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lunes, 23 de noviembre de 2009

LA REDENCIÓN DEL PUEBLO

Ocurrió en el tiempo de las hojas rojas,

Cuando el bosque se torna en tonos ocres,

Cuando las aves buscan el refugio de sus nidos,

Cuando el lobo amenaza con su aullido,

Y las ovejas se meten en su aprisco

Temerosas de estar solas en el monte,

A merced de la fiereza de su boca.


Ocurrió que un buen día, fue un buen hijo

A poner el dinero de su madre pobre

En las manos engañosas de un fenicio,

Y “un cero seis por ciento”, -es lo que dijo;

“Lo que puedo reportar por esta dote”.


Aún sabiendo que esta ganancia tan poca

Era fruto de la usura del avaro,

Pensó: “¡tiempos malos para ser vividos!

Cuando a una pobre viuda, de cuerpo tullido

La banca le ahoga con tan vil garrote”.


Pasaron tres días y sólo dos noches

Y la prensa traía, con letras de molde:

Por irse a su casa montón de doblones,

Sin decirnos porqué, le daban a un hombre.


“Goirigolzarri tiene de apellido

Quien para mi madre tiene poca bolsa,

Pero para él sus arcas rebosa”.

¡Jodé qué buen tipo, un banquero enorme!


El cuarto jinete vendrá un día frío,

Buscando en despachos a estos señores,

Cortará sus cabezas con sucio cuchillo

Haciendo justicia por sus delitos,

Esos que no matan, pero son los peores:

Con los dineros de todos los pobres

Amasan fortunas, hacen sus imperios,

Y al pueblo le embaucan con sus opiniones.


Aquel será el día que el gran Rey Carlino

Bajo el roble aplique el fuero no escrito:

Que todo ladrón reciba su castigo,

Y al que al pobre robe, que sea mendigo,

Que pida limosna, que ruede los caminos…

Que él sufra lo mismo, que lo que a él le sufrimos.


¡Es la ley del Fuero!, dura pero hermosa:

Suave con el débil, con el fuerte impetuosa

¡Será la venganza de los justos hombres!

¡El sueño carlista de generaciones!

Víctor Sierra



lunes, 16 de noviembre de 2009

TÓPICOS Y ERRORES COMUNMENTE ACEPTADOS SOBRE LA GRAN GUERRA

Si bien se dice que “la primera víctima de una guerra es la verdad” no se puede negar que la Gran Guerra es de todas las guerras del Siglo XX las que más tópicos y errores generalmente aceptados y elevados a dogmas históricos ha generado fruto, sin duda, de la ausencia de estudios serios y profundos que contrastan con la gran cantidad de historiografía existente sobre “su hija legítima” la II Guerra Mundial.

El primer tópico y error sobre la Gran Guerra (1914-1920) lo constituye la fecha de su finalización que todos los manuales de historia sitúan en el año 1918, cuando realmente lo único que se produjo ese año, concretamente el 11 de Noviembre a las 11.00 horas de su mañana, fue la entrada en vigor de un Armisticio que daría lugar al famoso parte de guerra que rezaba “Sin novedad en el frente Oeste” y que suponía simplemente un “Alto el Fuego”, pero en ningún caso el final de la guerra como demuestra el hecho de que, por ejemplo, el ejército francés no se desmovilizara hasta el año 1920 y que incluso, durante las discusiones del Tratado de Versalles, amenazara con reanudar la guerra y avanzar hacia Berlín para presionar a la Delegación Alemana. En este sentido es de indicar que, al menos hasta la II Guerra Mundial, la Guerra era una situación excepcional pero jurídicamente reglamentada que comenzaba con una “Declaración de Guerra” y concluía con un “Tratado de Paz” no firmándose el último tratado de paz de la I Guerra Mundial hasta el 10 de Agosto de 1920.


