La política no es una ciencia exacta
como las matemáticas pero sí obedece a unas intangibles e inexorables leyes al
igual que la física. Esas leyes se pueden ignorar o se pueden negar pero no por
ello dejan de estar ahí y el mantener una actitud de ignorancia o negación no
impide que las mismas se apliquen con rigor. Así, un individuo que sube a un
rascacielos puede ignorar o negar la ley de gravedad universal, pero sí decide
lanzarse al vacío no podrá impedir la aplicación de esa ley y por tanto tendrá
que pagar las consecuencias de su ignorancia o negación estampándose
mortalmente contra el suelo.
Esto viene a cuento a consecuencia
de los debates suscitados con motivo de la magna manifestación habida en
Barcelona el pasado día 11 de Septiembre con motivo de la “Diada” de Catalunya.
En la citada manifestación, acudieron de seiscientas mil a un millón y medio de
personas bajo el lema de “Catalunya Nou Estat d´Europa”, “Cataluña Nuevo Estado
de Europa”; dejando prácticamente patente y nítida su voluntad de separarse del
resto de España y siendo el mayor éxito que el nacionalismo catalán ha obtenido
en los últimos cuarenta años.
Tras esta manifestación surgieron
numerosos debates públicos en los medios de comunicación en los que se expusieron
posturas a favor y en contra de la independencia de Catalunya siendo todos los argumentos
vertidos por una y otra parte de un infantilismo y estupidez tal que una vez más
se demostró que todos los españoles (catalanes incluidos) nos merecemos no solo
unos mejores políticos sino también una intelectualidad mejor.
Por parte de los defensores de la
integridad de España se argumentó la hipotética inviabilidad económica de una
Catalunya independiente así como que para llegar a la misma habría que convocar
un referéndum en la que participasen todos los ciudadanos del estado, todo lo
cual constituye una boutade nacionalista española sin parangón. En primer lugar
no se puede reducir la cuestión de la integridad de España a una cuestión económica
al mismo tiempo que se echa en cara a los defensores de la independencia de
Catalunya que se mueven exclusivamente por motivos económicos siendo además el
tema de la viabilidad económica de una Catalunya independiente una cuestión que
solo se podría constatar después de transcurridos unos años desde la
independencia. Finalmente la cuestión de que el tema de la independencia
catalana debería ser sometido a referéndum en todo el estado implica el
desconocimiento de una intangible ley política que establece que los procesos
independentistas son procesos de individualización que solo conciernen a
aquellos habitantes que viven en el territorio que pretende la secesión quedando
reducida la participación del resto del estado al simple reconocimiento o no de
esa independencia y a actuar según y conforme a ese reconocimiento o no de la
misma.
Por parte de los partidarios de la
independencia catalana se vertían unos argumentos confusos en extremo sobre si
el pueblo catalán tiene derecho a decidir en referéndum sobre su futuro. Pues
bien, los independentistas también cayeron en la ignorancia de otras intangibles
leyes que rigen la ciencia política entre las que se encuentra aquella que
sostiene que una independencia no se concede o se niega sino que se proclama o
no y que para que Catalunya pueda proclamar esa independencia tiene dos vías:
la vía del referéndum en la que los ciudadanos catalanes mayores de edad empadronados
en Cataluña voten sobre si quieren o no la independencia (esta vía podría
presentar problemas puramente técnicos que pusieran en duda su legitimidad) y
la vía representativa que consistiría en que el gobierno de la Generalitat
llevase al parlamento catalán una proposición de ley por la que Cataluña se
proclamase estado soberano e independiente, que esa proposición fuera votada en
dicho parlamento y, en caso de ser aprobada por la mayoría absoluta de la cámara,
se proclamase unilateralmente la independencia solicitando el reconocimiento
internacional y negociando después lo que se pretendiera negociar con el Estado
Español. En cualquier caso, el estado español no podría materialmente impedir
la realización de un referéndum en Catalunya ni la proclamación jurídica de la
independencia quedando limitada su actuación a reconocer o no esa independencia
y actuar conforme a ese reconocimiento o no de la misma aplicando o no la
legalidad constitucional.
En realidad parece como si la gran
cuestión que subyace en todo este tema tanto para los partidarios de la
independencia como para los partidarios de la unidad es un interés en extremo
por salvar la legalidad vigente ignorando esta otra ley intangible que rige la
ciencia política que establece que toda secesión de una parte de un estado
legalmente constituido implica una violación de la ley y una ruptura política. En
definitiva es como si la independencia que pretenden los catalanes fuera
simplemente una concesión y no una proclamación, que esa independencia les
fuera subvencionada y además el resto de España fuera garante de la paz y
cohesión interior del nuevo estado y claro, con esos planteamientos tan “inteligentes”
y “brillantes”, no nos engañemos; Estados Unidos todavía sería una colonia británica.
Por todo ello y considerando el largo
tiempo que se lleva ya con la cantinela de la independencia de Cataluña y de la
unidad de España, surge la cuestión de que si los catalanes quieren en verdad
la independencia ¿Por qué no la proclaman unilateralmente de una vez mediando o
no referéndum? ¿Existe alguna fórmula en la que Catalunya pueda ser y sentirse
integrada en el resto de España? ¿No estaremos simplemente ante un peligroso
juego de la casta política en general y catalana en particular para exacerbar
los ánimos de los ciudadanos y enfrentar a los unos contra los otros e imperar
ellos?.
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Me quedo con las últimas líneas de su artículo. Suele ser habitual buscar un chivo expiatorio, un enemigo exterior o azuzar temas políticos delicados cuando la cosa va mal, muy mal. Desde luego que, cuando partidos como el PNV en Euskadi o su homónimo en Cataluña airean estos temas… ¡ojo! Algo quieren ocultar. ¿Por qué no hicieron lo mismo durante las “vacas gordas”? Desde luego, yo me cuidaría mucho de apoyar estos movimientos (por muy a favor que pueda estar) en estas circunstancias economico-sociales. Es más, pienso que no son más que una cortina de humo sin ninguna intención real. Los políticos corruptos son capaces de todo con tal de mantener el poder. ¡Qué triste!
ResponderEliminarEstimado Anónimo:
ResponderEliminarMuchas gracias por su comentario.
De todas formas... los políticos españoles (incluídos los catalanes) no se caracterizan por sus inteligencia y su buena fe.
Por otro lado, pensandolo bien desde 1500 España se ha ido descomponiendo en numerosos nuevos estados y salvo Alemania, Portugal y los Paises Bajos (Y de estos últimos tengo mis dudas dado que en el siglo XIX se separó Bélgica de Holanda y que ahora ésta tiene graves problemas) el resto (Países Hispano Americanos y Filipinas) han sido y son "Estados Fallidos" que han condenado a la pobreza extrema y a la emigración masiva a sus ciudadanos y que no han hecho nada más que entregar sus riquezas y territorios a Estados Unidos y Gran Bretaña. Eso sí, las castas dirigentes de esos países viven fenomenalmente a costa de ondear la bandera.
Así pues, considerando además el talante y talento de los políticos que ahora claman por la independencia, nada indica que los nuevos estados no recorran el mismo camino que los nuevos estados separados de España en el Siglo XIX.
Salud y Amistad