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martes, 30 de junio de 2020

LA BANDERA CARLISTA





 La constante aparición en distintas manifestaciones y actos políticos, principalmente del partido neoliberal y centralista VOX, de una bandera blanca cruzada por una cruz o aspa de Borgoña en rojo, que suele ser identificada como la bandera carlista, hace imprescindible precisar varias cuestiones al respecto. 
           
            En primer lugar, hay que decir que el Carlismo, a lo largo de sus casi doscientos años de historia, ha tenido tan numerosas y variadas banderas que podría dedicársele un amplio estudio vexilológico completo que, tan solo, podría clasificar y documentar una mayoría de las banderas utilizadas por los carlistas pero dudosamente la totalidad de ellas dado que en el Carlismo había tantas banderas como organizaciones filiales (Pelayos, A.E.T, M.O.T., Margaritas, Requeté, etc...), "Círculos", Sociedades y asociaciones había en su seno. Sin lugar a dudas la principal y más importante bandera del Carlismo resulta mayoritariamente desconocida entre los españoles y es la denominada "Generalísima", que hoy puede contemplarse en el Museo  del Carlismo de Lizarra/Estella (Navarra) y que es propiedad del Partido Carlista. Esta bandera por un lado luce el Escudo Real de Carlos V bordado por su esposa, la Princesa de Beira, mientras que por el otro lleva la imagen de la Virgen de los Dolores pintada al óleo.

            No obstante, y a pesar de las numerosas banderas, estandartes y guiones que del Carlismo existen, la más conocida y popular, la que todos identifican como "la bandera carlista";  es una bandera blanca con un aspa de borgoña roja en su centro. No obstante tal bandera no surgió realmente como la bandera identificativa del Carlismo sino solo como bandera de unas de sus organizaciones filiales: el Requeté.

 El Requeté se fundó en Cataluña por José María Romá en 1907 como organización juvenil del Carlismo teniendo un órgano de expresión propio y periódico: el semanario satírico "Lo Mestre Titas". Seis años más tarde, bajo la dirección del Coronel carlista y alcalde de Onteniente (Valencia), Joaquín Llorens; el Requeté se convirtió en una organización encargada de proteger a los vendedores callejeros de prensa carlista y de la seguridad en los actos políticos, alcanzado un gran crecimiento a partir de 1920 bajo la dirección del también Coronel carlista  Juan Pérez Nájera. El Requeté, en su origen, no era una organización única sino que estaba organizado local y provincialmente por lo que cada agrupación de Requetés, incluso a nivel local, tenía sus propios símbolos y banderas, sin existir una única bandera de la organización.  

            Para cubrir tal carencia de bandera unitaria que identificase al Requeté, a principios de los años treinta del Siglo XX,  se organizó un concurso de diseño entre los militantes carlistas a fin de determinar que símbolo y bandera utilizaría a partir de entonces el Requeté resultando ganador del concurso el conocido diseño de la bandera blanca con un Aspa o Cruz de Borgoña de color rojo en su centro en cada uno de cuyos brazos figurarían dos nudos en representación de lo que es realmente el Aspa de Borgoña: dos troncos cruzados. No puede decirse que el diseño, que fue el ganador por recordar las banderas de los Viejos Tercios del Siglo XVI y XVII, fuese artística y publicitariamente muy afortunado ya que pronto se descubrió que el aspa de Borgoña dejaba demasiado espacio en blanco en la bandera tendiendo a rellenarse el mismo, según el gusto del usuario concreto de la misma, con otras figuras, como flores de lis, una corona, las palabras del cuatrilema, Dios, Patria, Fueros, Rey, rodeando el aspa, añadiendo dos nudos más a cada brazo etc....