Otro error generalmente aceptado es que el hundimiento del Lusitania, el 7 de Mayo de 1915, fue la causa de la entrada en la Gran Guerra de Estados Unidos cuando lo que únicamente produjo dicho hundimiento fue la aparición de un sentimiento anti-germano en la sociedad norteamericana, seguramente avivado por la Embajada Británica y el Servicio Secreto de Su Majestad, pero en ningún caso la declaración de guerra al Imperio Alemán, que no se produjo hasta el 6 de Abril de 1917, es decir, casi dos años después del trágico hundimiento del famoso buque. Desde el inicio del conflicto armado en Agosto de 1914 Estados Unidos siempre se había mostrado muy preocupado por la guerra submarina y la limitación a la libertad de navegación que la misma podía suponer, pero jamás se mostró hostil al Imperio Alemán permitiendo incluso que submarinos alemanes desarmados atracasen en puertos norteamericanos y embarcaran productos de primera necesidad para la población alemana. Ni siquiera la entrega a los norteamericanos por parte de los británicos del llamado Telegrama Zimmermann, en Enero de 1917, en el que el Gobierno Imperial Alemán ofrecía a México apoyo económico y militar así como la devolución de los territorios de Texas, Nuevo México y Arizona si éste atacaba a Estados Unidos en caso de se produjera una declaración de guerra a Alemania animó a los estadounidenses a declarar la Guerra a los Imperios Centrales.


El único y cierto motivo de la declaración de Guerra de los Estados Unidos de América a los Imperios Centrales, al Imperio Turco y a Bulgaria el 6 de Abril de 1917 fue que la intensificación de la guerra submarina por parte del Imperio Alemán en ese año llevó a Inglaterra y a Francia al borde de la derrota militar, lo que hubiera provocado el impago de todos los enormes préstamos concedidos por Estados Unidos a las potencias de la Entente y una enorme crisis económica y social en Norteamérica. Incluso hay autores que mencionan una dramática entrevista en la Casa Blanca entre el embajador británico en Washington y el presidente Wilson en el que ante la negativa de éste último a entrar en guerra, el primero terminó la conversación sacando del bolsillo de su chaqueta un cuaderno donde constaban las cantidades debidas a Estados Unidos en diversos conceptos desde el inicio de la guerra y diciendo al presidente norteamericano “Podemos aguantar un mes mas, tras el cual habremos perdido la guerra y entonces… ¡A ver quien les paga a ustedes esto!”.


Finalmente, el gran tópico sobre la I Guerra Mundial es la creencia generalizada y académicamente fomentada, de que el único tratado de paz que puso fin a la guerra fue el Tratado de Versalles, cuando realmente hubo cinco tratados de paz no menos importantes y que no iban a tener menos dramáticas consecuencias que el tan mencionado Tratado de Versalles. Dichos Tratados de paz fueron:


- El Tratado de Versalles, firmado el 28 de Junio de 1919 entre los Aliados y Alemania. En virtud de este tratado Alemania perdía todas sus posesiones en África y Asia, era dividida en dos por la ciudad libre de Danzing que quedaba bajo control polaco como asimismo era incorporada a Polonia la mayor parte de la Provincia de Posen, y de Prusia Occidental y parte de Silesia, quedando fuera de las fronteras alemanas y siendo incorporados a otros estados más de seis millones de Alemanes. El Tratado de Versalles se ha venido considerando como responsable de la II Guerra Mundial.


- El Tratado de Saint-Germain-en-Laye, firmado el 10 de Septiembre de 1919 entre los Aliados y Austria. En virtud de este tratado se desmembraba el antiguo Imperio Austro-Húngaro, quedando reducida Austria a algunos territorios en los que únicamente se hablaba alemán, se reconocía la independencia de Hungría y se creaban los nuevos estados de Checoslovaquia (con Bohemia, Moravia, Silesia y la húngara Eslovaquia) y Yugoslavia (con Eslovenia, Bosnia y Herzegovina, parte de Dalmacia y las húngaras Croacia y Voivodina). También se establecía en este Tratado la cesión a Italia del Trentino, Tirol del Sur, Trieste, Istria, varias islas de Dalmacia y el Friuli y se entregaba Galitzia a Polonia. Con este tratado otros seis millones de personas de lengua alemana quedaban fuera de la nueva República Austriaca y se incorporaban a los nuevos estados como era el caso de los ciudadanos de habla alemana de los Sudetes. Tanto el Tratado de Versalles como el de Saint-Germaín-En-Laye contenía cláusulas recíprocas que prohibían la unión entre Austria y Alemania. Este Tratado puede considerarse igualmente responsable de la II Guerra Mundial, pero también de las guerras que asolaron la Península Balcánica en la década de los años noventa del pasado siglo.


- El Tratado de Neully, firmado el 27 de noviembre de 1919 entre Bulgaria y las potencias vencedoras. De acuerdo con lo estipulado en el tratado, Bulgaria reconocía el nuevo Reino de Yugoslavia, pagaba 400 millones de dólares en concepto de indemnización y reducía su ejército a 20.000 efectivos. Además, perdía una franja de terreno occidental en favor de Yugoslavia y cedía Tracia occidental a Grecia, por lo que quedaba sin acceso al Mar Egeo. Este tratado es el responsable de las tensiones entre Grecia, Bulgaria y la actual República de Macedonia.

