No cabe duda de que entre el título del presente escrito y la imagen que lo acompaña, algún lector ya se ha imaginado aventuras de capa y espada, sobre todo de estas últimas por los valles y las montañas de la tierra íbera para deshacer los entuertos que de forma constante, continua y consciente nos provocan nuestros poco dotados gobernantes, pero nada más lejos de nuestra intención que hacer un llamamiento a echarse al monte como el Cura Santa Cruz o Juan Martín El Empecinado.
Después de casi dos años desde que se comenzó la publicación de este modesto blog y visto el no poco eco conseguido tanto en la red como fuera de ella, los redactores madrileños del mismo están pensando en organizar, para el inicio del próximo curso político, allá por el mes de Octubre; unas tertulias políticas y culturales de periodicidad quincenal en algún café clásico o popular taberna de la Villa de Madrid en las que intercambiar ideas y opiniones.
Para ello, y esta es la causa, motivo y origen de estas breves líneas, rogamos a nuestros lectores que nos indiquen si están o no interesados en tal iniciativa y qué día de la semana y lugar de la madrileña villa consideran oportuno para comenzar con las tertulias, así como los temas que consideren más interesantes para tratar proporcionando asimismo algún medio de contacto para mantenerles informados puntualmente del comienzo y desarrollo de las reuniones.
En las tertulias tendrán cabida todos los que estén dispuestos a debatir y conversar en buen tono y educación, aunque para nada coincidan con nuestra línea editorial o sean radicalmente contrarios a la misma.
Esperamos y deseamos que esta iniciativa sea bien acogida y pueda materializarse de forma exitosa para lo cual podéis dirigiros a la dirección de correo de nuestro blog: arturoen@hotmail.com
Con motivo del cuarenta aniversario de la llegada del hombre a la Luna, el día 20 de Julio de 1969, han proliferado los programas conmemorativos dedicados a elogiar la insigne hazaña o tal vez, simplemente, a recordar nostálgicamente lo jóvenes y buenos mozos y mozas que algunos eran “in illo tempore”.
Ciertamente el hecho de que el hombre llegase a la Luna fue un gran logro de la tecnología y de la ciencia aplicada a la misma, pero cuarenta años después del importante acontecimiento solo se puede decir que, de ese “Gran paso para la humanidad”, salvo el microondas y dos o tres electrodomésticos más, en nada se ha beneficiado la humanidad.
En 1969, el mundo asistía a los últimos conflictos traumáticos de la descolonización, se encontraba inmerso en plena guerra fría bajo la constante amenaza de que se pasara a una situación de guerra caliente con el empleo de armas nucleares y asistía al recrudecimiento de la Guerra del Vietnam tras la ofensiva del Tet de 1968. La llegada del hombre a la Luna supuso para Estados Unidos una victoria propagandística, logrando demostrar o al menos hacer creer, que su ciencia y su tecnología eran superiores a la de su antagonista, la entonces Unión Soviética. No obstante, la misión del Apolo XI no influyó en nada en los acontecimientos que la humanidad padecía y soportaba en la Tierra y las enormes cantidades de dinero invertidas en la conquista de un desierto inhabitable pueden y deben ser cuestionadas.
De todas las misiones espaciales desarrolladas durante la llamada carrera espacial, las únicas que han servido para algo han sido los viajes orbitarios que han permitido perfeccionar las comunicaciones entre las más alejadas zonas de nuestro planeta y mejorar el conocimiento de nuestro clima, mediante la instalación de numerosos satélites artificiales. No obstante los beneficios de poner a un hombre en la luna, no se alcanzan a ver a pesar de que nos esforcemos en ello.
Hoy, cuarenta años después del pequeño paso de Neil Amstrong, el mundo sigue siendo igual de inseguro con innumerables guerras de baja intensidad, millones de seres humanos continúan viviendo en la miseria, en el analfabetismo y muriendo de hambre o de enfermedades al tiempo de que en nuestro planeta, en lo más profundo de las reducidas y sobreexplotadas selvas tropicales, aún existen millones de especies por descubrir, muchas de ellas microscópicas y causantes de futuras enfermedades mortales al igual que otras muchas de ellas pueden constituir eficaces remedios médicos para graves padecimientos. Mientras, los gobiernos más poderosos de la Tierra poco o nada hacen por conocer más profundamente la esencia sustancial del ser humano y el potencial beneficioso que todavía puede poseer nuestro planeta para el bienestar del género humano y para paliar sus miserias materiales; prefieren seguir dedicando tiempo, medios y cantidades astronómicas (y nunca mejor dicho) en “la conquista del espacio” y en la investigación espacial como si la finalidad última de todo ello fuera la de encontrar nuevas fronteras que explotar ante la próxima falta de rentabilidad económica de nuestro pequeño y querido planeta Tierra.
