de "Las Horas Más Oscuras", película dirigida por el también británico Joe Wright y que se estrenará en enero de 2018 teniendo por objeto la política británica los días inmediatamente anteriores y posteriores a la evacuación de Dunkerque.

viernes, 28 de julio de 2017

LA PRUEBA DE LO EVIDENTE



A mediados del Siglo XIX, Fiodor Dostoyevski afirmó que "el grado de civilización de una sociedad se mide por el trato a sus presos"; ya entrados en el Siglo XXI, por su parte, se puede afirmar, tal vez con mayor certeza, que el poder interno de un estado se mide por la seriedad con la que sus tribunales administran justicia, lo cual parece  encajar perfectamente para el caso del Estado Español.

             Esto viene a cuento de lo acaecido el pasado 26 de Julio de 2017 en la sede que la Audiencia Nacional tiene en San Fernando de Henares (Madrid) donde ha continuado el enjuiciamiento de la llamada "Trama Gürtel" con la declaración testifical del actual Presidente del Gobierno y líder del Partido Popular, don Mariano Rajoy Brey, y que tuvo mucho de espectáculo poco serio pero muy revelador de la falsedad e hipocresía que impera en nuestras instituciones.

            El Presidente del Gobierno de España fue propuesto como prueba testifical por una de las acusaciones particulares que ejercen la acusación popular en el procedimiento. En un principio, la práctica de dicha prueba no fue admitida dejando la sala, para más adelante, la posibilidad de admitirla cosa que ocurrió después de que uno de los magistrados que la integran cambiase de opinión ante la negativa a declarar en el acto del Juicio Oral del representante legal y apoderado del Partido Popular, partido político que aparece en el escrito de acusación del Ministerio Fiscal como responsable civil.

            Citado don Mariano Rajoy Brey para comparecer como testigo para el día 26 de Julio de 2017, empezaron los movimientos tendentes a que declarase por escrito o por videoconferencia a todo lo cual se opuso el Tribunal indicando que debería acudir personalmente a la sede judicial. Llegado el día indicado, como no podía ser de otra forma, se produjo un enorme despliegue de seguridad que abarcó un perímetro de varios cientos de metros alrededor de la Sede Judicial y un férreo control de acceso a sus proximidades, lo cual solo se puede considerar normal ante la posibilidad de que se produjera cualquier incidente dada la relevancia del personaje llamado a comparecer.

            Lo que ya no resulta tan normal es el especial tratamiento que el Tribunal ha dispensado al testigo don Mariano Rajoy Brey, que comparecía en calidad de presidente del Partido Popular y no en su calidad de Presidente del Gobierno. A diferencia del común de los testigos, don Mariano Rajoy, no ha declarado en el sitio habitualmente reservado a los mismos sino que se le ha permitido subirse a estrados, lugar legalmente reservado exclusivamente a Abogados, Procuradores y Jueces y Magistrados, situándose a la derecha y al mismo nivel que los Magistrados. Esto que parece baladí no lo es tanto porque el lugar que cada uno ocupa en la sala de un Tribunal esta legal y reglamentariamente establecida; del modo que los jueces y magistrados se situarán en un plano superior a los abogados y fiscales que se encontraran enfrente unos de otros y en el mismo plano como muestra de la igualdad de partes, mientras que los acusados y testigos estarán en un plano inferior al de los abogados y fiscales.

El hecho de que el testigo don Mariano Rajoy Brey haya declarado desde estrados situándose en el mismo plano que los magistrados y a la derecha de los mismos constituye, innegablemente, la concesión injustificada de un privilegio que revela que eso de que "todos somos iguales ante la ley" resulta un mito falso de nuestro, llamado, Estado de Derecho.

            El tribunal ha pretendido justificar tal privilegio ante los letrados, medios de comunicación presentes y público asistente alegando que "la policía de Sala" había aconsejado tal medida por seguridad lo cual, como ahora veremos, no deja de resultar muy difícil de creer. Como hemos dicho, en el polígono industrial de San Fernando de Henares (Madrid), donde se encuentra la Sede de la Audiencia Nacional, se había establecido un perímetro de seguridad bastante amplio alrededor de la misma dentro del cual solo podían acceder, previa identificación ante los Servicios de Seguridad del Palacio de la Moncloa, los profesionales del derecho, los medios de comunicación, los acusados y unos pocos manifestantes perfectamente identificados, acotados y controlados; luego a la Sede Judicial solo podían acceder, nuevamente previa identificación y tras pasar por el arco de seguridad,  los profesionales del derecho, los medios acreditados, los acusados y un restringido público al que se le permitiría acceder a la Sala. Una vez dentro del edificio, a la Sala donde iba a declarar tan mediático testigo, han accedido primero los profesionales del derecho, luego los acusados (solo acudió uno de ellos), tras estos los medios de comunicación acreditados y por último una veintena de personas que constituían el reducido público. Así pues, resulta muy difícil de creer que, en esas circunstancias, la ubicación de don Mariano Rajoy dentro de la Sala de Juicio plantease problema alguno de seguridad, menos aún si se considera que el número de efectivos policiales presentes en la misma, y que generalmente es de dos miembros del Cuerpo Nacional de Policía, se había incrementado notablemente con la presencia de numeroso personal de seguridad de la propia Presidencia del Gobierno.

