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martes, 20 de enero de 2009

¡¡¡GLORIA A VICTOR HUGO!!!

En el año 1802, tan solo hace ahora poco más de dos siglos, venía al mundo en su parcela francesa y fruto de un matrimonio formado por una aristócrata legitimista de mermada fortuna y un emergente general del Primer Imperio Napoleónico un escritor de grandeza sublime y trascendencia universal: Víctor Hugo.

Muchos son los autores que han pasado con dignidad a la historia de la literatura universal haciéndola grande, pero solo unos pocos lo han hecho con tal fuerza que, a partir de ellos, el mundo de las letras significó un antes y un después. Tal es el caso del mencionado literato.

Víctor Hugo cultivó con fortuna todos los géneros literarios: introdujo el romanticismo en el teatro con sus conocidas obras “Cromwell” y “Hernani”, revolucionó la poesía de su tiempo sentando las bases de la poesía moderna y sobre todo sintetizo toda la tradición literaria francesa en sus novelas consiguiendo que a partir de él se pueda hablar en la literatura gala, al igual que en el mundo de las ideas a partir de su coetáneo Hegel, de una “Derecha y de una Izquierda Huguista”.

Las novelas de Víctor Hugo sintetizan y perfeccionan el tratamiento psicológico de los personajes iniciado por Honoré de Balzac en las novelas que forman su ciclo de “La Comedia Humana” y mejoran, por medio de un novedoso tratamiento de la acción, que en muchas de sus obras no es una única sino diversas acciones que convergen y se entrelazan gracias a la excelentemente buscada y conseguida interrelación entre los personajes, sentando de este modo las bases de lo que será la novela francesa futura.

Ya en la obra de Hugo se encuentra el interés por el estudio psicológico de los personajes que culminara con el Naturalismo y Emilé Zola, si bien este último autor, que por su concepto del arte y de la sociedad bien pudiera considerarse el máximo exponente de la anteriormente mencionada “Izquierda Huguista”, parece adolecer de cierta misantropía y pesimismo que le lleva en todo momento a resaltar lo negativo del mundo que describe mientras que en Hugo siempre hay un criterio más esperanzador que puede llegar a presentar a personajes hundidos en el fango social del que se elevan ejerciendo el bien y la justicia como Jean Valjean. Igualmente, es Víctor Hugo el precursor de lo que más tarde Maurice Barrés denominara “Novelas de Energía Nacional” así como del pensamiento de Charles Maurras resultando ambos autores los máximos exponentes de lo que antes hemos aludido con la denominación de “Derecha Huguista”. En este sentido hay que señalar que quien haya leído la novela “Noventa y Tres” reconocerá la descripción de un carácter tan perfectamente ideal y sublime en sus personajes centrales que, a pesar de situarlos en bandos opuestos en la guerra que asoló Vendée durante el Terror, hace tan hermosa y comúnmente franceses al Marques de Lantegnac como al Convencional Gauvin bien pudiendo inspirar aquella máxima de Maurras de que “Todo lo nacional es nuestro”.

Por otra parte Víctor Hugo no es solo un autor literario, es también, y dejando a parte su faceta pictórica, un intelectual comprometido con la política y sociedad de su tiempo. Bien pudo el hijo del General Bonapartista subirse al carro del Segundo Imperio utilizando para ello tanto su fama literaria como su escaño de parlamentario conservador en la Segunda República más en vez de eso, utilizó ambas facetas para oponerse a la política megalómana y dictatorial emprendida por Napoleón III plasmando sus críticas en el opúsculo “Napoleón, el pequeño” lo que le supuso el destierro en Bélgica, Jersey y Guernesey desde 1851 a 1879 (curioso paralelismo con el otro gran genio literario francés precitado, Emile Zola, del que este año se cumple el primer centenario de su muerte). Destronado Napoleón III y elegido Senador en 1875, lejos de volver gloriosamente a Francia a recoger en la recién instaurada Tercera República los frutos de su oposición al régimen bonapartista continuo en el destierro enfrentándose a Thiers y exigiendo la amnistía para los miembros de “La Comuna de París” con lo que reiniciaba con mayor denuedo su particular cruzada por la abolición universal de la pena de muerte que resulta una constante en todas sus obras. Asimismo, Hugo es un reformador social y en sus obras existe una constante preocupación, primitiva y utópica si se quiere, por las condiciones del trabajo que él pretende mejorar aplicando a la actividad económica criterios ético-morales extraídos del Cristianismo en el que fue educado por su madre y del que hace profesión de Fe en muchas de sus obras con extensas y panegíricas disgresiones y alusiones para nada confusas.

No obstante, de todo lo anteriormente apuntado, en esta Europa que ha hecho de lo material su principio y finalidad, el año 2002 pasaría a la historia exclusivamente como el año de la puesta en circulación del Euro y de una de las cíclicas crisis económicas. Tal vez Francia lograse armonizar la materia con el espíritu y emitiera en ese año alguna moneda con el motivo del bicentenario de Víctor Hugo (esperemos que, teniendo presente a Bovy y a Rodin, lo haga con mejor fortuna que la acuñada en su momento por España con motivo de su presidencia europea), pero la mejor y tal vez única forma de rendir válido y fructífero homenaje a un genio como Hugo es la de retomar aquellos ideales a los que sirvió y que junto con los expresados por otros muchos autores europeos de no menor entidad que él aunque sí de distinto tiempo pongan a Europa en el liderazgo cultural y moral de un mundo que en el presente rinde culto a la barbarie con apariencia de humanismo con la torpe excusa de defender una supuesta civilización que no es más que el modus vivendi de una porción minúscula de la humanidad en detrimento de la inmensa mayoría de la misma que es condenada a integrar “los miserables” de la Tierra.

Por todo ello:
¡¡¡Gloria a Víctor Hugo, porque en este tiempo de deserción intelectual simboliza el compromiso de la inteligencia!!!, ¡¡¡Culto a Víctor Hugo, porque en un mundo mercantilizado no arrendó su pluma ni al poder ni al dinero!!!, ¡¡¡Prez a Víctor Hugo, porque es el único hombre que honro el Arco del Triunfo de Paris!!!, ¡¡¡ Honor a Víctor Hugo, porque en medio de la convulsión y la decadencia supo mantener la tranquilidad de espíritu imprescindible para inmortalizar su obra entre las ruinas legadas y las cenizas por legar!!!.

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