Los elogios y parabienes que en estos días recibe la gesta de la llegada del hombre a la Luna no puede menos que hacer recordar aquel magistral diálogo final de la película “Las Aguas Bajan Negras” y parafraseándolo concluir diciendo:
- “Antes de la llegada del hombre a la Luna ¿Cuántos eran los Pecados Capitales del hombre?”, preguntó un escéptico a un laudatorio del progreso.
-“Pues Siete”, contestó el interlocutor.
-“Y ahora, después de la llegada del hombre a la Luna ¿Cuántos son los Pecados Capitales del hombre?, preguntó nuevamente el escéptico.
-“Pues siete también”, volvió a contestar el incondicional amigo del progreso.
-Entonces ¿En que nos ha hecho mejores la llegada del hombre a la Luna?, concluyó preguntando el escéptico ante el reflexivo silencio de su interlocutor.
Ya diluida por completo la artificial conmemoración del inicio de la Guerra de la Independencia que fue fomentada el año pasado con tanto “P´atiótico” entusiasmo por las instituciones políticas del Estado como acogida con pasividad e indiferencia por el pueblo español y bien entrados en el año 2009 hay dos hechosde relevante importancia que se conmemoran precisamente en este mes de Julio cuales son el Centenario de la Semana Trágica de Barcelona y el Centenario del fallecimiento de S.M.C. Carlos VII de España y XI de Francia., siendo a éste último al que primero dedicaremos unas líneas.
Don Carlos María de Borbón y Austria-Este, nació en el exilio al que fue condenado por la dinastía que usurpó el trono de las Españas en 1833, concretamente en la localidad, entonces austriaca de Laibach (hoy Lubliana, Eslovenia) el 30 de Marzo de 1848. Nieto de don Carlos V, Rey de las Españas, e hijo de Don Juan III y doña Beatriz de Austria-Este, sufrió desde muy joven la separación de sus padres viviendo en compañía de su madre en Módena y siendo educado por su abuela paterna la Princesa de Beira quién inculcó en el entonces joven príncipe el amor al pueblo español y a sus obligaciones como futuro rey.
Con solo veinte años, el 3 de Octubre de 1868, Don Carlos se convirtió en Rey de derecho de los españoles tras la abdicación de su padre aunque para muchos carlistas ya era considerado Rey desde que, en 1864, la Princesa de Beira le proclamase como tal en su “Carta a los Españoles”.
Tras la crisis del régimen Isabelino en 1868, tuvo multitud de proposiciones de los gobiernos provisionales de España para proclamarlo y aceptarlo como Rey a cambio de que se entregará incondicionalmente a ser un instrumento de los intereses de clase que representaban los liberales, proposiciones éstas que siempre declinó por no querer renunciar jamás a unos principios que de haber imperado en las Españas habrían evitado tanta efusión de sangre y tantas tragedias que nos han ido empequeñeciendo con el tiempo.
Durante los años inmediatos a la Revolución de Septiembre de 1868, Carlos VII desplegó una inusitada actividad política fruto de la cual fue la reorganización política del carlismo que en aquel entonces actuaba bajo el nombre de Comunión Católico Monárquica, la obtención de cincuenta diputados en las elecciones legislativas de 1871, los acuerdos políticos con los Republicanos Federales que terminarían pasándose en masa a las filas carlistas ante las maniobras de Prim por imponer en el trono de San Fernando a un príncipe extranjero como era Amadeo de Saboya y llegando a ser reconocido como rey legítimo de las Españas por la propia Isabel, llamada la II, quién le ofreció tanto su apoyo como el de su hijo, Alfonso.
En 1872, ante el deterioro y la inestabilidad de la situación política y social española, Don Carlos VII entra en España dando comienzo la III Guerra Carlista que se prolongaría hasta 1876 y que terminaría con la derrota del Ejército Carlista tras el cierre de la frontera francesa y el golpe de Estado del General Martínez Campos en Sagunto.
