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viernes, 18 de abril de 2008

UN REY ANTE LA II REPÚBLICA ESPAÑOLA


Este mes de Abril al conmemorarse la proclamación de la II República en España, muchos se acordaran de la salida por Cartagena de Alfonso, llamado el XIII o se les representara la conocida foto de la Puerta del Sol de Madrid ese 14 de Abril de 1931, pero muchos desconocerán por ignorancia interesadamente fomentada que el Rey de las Españas, Don Jaime III, entonces exiliado en la Francia de la III República, (circunstancia esta que contrasta con la elección de la Italia Fascista como lugar de exilio por parte de Alfonso, llamado el XIII) y que un año antes declinó la invitación de don Miguel de Unamuno para sumarse al pacto de San Sebastián, publicó un manifiesto saludando la proclamación de la República e indicando los derroteros que debían tomar los gobiernos del nuevo régimen para consolidarse pacíficamente en España.

Su Majestad, don Jaime III, publicó su manifiesto el día 23 de Abril de 1931, es decir, nueve días después de proclamada la república y en el mismo proponía, entre otras cosas, la convocatoria de un referéndum para decidir sobre la forma de gobierno en España (Monarquía o República) y la adopción de una ley electoral de carácter proporcional íntegra semejante a la existente en otros países europeos de primera línea.

En el mencionado manifiesto, don Jaime III solicita a los carlistas que “colaboren con el gobierno provisional en prevención de explosiones de desórdenes callejeros, para poder llegar el Gobierno, respetando las libertades esenciales, a la convocatoria de unas Cortes Generales Constituyentes, que son hoy una necesidad imprescindible y uno de los principios esenciales de nuestra actuación en los últimos años así como ha sido siempre el fundamental objeto de nuestra política realizar la federación de las distintas nacionalidades ibéricas.”

Igualmente, dirigiéndose especialmente a los carlistas les insta a promover “la organización de un gran partido monárquico, federativo, anticomunista, defensor de las grandezas patrias, intensamente progresivo, amigo de las reformas sociales y que coloque a la Iglesia y al Ejército en su verdadero lugar, lejos de toda política”.

Por su parte, dirigiéndose al gobierno provisional y a los líderes de la recién proclamada república, el Rey Jaime III, les pide que elaboren una ley electoral, apartada del caciquismo imperante en el derrocado régimen y en la que se “adopte el único sistema de escrutinio que permite aprovechar hasta el último voto de todos los ciudadanos: la representación proporcional íntegra, usada en las grandes naciones europeas. En estas elecciones, deben pronunciarse, de un modo definido, sea por la República, sea por una Monarquía renovada, progresista, ampliamente descentralizada, que no ofreciera ningún punto de contacto con el antiguo sistema, precisamente a causa de la creación de las grandes administraciones federales en las distintas regiones hispanas”.

No deja don Jaime de mostrar su preferencia por la forma de gobierno monárquica pero tajantemente termina su manifiesto afirmando que “si la voluntad nacional, libremente expresada, se pronunciara a favor de la República, yo pediría a los monárquicos que colaborasen en la obra inmensa que es construir la federación de la nueva España, dispuesto siempre a renovar, en los momentos críticos, el ofrecimiento de mi persona que hago a España”.

Lamentablemente, las propuestas de don Jaime no fueron atendidas en lo más mínimo. La II República, poco antes de cumplir su primer mes de vida, desbarraba hacia el caos y la violencia callejera que tuvo su primera manifestación en la quema de iglesias y conventos el 10 de Mayo de 1931 y a fines de ese mismo año, promulgaba una constitución que, ignorando la realidad social española, institucionalizaba un fuerte y agresivo sectarismo que, rozando lo ridículo, alejaba a la mitad de los españoles del nuevo régimen y sembraba los vientos que habrían de traer la tempestad de la guerra civil de 1936 a 1939.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Una trayectoria muy digna: "Nobleza obliga". Aunque estoy por la República, podría haber sido un Rey más digno, que la II República, que fue un desastre.
Me gustaría discutir más aspectos de la evolución del Carlismo, que me parece que fue muy digna y positiva durante el franquismo. Aunque disiento de algunas posiciones actuales. Si estás por ello, y quieres que sea más discreto no dudes en escribirme.

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