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lunes, 27 de julio de 2015

SALVESE LA LEY AUNQUE PEREZCA TODO LO DEMÁS



            A dos meses de la celebración de las elecciones autonómicas catalanas y ante la propuesta de la gran coalición integrada por Esquerra Republicana, Convergencia Democrática de Catalunya y distintas entidades sociales catalanas de que si gana las elecciones proclamará unilateralmente la independencia de Cataluña en el plazo de nueve meses, el gobierno del Partido Popular al frente del cual se encuentra el señor Rajoy no deja de repetir la cantinela de que "la ley se cumplirá".

            En realidad, la cantinela de que "la ley se va a cumplir" se está revelando como una salmodia de alguien que no tiene nada que decir ni nada que proponer porque la situación verdadera del gobierno central respecto a Cataluña es la misma que, en Ajedrez, se denomina "Rey Ahogado" porque haga lo que haga no puede evitar el Jaque Mate.
           
            En primer lugar, el gobierno no puede suspender las próximas elecciones catalanas del 27 de Septiembre argumentando que es un plebiscito ilegal porque el decreto de la Generalitat que las convoca es un decreto ordinario que convoca unas elecciones autonómicas, no un plebiscito.  Digan lo que digan los políticos a ambos lados del Ebro, las elecciones del próximo 27 de Septiembre en Cataluña serán unas simples elecciones autonómicas en las que una lista de candidatos tiene como programa electoral proclamar unilateralmente la independencia en un determinado plazo y eso, en ningún caso, es un plebiscito.

            En segundo lugar, el gobierno tampoco puede, de forma realista, aplicar el artículo 155 de la Constitución porque ¿Qué medidas podría adoptar el gobierno para obligar a Cataluña a no declarar la independencia y que órdenes podría dar a las autoridades correspondientes?. En realidad la aplicación del tan "salvífico" artículo constitucional supone, de una forma u otra, el establecimiento de un régimen de ocupación militar que, aun en el improbable caso de que se estableciera con éxito y pacíficamente, reforzaría el sentimiento independentista en la sociedad catalana.

            En tercer lugar, el gobierno tampoco puede suspender la autonomía de Cataluña porque, siendo el momento oportuno de hacerlo antes del 27 de Septiembre, eso podría provocar tal tensión que llevaría también a la aplicación en Cataluña de alguno de los estados excepcionales previstos en la Constitución lo cual reforzaría igualmente el sentimiento independentista en Cataluña haciendo irreversible el proceso de secesión.

            Finalmente, el gobierno tampoco puede sentarse a discutir una reforma constitucional para convertir el Estado en un estado federal por dos motivos:

           Primero.- porque cuando uno de los interlocutores está hablando de federalismo (o incluso de confederación) y el otro lo que quiere es la independencia las posturas no solo estarían tan extremadamente alejadas que cualquier acercamiento de las mismas sería prácticamente imposible sino que además los interlocutores estarían moviéndose en dos planos completamente distintos.

            Segundo.- Porque a dicha reforma no se llegaría por el sincero convencimiento de que hay que reformar la Constitución sino para dar satisfacción a unas demandas de una determinada parte del estado que no ha dudado en practicar cierta coacción al afirmar que está dispuesta a romper unilateralmente el marco constitucional por lo que la hipotética reforma constitucional no garantizaría que nuevas coacciones y demandas volvieran a ser planteadas a medio o largo plazo.

            Así pues, como hemos expresado al inicio del presente artículo el gobierno central está en una situación de "Rey Ahogado" en la que haga lo que haga el resultado será el Jaque Mate y lo curioso de todo ello es que el gobierno es perfectamente consciente de que no puede hacer nada más que esperar a que en las elecciones del 27 de Septiembre en Cataluña los partidos independentistas no consigan la mayoría absoluta necesaria para llevar a las Cortes Catalanas una propuesta de ley que conlleve la declaración unilateral de independencia y la consecuente desintegración del estado. Entonces, si el gobierno es consciente de que no puede hacer nada ¿Por qué insiste tanto en la ley y en que el proceso de secesión no culminará con éxito?.