Tras el final de la guerra, Don Carlos VII inicia una gira por todo el mundo visitando países como Estados Unidos, Inglaterra, Méjico y Colombia, siendo recibido oficialmente en estos dos últimos como Rey y Jefe de Estado y convirtiéndose, por tanto, en el primer rey de los españoles que visitaba la América hispana. Al término de esta gira se instala en Francia donde reside hasta su expulsión forzada por el gobierno de Madrid en 1881.
En 1887, al morir su tío Enrique V, Conde de Chambord, don Carlos le sucede en los derechos al trono de Francia por lo que a partir de ese año, Carlos VII de España se convierte también en Carlos XI de Francia considerando siempre que primero debía figurar su titulo de Rey de los Españoles por haber sido los derechos que primero había adquirido zanjando de éste modo todo el problema que suscitaba si primero debía considerarse Rey de las Españas o de Francia.
Desde que finalizara la III Guerra Carlista, don Carlos VII siempre mantuvo, a pesar de la lejanía y la persecución, su implicación en la política española y su relación con los carlistas siendo públicamente conocido que siempre recibía en su exilio italiano a cuantos españoles se acercaban a él sin importar su filiación o procedencia política. Don Carlos VII falleció hace justamente cien años, el día 18 de Julio de 1909, sucediéndole tanto en los derechos al trono de las Españas como al de Francia su hijo Jaime III de los españoles y I de Francia.
A lo largo de su vida, Su Majestad Don Carlos VII demostró ser un gran conocedor de la política española e internacional tal y como lo demuestran sus escritos, principalmente su “Diario y Memorias”, su “Testamento Político” y su correspondencia política mantenida con diversos líderes políticos de España y de Ultramar y, es indudable, que de haber reinado de forma efectiva la política interna de España se hubiera orientado hacia una constitución federal o federativa del reino que incluso habría abarcado a las provincias de ultramar todavía españolas (Cuba, Filipinas y Puerto Rico) mientras que la política exterior se habría dirigido principalmente hacia Europa, intentando crear una gran coalición latina junto con Francia y Portugal al tiempo que mostraría una vertiente hispana, intentando fomentar una gran confederación con Ibero América.
El auto dictado por el Tribunal Superior de Justicia de la Comunidad Valenciana que desestima la solicitud de sobreseimiento solicitado en el llamado “Caso Gurtel” y acuerda la continuación del procedimiento por un presunto delito de cohecho contra varios dirigentes del Partido Popular en el Reino de Valencia entre los que se encuentra el mismísimo Presidente autonómico, don Francisco Camps, ha provocado numerosas manifestaciones de diversos dirigentes nacionales de dicho partido apoyando y cerrando filas en torno a su señero compañero.
Entre estas manifestaciones hay que destacar, porque dejan claro lo que significa el Estado de Derecho para nuestros políticos, las pronunciadas por la Secretaria General del Partido Popular, doña Maria Dolores de Cospedal, y por la actual alcaldesa de la ciudad de Valencia, doña Rita Barberá.
La Señora Cospedal ha manifestado textualmente que “en el hipotético caso de que estuviéramos hablando de algún tipo de regalo es algo muy discutible hasta donde tiene que llegar el tipo penal o los límites en este asunto". Por su parte la alcaldesa de Valencia, Señora Barberá, ha dicho que “Hay que leerse el Código o cambiarlo si estamos en un espiral de locura, que es donde parece que estamos”. Las dos manifestaciones de las dirigentes populares, más que defender a don Francisco Camps, parece ser que tienden más a considerar que cuando el código penal (y seguramente cualquier otro) es susceptible de aplicación contra alguno de los suyos es mejor cambiarlo para que no les sea de aplicación.
Parece ser que el concepto de Ley y de Procedimiento Legal es altamente relativo para nuestros políticos pudiendo ser más estricto o más flexible, dependiendo de quien sea la persona a quien le sea de aplicación. Hasta el día de hoy, los políticos de un lado nos tenían acostumbrados a reclamar que cayese “todo el peso de la ley” contra los miembros del partido contrario imputados en casos de corrupción mientras que guardaban silencio cuando las sospechas de corrupción recaían sobre sus propios miembros, pero a partir de ahora, es de suponer que los dos principales partidos políticos de nuestro país eleven a cuestión de estado el ponerse de acuerdo para que, de una forma u otra, los políticos se sitúen por encima de la ley.