            Habitualmente, un testigo declara de frente a los Jueces o Magistrados, de espaldas al público y a la puerta de acceso a la sala sentado en una silla y auxiliado por una pequeña mesa,. Este  hecho de estar de espaldas al público tampoco plantea problema alguno si se considera que entre el público y el testigo media un espacio en el que hay al menos dos policías que pueden impedir cualquier agresión al testigo por su espalda pudiéndose incrementar el número de efectivos hasta, incluso, crear un cordón policial en torno suyo. Por su parte, la puerta de acceso tampoco plantea problema porque es seguro que tal puerta, al igual que todos los demás accesos posibles a la sala estarían bloqueados por agentes policiales o de seguridad.

            Por tanto, los motivos de seguridad aducidos para justificar el privilegio del que ha gozado don Mariano Rajoy al sentase en estrados para declarar, resultan, tomando una frase empleada por el propio señor Presidente del Gobierno en su declaración, "un razonamiento poco brillante".

            Curiosamente, la decisión judicial de conceder este injustificado privilegio a un testigo como don Mariano Rajoy ha puesto de nuevo en entredicho a la administración de justicia y su imparcialidad, revelando a todos los ciudadanos que no existe esa pretendida igualdad ante la ley y que nuestro "Estado de Derecho" está plagado de principios rimbombantes vacíos de substancias que en realidad ocultan una sucesión de ideas falsas. Si esa pretendida igualdad ante la ley no se da en las formas que se ven ¿Quien se puede creer que se da en los razonamientos jurídicos que llevan a la toma de decisiones y que permanecen ocultos a la generalidad de los ciudadanos?. Por otra parte, también deja en una extraña posición constitucional a la propia Jefatura del Estado, cuyos titulares, no hace mucho, han tenido a una hija y hermana acusada en un proceso penal y que, a pesar de haber estado desempeñando, durante lustros, funciones protocolarias y representativas del Estado y ser, por ello, un claro objetivo terrorista, no ha gozado del más mínimo privilegio en base a razones de seguridad por lo que lo realizado por la Audiencia Nacional supone, de facto, un destronamiento protocolario y un desplante a la Jefatura del Estado en beneficio de la Presidencia del Gobierno que, en un estado serio, coherente, constituido y estructurado sobre unas sólidas bases jurídicas y sociales, debería acarrear muy serias consecuencias para alguien, pero que al tratarse del circo en el que la clase política ha convertido al Estado Español no tendrá la más mínima consecuencia.

lunes, 24 de julio de 2017

POLÍTICA DE PÓKER




En nuestro pobre y maltratado país no deja de ser noticia de apertura de telenoticias o de primera página de periódicos la cuestión suscitada en Cataluña al respecto de la independencia y del referéndum convocado para el próximo 1 de Octubre del presenta año 2017 (1). Se critica y se ataca al presidente de la Generalitat, Carles Puigdemont, porque en las últimas semanas ha cesado a distintos consejeros que mostraban dudas al respecto de la celebración unilateral del referéndum, al mismo tiempo que determinados líderes de las emergentes formaciones políticas se han apuntado a la cuestión hablando mucho y no diciendo nada. Tal es el caso de don Pablo Iglesias que, una vez más, se ha cubierto de gloria afirmando que "apoyaría un referéndum con garantías pero no el planteado por el gobierno de la Generalitat por carecer de las mismas" (2).

            Es lógico, comprensible y muy acorde con la finalidad perseguida que un líder político que, como es el caso de Carles Puigdemont , ha decidido "seguir el camino que dicta la providencia con la seguridad de un sonámbulo" no admita oposición alguna y cese fulminantemente a todos los que planteen dudas sobre "la victoria final" del proceso soberanista. Lo que no es lógico, ni comprensible, ni aceptable es que los que ahora critican tal actitud hayan sido, durante los últimos cuarenta años, los que se han mostrado apaciguadores primero y contemporizadores después con esos iluminados que han estado gobernando en Cataluña para mayor beneficio de sus particulares bolsillos.

            En realidad, tanto cese y reafirmación en el proceso soberanista que hacen las distintas fuerzas políticas independentistas catalanas y especialmente el President de la Generalitat así como las afirmaciones y protestas de afirmación nacional que hace el Presidente del Gobierno de España, Mariano Rajoy, no son más que gestos propios de tahúres de timba de póker celebrada en la trastienda de un "Saloon" del "Far West" que, careciendo de jugada, van de farol .