            Evidentemente, el gobierno desde hace algún tiempo no se encuentra trabajando por salvar la integridad territorial de las Españas o de aquello que algunos denominan "la sacrosanta unidad de la Patria". El problema que Cataluña está planteando ahora mismo al gobierno central, al Estado Español y a todas y cada una de sus instituciones es el de ¿Cómo se podrá continuar justificando la existencia de las instituciones del estado español si finalmente Cataluña se independiza?. Es decir, el gobierno está preparando algún tipo de operación de marketing que le permita vendernos a los españoles su fracaso y el de todo un régimen político, el de 1978, como un éxito para que no nos cuestionemos que es lo que la casta política y los integrantes de las instituciones del estado han hecho en los últimos cuarenta años  para que, precisamente ahora, se liquide una historia en común de más de quinientos años.

            Por su parte la salmodia de que "La ley se cumplirá y Cataluña no se independizará" es la letanía con la que este gobierno pretende mantener confiados a los españolitos mientras que gana tiempo para ver si se puede sacar algún conejo de la chistera con el que, al menos, retrasar el problema hasta que haya un nuevo gobierno. No obstante, todos debemos ser conscientes de que eso de que "La Ley se cumplirá" debió ser algo similar a lo que dijeron los ministros de Jorge III cuando se enteraron del "Motín del Té" de 1773 y que lo mismo que las leyes se pueden reformar y derogar también se pueden romper porque si las leyes no se pudieran romper los Estados Unidos aún serían un conjunto de colonias británicas.

lunes, 20 de julio de 2015

ALEXIS TSIPRAS ¿UN TRAIDOR?



            Hoy, lunes 20 de Julio de 2015, los ciudadanos griegos comienzan a sufrir en sus carnes las imposiciones de la Unión Europea para que Grecia pudiera acceder a un tercer rescate. Si aparentemente el "corralito" bancario se ha levantado con la apertura al público de los bancos, los griegos no pueden sacar más de cuatrocientos veinte euros a la semana (lo que en realidad es mantener el corralito y los sesenta euros diarios de las tres semanas últimas), la carestía de la vida se ha visto incrementada al aplicarse, desde hoy, los nuevos tipos de IVA, los derechos sociales adquiridos se liquidan con la reforma de las pensiones y se da vía libre a importantes privatizaciones en sectores vitales como el eléctrico.

            Con este panorama que es peor que el de hace tres meses y aun mucho peor que el de hace ocho, no solo cabe preguntarse el para qué ha servido la victoria de Syriza en las elecciones del pasado Enero sino, sobre todo, el por qué el gobierno que preside Alexis Tsipras ha dado un giro de 180 grados al programa electoral con el que se presentó y ganó las elecciones de Enero pasado, giro tan radical que no puede menos que recordarnos el giro que dio el Partido Popular a los diez días de su llegada al poder en España en el 2011.

            Tsipras llegó al poder en Grecia con  las ideas de "reestructurar la deuda", llevar a cabo un programa de emergencia social que incluyera el abastecimiento de energía eléctrica gratuita a los hogares más empobrecidos, paralizar las privatizaciones iniciadas por el anterior gobierno, etc... y ahora resulta, que si bien ha dado suministro eléctrico gratuito a miles de familias necesitadas durante los últimos siete meses, va a perder hasta la compañía de electricidad que deberá ser privatizada por imposición de la Unión Europea, la "reestructuración de la deuda" que no era más que auditar la deuda y declarar que no se iba a pagar la parte que se declarase ilegítima, esto es, declarar unilateralmente una quita del total de la deuda, va a resultar que se aplaza "sine die" y que muy probablemente no llegue a practicarse jamás. En definitiva, siete meses después de su llegada al poder en Grecia, el Primer Ministro griego no solo no ha hecho nada de lo que prometió sino que además ha terminado ejecutando las políticas que, impuestas desde la eurozona, suponen todo lo contrario a lo prometido por Syriza al pueblo griego.

            Tsipras, que se prometía convertirse en el nuevo Leónidas ha demostrado sobradamente no llegar a la suela de la alpargata al héroe de las Termopilas, pero, tampoco es un traidor. No se puede decir que Tsipras haya traicionado al pueblo griego porque la traición siempre supone algún beneficio, por mínimo y miserable que sea, para el traidor que traiciona y Tsipras, que no ha sabido ser Leónidas tampoco ha sido Efialtes, ha claudicado en grave perjuicio del pueblo griego pero no en beneficio propio no habiendo traicionado a Grecia más de lo que se ha traicionado a sí mismo. 