Es curioso como en estos tiempos de crisis y de dificultades económicas para muchas familias, ningún “Padre de la Patria” haya propuesto o sugerido cambiar las leyes civiles para que a los ciudadanos de a pie no les alcancen los embargos de los que llevan años haciendo su agosto con los prestamos y las hipotecas, en cambio… cuando una Ley Orgánica, como es el Código Penal, puede ser aplicado, aunque con unas consecuencias muy nimias, a uno de ellos; no dudan un instante en calificar el hecho investigado como “muy discutible” o como “espiral de locura” y solicitar, ni más ni menos, que el cambio de la ley para que no les afecte.
En fin, creo que no son necesarias más palabras, salvo aquellas que dicen que “no hay peor ciego que el que no quiere ver”.
A finales del año 2008 saltó la noticia de que la policía francesa había desarticulado una banda de terroristas de ideología anarquista que durante meses se habían dedicado a sabotear las redes ferroviarias galas cruzando barras de hierro en las vías. Del registro de la granja en la que vivían los detenidos en comunidad, no había nada material que les inculpara de las acciones de sabotaje, solo un folleto titulado “La Insurrección que Llega” que les fue intervenido sirvió para justificar su detención y posterior prisión al ser considerado un manual de directrices para saboteadores.
“La Insurrección que Llega”, es un breve folleto anónimo aunque firmado por un autodenominado “Comité Invisible” que se consideró inicial y erróneamente el pseudónimo de uno de los jóvenes detenidos en Francia a finales del año pasado, Julien Coupat.
En realidad el tan temido y subversivo folleto no es más que una obra de opinión política que tiene dos partes claramente diferenciadas:
La primera parte constituye un tratado doctrinal que trata sobre los males que aquejan o que se detectan en la sociedad occidental actual tan debilitadas y maltratadas por los respectivos estados, así, en “La Insurrección que Viene”, se critica las corrientes filosóficas imperantes en la sociedad como el individualismo, el relativismo y el hedonismo como actitudes fomentadas en las sociedades desde el poder con la finalidad de desarticularlas y dominarlas más fácilmente.
Novedoso resulta en esta misma primera parte de la obra tanto la crítica que hace el autor del movimiento ecologista indicando que el ecologismo en un futuro muy próximo será también un medio de explotación económica de los ciudadanos como el elogio que dedica a los movimientos sociales de ayuda como los comedores sociales que, ante determinados desastres sociales o naturales, se pusieron en marcha en Nueva Orleáns o en la Argentina por grupos espontáneamente organizados.
La segunda parte de “La Insurrección que Llega”, es más discutible ya que constituye una mera serie de apuntes, no todos ellos acertados ni aceptables, sobre lo que se puede hacer ante la situación de quiebra social y humana que ha creado y fomentado el estado moderno. En este sentido existe un llamamiento a la organización comunal y social al margen del poder y de las leyes establecidas, siendo una especie de reivindicación de la comuna Hippie de los años sesenta del siglo pasado, pero también hay en “La Insurrección que Llega”, y aquí nos encontramos con lo inaceptable y lo discutible, un llamamiento al sabotaje de los medios de comunicación y de transporte con la finalidad de paralizar a las grandes metrópolis europeas y llevarlas a una situación de desabastecimiento que provoque la crisis definitiva del estado.
“La Insurrección que Llega” del Comité Invisible, al igual que “Técnica del Golpe de Estado” de Curzio Malaparte, no es más que una obra de opinión política que constata muchos hechos ciertos que se ven en la sociedad actual clamando contra la injusticia y la actitud pasiva de los hombres que padecen lo existente. Curiosamente, se considera que “La insurrección que Llega” es una obra de pensamiento anarquista aunque en lo relativo a la critica política incide en los mismos aspectos que el pensamiento católico actualdando el mismo tratamiento al individualismo, hedonismo o relativismo que se dan en las encíclicas papales. En este sentido, tal vez habría sido más productivo al autor de “La insurrección que Llega” hacer un llamamiento a la convergencia y a la colaboración de todas las teorías, corrientes y fuerzas contrarias al régimen mundial existente, sin prejuicio alguno, que el vago llamamiento a la insurrección y al sabotaje que, en última instancia, solo sirve para justificar la represión policial y la existencia misma del estado moderno.
“La Insurrección que Llega” ha sido publicada recientemente en España por la pequeña, pero valiente, editorial Melusina al precio militante y simbólico de diez euros, aunque también, para aquellos que no puedan hacer tan pequeño desembolso, se puede leer en internet en la direcciónhttp://www.rebelion.org/docs/86360.pdf aunque es preferible favorecer la libertad de pensamiento y el sostenimiento de las editoriales que a tal principio sirven directa o indirectamente mediante la adquisición del libro ya que ello permitirá la subsistencia de la editorial y la publicación de nuevos e interesantes textos políticamente incorrectos.