            El gobierno del señor Puigdemont, así como los grupos políticos que lo apoyan, se empeña en hacer un referéndum sobre la independencia de Cataluña que ni puede convocar legalmente ni le van a autorizar a que lo haga. Entonces, ¿Por qué ese empeño en realizar un referéndum cuando además son mayoría absoluta en el Parlamento Catalán y podrían declarar unilateralmente la independencia?. Si el referéndum convocado para el próximo 1 de Octubre de 2017 va camino de convertirse en otra consulta como la realizada el 9 de Noviembre de 2014 que dio los resultados que dio con una rotunda victoria del Sí-Sí a favor de la independencia, ¿Por qué no hacer valer esos resultados y justificar en ellos esa declaración unilateral de independencia?.  Las respuestas a estas preguntas, no pueden ser más sencillas: la casta política catalana no tiene la intención de declarar unilateralmente la independencia porque no desea hacerse responsable de nada de lo que pueda ocurrir; no desea hacerse responsable de cuáles puedan ser las siguientes acciones a realizar ni quiere hacerse responsable de la posible e hipotética crisis económica en la que se sumiría una Cataluña independiente durante varios años con una gran pérdida de poder adquisitivo de la población catalana. Dicho de otro modo, la casta política catalana se ha encumbrado y ha vivido durante años a base de generar un problema que no existía y ahora no quiere hacerse responsable de las consecuencias que se pueden derivar del mismo, trasladando la responsabilidad al pueblo catalán, que les daría una especie de mandato ejecutivo expresado en un referéndum para proceder a la secesión,  permitiéndoles así escudarse en la excusa de ser simples ejecutores de la voluntad popular en el caso de que, luego, las cosas vinieran mal dadas.

            Por su parte, el Gobierno central, hoy presidido por Mariano Rajoy, viene a hacer lo mismo: no reconoce ninguna responsabilidad en la generación del problema, que viene de los tiempos del apaciguamiento y la contemporización con el nacionalismo catalán durante la llamada Transición, se ampara en una legalidad que claramente ha sido desbordada, mantiene una política de declaraciones rimbombantes y de apelaciones a "lo que nos une" carente de la más mínima sustancia y reitera su negativa a la celebración de cualquier referéndum y a la aceptación de cualquier secesión de una parte del estado. Ahora bien, se necesita ser muy estúpido para no ver que más allá de la saliva que se gasta en tales declaraciones, afirmaciones y negaciones no hay nada. El gobierno central podrá entorpecer la celebración de un referéndum, podrá no dar validez legal a las consultas que se hagan, pero no puede ir más allá. Estando las cosas como están y siendo la realidad social y sociológica española la que es, el gobierno central, lo presida Mariano Rajoy o cualquier otro, no puede hacer nada para impedir la secesión de una parte del territorio porque toda acción encaminada a ello, por muy legal que fuera, podría conllevar en último término una acción de fuerza que la sociedad española ni apoyaría ni aceptaría.

            Puigdemont y Rajoy, la Generalitat y el Gobierno Central, son los dos jugadores de esta partida de póker en la que ambos van de farol, llevando a Cataluña y al resto de España a un callejón sin salida donde ni hay voluntad de ir para adelante ni posibilidad de ir hacia atrás. La casta política autóctona de Cataluña y la casta política del resto de España son parte del problema y no de la solución, la primera ha ido generando durante años una brecha entre los catalanes y el resto de los españoles mientras que los segundos permitían alegre e irresponsablemente que dicha brecha se abriese, y todo ello para beneficio de sus propios intereses particulares.

            Aunque insistan en hacernos creer que el problema es que Cataluña desee independizarse, realmente ese no es el problema de hoy, ese fue el problema de ayer. El problema de hoy, es plantearse seriamente si se dan las condiciones sociológicas imprescindibles para que España continúe existiendo como estado y en caso contrario, plantearse que se puede hacer para fomentar esas condiciones o como afrontar nuestra disolución degenerativa como país; el problema de hoy, consiste en estudiar cómo se cierra la profunda brecha abierta por la casta política entre los ciudadanos catalanes y el resto de los ciudadanos españoles que es lo que subyace a todo deseo de ruptura. Nos encontramos en un momento político en el que sobran los aventureros, tahúres, iluminados y mercachifles que han marcado nuestra política hasta ahora y faltan los grandes hombres de estado que sean capaces de enfrentarse con inteligencia y decisión a esta cruda realidad política que cualquier estado puede padecer suponiéndole su hora más oscura, siendo precisamente en estos momentos decisivos donde se revela el carácter de los grandes pueblos.



           













(1) Desde luego los que eligen las fechas de los referenda no pueden ser más democráticamente desafortunados: 9 de Noviembre de 2014 aniversario del Pustch de Múnich, 1 de Octubre de 2017 aniversario de la exaltación de Francisco Franco como Jefe del Estado.

(2) El Sr. Iglesias parece no enterarse que un referéndum como el que él desea y que, sin ningún género de dudas, sería el deseable solo puede ser convocado por el Estado y el gobierno ya ha dejado claro que no lo va a convocar. Así pues, las declaraciones del líder de PODEMOS no dejan de ser un brindis al sol, un "sí pero no", un "ni lo uno ni lo otro sino todo lo contrario"...


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