            Alexis Tsipras que después de convocar un referéndum, solicitar el "NO" en el mismo y ganarlo por amplia mayoría ha desilusionado al pueblo que le eligió y que confió en él porque es un político al nuevo uso moderno: un político de cuidada imagen gracias a las más hábiles campañas de marketing, ideológicamente hablando es fruto de la crisis y del marasmo de las ideologías, del triunfo de lo políticamente correcto y sobre todo de la falta de coherencia que implica que en política, cuando se elige un camino se recorre hasta el final asumiendo las consecuencias que de ello deriven aunque tales consecuencias sean la derrota total. En ningún momento Tsipras ha sabido que es lo que quería, no se ha salido en ningún momento de lo que se considera lo políticamente correcto y ha demostrado no ser coherente al no asumir que el discurso de Syriza llevaría por un camino que, para Grecia, hubiera supuesto la lógica ruptura con la Unión Europea, la salida del Euro y su alineación con otros aliados; por todo ello Alexis Tsipras no ha sido derrotado simplemente ha claudicado.

            Ni nos engañemos, ni nos dejemos engañar por nadie. Tsipras ha sido víctima del talante propio de unas novedosas opciones políticas supuestamente alternativas que no saben ni de dónde vienen ni a donde quieren ir, de un talante que le ha engañado haciéndole creer que las cosas podían ser como él quería que fueran y no como son en realidad, de un talante que le ha hecho creer que se puede ser más inteligente que el Gran Alejandro y no necesitar la espada para deshacer el nudo gordiano y, en definitiva, de un talante que le hacía tener más fe en Bruselas que en el Monte Athos.

            Tsipras ha sido como aquel jovenzuelo imberbe que siendo campeón de póker gambito en su pequeño pueblo se cree con capacidad para acudir a una timba profesional en Las Vegas y ganar una fortuna pero, en vez de eso y como no puede ser de otra forma,  termina sin plumas y cacareando.

            Tsipras es un político que ocupará sus páginas correspondientes en la historia política contemporánea y que, como Chamberlain y Daladier, renunció a levantar el palo en la negociación y que, por salvar lo políticamente correcto, fue incapaz de dar un puñetazo encima de la mesa. Por todo ello, Alexis Tsipras no es un traidor al pueblo griego sino una cosa peor: un muy simple aprendiz de brujo que ha terminado revelándose como un pobre cándido que no sabe que los experimentos, en todo caso, hay que hacerlos con gaseosa. 

lunes, 13 de julio de 2015

"SUMISIÓN" de Michel Houellebecq



            Precedida de una importante polémica en Francia por un presunto contenido islamofobo se ha publicado recientemente en España, por la editorial Anagrama, la novela de  Michel Houellebecq, "Sumisión" cuya presentación pública en el país galo tuvo que ser suspendida el pasado Enero por los atentados yihadistas contra la revista "Charlie Hebdo".

            "Sumisión" es una pretendida novela de política ficción que representa el hipotético panorama político que podría darse en Francia en las elecciones presidenciales del año 2022 en cuya segunda vuelta se enfrentarían un candidato del ultraderechista Frente Nacional y un candidato de un partido islamista "moderado" que aglutina todos los apoyos de liberales e izquierdistas para cerrar el paso, a cualquier precio, al Frente Nacional.

            Más allá de hacer un muy aproximado análisis de la psicología social, la novela de Michel Houellebecq tiene mucho de ficción y muy poco de política al describir el periodo electoral como un tiempo de enorme inestabilidad y de enfrentamiento civil entre los partidarios del partido islamista y los identitarios del Frente Nacional, enfrentamientos éstos que, curiosamente y como por arte de magia, desaparecen tras las elecciones  que dan la victoria al candidato musulmán, ignorando el autor que una situación de tensión como la que describe en los momentos anteriores a las elecciones francesas de 2022 solo pueden terminar con el no reconocimiento de los resultados por el perdedor de las mismas y al enfrentamiento civil a gran escala no pudiendo en ningún caso la legalidad institucional mantener el control sobre las Fuerzas del Orden Público porque  en una sociedad polarizada también se encuentran polarizadas todas sus instituciones, incluidas las Fuerzas Armadas, al estar integradas por individuos de esa misma sociedad.