El éxito taquillero de la película “Ángeles y Demonios” adaptación de la novela homónima del escritor estadounidense Dan Brown, autor también de la controvertida novela “El Código Da Vinci”, ha vuelto a poner en boga un tipo de literatura (de la que este autor es su último y no precisamente el más brillante representante) que, lejos de aportar innovación en las técnicas literarias o novedad en la temática tratada, solo pretende ser una literatura funcional orientada al entretenimiento y consumo masivo al mismo tiempo que a la generación de grandes beneficios económicos.
Tanto “El Código Da Vinci”, cuya temática ya fue tratada por un pseudo-reportaje periodístico publicado a mediados de los años ochenta del pasado siglo bajo el título de “El Enigma Sagrado”; como “Ángeles y Demonios”, son novelas que pueden integrarse junto con otras muchas obras literarias en un subgénero literario que podríamos denominar “Literatura de la Conspiración”. La característica común de esta “Literatura de la Conspiración” es que, partiendo de un hecho histórico auténtico sobre el que existen muchas sombras o de una noticia actual poco clara, se elabora, utilizando un estilo periodístico, policial y/o científico, una trama conspirativa con muchos rasgos de autenticidad y de credibilidad que constituye el único argumento de este tipo de literatura y sobre el cual gira la acción y los personajes de la novela.
Al igual que es innegable que Dan Brown cultiva la “Literatura de la Conspiración” y que es un autor que cosecha éxitos de ventas, también es innegable que Dan Brown no es ni el inventor ni el único cultivador de este subgénero literario. La “Literatura de la Conspiración” nace en el Siglo XIX intentando dar una explicación conspirativa a la Revolución Francesa, siendo tal vez su precursor Leo Táxil. En sus orígenes la “Literatura de la Conspiración” no tenía la intención de servir de entretenimiento sino más bien de alertar de la existencia de minorías subterráneas y sociedades secretas que, guardianas de grandes y terribles secretos a la vez que amparadas por poderosos poderes, intentaban subvertir la sociedad y a sus instituciones; por eso en sus orígenes la “Literatura de la Conspiración” no adopta la forma de novela sino más bien la de tratado histórico o reportaje periodístico. Es en el Siglo XX cuando aparecen las tres obras cumbres de la “Literatura de la Conspiración” que son: “Los Protocolos de los Sabios de Sión”, la “Revue Internationale de las Societes Secretes”, periódico de París dirigido por Monseñor Jouin aparecido en los periodos 1912 -1914 y 1920 -1922 y “La Cara Oculta de la Historia Moderna”, enciclopédica obra sobre las más diversas conspiraciones de la historia desde 1453 a nuestros días escrita por Jean Lombard y de la que Dan Brown difícilmente puede negar que constituye una de sus fuentes principales.
Curiosamente, a pesar de lo importante que es el subgénero de la “Literatura de la Conspiración” sobre todo en cuanto a ventas, número de lectores y generación de ingresos, existen muy pocos estudios literarios sobre el mismo que alcancen a estudiar las causas de su éxito, sobre todo en sociedades como al estadounidense. La magnífica novela “El Péndulo de Focault” de Umberto Eco, que también se puede encuadrar dentro de la “Literatura de la Conspiración” intenta dar una explicación a este género literario desde el punto de vista editorial llegando a la conclusión de que existe porque supone una gran generación de ventas y por tanto de ingresos económicos, pero no alcanza a explicar el por qué la publicación de un libro sobre tal o cual conspiración oculta es una apuesta segura para cualquier editorial. La respuesta a esta importante cuestión no hay que buscarla en la ignorancia o en la credulidad de los lectores, sino más bien en todo lo contrario ya que la “Literatura de la Conspiración” satisface las necesidades de un numeroso número de personas que, desconfiando de sus gobiernos e instituciones, tienen el pleno convencimiento de que les están ocultando algo y a las que no les cuadra la realidad que padecen y por tanto buscan en este tipo de literatura las explicaciones que nadie les da y que están convencidos les escamotean. Así pues, el éxito de la “Literatura de la Conspiración” es siempre inversamente proporcional a la confianza que tienen los ciudadanos en sus gobiernos e instituciones siendo en las sociedades donde las instituciones gubernamentales inspiran mayor desconfianza entre sus ciudadanos donde más “Literatura de la Conspiración” se genera y se vende.