- El Tratado de Trianon, suscrito el 4 de Junio de 1920 entre las potencias vencedores y Hungría suponía la entrega por parte de los húngaros de Transilvania, parte del Banato y Bucovina a Rumania además de otras cesiones territoriales menores a Checoslovaquia y Yugoslavia. Este Tratado puede considerarse responsable de las tensiones existentes actualmente entre Hungria y la República Eslovaca donde existe una importante minoría húngara así como puede terminar generando problemas diplomáticos entre Hungría y Serbia por el tema de la autónoma Voivodina donde también existe una importante minoría húngara y con Rumanía donde viven mas de un millón y medio de Magiares, casi todos ellos en los territorios cedidos en virtud de este Tratado.

- El Tratado de Sevres, fue el último tratado de los que ponían fin a la I Guerra Mundial en firmarse el 20 de Septiembre de 1920 entre los Aliados (a excepción de Rusia y Estados Unidos) y Turquía, suponía también el final del Imperio Turco al dejar a los otomanos sin la mayor parte de sus antiguos territorios que pasaban a manos británicas (Irak y Palestina), francesas (Siria y el Líbano) y Griegas (Tracia Oriental y la Jonia), asimismo en este tratado se reconocía la independencia del Reino del Hejaz (que luego seria anexionado por los Saud estando integrado en la actualidad en Arabia Saudí) y de la República Democrática de Armenia que terminaría siendo repartida entre la Rusia Soviética y la propia Turquia. El Tratado se Sevres es responsable directo del conflicto árabe-israelí así como de las últimas Guerras del Golfo al suponer una traición a los árabes que no vieron satisfechas las promesas británicas de que Irak, Siria, Libano, Hejaz, Palestina y Kuwait formarían un único estado árabe, igualmente este tratado es responsable del conflicto Kurdo.

lunes, 9 de noviembre de 2009

¿POR QUÉ SE CONMEMORA TANTO LA II GUERRA MUNDIAL?

Todos los años, especialmente los acabados en nueve, se conmemora oficialmente con grandes fastos el inicio de la II Guerra Mundial, el día 1 de Septiembre de 1939, así como en los años terminados en cinco, allá por el mes de Mayo, se conmemora con no menores fastos el final de la misma.

Tanta conmemoración y recuerdo de la última conflagración mundial contrasta con el olvido institucional, político e histórico que, transmitido a los ciudadanos de a pie, opera en relación a la I Guerra Mundial cuyo inicio, en 1914, esta próximo a cumplir su primer centenario y de la que solo se habla ocasionalmente por alguna noticia puntual como el fallecimiento del último combatiente francés en aquella guerra en el año 2008.


Se podrá argumentar que la II Guerra Mundial nos resulta cronológicamente más próxima, aunque los setenta años transcurridos desde su inicio no la alejan mucho en el tiempo del centenario próximo a cumplirse de la Gran Guerra; también se podrá argumentar que el número de víctimas, más de cincuenta millones, sobrepasa el drama humano de los más de nueve millones de muertos que generó la Guerra del catorce, como si la pérdida de una sola vida humana en un conflicto armado no fuese ya de por sí suficientemente dramático y por último se recurre al argumento de las magnificadas consecuencias políticas de la II Guerra Mundial que se limitan a una división del mundo en dos bloques antagónicos que ya no existen, mientras que las consecuencias políticas de la Gran Guerra aún las está sufriendo la humanidad actuando como aquellas minas olvidadas que, enterradas hace años, explotan accidentalmente causando víctimas inocentes.

Efectivamente, la única consecuencia originaria (y esto es discutible como ya veremos) de la II Guerra Mundial fue la política de bloques que dividió al mundo durante más de cuarenta años y que ya ha desaparecido, en cambio, la humanidad aún está padeciendo las consecuencias de aquella Guerra de 1914 o, mejor dicho, de sus tratados de paz. De hecho, la misma II Guerra Mundial es consecuencia directa de la I Guerra Mundial y si analizamos los grandes conflictos bélicos que se han dado en la última década del Siglo XX nos encontramos conque todos ellos tienen su origen en la Gran Guerra o en sus tratados de paz: así, las guerras que asolaron Yugoslavia encuentran sus orígenes en la desintegración del Imperio Austro-Húngaro, la Guerra del Golfo de 1991 es una consecuencia de la desintegración del Imperio Turco y de la traición británica a los árabes en 1918 y finalmente, el conflicto árabe-israelí, que ha protagonizado toda la segunda mitad del siglo XX y que aún sigue irresoluto, es fruto de la misma desintegración del Imperio Turco y de la mencionada traición a los líderes árabes sublevados contra los turcos en 1916 que supuso la Declaración Balfour.