            Lo único llamativo de la novela de Houellebecq es el modo de como el partido islamista consigue el beneplácito de las instituciones y de la sociedad francesa en la cual, repetimos que como arte de magia, ha desaparecido totalmente cualquier reacción que pudieran tomar los partidarios del derrotado Frente Nacional que parecen haber desaparecido de la faz de la tierra. La forma que el presidente musulmán de Francia tiene para implantar la ley y los usos islámicos no es otra que el dinero que le proporcionan las petromonarquías de Arabia y del Golfo Pérsico que le permiten subvencionar las principales universidades públicas y comprar otros centros de enseñanza así como depurar todos los sectores de la administración, especialmente la educación pública, mediante la jubilación con la paga íntegra de todos aquellos funcionarios y profesores que no se conviertan al Islam. De la misma forma también consigue imponer los usos del velo y la poligamia a una sociedad cuyos individuos, ya sin prácticamente valores propios, no tienen más remedio que someterse (de ahí el título de "Sumisión" elegido por el autor) para "no perder su lugar en el nuevo estado" de cosas.

            Más que una obra inspirada por la islamofobia, "Sumisión" de Michel Houellebecq es una novela sustentada en la misantropía pues en ella nadie se salva: los musulmanes por liquidar la Francia tradicional, la izquierda francesa por renunciar a todo y especialmente al discurso de la "enseñanza laica" (y aunque no se menciona también al discurso de liberación de la mujer), la derecha francesa por desaparecer y no insistir en sus postulados, los funcionarios públicos por aceptar todo a cambio de conservar sus puestos y sus sueldos que les son notablemente incrementados y, en definitiva, los franceses en general por ser extremadamente acomodaticios, avenirse a cualquier cosa y aceptarlo todo.

            "Sumisión" de Michel Houellebecq debe su éxito a la polémica que ha suscitado lo que de seguro le garantizará varias ediciones y su traducción a varios idiomas, no obstante, no deja de ser una novela rara que incurre en no pocas contradicciones que la convierte en una novela de pura fantasía más que en una seria novela de política ficción al obviar los irremediables resultados lógicos del original planteamiento inicial realizado por el autor. 

miércoles, 8 de julio de 2015

LOS DOS "NO" DE GRECIA



            El resultado del referéndum celebrado el pasado 5 de Julio en Grecia no ha podido ser más claro y contundente. Los Griegos dijeron a las instituciones europeas simplemente, "NO"; "NO" a más sacrificios suicidas, "NO" a más imposiciones usurarias. Aunque el triunfo de este "NO" tan rotundo ha sido celebrado por la inmensa mayoría de los ciudadanos griegos y buena parte del resto de los ciudadanos europeos muchas personas ignoran que no es la primera vez que Grecia dice "NO" a un amenazante ultimátum.

            De hecho, en Grecia cada 28 de Octubre es un día de fiesta nacional que se denomina "El Día del NO" o la "Efeméride del NO" (Επέτειος του «Όχι»). El origen de esta festividad griega se remonta al 28 de Octubre de 1940 cuando el embajador del Reino de Italia ante el Reino de Grecia, tras regresar a su domicilio en la embajada italiana en Atenas después de haber disfrutado junto al  Primer Ministro griego, Ioannis Metaxas, de una velada teatral, tuvo que cumplir las graves órdenes dictadas por Roma en virtud de las cuales debía presentar, antes de las 24.00 horas del 28 de Octubre, una carta al Gobierno Griego que contenía, en forma de ultimátum, una serie de exigencias a las que Grecia debía responder favorablemente en el plazo de tres días. Ante la premura de tiempo, el embajador italiano en vez de acudir a la mañana siguiente al Ministerio de Asuntos Exteriores Griego vestido como exigía el protocolo diplomático para tan graves ocasiones, se vistió apresuradamente de etiqueta  y se presentó en el domicilio particular del propio Primer Ministro griego que, ya en la cama, le recibió en pijama y en el vestíbulo de su casa. El embajador italiano entregó a Ioannis Metaxas la carta que contenía el ultimátum y le informó del plazo para responder al mismo, Metaxas, abrió la carta y tras leerla se la devolvió al embajador con un escueto y rotundo "NO".

            El "NO" del 28 de Octubre de 1940 y el "NO" del pasado Domingo 5 de Julio de 2015, constituyen los dos heroicos "NO" dados por Grecia en la historia contemporánea y, aunque ciertamente guardan ciertas similitudes, también es verdad que entre ambos existen importantes diferencias.

            Ambos "NO" fueron pronunciados rotundamente ante unas exigencias clara y manifiestamente injustas, esa es la mayor de sus semejanzas pero en cuanto a las diferencias entre los dos "NO" podemos decir que son más sustanciales.