 Tras la última guerra civil de 1936 a 1939, la bandera blanca con el Aspa Roja en su centro se había popularizado tanto por las decenas de miles de voluntarios carlistas que habían combatido con ella repartidos en  42 Tercios de Requetés que pasó a ser la más conocida de las banderas carlistas en detrimento de otras que tenían mayor significación política como la que fue la decretada en 1934 por S.M. Don Alfonso Carlos I como bandera nacional. A esta general identificación de la bandera del Requeté como la bandera carlista también contribuyó el interés del Régimen Franquista por hacer aparecer al Carlismo exclusivamente como una organización religioso-militar más que como una organización política.

            No obstante, la bandera del Requeté original guarda una substancial diferencia con las que aparecen en los actos de VOX y no nos estamos refiriendo a los innumerables valores morales de aquellos que portaban la primera y de los que carecen los que ondean la segunda, sino a una diferencia fundamental de diseño: En cualquier caso, en la denominada bandera carlista, en la bandera del Requeté, el aspa JAMÁS se extendía de un extremo al otro, como las que adornan los actos de los acólitos de Santiago Abascal, sino que con dos o cuatro nudos quedaba totalmente centrada y rodeada por un fondo blanco que significaba la pureza del alto ideal por el que se luchaba.


 

domingo, 28 de junio de 2020

EL TALÓN DE AQUILES DE LA SOCIEDAD ESPAÑOLA




 Nuestro mayor desequilibrio en la distribución de la riqueza y su impacto en el ejercicio de derechos fundamentales básicos como la educación o la sanidad es el Talón de Aquiles de la sociedad española para hacer frente a la crisis de la COVID-19.

            El pasado 18 de junio el profesor Tim Wu publicó en el New York Times un artículo con el título 'How to Avoid a Rich Man’s Recovery', en el que sostenía la tesis de que el Gobierno Federal presidido por Donald Trump había puesto en marcha un programa, en el que, aparentemente, se estaba protegiendo a todo el mundo. Pero con una diferencia "clave" entre la protección que se dispensa a las grandes empresas y la que se proporciona a las medianas y pequeñas, así como a los trabajadores.

            A las grandes empresas, las diversas medidas que contempla el programa les proporciona "seguridad". No un simple alivio en el presente, sino una garantía de supervivencia en el futuro. No unas medidas de ayuda, sino una "póliza".

            Para las medianas y pequeñas empresas y para los trabajadores, se contemplan unas medidas de apoyo en el presente, pero con un horizonte de "inseguridad" en el medio y largo plazo. No hay previsión de que el seguro de desempleo se prolongue hasta que se recupere el empleo, ni mucho menos la posibilidad de una "renta básica universal".

            En cierta medida se está reproduciendo en 2020 la respuesta a la crisis de 2008, aunque con una apariencia distinta. Cuando se analiza detenidamente, el programa del Gobierno Federal puede parecer neutral, dice el profesor Wu, pero está enormemente descompensado a favor de las rentas más altas. La crisis de la COVID-19 puede acabar conduciendo a una todavía mayor concentración de la riqueza en la cúspide de la sociedad americana de la que ya se produjo tras la crisis de 2008.

            ¿Podrá ocurrir en la Unión Europea algo similar? ¿Se puede acabar reproduciendo una salida similar a la de la crisis de 2008? ¿Se puede volver a reproducir el "rescate" de los poderosos y el abandono a su suerte de todos los demás?

            Es verdad que la respuesta inicial está siendo en 2020 muy distinta a la de 2009, pero también estamos viendo cómo la fortuna de las personas más ricas se ha incrementado notablemente en estos primeros tres meses de la pandemia, tanto en los Estados Unidos como en los diversos países europeos y concretamente en España, mientras que se está produciendo un empobrecimiento generalizado del resto de la población. Los países son más pobres hoy que hace tres meses, pero no todos los ciudadanos son más pobres. Algunos son más ricos, incluso notablemente más ricos. En España se ha aprobado el ingreso mínimo vital, que ha supuesto un avance histórico en nuestro sistema de protección social, pero las dificultades con la prolongación de los ERTE más allá de la fecha inicialmente prevista ya nos están indicando que el horizonte se oscurece para los trabajadores.