Incluso también podría considerarse que la Guerra Fría tuvo sus orígenes en la Gran Guerra porque, tras la Revolución Rusa de 1917 y los tratados de paz de los años 1919 y 1920, las potencias occidentales iniciaron una política de aislamiento internacional y bloqueo de la recientemente nacida Unión Soviética que, de no haberse roto por el tratado de Rapallo en 1922 suscrito entre Alemania y la Rusia Soviética, por el reconocimiento internacional de la URSS en 1923 por parte de Italia y por la posterior Alianza internacional contra el Reich Alemán durante la II Guerra Mundial, habría supuesto adelantar la política de bloques y la Guerra Fría más de veinte años.

Así pues, volviendo a la pregunta que da título a este artículo, si la I Guerra Mundial y sus tratados de paz han ejercido y ejercen una mayor influencia en la vida presente de toda la humanidad y determinan actualmente muchas políticas internacionales ¿Por qué se insiste en otorgar, institucional y políticamente, tanta importancia a la II Guerra Mundial y en conmemorarla tanto?. La respuesta a esta pregunta es muy sencilla y se encuentra en que la II Guerra Mundial, hábil y falsamente presentada exclusivamente como una lucha moral e ideológica entre la libertad y el totalitarismo, entre el bien y el mal; se ha convertido en el hecho histórico que ha exorcizado doscientos años de política gravemente errática cuando no simplemente criminal del liberalismo permitiéndole actuar con plena libertad e impunidad durante los últimos setenta años sin que nadie cuestione sus acciones y justificando en no poca medida los procesos neoliberales y globalizadores que hoy padecemos pues… Después de Auschwitz ¿Qué importa My Lai o Irak? o ¿A quién le interesa realmente la explotación laboral infantil en el Tercer Mundo?.

viernes, 6 de noviembre de 2009

SOLIDARIDAD CON LOS MARINEROS DEL “ALAKRANA”

Desde estás páginas y ante el cariz que están tomando los acontecimientos queremos mostrar nuestra solidaridad con los marineros del atunero “Alakrana” secuestrados en aguas somalíes por piratas de aquellas costas así como con sus familiares y deseamos recordar al Gobierno español, a las Fuerzas Armadas Españolas y a la Administración de Justicia que estamos ante una situación de crisis con rehenes donde lo más importante y lo principal es la salvaguarda de la vida e integridad física de los secuestrados.


Lo fundamental de toda esta situación es que los marineros del “Alakrana” regresen sanos y salvos a sus casas junto a sus familias lo antes posible no siendo deseable que la situación se prolongue a causa de estériles debates jurídicos o políticos.


Así pues, desde “El Chouan Ibérico” instamos al gobierno español y a todas las instituciones españolas a que hagan lo necesario e imprescindible para asegurar el pronto retorno con vida de todos los marineros aunque ello implique caer en alguna pequeña o no tan pequeña heterodoxia jurídica.


domingo, 1 de noviembre de 2009

LA CONFEDERACIÓN CONTRA ESPAÑA



Los grandes acontecimientos de la historia son prácticamente conocidos por todos, aunque menos conocidas son las pequeñas cosas o anécdotas que los acompañan o rodean y que, en no pocos casos, hacen que los hechos se produzcan tal y como los manuales de Historia hacen que lleguen hasta nosotros.


Tal es el caso de la cuestión cubana que culminaría en la Guerra Hispano-Norteamericana de 1898 y que hay que englobar dentro del desarrollo práctico de la “Doctrina del Destino Manifiesto” que, si bien fue definida por el periodista norteamericano John L. O'Sullivan en su artículo “Anexión” publicado en 1845 en la revista “Democratic Review” de Nueva York, ya inspiraba toda la política norteamericana desde el momento mismo de la independencia del joven país en 1776 y que fue fruto fundamentalmente de la tenacidad de emergentes políticos del Sur donde el deseo de independencia frente a la Gran Bretaña era mayor que en las colonias del Norte donde existía un importante sentimiento “lealista” entre los colonos.