            En primer lugar, el Primer Ministro Griego en 1940, Ioannis Metaxas, sabía perfectamente que aquel "NO" implicaba la entrada de Grecia en la II Guerra Mundial, pero también sabía que el ejército griego podría defenderse con éxito de los ataques del ejército italiano, al cual llevó en cinco meses al borde de la derrota total, sabía también que una intervención de Alemania a favor de Italia provocaría la desestabilización de todos los países balcánicos y la extensión de guerra a toda la Península Balcánica y finalmente sabía también que contaría con el apoyo de la Armada y del Ejército Británico en su lucha contra las potencias del Eje.

            Por su parte el Primer Ministro Griego en 2015, Alexis Tsipras, no sabe realmente que es lo que va a pasar a partir de ahora. La gestión del gobierno griego ante las instituciones europeas ha ganado en legitimidad y, con la victoria del "NO" en el referéndum, ha obtenido una enorme victoria moral, pero sería un error por su parte el considerar que las victorias morales son también victorias reales y que la legitimidad, por sí misma, puede terminar imponiéndose. Si Metaxas con su "NO" obtuvo la certeza de la guerra, Tsipras con su "NO" ha obtenido la incertidumbre de si la solución negociada es posible.

            Tras el "NO" de Grecia el panorama se complica. Tsipras puede seguir negociando con las instituciones europeas, pero no puede aceptar  partir de las bases del 25 de Junio pasado porque, primero, tales bases han sido expresamente rechazadas por los ciudadanos griegos en el referéndum ya que la pregunta se refería concretamente a ellas y, en segundo lugar, tampoco puede aceptar ninguna medida que implique la subida del Impuesto del Valor Añadido porque ello ahogaría aun más a las extremadamente frágiles economías domésticas griegas ni retrasar la edad de jubilación a los 67 años porque ambas cosas supondrían una traición al "NO" expresado por los griegos. No nos engañemos, los recortes se pueden practicar de dos formas: de una forma perceptible y de otra forma imperceptible y el rebajar un 1 por ciento la cuantía de las pensiones de los griegos para el año 2016 como exige Europa es una forma de recortar muy visible, en cambio ampliar la edad de jubilación y los años de cotización para calcular la pensión futura supone una rebaja de las pensiones totalmente imperceptible.

            El "NO" griego del 5 de Julio puede convertirse en una trampa para Tsipras pues ahora está obligado por la voluntad popular a no aceptar la más mínima imposición, exigencia o ultimátum europeo que suponga mayores recortes a los derechos de los ciudadanos griegos y cualquier aceptación del ejecutivo griego en tal sentido solo puede entenderse como una traición al pueblo griego.

            Por su parte es muy dudoso que las instituciones europeas estén dispuestas a seguir prestando más efectivo al estado griego si este no hace gestos tendentes a demostrar que pagara sus deudas en un tiempo razonable lo que solo puede suponer nuevos sacrificios para la población griega. En definitiva, ningún acreedor puede obligar a un deudor a que vaya muriendo por consunción a fin de que pague sus deudas  pero no es menos cierto que un deudor no puede obligar a un acreedor a renunciar al cobro de lo que se le debe y además obligarle a seguir prestándole dinero.

            Realmente, desde el punto de vista de quien esto escribe, a partir de ahora Tsipras solo puede desarrollar lógicamente el "NO" griego del 5 de Julio e intentar crear una liga euro mediterránea que agrupe a los países del Sur de Europa a fin de hacer frente a los países ricos y exigentes del norte europeo, rescatando en gran medida la idea de la llamada "Liga de Fiume" creada por el poeta belga León Kochnitzky con el fin de agrupar a los pueblos oprimidos.

            Los dos "NO" de Grecia son muy reveladores porque el segundo viene a ser como una repetición del primero, convirtiéndose en una demostración empírica de aquel aserto hegeliano en virtud del cual "Los grandes acontecimientos de la historia siempre se repiten dos veces"; aserto que posteriormente sería completado por aquel aventajado discípulo de Hegel que fue Carlos Marx al concretar que "Los grandes acontecimientos de la historia siempre se repiten dos veces, la primera vez como tragedia y la segunda como farsa". En breve tiempo sabremos si quien estaba en lo cierto era el maestro o el discípulo.

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