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lunes, 5 de abril de 2010

NUESTRO PARTICULAR HOMENAJE AL REY DON CARLOS HUGO

Si ya con anterioridad hemos dedicado en esta bitácora algún artículo a Don Jaime III y a Don Javier I, Reyes ambos de las Españas a los que el destino y la persecución impidió sentarse de forma efectiva en el trono de San Fernando a pesar de reunirse sus respectivas personas, en perfecta unión armónica, la legitimidad de origen y la de ejercicio, no queremos dejar de dedicar unas líneas al actual Rey legítimo de nuestro país con motivo de alcanzar, este mes de Abril del 2010, la edad de ochenta años.

Don Carlos Hugo de Borbón Parma nació en Paris el 8 de Abril de 1930, siendo el segundo hijo, de un total de seis, fruto del matrimonio contraído el 12 de Noviembre de 1927 entre don Javier I y doña Magdalena Borbon-Busset. La infancia de Don Carlos coincide con los últimos y turbulentos años de la III República Francesa y con la Ocupación Alemana contra la cuál lucharía su padre hasta su apresamiento y posterior internamiento en el Campo de Concentración de Dachau.

Al finalizar la II Guerra Mundial, Don Carlos estudia Ciencias Económicas en la Universidad de Oxford, siendo el primer príncipe español en adquirir una formación completamente universitaria en la que predominarían los conocimientos filosóficos y humanistas sobre los puramente militares lo que posteriormente le sirve para iniciarse en el mundo laboral trabajando en el Deutsche Bank donde se le permite conocer de primera mano la política económica que llevaría al llamado “Milagro Alemán”.

En 1956, un grupo de jóvenes carlistas miembros de la Agrupación Escolar Tradicionalista (AET) se entrevistan con S.M. Don Javier I a fin de que éste envíe al joven príncipe a España para que conozca en persona la realidad de un país, el suyo, que todavía vive sumido en una larga posguerra agravada por una férrea represión política. Don Carlos entra clandestinamente en España a finales de ese año instalándose en Bilbao en el domicilio de un obrero metalúrgico con cuya familia convive hasta el mes de Mayo de 1957 bajo un duro régimen de estudios autoimpuesto a sí mismo y planificado por los jóvenes carlistas que se han propuesto presentar al Príncipe de Asturias, Gerona y Viana en el acto político carlista de Montejurra de ese año, siendo las vivencias de eso meses ampliamente recogidas en el libro de Ignacio Ipiña, recientemente publicado “Sol en las Bardas”.

Tras la primera aparición pública del entonces Príncipe de Asturias en el acto de Montejurra de 1957, Don Carlos Hugo de Borbón Parma comienza los contactos con los sectores más jóvenes del carlismo integrados por la Agrupación Escolar Tradicionalista (AET) y el Movimiento Obrero Tradicionalista (MOT) junto con los cuales inicia la puesta al día del ideario Carlista lo que le lleva en el Verano de 1962 a trabajar en la mina asturiana “El Sotón” para conocer la realidad social de los trabajadores españoles. A partir de ese momento Don Carlos se empeña en adecuar al carlismo a los nuevos tiempos para dar solución a los nuevos problemas, todo ello en consonancia con las nuevas ideas del Concilio Vaticano II.

El 29 de Abril de 1964, Don Carlos contrae matrimonio en Italia con la princesa doña Irene Orange-Nassau de los Países Bajos. De este matrimonio han nacido cuatro hijos: Don Carlos Javier, actual Príncipe de Asturias, Gerona y Viana, Príncipe de Piacenza y Duque de Madrid (1970), Doña Margarita, condesa de Colorno y Don Jaime, duque de San Jaime y conde de Bardi (Gemelos nacidos ambos en 1972) y Doña María Carolina, Duquesa de Guernica y Marquesa de Sala (1974).

La actividad política de Don Carlos, altamente reivindicativa de los derechos de los pueblos que conforman las Españas y de los trabajadores que la pueblan, le lleva a enfrentarse frontal y radicalmente con el régimen franquista que le expulsa de España en repetidas ocasiones y de forma definitiva en 1968, junto con toda la familia real. No obstante el joven Príncipe de Asturias no hace dejación de sus funciones y continúa en la lucha política participando junto con el Partido Carlista en todos los actos unitarios de las fuerzas políticas contrarias a la dictadura franquista a favor de la libertad y de la justicia social.

Finalmente el 8 de Abril de 1975, Don Carlos deja de ser Príncipe de Asturias, para convertirse en Rey legítimo o de Derecho de las Españas, al producirse la abdicación voluntaria de su padre, don Javier I. En 1976 entra clandestinamente en España para acudir al trágico Montejurra de ese año donde la acción violenta de grupos ultraderechistas provoca la muerte de dos militantes carlistas y heridas a otros cinco.

Sin nunca hacer renuncia a sus derechos dinásticos se afinca en España en 1977 para dirigir el Partido Carlista presentándose a las elecciones generales de 1979 encabezando la candidatura carlista por Navarra donde, a pesar de conseguir un 7.9 por ciento de los sufragios no consigue salir elegido renunciando por ello a la presidencia del partido y abandonando la primera línea de la política. A partir de ese momento Don Carlos se instala en Estados Unidos donde trabaja como profesor de economía en la Universidad de Harvard, permaneciendo siempre informado e interesándose por lo que sucedía en España a la que realiza numerosos viajes privados para mantener entrevistas y reunirse con significados carlistas.

En 1999, Don Carlos deja la actividad docente en Estados Unidos instalándose en Bruselas donde sigue de cerca el proceso de Unión Europea incrementando su presencia en actos culturales y representativos relacionados tanto con su condición de Rey de las Españas como con la de Duque de Parma.

Don Carlos Hugo de Borbón-Parma, S.M. Don Carlos VIII, Hugo; ha significado en la Historia de España otra buena oportunidad perdida para nuestro país, que podía haber encontrado en él, no solo a un Rey al que le asiste todo el Derecho que históricamente ha regulado la Sucesión a la Corona de las Españas consciente de todas las graves responsabilidades que recaen sobre la persona que asume y acepta la realeza, sino también a un líder político que, siendo conocedor de las realidades diversas de nuestros pueblos, representaba y representa, tanto por su formación académica como por las experiencias vividas, una oportunidad de modernización del Estado que permitiera orientarlo hacia la meta de la Justicia Social a la vez que fuera garantía de todas las libertades individuales y colectivas.

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