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lunes, 14 de mayo de 2018

1968




 Estamos en el mes de Mayo de 2018 y, como era previsible, en nuestro país se está conmemorando el medio siglo del llamado "Mayo del 68" o "Mayo Francés" a los máximos niveles culturales, editoriales, periodísticos y sociales dando a dicha conmemoración una oficialidad que contrasta con la que se dio (o, mejor dicho, no se dio) al centenario de la Revolución Bolchevique de 1917, lo que resulta comprensible ya que los lógicos herederos de aquella Revolución Rusa, tras la caída del muro de Berlín, prácticamente reniegan de ella, mientras que los "revolucionarios" del Mayo francés o de 1968 son los burgueses que han ayudado a construir el justo y hermoso mundo de hoy, sea esto dicho con cierta ironía.

            En 1968 sucedieron muchas cosas en el mundo pero los hispánicos "revolucionarios de mayo del 68" solo recordarán esa revolución primaveral francesa que en España apenas tuvo repercusión.  Mientras en el mundo se producían acontecimientos como la "ofensiva del Tet" durante la Guerra del Vietnam, la multiplicación de los ensayos nucleares por parte de Estados Unidos y la Primavera de Praga que culminaría con la invasión soviética de Checoslovaquia la cual abriría una enorme crisis entre el Partido Comunista de la Unión Soviética (PCUS) y el resto de los Partidos Comunistas de Occidente, hasta entonces de férrea obediencia soviética; en nuestra especial España, aún bajo la exitosa estela de la campaña propagandística de los veinticinco años de paz, la Biblioteca Nacional descubría un volumen de setecientas páginas con textos y dibujos de Leonardo Da Vinci, se descubría en Palencia una villa romana, ETA mataba al primer Guardia Civil, José Pardines, se reconocía la independencia de Guinea Ecuatorial y, sobre todo, Massiel ganaba el concurso de Eurovisión con la famosa canción "La, la, la".

            No dudo que los españoles que se apuntaron al mayo francés desde las cafeterías de las facultades universitarias y que su mayor actividad subversiva fue la adquisición de alguno de los muchos libros prohibidos, que una conocida librería madrileña importaba del extranjero "bajo cuerda", para leerlo a escondidas de los padres en la clandestinidad familiar deseen rejuvenecerse recordando un Mayo de 1968 en el que no participaron sino como lejanos espectadores. Al fin y al cabo han pasado cincuenta años, han demostrado hasta donde llegaba su compromiso "con el cambio de estructuras", fueron actores de la llamada "transición", padres fecundos de lo que hoy padecemos en las Españas y, evidentemente, alguna batallita tienen que contar a los nietos y a todos aquellos que quieran oírlos.

            No obstante, y a pesar de la historiografía y cronología oficial imperante en Las Españas, aquel año 1968 ocurrieron otras muchas cosas en nuestro país de las que nadie o muy pocos han oído hablar porque la historia se escribe desde el poder o, simple y llanamente, desde la conveniencia.

 En 1968, el entonces director del diario "El Pensamiento Navarro", don Javier María Pascual, defendía a machamartillo el Concierto Económico Navarro y Alavés exigiendo la reintegración del mismo a Vizcaya y Guipúzcoa frente a un excelentemente planificado ataque fijado por el Régimen Franquista que pretendía su desaparición, como ahora pretende "Ciudadanos" que ocurra con el concierto vasco-navarro, y que se manifestó en diversos artículos publicados por el vocero falangista del régimen, Ernesto Giménez Caballero, que fueron magistralmente refutados por don Javier María, lo cual hizo que el Régimen considerase subversivo al "Pensamiento Navarro", tomara medidas administrativas contra el diario y sancionara a su director con  cuarenta y seis días de extrañamiento (destierro interior) en la localidad segoviana de Riaza.

            Ese mismo año 1968, las recientemente formadas Compañías de Reserva General (CRG)  de la Policía Armada, que eran las unidades antidisturbios de la policía franquista precursoras de la actual Unidad de Intervención Policial, se estrenaban, a pesar de que no serían creadas oficialmente hasta el año siguiente, con total dureza repartiendo porrazos en la Plaza de los Fueros de Estella, donde cinco mil jóvenes carlistas quemaron un gran retrato del dictador Francisco Franco al mismo tiempo que proferían gritos contra el Régimen. El resultado fueron varios heridos, cientos de detenidos, imposición de multas de hasta medio millón de pesetas y el cierre de varios círculos carlistas.

 Durante el año 1968, además de la conocidísima Guerra de Vietnam continuaba un sangriento conflicto, hoy olvidado, en la actual Nigeria. En 1967, ante la persecución de la etnia igbo, la zona sudeste de Nigeria proclama su independencia unilateral  creando la República de Biafra e iniciándose una violenta guerra entre el ejército nigeriano y las fuerzas biafreñas que duraría hasta principios de 1970. Un año después del inicio del conflicto, la guerra de Biafra había ocasionado que los dos millones de desplazados que existían antes del conflicto se convirtieran en cuatro millones y medio lo que provocó una situación de hambruna tal que el lenguaje coloquial ha consagrado la expresión "parecer un niño de Biafra" como sinónimo de estar completamente consumido y esquelético. En ese cruel contexto bélico, en el que las potencias internacionales movieron sus respectivas piezas para sacar provecho, el Partido Carlista fletó dos aviones con ayuda alimenticia y médica así como con personal médico y voluntario, entre el cual se encontraba S.A.R. Doña Cecilia de Borbón Parma la cual permaneció varios meses en la efímera republica africana pilotando aviones de transporte con diverso material humanitario y actuando como enfermera. Como otra curiosidad es de señalar que fue la Guerra de Biafra la que daría lugar, en 1971, a la creación de "Médicos sin Fronteras" por varios médicos franceses.

            Finalmente, y como no puede ser de otro modo, el año de 1968 llega a su fin con un acontecimiento hoy tan mayoritariamente desconocido como la Guerra de Biafra:  la expulsión de la Familia Borbón Parma por el Régimen franquista. El 15 de diciembre de 1968 tuvo lugar un nutrido acto carlista en el Monasterio riojano de Valvanera que contó con la asistencia de la Junta rectora del Carlismo y de S.A.R. Doña María Teresa de Borbón Parma, durante el mismo se pronunciaron discursos contrarios a la dictadura franquista por parte de don Santiago Coello y don Elías Querejeta y se leyó un decreto de Don Javier I en el que se reconocía a La Rioja "la personalidad de región propia". Ante esto, la reacción gubernativa no se hizo esperar y tan solo cinco días más tarde, el 20 de diciembre de 1968, el gobierno ordenaba la expulsión de España de la Dinastía Borbón Parma en aplicación de la Ley de Extranjería de entonces (a pesar de que los Borbón Parma gozaban de antiguo y de nacimiento la nacionalidad española) por haberse entrometido en la política española y "haber favorecido el secesionismo de una parte del territorio". La expulsión fue ejecutada el 26 de diciembre desde un aeropuerto de Madrid-Barajas rodeado por un cordón de la fuerza pública que dificultaba el acceso a la zona de embarque a numerosos carlistas que habían acudido a despedirse lealmente de Don Javier de Borbón Parma y del resto de la familia, todo ello mientras que el que iba a suceder al dictador Francisco Franco esperaba en su palaciega casa de La Zarzuela que éste hiciera público y oficial su nombramiento como sucesor, cosa que sucedería siete meses más tarde, en Julio de 1969.

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