No ha mucho, en este modesto blog, se publicaba un artículo que bajo el título de "Miles Gloriosus" suponía una crítica a la decadencia literaria que presentan los profesionales de las armas españolas en la redacción de unos manifiestos a favor de generales fallecidos y de Capitanes Generales voluntariamente expatriados.
Todo parecía dicho en aquel
artículo, pero parece ser que, como ocurre con las malas situaciones que
siempre son susceptibles de empeorar, no hay decadencia que no avance hasta
terminar en degeneración y en degeneración es en lo que está terminando la
literatura militar española contemporánea.
Sería una ensoñación desmedida, el
pedir que, entre los funcionarios que integran la hispánica casta militar
contemporánea, de cuya pluma lo más granado que ha salido en los últimos cien
años fue un librito titulado "Diario de una Bandera" y un guión
cinematográfico para una película titulada "Raza", surgiera alguien
que pudiera encarnar, o al menos acercarse, a la egregia figura del poeta
soldado clásico.
No cultiva la española milicia ni la
prosa, ni la poesía y, abandonados desde 1981 los géneros del bando y del
artículo periodístico bajo arbóreo pseudónimo (1), parece centrarse en los
géneros de la epístola colectiva y del público manifiesto, pues, en menos de
dos años, el ardor literario de las Fuerzas Armadas ha producido, ni más ni
menos, que: un manifiesto exaltando las virtudes y los conocimientos
estratégicos y tácticos del ex-Jefe del Estado Francisco Franco, una carta
colectiva en apoyo a su sucesor, el ex-Jefe del Estado a Título de Rey, Juan
Carlos de Borbón y otra carta colectiva de carácter quejumbroso al sucesor del
sucesor y actual Jefe del Estado a Título de Rey, Felipe de Borbón.
Además de en la epístola y en el
manifiesto, la afición literaria de los miembros de nuestra milicia también se
encuentra en su gusto por la tertulia. Abandonada la elegancia decadente de los
casinos militares, la oscuridad de los cafetines moriscos y la sordidez de
determinados locales con piano; el arte de la conversación parece ser
practicada por estos militares de vocación literaria, que jamás pusieron un pié
ni en el Pombo ni en el Gijón, de forma virtual a través de foros y chats en
los que demuestran sus grandes conocimientos de los recursos literarios, pues
mucho cultivan la anáfora repitiendo lamentos, quejas y quebrantos, la metáfora
pues solo como metáfora, aunque de mal gusto, se puede considerar sus alusiones
a millones de fusilamientos y, por supuesto, la paradoja pues paradoja, o
paradójico, resulta que sea la situación de reserva de estos ilustres soldados
lo que les inspire tanta incontinencia literaria.
Bienvenido sea, el deseo de cultivar
el arte de las letras por parte de los funcionarios integrantes de las Fuerzas
Armadas, pero ¡¡¡Por Dios!!! que no ignoren que la creación literaria está
sometida a la dictadura que imponen los inexorables principios de oportunidad,
contenido y estilo y, francamente, las creaciones literarias de nuestros ilustres
señores soldados son claramente inoportunas por estar fuera de tiempo, carecen
de contenido por no aportar nada novedoso o constructivo y resultan de un
estilo soez y primitivo como denota la utilización de metáforas de un gusto
puramente tabernario.
La queja es tan incompatible con la
milicia como el mal gusto con la literatura y estos caballeros están
demostrando que no sirven ni para lo primero ni para lo segundo por lo que no
son más que una pésima y grotesca caricatura de aquel magnífico ser que, pocas
veces se da, pero, cuando surge, siempre lo hace de forma sublime al reunir en su
única persona la virtudes del soldado y del vate.
Estos pésimos juntadores de
palabras, de uniforme en perchas colgados y en armarios encerrados,
posiblemente por la polilla afectados; podrán aplicarnos sus metáforas
primitivas y de pésimo gusto pero, desde luego, les negamos el derecho a torturarnos
con los gritos de horror generados en las Musas y a habitar en el Monte Parnaso
junto a Gaetano Rapagnetta.
(1) Alusión al "Colectivo Almendros", grupo de personas, probablemente militares, que desde el diario "El Alcázar" defendían la ejecución de un Golpe de Estado que culminó en el 23-F.
Primitivo, soez y tabernario, aparte de sumamente cobarde.
ResponderEliminar