El pasado lunes 7 de Mayo del 2012,
saltó la noticia de la dimisión del antiguo vicepresidente económico del
anterior gobierno popular, Rodrigo Rato, como presidente de la recientemente
creada Bankia por motivos aun no aclarados, lo que ha supuesto que la
cotización de las acciones de esta entidad financiera se hundan en los mercados
de valores y se hayan abierto todo tipo de especulaciones sobre la salud de las
entidades de crédito españolas.
Lo cierto es que desde que empezó la
crisis económica en el año 2008 siempre ha existido una gran preocupación sobre
el auténtico estado financiero de los bancos y Cajas de Ahorro (1) que durante
años se dedicaron a prestar dinero a promotores inmobiliarios para construir
viviendas que a la postre se han quedado sin vender y por tanto han generado
impagos así como a personas que mostraban evidentes síntomas de que podrían
plantear problemas de cobro en caso de que tuvieran la mala suerte de ser
rozados, aunque fuera ligeramente, por la inestabilidad económica. Esto ha
provocado que las entidades financieras españolas tengan un alto porcentaje de
morosidad y un exceso de inmovilizado integrado por todo tipo de inmuebles cuya
propiedad se vienen adjudicando en distintos procedimientos hipotecarios que se
traduce en una muy importante falta de liquidez económica que retrotrae el
flujo del crédito para empresas y particulares.
Esta situación hecha pública, con
más o menos maquillaje, hace un año se ha pretendido combatir con una llamada
“Reforma del Sistema Financiero” que ha tenido dos líneas de actuación: una
impulsada desde el estado y otra desde los distintos Consejos de Administración
de los bancos. La línea de actuación estatal ha consistido en inyectar dinero
público a los bancos para que tuvieran liquidez y en fomentar la conversión de
las Cajas de Ahorro (véase “La Cuestión de las Cajas de Ahorro) en simples
entidades financieras comunes así como la fusión entre ellas; mientras que
desde los Consejos de Administración se han tomado medidas tendentes a reducir
los intereses que se daban a los clientes por cuentas corrientes y simples
“Libretas de Ahorro” e incrementar las comisiones que se cobran a los clientes
llegando, algún banco, a suprimir productos como las imposiciones a plazo para
nuevos depósitos.
La inyección de dinero público a los
bancos, no ha conseguido restaurar el esperado y deseado flujo del crédito
porque, evidentemente, con ese dinero lo que han hecho los bancos ha sido
cubrir gastos corrientes y “tapar agujeros” mientras que la fusión de las Cajas
de Ahorro y demás entidades financieras ha tenido dos efectos: el primero ha
sido conseguir la reducción del gasto de estas entidades ya que se han cerrado
sucursales y se han realizado Expedientes de Regulación de Empleo (EREs) que
han permitido rebajar los costes en instalaciones y en personal, mientras que
el segundo ha sido un simple efecto de maquillaje porque la fusión de varias
entidades sin liquidez y con porcentajes importantes de morosidad no constituye
una entidad solvente, sino una entidad más grande, con mayor problema de
liquidez y mayor porcentaje de morosidad.
Actualmente el problema, del que la
dimisión del Sr. Rato es solo un síntoma externo, reaparece de nuevo porque no
se solucionó de forma coherente y eficaz en su momento. La inyección de dinero
público realizada hace un año fue escasa y, además, sin condiciones, con lo que
ahora el estado tendrá que volver a inyectar dinero público (ya se habla de
cincuenta mil millones de Euros) al sistema financiero lo que provocará el
descontrol del déficit que el gobierno dice querer combatir con la subida de
impuestos y el recorte de prestaciones y servicios sociales, pero lo que es
peor, supondrá la repetición del error de hace un año que es el creer que con
la simple inyección de dinero público se solucionara el problema cuando lo
cierto es que, sin una intervención estatal directa en la gestión bancaria,
todo el sistema financiero español amenazará en convertirse en el agujero negro
que se trague todo el presupuesto y dispare el déficit.
Respecto a esto, el actual gobierno
del Partido Popular echa en cara al anterior gobierno del Partido Socialista el
haber “regalado” el dinero a los bancos mientras que ellos, los populares,
simplemente lo van a prestar para ser devuelto en once años a un tipo de
interés que rondará el ocho por ciento. Ahora bien, este “préstamo” si bien es
posible, y solo posible, que inyecte liquidez a las entidades financieras (si
es que no lo vuelven a utilizar para cubrir su gasto corriente) es muy dudoso
que reestablezca el flujo del crédito ya que si las entidades bancarias tienen
que pagar un ocho por ciento al estado no prestaran por menos del 8.25 por
ciento con lo cual muy pocas empresas y particulares tendrán acceso a un
crédito de tan elevado interés. Así pues, la “generosa” idea del actual
gobierno amenaza en convertirse en una maniobra que disparará el déficit
público, hará incrementar las privaciones de los ciudadanos y todo ello solo
para ganar once años y aplazar durante ese tiempo el problema existente y que
realmente subyace.
Si bien es cierto que el estado no
puede permitirse el frívolo desliz de que cualquier entidad financiera española
(Bankia, Caixabank, BBVA, BSCH…) quiebre y que los depositarios pierdan los
ahorros de toda su vida porque, en primer lugar, ello colapsaría totalmente la
economía española al no poder hacer frente los ciudadanos a sus gastos
corrientes y periódicos y, en segundo lugar, porque se generaría tal situación
de inestabilidad social cuyos resultados últimos serían muy difíciles de
predecir, no es menos cierto que tampoco puede sacrificar más a los ciudadanos
menos favorecidos en aras de unos aventureros de la economía y de unos
agiotistas.
