A dos meses de la celebración de las
elecciones autonómicas catalanas y ante la propuesta de la gran coalición
integrada por Esquerra Republicana, Convergencia Democrática de Catalunya y
distintas entidades sociales catalanas de que si gana las elecciones proclamará
unilateralmente la independencia de Cataluña en el plazo de nueve meses, el
gobierno del Partido Popular al frente del cual se encuentra el señor Rajoy no
deja de repetir la cantinela de que "la ley se cumplirá".
En realidad, la cantinela de que
"la ley se va a cumplir" se está revelando como una salmodia de
alguien que no tiene nada que decir ni nada que proponer porque la situación
verdadera del gobierno central respecto a Cataluña es la misma que, en Ajedrez,
se denomina "Rey Ahogado" porque haga lo que haga no puede evitar el
Jaque Mate.
En primer lugar, el gobierno no
puede suspender las próximas elecciones catalanas del 27 de Septiembre
argumentando que es un plebiscito ilegal porque el decreto de la Generalitat
que las convoca es un decreto ordinario que convoca unas elecciones
autonómicas, no un plebiscito. Digan lo
que digan los políticos a ambos lados del Ebro, las elecciones del próximo 27
de Septiembre en Cataluña serán unas simples elecciones autonómicas en las que
una lista de candidatos tiene como programa electoral proclamar unilateralmente
la independencia en un determinado plazo y eso, en ningún caso, es un
plebiscito.
En segundo lugar, el gobierno
tampoco puede, de forma realista, aplicar el artículo 155 de la Constitución
porque ¿Qué medidas podría adoptar el gobierno para obligar a Cataluña a no
declarar la independencia y que órdenes podría dar a las autoridades
correspondientes?. En realidad la aplicación del tan "salvífico"
artículo constitucional supone, de una forma u otra, el establecimiento de un
régimen de ocupación militar que, aun en el improbable caso de que se
estableciera con éxito y pacíficamente, reforzaría el sentimiento
independentista en la sociedad catalana.
En tercer lugar, el gobierno tampoco
puede suspender la autonomía de Cataluña porque, siendo el momento oportuno de
hacerlo antes del 27 de Septiembre, eso podría provocar tal tensión que
llevaría también a la aplicación en Cataluña de alguno de los estados
excepcionales previstos en la Constitución lo cual reforzaría igualmente el
sentimiento independentista en Cataluña haciendo irreversible el proceso de
secesión.
Finalmente, el gobierno tampoco
puede sentarse a discutir una reforma constitucional para convertir el Estado
en un estado federal por dos motivos:
Primero.- porque cuando uno de los
interlocutores está hablando de federalismo (o incluso de confederación) y el
otro lo que quiere es la independencia las posturas no solo estarían tan
extremadamente alejadas que cualquier acercamiento de las mismas sería
prácticamente imposible sino que además los interlocutores estarían moviéndose
en dos planos completamente distintos.
Segundo.- Porque a dicha reforma no
se llegaría por el sincero convencimiento de que hay que reformar la
Constitución sino para dar satisfacción a unas demandas de una determinada
parte del estado que no ha dudado en practicar cierta coacción al afirmar que
está dispuesta a romper unilateralmente el marco constitucional por lo que la
hipotética reforma constitucional no garantizaría que nuevas coacciones y
demandas volvieran a ser planteadas a medio o largo plazo.
Así pues, como hemos expresado al
inicio del presente artículo el gobierno central está en una situación de
"Rey Ahogado" en la que haga lo que haga el resultado será el Jaque
Mate y lo curioso de todo ello es que el gobierno es perfectamente consciente de
que no puede hacer nada más que esperar a que en las elecciones del 27 de
Septiembre en Cataluña los partidos independentistas no consigan la mayoría
absoluta necesaria para llevar a las Cortes Catalanas una propuesta de ley que
conlleve la declaración unilateral de independencia y la consecuente
desintegración del estado. Entonces, si el gobierno es consciente de que no
puede hacer nada ¿Por qué insiste tanto en la ley y en que el proceso de
secesión no culminará con éxito?.
Evidentemente, el gobierno desde
hace algún tiempo no se encuentra trabajando por salvar la integridad
territorial de las Españas o de aquello que algunos denominan "la
sacrosanta unidad de la Patria". El problema que Cataluña está planteando
ahora mismo al gobierno central, al Estado Español y a todas y cada una de sus instituciones
es el de ¿Cómo se podrá continuar justificando la existencia de las
instituciones del estado español si finalmente Cataluña se independiza?. Es
decir, el gobierno está preparando algún tipo de operación de marketing que le
permita vendernos a los españoles su fracaso y el de todo un régimen político,
el de 1978, como un éxito para que no nos cuestionemos que es lo que la casta
política y los integrantes de las instituciones del estado han hecho en los
últimos cuarenta años para que,
precisamente ahora, se liquide una historia en común de más de quinientos años.
Por su parte la salmodia de que
"La ley se cumplirá y Cataluña no se independizará" es la letanía con
la que este gobierno pretende mantener confiados a los españolitos mientras que
gana tiempo para ver si se puede sacar algún conejo de la chistera con el que,
al menos, retrasar el problema hasta que haya un nuevo gobierno. No obstante,
todos debemos ser conscientes de que eso de que "La Ley se cumplirá"
debió ser algo similar a lo que dijeron los ministros de Jorge III cuando se
enteraron del "Motín del Té" de 1773 y que lo mismo que las leyes se
pueden reformar y derogar también se pueden romper porque si las leyes no se
pudieran romper los Estados Unidos aún serían un conjunto de colonias
británicas.