Nuevamente
los españoles vamos a ser convocados, el próximo 24 de Mayo, a unas nuevas
elecciones, esta vez autonómicas y municipales, pero a diferencia de las
celebradas en los últimos cuarenta años parece ser que el desgaste del régimen
se ha hecho patente y evidente y han aparecido dos nuevas formaciones políticas
que cada día que pasa no dejan de revelarse como aquellas cubiertas
recauchutadas que permiten, por un módico precio, prolongar la vida de los
neumáticos de un automóvil. Tales formaciones a las que me refiero son,
evidentemente, CIUDADANOS y PODEMOS.
CIUDADANOS, no es una formación
política de reciente creación ya que se encuentra en el panorama político
español desde el año 2006, es decir, desde hace nueve años. No obstante es un
partido extraño porque, surgido como fuerza política en Cataluña donde
aprovechó tanto la deriva independentista de los partidos nacionalistas
catalanes como la mitigación del discurso españolista por parte del Partido
Popular, no ha tenido jamás más discurso político que aquella soflama
postfranquista ampliamente difundida los 20-N en la Plaza de Oriente de Madrid
de "España Una y No Cincuenta y Una".
No obstante, de unos meses a esta parte, y a tenor de los datos arrojados por
diversas encuestas parece haberse dado mucha prisa en crear una organización a
nivel estatal y haber elaborado un rápido programa de propuestas
económico-políticas algo alocadas y con poco fundamento real, todo ello con
gran rapidez e improvisación a fin de presentarse a la opinión pública, con el
enorme y generoso apoyo de los medios de comunicación, como una alternativa
real no sabemos muy bien de qué.
CIUDADANOS ha tenido una trayectoria
política dudosa donde lo único claro y nítido ha sido su "defensa de la
unidad de España" sin explicar si su programa contenía algún aspecto
social y/o económico aunque en los últimos meses ha hecho un gran esfuerzo por
proponer un programa "creíble y respetable" en ese aspecto que tiene
como dos ejes fundamentales la creación del contrato laboral único y la
reducción a dos tipos de el Impuesto sobre el Valor Añadido.
Con el contrato laboral único,
CIUDADANOS da satisfacción a una vieja demanda de la patronal española que
lejos de suponer una mayor estabilidad en el empleo para los trabajadores va a
suponer una mayor permisividad a la hora de considerar temporales trabajos que
no lo son porque dicha propuesta consiste en que no haya más que un contrato de
trabajo igual para todos, como si todos los trabajos fueran iguales y todos los
trabajadores fueran a ser tratados por igual en las empresas por el simple
hecho de tener un mismo contrato; pero lo cierto es que aunque les ofrezcan un
mismo contrato, no van a obtener una misma consideración ni estabilidad en el
empleo si a la empresa no le interesa. Al contrario, es muy posible que con el
contrato único muchos más trabajadores pueden ser más precarios aún porque
llevará aparejada la reducción de las indemnizaciones por despido pactada en el
propio contrato.
A pesar de que la improvisada
propuesta del contrato laboral único tiene más trampas que una película de
Tarzan la reducción a dos tipos del Impuesto sobre el Valor Añadido (IVA) se
lleva la palma como propuesta electoralista y demagógica. Actualmente el IVA
tiene tres tipos: el 4 por ciento que grava los
libros, medicamentos de uso humano o productos alimenticios, el 10 por
ciento que grava la compraventa de viviendas de nueva construcción, los
alquileres de locales comerciales, los hoteles y las residencias de ancianos y
el 21 por ciento que es el tipo general que grava todos los demás productos. El
hecho de reducir los tipos impositivos de IVA como propone CIUDADANOS al 7 y al
18 por ciento resulta un juego malabar propio de un puesto de trileros porque
la propuesta real es "te bajo un tres por ciento por aquí y te subo un
ocho por ciento por allá"; conclusión una subida generalizada del Impuesto
sobre el Valor Añadido y por ende de los precios. De este modo subirían los
alimentos, los medicamentos y los libros, incluidos los de texto, un tres por
ciento al pasar del 4 al 7 por ciento el tipo que grava tales productos, lo
cual vendría a compensar la bajada del tres por ciento en el tipo del IVA
General, hoy al 21 por ciento, mientras que los bienes que actualmente tributan
al diez por ciento no se sabe si subirían un ocho por ciento o bajarían un tres
por ciento, siendo lo más probable que, como regla general, suban al 18 por
ciento con lo que, no solo compensarían sobradamente la bajada del IVA general
sino que además se incrementaría la recaudación por tal concepto. En
definitiva, la propuesta de CIUDADANOS consiste en subir los impuestos a la
mayoría de la población sin mencionar siquiera si el IVA que grava los
productos de lujo, que hoy está en el 33 por ciento, también se va a reducir al
18.
Evidentemente, y a mi muy modesto
entender, el juego de números que supone esta "montaña rusa"
impositiva no puede ser más esclarecedora a la hora de vislumbrar la falta de
seriedad y honestidad con la que CIUDADANOS lanza sus propuestas con la mera
intención de aparentar ser una opción política distinta a las hasta ahora
mayoritarias.
