Durante los últimos años del siglo XIX y hasta la caída
del comunismo en los países del Este europeo, estuvo vigente en parte de la
sociedad mundial aquella máxima plasmada en el final de "EI Manifiesto
Comunista" que rezaba “¡Proletarios del Mundo Uníos!" y bajo este
lema se organizaron las llamadas Internacionales que tenían por objeto
coordinar a los comunistas y socialistas de los distintos países para realizar
la revolución a escala mundial. Tras la revolución bolchevique en Rusia este
internacionalismo pasó directamente a convertirse no tanto en una cuestión
ideológica de lucha contra el capitalismo como en una cuestión de política
exterior de la hoy extinta URSS que financió a distintos partidos y grupos políticos
fuera de sus fronteras para que estos entregaran a sus respectivos países,
atados de pies y manos, al imperialismo soviético. Hoy ese internacionalismo ha
sucumbido y su política vulgarmente criminal en muchos casos y sofisticadamente
genocida en otros ha caído en desgracia cuando no, simplemente, en el olvido, pero una nueva
corriente, cual es el mundialismo, la viene a sustituir.
EI mundialismo, a diferencia del internacionalismo
comunista, trabaja solapadamente, con caretas agradables para una sociedad que
camina hacia el abismo con una venda en los ojos. Si el internacionalismo materializado
trabajó durante décadas para hacer poderosa a la URSS, el mundialismo esta
trabajando para hacer poderoso al mundo anglosajón y esclavo al resto. EI lema,
públicamente conocido (aunque jamás plasmado en ningún documento), del
mundialismo viene a ser "Ricos del mundo reuníos en torno al liberalismo y
al libre mercado". En base a esta leyenda el mundo postcomunista se
organiza en diversos y selectos clubs como son la Trilateral, el Club
Bilderberger, la Unión Europea, el G-8 y otros menos conocidos cuya finalidad pública
es favorecer aparentemente el progreso de la humanidad, pero sus realizaciones
vienen a contradecir ese fin conocido pues la parte de la humanidad que no
pertenece a tales organizaciones sufre la miseria mas absoluta a pesar de vivir
en territorios ricos en recursos naturales y en
aquella parte de la humanidad aun directamente vinculada a estas
organizaciones, como puede ser Europa o la propia Norteamérica, cada vez más
gana terreno la pobreza que afecta a inmensas masas de la población haciendo
surgir lo que ya alguien ha denominado "el cuarto mundo".
Una curiosa característica de este mundialismo imperante
es el fomento de la acrítica y de la despolitización de las masas. Frente al
internacionalismo comunista que fomentaba una politización de los pueblos que
deberían adquirir conciencia de la explotación que sufrían y sublevarse contra
las estructuras; el mundialismo favorece en las masas la ausencia de todo
pensamiento crítico lo que conlleva una
lógica despolitización de las sociedades. En el seno del mundialismo existe la
critica deportiva, la artística e incluso hasta la literaria, pero no existe ni
se permite una critica político-social que vaya más allá de criticar la forma
de gestionar el presupuesto, no admitiéndose crítica alguna que cuestione o
plantee una enmienda a la totalidad a los valores morales en los que se
cimienta el régimen liberal-capitalista. Para el fomento del espíritu acrítico
y apolítico, el mundialismo se sirve de varios mecanismos como son los medios
de comunicaci6n de masas en los que curiosamente se difunden mayoritariamente
eventos deportivos y últimamente noticias de esas llamadas "del corazón";
pero curiosamente, también se sirve de otros medios, que en apariencia fomentan
la participación en los asuntos sociales, tales como las famosas ONGs y que no
son más que los dedos largos de unos estados que cada vez tienden más, y de
forma irreversible, al totalitarismo.
En el presente siglo XXI ya no existe ningún
internacionalismo marxista y tan solo queda un triunfante mundialismo
liberal-capitalista al que solo y exclusivamente se Ie puede oponer un ideal
universalista basado en dos pilares fundamentales como son el Derecho Natural y
la Doctrina Social Cristiana, a los cuales, en estos últimos veinticinco o
treinta años se les viene atacando con todos los medios posibles buscando su
aislamiento social y su marginación política hasta el extremo de presentarlos
al mundo como ideas trasnochadas y obsoletas que deben ser superadas por una
modernidad encarnada por unos libros de contabilidad a los que se les ha
elevado a nivel de principio y fin de la humanidad.
Me voy a atrever con un aporte sobre las ONGs. Tengo guardado un ejemplar, de 1997, de la revista Sur, publicada por Medicus Mundi de Navarra donde alguno de los articulistas (no logro dar con la expresión) anunciaba el desprestigio en el que caerían estas ONG en un futuro próximo, al convertirse en una privatización de la ayuda. Me sorprendió tanto que guardé la Revista. Ahora, desgraciadamente, cobra actualidad.
ResponderEliminarA ver las ONGs vienen a sustituir las viejas instituciones de beneficiencia y como tales pueden aliviar el problema pero jamás solucionarlo. A este respecto me llama poderosamente la atención que desde la izquierda siempre hubo una beligerancia contra las instituciones religiosas de caridad y en cambio siempre se ha favorecido estas instituciones de filantropía.
ResponderEliminarPor otra parte, muchas de ellas se han convertido en empresas que tienen por objeto mercantil la beneficiencia y otras son medios de propaganda e incluso puede que de financiación de partidos políticos.
En fin... otro mito falso del liberalismo.