Por todo ello, si el estado inyecta dinero
público en el sistema financiero debe poner condiciones tajantes y de contenido
social que impliquen su intervención, bien directamente o bien a través del
Banco de España, en la gestión de las entidades financieras. Estas condiciones
podrían ser, entre otras, las siguientes:
1º. La eliminación de la exigencia
del tipo de interés de demora en los procedimientos ejecutivos, pudiéndose
cobrar exclusivamente el tipo de interés ordinario pactado en el contrato.
2º. La imposibilidad de cargar las
costas procesales sobre el ejecutado en los procesos de ejecución hipotecaria.
3º. La exigencia de que, en los
procesos hipotecarios que tengan por objeto viviendas habituales y en los que
el banco ejecutante sea también el adjudicatario, el banco adquiera la
propiedad pero no la posesión dejando a la familia ejecutada en el uso de la
vivienda en un régimen de arrendamiento social cuya renta mensual resulte de la
suma, en su caso prorrateada, de los gastos (IBI, Tasa de Residuos, Seguro
Multirriesgo del Hogar, Comunidad de Propietarios, etc…) más un plus de cien a
doscientos euros que no computará como beneficio de la entidad financiera a la
hora de tributar al estado. El arrendatario conservará en todo caso el derecho
legal al tanteo y al retracto en caso de posterior venta de la vivienda.
4º. La exigencia a las entidades
financieras, de que el stock de viviendas vacías que tienen, y que figuran en
sus activos cuando en realidad deberían figurar en sus pasivos, se dediquen al
alquiler social en las condiciones descritas en el párrafo anterior, si
transcurren más de tres meses sin que se hayan vendido a contar desde el día siguiente
al que se hubieran adquirido.
5º. Fijación de un límite máximo a
las retribuciones que reciben los ejecutivos de las entidades bancarias y miembros
de sus consejos de administración y eliminación de todos los beneficios de los
que disfrutan.
6º. Suprimir temporalmente y
mientras dura esta situación excepcional el reparto anual de beneficios entre
los accionistas o reducir el reparto de dichos beneficios entre un cincuenta y un
setenta y cinco por ciento, destinándose la cantidad no repartida a provisión
de fondos, saneamiento de la entidad y devolución del dinero estatal prestado.
Finalmente, no quiero terminar sin
reiterar a mis pocos o muchos lectores que tengan confianza en que sus
depósitos están seguros porque como he dicho anteriormente, el estado no puede
arriesgarse a que cualquier entidad financiera quiebre y los depositarios
pierdan sus ahorros, porque ello significaría el caos y la guerra.
(1) Hace ya dos o tres años, cuando la crisis empezó a
sentirse en España y parecía que el objetivo fundamental era expulsar del poder
al entonces gobierno socialista una cadena de televisión entrevistó a un
economista norteamericano y le preguntó si con un cambio de gobierno retornaría
a nuestro país la confianza de los mercados, pero cual fue la sorpresa de la
periodista, que esperaba un rotundo e incondicional, sí; cuando el economista
contestó que las mayores dudas de los mercados recaían sobre el sector
financiero español porque si en Estados Unidos se habían dado un tercio de
hipotecas menos que en España y allí habían quebrado doscientos bancos no se
podían creer que aquí no hubiera quebrado ninguno.
Parece ser que ayer, el gobierno decidió intervenir en Bankia y la ha nacionalizado.
ResponderEliminarAhora bien, no basta con nacionalizarla y profesionalizar el Consejo de Administración. Es imprescindible dotarla de una nueva finalidad social y que esta "nacionalización" sea el inicio de la creación de un saneada banca pública con finalidad social.
De no ser así, veremos como esto es otra "nacionalización" de las pérdidas que pagaremos todos con nuestros impuestos y luego, cuando Bankia remonte, los beneficios se los llevaran otros previa una nueva "privatización"
Al menos nunca fue de mi confianza Rodrigo Rato ni por una sola hora y me lo está demostrando otra vez. Yo publiqué en la página del Movimiento 15M facebook, unos dias antes de la chapuza de Bankia lo siguiente: Cuidado Señor Ruiz Gallardón con la prevaricacíón de la privatización y aunque parezca que no tiene nada que ver con lo de Bankia si tiene que ver sobre todo con Rodrigo Rato y el PP aunque como tu explicas esta entidad era ya un barco a la deriva esperando rescate.
ResponderEliminarEl PP no puede darnos la esperanza como es totalmente razonable y necesario en estos tiempo de una Banca Nacional y debemos esperar que despues de recuperar algo Bankia para que vaya funcionando por si sola todo lo que el estado pone con dinero Publico no servirá para nada en beneficio del estado que a fin de cuentas somos todos los españoles. En Islandia se encerro en la carcel a unos pocos banqueros y se puso en el tribunal al mismo presidente del gobierno y nosotros aqui en España como estupidos dejandoles hacer, su demostrada ya y evidenciada corrupción, y en el caso del PP entra nada mas y nada menos que el delito de prevaricación por desvio de algún dinero por parte de Rodrigo Rato en beneficios propios y del partido Popular dentro de Bankia. Solamente cuando entre a gobernar la Izquierda o en su caso el temeroso PSOE al capitalismo podremos tener esperanza en una Banca nacional que proteja los proyectos de España y a sus ciudadanos y no los explote o los exprima al maximo como asi sucede en el capitalimo demostradamente inmoral, corrupto que hace que vivamos en un hambiente sucio mas que limpio aunque todavia queda algo para empezar a limpiar esta situación social que contamina tambien nuesto entorno natural con tanta explotación.
Saludos de Eloy. Gracias por tu información en este articulo que has escrito sobre Bankia.