En los primeros sesenta años de existencia, la política general de la joven república norteamericana era la que imponían los estados del Sur y sus políticos que llegaron a forzar la compra de la Lousiana y de la Florida, la guerra con México y la anexión de Texas, Nuevo México y Arizona al tiempo que ya mostraban interés por la incorporación a Estados Unidos de la Isla de Cuba. Este interés decayó al producirse la secesión de los Estados del Sur y la consiguiente guerra civil de 1861 a 1865 para retomarse nuevamente a mediados de la década de los años setenta del Siglo XIX, siempre encabezada por demandas de los políticos sureños quienes sabían de las importantes inversiones realizadas por ciudadanos norteamericanos en la isla y soñaban con la anexión de la misma.


El primer enemigo de los intereses de España en aquella época y secreto promotor de la guerra que se auguraba, no fue como se puede creer ni el presidente estadounidense Cleveland ni siquiera su sucesor McKinley, sino el exgeneral Confederado y Cónsul Norteamericano en La Habana Fitzhugh Lee (1835-1901). Fitzhugh Lee era sobrino del General en Jefe del Ejército del Norte de Virginia, Robert E. Lee, y se incorporó al Ejército Confederado al iniciarse la Guerra Civil en 1861 con el grado de Teniente consiguiendo, en 1863, el ascenso a Mayor General de la caballería confederada. Tras la guerra se dedico a la política llegando a ser Gobernador del Estado de Virginia en 1885 y, después de ser derrotado en las elecciones de 1893 al Senado norteamericano, logrando ser nombrado Cónsul General de Estados Unidos en La Habana. Desde su llegada a Cuba sostiene un fuerte pulso con las autoridades españolas y en vez de aplicar la política benevolente de su presidente Cleveland azuza el odio hacia España protestando contra las tácticas represivas de los españoles y luchando por los derechos de los ciudadanos norteamericanos en Cuba, incluidos aquellos que apoyaban abiertamente a las fuerzas insurrectas cubanas, como la tripulación del barco filibustero “Competitor”, capitaneado por Don Ricardo Ruiz de Ugarrio y Salvador, un cubano nacionalizado estadounidense. Si es muy posible que Fizhugh Lee estuviera detrás de la tendenciosa campaña periodística orquestada contra España por los periódicos de Hearst y de Pulitzer, es seguro que fue él quien requirió que un barco de guerra estuviese preparado en Key West, por si fuera necesario intervenir directamente. El buque designado para la misión fue el “Maine” que fue enviado a la Habana en Febrero de 1898 siendo su Capitan, Charles Dwight Sigsbee, quién mantuvo a partir de entonces unas estrechas comunicaciones con el cónsul Lee llegando éste a ordenarle que se preparara para entrar en acción en cualquier momento e impidiendo que abandonara el puerto donde explota accidentalmente el 15 de Febrero de 1898. Fitzhugh Lee es el primer personaje vinculado no solo a la política sureña, sino al mismo ejército confederado que vemos aparecer en los hechos que constituyeron o dieron lugar a la Guerra Hispano-Norteamericana de 1898, tras la cual, por cierto, permaneció en Cuba como comandante del Ejército de Ocupación de La Habana y responsable de restaurar el orden en la isla.


Tras unos meses de tensión diplomática y precedida por acciones de corso contra buques españoles perpetradas por el Almirante norteamericano Sampson, Estados Unidos declara la guerra a España el 25 de Abril de 1898. En ese preciso momento Estados Unidos, aunque tenía una flota capaz de sostener adecuadamente la guerra contra España, no tenía un ejército suficientemente numeroso, equipado y adiestrado para desembarcar en Cuba por lo que tiene que acudir a reclutar unidades enteras de voluntarios con mandos propios como es el caso del “Primer Regimiento de Caballería” de Theodore Roosvelt, los conocidos Rought Riders, y a encuadrar a los numeroso voluntarios que nutrían las unidades del ejército regular bajo mando de antiguos oficiales Confederados siendo el más relevante de los mismos el General Joseph Wheeler (1836-1906). Wheeler era un militar profesional que dimitió de su cargo en el ejército norteamericano para unirse al Ejército Confederado donde asciende rápidamente a Coronel teniendo el mando el 19 Regimiento de Infantería de Alabama y termina la guerra siendo uno de los dos Generales de la Caballería del Ejército Confederado del Oeste (el otro sería el tristemente famoso Bradford Forrest, creador del Ku Klux Klan). Al finalizar la Guerra Civil norteamericana se dedica a la política trabajando por la reconciliación entre el Norte y el Sur hasta que el estallido de la Guerra Hispano-Norteamericana hace que el Secretario de Defensa de los Estados Unidos le nombre General en Jefe de las fuerzas terrestres que iban a desembarcar en Cuba, siendo el General que manda las tropas norteamericanas que avanzan sobre las Guásimas el 24 de Junio del 1898 y el que se enfrenta, el 1 de Julio de 1898, al frente de casi ocho mil hombres a los quinientos cincuenta españoles que bajo el mando del General Vara del Rey defienden el fuerte de “El Viso” y el poblado de “El Caney” derrotándolos tras una fuerte y heroica resistencia por parte de los españoles. Tras la Guerra Hispano-Norteamericana Joseph Wheeler, que es el segundo personaje vinculado al ejército confederado que tiene un papel importante en los acontecimientos, continua en el ejército estadounidense mandando una brigada de infantería en la guerra que tuvo lugar de 1899 a 1900 entre Estados Unidos y los Filipinos, al no reconocer los primeros la independencia de los segundos.