 El binomio entre "seguridad" para unos pocos e "inseguridad" para la inmensa mayoría es lo que tiene que ser abordado y excluido en la salida de esta crisis. Es un binomio que solo se puede abordar a "escala europea", ya que, como dijo Ángela Merkel tras entrevistarse con Emmanuel Macron y hacer la primer propuesta de un proyecto a escala europea, "el Estado nación solo no tiene futuro". Ni el alemán ni ninguno. O hay una respuesta europea para todos, o no habrá respuesta para nadie.

            Ahora bien, ello no quiere decir que la respuesta pueda ser exclusivamente europea. Ningún Estado puede esperar que la Unión Europea "le saque las castañas del fuego". Cada uno tendrá que sacárselas por sí mismo. Con la protección que proporciona el marco europeo, pero haciendo el esfuerzo en el interior del propio país para conseguirlo.

            Y en este sentido es claro que España va a tener que hacer un esfuerzo superior al que van a tener que hacer otros países europeos. El desequilibrio en la distribución de la renta, el desequilibrio en la presión fiscal, en la protección de la salud o en el ejercicio del derecho a la educación, como hemos podido comprobar desgraciadamente en la crisis desatada por la COVID-19, no son problemas que nos pueda resolver la Unión Europea. Tendremos que resolverlos nosotros.

            El binomio entre seguridad para los menos e inseguridad para la mayoría se ha expresado en España con una intensidad extraordinaria. Este es el talón de Aquiles de nuestro país en este momento. Es lo que nos debilita en la negociación con los demás países en el interior de la Unión Europea. Y es lo que tenemos que corregir en el proyecto de reconstrucción que necesariamente vamos a tener que acometer en los próximos meses y años. España tiene que mirar hacia fuera, pero también tiene que mirar hacia dentro. Diría que tiene que mirar, sobre todo, hacia dentro.

            El clima político no parece favorecer esta mirada introspectiva, sino todo lo contrario. Pero "a la fuerza ahorcan", dice el refrán. Tal vez sea la oportunidad que acabe suponiendo la crisis de la COVID-19. Solamente lo podremos hacer en el marco de un proyecto europeo, pero lo tendremos que hacer nosotros. El marco europeo nos da la posibilidad de poder intentarlo, pero no nos garantiza que tengamos éxito.


domingo, 14 de junio de 2020

NEGRAS TORMENTAS




“Negras tormentas agitan los aires
Nubes oscuras nos impiden ver.
Aunque nos espere el dolor y la muerte
contra el enemigo nos llama el deber.”

 No es originariamente un deber ético, es una necesidad vital, económica, es la constatación de uno como ser social y no asocial.

            El enemigo es el sufrimiento, la enfermedad individual o social, todo despotismo, el sistema dominado por el capital, el sistema que tiene como moral el descontrolado ánimo de lucro, la guerra de egoísmos, la ley de la selva disfrazada de orden social.

            Los tremendos hechos de estos días son parte de un devenir histórico, una dialéctica de las formas de producción, cambios en la infraestructura que producen cambios en los sistemas de vida individual y social, cambios culturales y políticos.

            Cambios que desbordan los planteamientos rígidos, inmutables, pétreamente ortodoxos. Aprovechar las lecciones del pasado y las aportaciones teóricas, pero no idolatradas.

            No sirven islas de profetas, maestros sublimes y puros, clamando en el desierto de la autoadoración en trance de quedar al margen de la realidad, convertidos en caciques de sectas o reclutadores de carne de cañón hacia la nada o los enfrentamientos entre compañeros, sectas, despotismo ilustrado, nuevas oligarquías. Popecillos espatuxando por ser popes o peor que ellos, los truhanes mafiosos predicando patriotismo, moral o revolución.

            La lucha, pues lucha es ineludible para sustituir la dictadura del egoísmo y generalizar el predominio del interés general, ha de realizarse dentro de la sociedad, al lado de los necesitados y no de los privilegiados. En esta tarea surgen y surgirán problemas teóricos y prácticos para cuya solución son insuficientes las formulaciones teóricas surgidas en realidades pasadas.

