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lunes, 12 de enero de 2009

¿QUÉ PASA EN GAZA?

Desde hace casi tres semanas y bajo la justificación de una acción antiterrorista, el ejército israelí ha movilizado todo su potencial bélico contra la pequeña franja de Gaza, al Sur de Israel, desde donde el grupo radical islámico Hamas, viene lanzando periódicamente cohetes caseros Kasam sobre territorio israelí y provocando algunas víctimas.

La acción israelí ha generado un importante y justo rechazo entre los ciudadanos de muchos países, entre ellos España, pero lo que no se quiere entender ni se ha analizado es que la acción militar del ejército de Israel, responde a un criterio comúnmente aceptado en el mundo occidental desde el 11 de Septiembre del 2001 y que, si bien estuvo legalmente autorizado hasta 1945, fue expresamente prohibido en el Protocolo I Adicional a la Convención de Ginebra, el 8 de Junio de 1977.

En realidad lo que está ocurriendo actualmente en Gaza, con el rechazo de los pueblos de Occidente, es lo mismo que ocurrió en el 2001 en Afganistán con el apoyo de los mismos: UN ACTO DE REPRESALIA.

Sin querer entrar a discutir sobre las consecuencias y eficacias de los actos de represalia, hay que decir que una represalia no tiene por finalidad terminar con un objetivo, sino castigar indiscriminadamente a una población por actos delictivos o terroristas cometidos por una minoría. La filosofía a la que responden los actos de REPRESALIA se ha demostrado históricamente errática y contraproducente y consiste en la falsa creencia de que al castigar a una colectividad por actos cometidos por una minoría, esa colectividad rechazará a esa minoría al mismo tiempo que esa minoría se lo pensará dos veces antes de actuar contra una potencia capaz de desarrollar represalias por temor a éstas.

Las REPRESALIAS realmente no pretenden obtener un éxito ante un enemigo terrorista sino que más bien son sangrientas acciones realizadas para consumo interno, es decir, para generar entre la población propia una sensación de seguridad cierta y hacer que entre dicha población aumente la confianza en el propio gobierno. En este sentido la represalia responde al principio, muy poco racional, de que “más vale hacer algo que sea espectacular que no hacer nada”.

En esta represalia cruel, vulneradora del derecho internacional y por tanto criminal, que viene sufriendo el pueblo palestino en Gaza, la población civil, que es la mayoría de los habitantes de la franja; sufre los ataques indiscriminados del ejército israelí porque a tenor de lo dispuesto en el artículo 51.5.b del I Protocolo Adicional a la Convención de Ginebra se considerarán ataques indiscriminados un ataque del cual pueda esperarse que cause pérdidas fortuitas de vidas civiles, heridas a civiles, daños a objetos civiles, o una combinación de ellas, que puedan ser excesivas en relación a la ventaja militar concreta y directa que se espera” a lo que hay que unir el entorpecimiento por parte de las fuerzas militares y demás instituciones israelíes a la llegada de ayuda humanitaria a toda la población de Gaza.

Así pues, la Comunidad Internacional no puede seguir siendo incongruente con su propia legalidad y sus propios principios actuando con la doble moral de siempre y, sin más demora, debe exigir a Israel; bajo las presiones diplomáticas oportunas y la imposición de las correspondientes sanciones si las mismas llegaran a ser necesarias, todo lo necesario e imprescindible para proteger a la población civil inocente y que se concreta en lo siguiente:

1º. Poner fin a los ataques contra civiles o edificios civiles en la Franja de Gaza o aquellos que son desproporcionados e ilegales.

2º. Permitir el acceso sin trabas de ayuda humanitaria en la zona.

3º. Garantizar que los miles de heridos puedan acceder a la asistencia sanitaria que necesitan,

4º. Dejar salir de la Franja a la población Palestina que quiera escapar del conflicto.

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