Por
otro lado, y en el polo opuesto a CIUDANOS, se encuentra la otra nueva
formación política emergente que es PODEMOS. A diferencia de CIUDADANOS,
PODEMOS es una fuerza política bastante nueva pues apenas tiene un año y medio
de existencia, lo cual podría justificar cierta improvisación en su programa económico
y social y hacer comprensibles algunos errores de manual cometidos por la
formación. PODEMOS surgió ante las elecciones europeas de Mayo del año 2014
como una formación política rupturista, sin aparentes deudas con el pasado y
con un mensaje social radical que le proporcionó más de un millón trescientos
mil votos y cinco eurodiputados. Desde aquel éxito, y a pesar de su nula
relevancia política a nivel nacional, PODEMOS ha sido la gran estrella de los
medios de comunicación no existiendo ninguna tertulia política televisiva o
radiofónica en la que no estuviese
presente alguno de sus representantes.
El éxito cosechado por PODEMOS en
las elecciones europeas del año pasado debió pillar totalmente desprevenidos a
sus dirigentes los cuales, a partir de ese momento, han ido progresivamente
devaluando sus exigencias hasta reconocer que quieren equipararse a la
"socialdemocracia", incurriendo en contradicciones manifiestas que
solamente los "Hooligans" políticos son incapaces de ver y de reconocer
e improvisando un programa económico que básicamente se traduce, al igual que
el de CIUDADANOS, en una subida de impuestos.
En primer lugar, PODEMOS parece
haber renunciado a sus exigencias estrellas como eran la renta básica
universal, la intervención de las empresas del IBEX-35, el impago de la deuda
externa y un proceso constituyente. Ahora en cambio proponen una renta básica
para las familias con menor poder adquisitivo o en riesgo de exclusión social,
cosa ésta que ya existe y que se llama "Renta Mínima de Integración" (REMI), y ya no hablan de ni de proceso
constituyente ni de intervención del IBEX-35 ni del impago de la deuda. Dicho
de otra forma, PODEMOS ha desertado de su inicial discurso radical para
encauzarlo por los caminos ya emprendidos en el pasado por el PSOE y que le
llevaron a renunciar al Marxismo en aquel Congreso Extraordinario celebrado en
Madrid en Septiembre de 1979.
Más sutiles y difíciles de detectar
son sus contradictorias actuaciones materiales que les ha llevado, después de
pregonar y propugnar la independencia judicial como garantía del régimen
democrático, a presentar como candidata a la alcaldía de Madrid a la ex-juez
Manuela Carmena revelando nuevamente la íntima conexión existente entre el
poder judicial y el poder político que no hace presagiar ninguna independencia
del primero respecto al segundo. La candidata de PODEMOS a la alcaldía de
Madrid, Manuela Carmena, no es una juez anónima que simplemente estuvo a cargo
de un Juzgado de Vigilancia Penitenciaria sino que es Magistrada Emérita del
Tribunal Supremo y ha sido vocal del muy controvertido Consejo General del
Poder Judicial donde sus miembros son designados por la intercesión directa de
los partidos políticos lo que le convierte en un monumento funerario a la
independencia judicial.
Por otra parte, el programa
económico de PODEMOS parece centrarse actualmente en recuperar la
obligatoriedad de pagar el Impuesto sobre el Patrimonio a partir de los
cuatrocientos mil Euros en vez de a partir de los setecientos mil como se establecía
antes de su supresión, derogar las bonificaciones del impuesto de sucesiones y
eliminar deducciones en el IRPF como la deducción por alquiler de la vivienda.
En definitiva, PODEMOS al igual que CIUDADANOS propone, de una forma u otra,
subir los impuestos en claro detrimento de la clase media que ya lleva
sufriendo, desde el año 2010, una presión fiscal que puede calificarse de
confiscatoria.
Pero lo más curioso de todo esto, es
que si PODEMOS Y CIUDADANOS parecen coincidir en su intención de incrementar la
presión fiscal para mayor ahogo de los españoles medios; no explican ni
publicitan ninguna medida de ahorro o de reducción del gasto público, lo que
nos hace pensar que de lo que se trata es de sacar dinero de donde sea para, fundamentalmente,
mantener el régimen de políticos profesionales que padecemos y que nos ha
llevado a la actual crisis. Ninguna de las dos nuevas formaciones políticas
hablan de reducir los salarios, dietas y prebendas de los cargos políticos y de
sus asesores; si bien ambas parecen estar de acuerdo en la necesidad de
modificar la ley de financiación de los Partidos Políticos, ninguna de ellas
aboga porque los partidos se financien exclusivamente con las cuotas de sus
afiliados y, finalmente, ninguna de ellas habla de eliminar las subvenciones
públicas a todas las organizaciones sindicales, empresariales o no
gubernamentales que desempeñen labores que ya son desempeñadas por organismos
oficiales del Estado.
En definitiva parece ser que el
incremento de la presión fiscal propuesta por PODEMOS Y CIUDADANOS obedece más
a la necesidad de proveer de los medios económicos necesarios para mantener a
la casta política imperante que para mantener y reconstruir el estado social y
de derecho.
Como tantas veces ha ocurrido
anteriormente en nuestra historia, los españoles que, hace unos pocos años, acudieron
entusiasmados e ilusionados a una posibilidad de cambio real parecen volver a
estar amenazados por la desilusión que les generarán, que ya les están
generando, unos tímidos políticos reformistas que no son ni desean ser capaces
de plantear la ruptura que la actual crisis del moribundo régimen político
español exige.