Por ejemplo, la cuestión de si existe un interés general cuando es innegable la rivalidad de intereses.

            O la cuestión del bien común, dadas las luchas de intereses y la disparidad de situaciones.

            O la noción de clase trabajadora, redefinible en atención a los conceptos de economía especulativa y economía real.

            O el aburguesamiento consumista de lo que clásica o proféticamente era la vanguardia, la clase obrera de la industria pesada, la construcción, el metal, la minería y la domesticación de los partidos y sindicatos revolucionarios.

Y, paralelamente, la desconcienciación no sólo de clase sino también de sentido de pueblo, gentes renunciando al sentido cívico activo, considerándose impotentes para modificar lo colectivo sin fe en la política, encerrados en una rutina consumista en ir viviendo aculturalmente dentro de los ámbitos familiares, laborales o de relaciones en quiebra.

            O el elitismo de despreciar, por esas realidades, a los afiliados en las organizaciones en las que se encuadra la mayoría de la clase trabajadora organizada, sean o no esas organizaciones servidoras del sistema establecido, del capitalismo.

            O la quiebra del internacionalismo proletario. Quiebra o desplazamiento, pues si bien se producen muy indeseables reacciones que enfrentan a los trabajadores del mundo rico contra los pobres que malviven en el mayoritario mundo pobre, no se puede ignorar que dentro del minoritario mundo rico hay, y crecen, bolsas de vida en miseria o en precario, neoproletariado. Y que dentro del mundo pobre hay oligarquías que viven, gracias a la fuerza y a la explotación egoísta de recursos y gentes, muy por encima de la mayoría no ya sólo de esas bolsas de proletarios del mudo rico, sino también de las clases medias mayoritarias en el mudo capitalista.

 Existe la posibilidad, probabilidad o irremediabilidad de que ésta y cualquier otra reflexión que se haga con datos del presente y proyección hacia lo incierto, se reduzcan a desahogos teorizantes de ilustradillos y adolezcan de doctrinarismo o tradicionalismo, no el sentido de aceptar el pasado a beneficio de inventario sino en el encarrilamiento por esquemas pretéritos, repitiendo errores que conducen a horrores.

            Los cambios culturales y políticos, acaso en un sentido más socialista que estatalista, se producirán en cada momento y situación por la modificación en las condiciones materiales y serán obra no de aficionados sino de los necesitados, con una verificación desde el sufrimiento.

            Dentro de esta hipótesis parece muy posible ver que ya hay grandes alteraciones de factores, esas negras tormentas, y que, a partir de esos cambios muy bien pudieran suceder mayores cambios, y que, por evolución o revolución, se produzcan, otros cambios en cuestiones tales como los sistemas de trabajo, las comunicaciones, el cambio climático, la degradación de las ciudades, las formas de organización social y política, las creencias e instituciones heredadas de una época agrícola, la navegación espacial, las fuentes de alimentación o energía, la situación del campo, el desplazamiento del centro de gravedad desde la cultura grecolatina y anglosajona y desde el Atlántico, actual mediterráneo, hacia el Pacífico y el Índico, lo cuántico y sus aplicaciones, el derrumbe de las certezas clásicas, los descubrimientos científicos y avances tecnológicos multiplicándose en proporción geométrica, el abandono de clásicos medios de conocimiento, el fracaso de las vías insurreccionales y del equilibrio liberal burgués y la sustitución de la paz capitalista por una guerra mundial de ricos contra pobres con un tercer mundo devolviendo al primero la conquista y explotación que éste le infligió durante siglos y en esta guerra mundial de ricos contra pobres, tal vez muy distinta a la clásica guerra militar, es muy vislumbrable que las clases medias, incluida una gran parte de los que todavía tengan un trabajo precario o algo que defender a corto plazo, se pondrán al lado de los más ricos, incluso sometiéndose a fascismos o cesarismos.