El último, pero no menos importante personaje que mantiene una vinculación con el antiguo ejército de los Estados Confederados de América y que participa en la contienda contra España es el conocido comandante de la unidad guerrillera confederada “Los Fantasmas Grises”, el Coronel John S. Mosby. John Singlenton Mosby (1833 -1916) ejercía de astuto abogado y, aun siendo contrario a la secesión, al estallar la guerra civil se incorpora como voluntario a la unidad de “Rifles Montados de Washington” hasta que en Enero del año 1863 recibe la orden de crear y mandar el “43 Batallón de la Caballería de Virginia” que tendría la misión actuar en la retaguardia nordista utilizando tácticas de guerrilla siendo la única guerrilla confederada que el gobierno de Richmond reglamentó. La fama y la eficacia de la unidad de Mosby, que logra en diversas acciones capturar a muchos altos mandos del Ejército de la Unión así como cuantioso botín de guerra junto con cierto respeto hacia la vida humana, incluso hacia la de los enemigos, que le hacen diferenciarse radicalmente de otras guerrillas confederadas como la dirigida por Quantrill, hace que sea conocida como “Los Fantasmas Grises” (The Grey Ghosts). Terminada la guerra con el grado de Coronel, Mosby vuelve a ejercer su profesión de abogado e intenta favorecer la reconciliación entre los antiguos combatientes llegando a ser uno de los directores de la Campaña presidencial en Virginia del ex general y futuro Presidente norteamericano Ulyses S. Grant lo que le lleva a sufrir diversas amenazas y la quema de su casa hasta que en 1878 es nombrado Cónsul en Hong Kong, cargo este que desempeña hasta 1885. Durante el ejercicio de su cargo de Cónsul en la colonia británica consigue que las autoridades autoricen la entrada y abastecimiento de buques de guerra norteamericanos, acuerdo éste que servirá para que en 1898, Hong Kong sea la base naval de donde partirá la flota norteamericana que derrotara a la española en Cavite y que desembarcara en Filipinas. En 1898, al estallar la Guerra Hispano-Norteamericana, John S. Mosby organizara un regimiento de caballería voluntaria que denominado “Los Húsares de Mosby” tendría como misión desembarcar en Cuba, desplegarse tras las líneas españolas y llevar una guerra guerrillas de gran movilidad contra el ejército español, no obstante, aunque la unidad llega a crearse y a acantonarse en Tampa en espera de ser embarcada hacia Cuba, el rápido e inesperado final de la guerra le impide entrar en acción.


Estos son los hechos históricos irrefutables que muestran que los líderes políticos y militares de los derrotados Estados Confederados de América desarrollaron una activa campaña diplomática contra a España, tendente a aislarla de cualquier apoyo internacional y favoreciendo el estallido de una guerra en la que muchos de ellos participan directamente reclutando o dirigiendo tropas en acciones militares, por lo que este sería un argumento más contra el falso rumor que ha ido adquiriendo gran difusión y cierta, pero errónea, condición de certeza historiográfica de que durante la Guerra de Secesión Norteamericana hubo voluntarios españoles, concretamente veteranos carlistas (¡Nada menos que ocho mil), en el Ejercito Confederado en el que incluso llegaron a constituir unidades propias y al que ya se intentó dar justa respuesta en estas mismas páginas de “El Chouan Ibérico” mediante el artículo (que no post) titulado “¿Carlistas en el Ejército Confederado?" poniéndose de manifiesto en el citado artículo la imposibilidad material y la dificultad ideológica y política de que tal hecho pudiera haberse producido.