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viernes, 19 de diciembre de 2008

¿QUÉ QUEDA DE LA NAVIDAD?

Todo cambia en la vida con el transcurso de los años y ciertamente así es y así ocurre también con estas entrañables fechas que se aproximan y que cada vez son menos entrañables, menos familiares, menos espirituales y mas, mucho más, materiales y comerciales.

Desde el punto de vista subjetivo de cada uno, estoy seguro que la Navidad, pasa de ser un tiempo mágico de desbordamiento de una felicidad incomprensible cuando se es niño a ser un tiempo de tristeza melancólica cuando los años pasan y se tiende a recordar a los que antaño estaban y ya no están.

Desde el punto de vista objetivo, la Navidad ha pasado de ser una fecha religiosa de gran espiritualidad y recogimiento, de cánticos alegres y muestras de afecto de unos para con otros a una simple periodo que, junto con otras fechas concretas como el 14 de Febrero o el 19 de Marzo, figuran con números gigantescos en los calendarios mercantiles.

En la Navidad actual, como siempre ha ocurrido con los que tienen por corazón una caja de caudales, los plazos no dejan de correr, los intereses no dejan de devengarse y las deudas no dejan de acumularse, pero nunca se han utilizado tanto las fechas navideñas con un interés tan comercial y crematístico como de un tiempo a esta parte.

La Navidad ya no empieza entorno al veinticuatro de Diciembre como hace años sino que se adelanta a mediados de Noviembre en los grandes centros comerciales para estimular más el deseo consumista próximo el cobro de la paga extra. Nunca con anterioridad, una sociedad más laica, más desacralizada y cada vez menos religiosa y familiar ha celebrado tanto una fecha familiar y santa con un sentido tan opuesto a su espíritu originario.

La Navidad no es la fiesta orgiástica del dinero, del comercio y del consumo, la Navidad es la conmemoración anual de la Venida al Mundo de Nuestro Señor Jesucristo y sobre todo del nacimiento del mensaje que, confirmando íntegramente el decálogo hebreo, venía a dar un mandamiento nuevo que la humanidad se empecina en desoír: “amaos los unos a los otros como yo os he amado”.

Hoy, el dinero, ese “excremento del diablo” del que hablaría Papini, lo inunda todo y todo lo corrompe hasta el extremo de que, resultaría más fácil extraer el templo, que son todas y cada una de las almas de las gentes de bien; del comercio que expulsar a los comerciantes del templo porque de lo contrario ¿Qué queda de la Navidad? ¿Tan solo la iluminación de la ciudad y los paquetes de regalo circulando por las calles?.

¡¡Pues no!!. No solo eso queda de la Navidad porque la Navidad, lo que realmente es la Navidad, lo que realmente significa la Navidad, pervive en todos y cada uno de aquellos que comprenden y aceptan el mensaje de “Un cuento de Navidad” de Dickens y por supuesto del Evangelio.

¡¡¡FELIZ NAVIDAD A TODOS!!!

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