El pasado 25 de Marzo del 2012, los ciudadanos de Andalucía y Asturias fueron convocados a las urnas para elegir a sus representantes en estas dos Comunidades Autónomas, dando lugar a unos resultados poco gratificantes para la casta política española la cual, a través de sus voceros, pretende desviar la atención hacia el hecho, por otra parte irrefutable, de que todas las encuestas se han equivocado en sus pronósticos.
En primer lugar, estas elecciones autonómicas han sido las primeras elecciones de todas las celebradas desde 1977 en las que se puede afirmar que la abstención tiene una nítida lectura política que indica el hartazgo y el cansancio del cuerpo electoral hacia una casta política que, cada vez más, viene a demostrar que sus soluciones no son para los problemas planteados por los ciudadanos. Así, en Andalucía la abstención, con un 37.7 por ciento, ha superado en algo más de diez puntos la abstención registrada en las elecciones autonómicas anteriores celebradas el año 2008 y en Asturias con un 44´08, ha superado igualmente los diez puntos en relación con las elecciones autonómicas celebradas tan solo hace cuatro meses.
Si, hasta ahora, la abstención se registraba fundamentalmente entre votantes del Partido Socialista que, ante el descontento con esta opción política, decidían quedarse en casa el día de las elecciones; en estos comicios autonómicos también se ha registrado entre los votantes del Partido Popular ya que este partido ha experimentado en Andalucía la pérdida de más de cuatrocientos mil votos respecto a las elecciones generales celebradas en Noviembre pasado y la pérdida de casi doscientos mil votos respecto a las elecciones autonómicas del 2008.
En estas elecciones autonómicas, los dos partidos mayoritarios experimentan una sangría de votos. Así, el PSOE pierde más de medio millón de votos en Andalucía con relación a las elecciones autonómicas del 2008 a favor de la abstención y de Izquierda Unida y el Partido Popular pierde dos centenares de miles de votos en relación con las autonómicas andaluzas del 2008 a favor de la abstención y de UPyD, que obtiene 129.000 votos en esta comunidad aunque se queda fuera del parlamento andaluz y logra casi 19.000 votos en Asturias donde consigue un diputado autonómico.
Por su parte, el incremento de votos obtenidos por Izquierda Unida tanto en Andalucía (cien mil votos más), donde dobla su representación parlamentaria pasando de seis a doce diputados, como en Asturias donde con siete mil votos más que los obtenidos el pasado 20 de Noviembre pasa de cuatro a cinco diputados; implica que solo un porcentaje no muy grande del electorado socialista ha desplazado su voto hacia esta coalición de izquierdas, decantándose por la abstención la mayoría de los votantes socialistas que no han votado al PSOE.
En rigor, el resultado de las elecciones autonómicas celebradas en Andalucía y Asturias pone de manifiesto que los dos partidos mayoritarios pierden numeroso apoyo electoral que va a parar mayoritariamente a la abstención y, solo en una pequeña parte, a partidos minoritarios como Izquierda Unida y UPyD.
En el caso del Partido Popular el notorio retroceso experimentado en tan poco tiempo tanto en Asturias, donde pierde doce mil votos, como en Andalucía; se debe a que dicho partido no ha comprendido ni ha querido comprender que la confianza depositada en él por los ciudadanos españoles, el pasado 20 de Noviembre del 2011, era para que sacase al país de la crisis y reflotara la economía; no para que, aplicando exigencias de potencias extranjeras, continuara con una política de recortes iniciada por el anterior gobierno socialista y esquilmara los ya esquilmados bolsillos de los españoles ahogando sus economías domésticas.
Por otra parte los resultados electorales de estos comicios van a ser esclarecedores para la ciudadanía y van a profundizar la sima que separa a la casta política del pueblo español.
En primer lugar, y en el caso Asturiano, los resultados de las elecciones de 2012 no van a cambiar prácticamente el panorama político fruto de las elecciones de Noviembre del 2011 que dieron el poder a Foro Asturias teniendo que explicar las formaciones políticas mayoritarias (PSOE, PP y Foro Asturias) el por qué, en un tiempo de crisis económica donde se practican importantes recortes sociales, provocaron con su falta de acuerdo una convocatoria extraordinaria de elecciones, con el gasto público que ello conlleva, cuando ahora el Partido Popular y Foro Asturias presumiblemente pactarán y llegarán a un acuerdo para que el Sr. Álvarez Cascos repita en la presidencia del gobierno del Principado.
Y, finalmente, en el caso andaluz surge la cuestión de Izquierda Unida, la cual se encuentra en una disyuntiva de difícil solución pues o bien repite la actitud mostrada en la Comunidad Autónoma de Extremadura donde con su abstención facilitó el acceso al poder del Partido Popular, por lo que se la puede considerar en cierto modo responsable de la política que esta desarrollando actualmente dicho partido en el gobierno de la nación, o bien apoya al Partido Socialista Obrero Español, con lo cual se haría corresponsable, no solo de la política llevada a cabo en todo el estado por el Gobierno socialista en estos últimos ocho años (responsabilidad que, por otra parte, le corresponde porque en no pocos casos ha apoyado en el Congreso de los Diputados iniciativas del PSOE) sino también se haría corresponsable de todos los escándalos de corrupción surgidos en Andalucía en el último año. El apoyo de IU al Partido Socialista en Andalucía, le confirmaría no como una alternativa política de la izquierda española sino como un partido muleta (donde apoyarse) del PSOE por lo que podría verse afectada en las futuras convocatorias electorales por el creciente alejamiento de los ciudadanos de los partidos mayoritarios y que ya están experimentando PP y PSOE.
Así pues, los resultados electorales experimentados en los últimos comicios andaluces y asturianos confirman claramente el divorcio entre los partidos mayoritarios, Partido Popular y Partido Socialista Obrero Español, y la ciudadanía española que mayoritariamente y de una forma progresivamente creciente tiende a optar, cada vez más en cada convocatoria electoral, por la abstención como muestra de protesta contra el régimen político y la casta política que lo encarna, la cual debería favorecer y dejar paso a un nuevo proceso constituyente como único servicio prestado a los españoles.