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martes, 30 de octubre de 2012

NO SON SUICIDIOS, SON ASESINATOS



         
         Desde hace muchos años, existía un acuerdo tácito en la prensa de no informar de suicidios a fin de no favorecer actos de mimetismo; no obstante estos tipos de acuerdos solo se pueden cumplir cuando se trata de casos aislados o muy separados en el tiempo, poco numerosos y de poca o nula repercusión social. En cambio cuando los porcentajes de suicidios se incrementan en muy poco espacio de tiempo no existe forma humana de que la noticia no trascienda a los medios de comunicación.

            Este es el caso actual, donde en los cuatro días que median desde el 23 al 27 de Octubre del presente año 2012 tres personas se han suicidado o han intentado hacerlo en nuestro país: la primera de ellas en Las Palmas de Gran Canaria, la segunda, que se encuentra en estado muy grave, en Valencia  y la última en Granada, siendo la causa de todos estas terribles autolisis los inmediatos desahucios que iban a padecer.

            En estos casos recientes se habla con ligereza de suicidio ignorando que el suicidio es un acto libre y deliberado por el que un individuo pone fin a su vida, es decir, para que exista un suicidio se exige, como requisitos “Sine Qua Non”, la concurrencia de libertad y deliberación, sin las cuales no existe suicidio propiamente dicho, sino otra cosa.

            Evidentemente, en los últimos casos que han aparecido en los medios de comunicación y que tienen su origen en los desahucios no podemos ni debemos hablar de suicidios ya que no se ha tratado de actos libres sino forzados por unas particulares situaciones económicas derivadas de una situación social general ocasionada por la gestión política del país, es decir, en todo caso estamos ante “suicidios forzados”.

            Cuando una colectividad humana localizada en una zona geográfica concreta de mayor o menor extensión ve reducirse drásticamente su calidad de vida por la aparición de todo tipo de escaseces, la modificación de las condiciones sociales y laborales que les llevan a una pérdida de poder adquisitivo y/o la reducción de todo tipo de derechos fundamentales surge la desesperación y fruto de la misma la tendencia a la autodestrucción. No obstante estas tendencias suicidas no nacen libremente en el seno del individuo fruto de una previa deliberación sino que le son impuestas por una realidad injusta en cuya creación poco o nada ha tenido que ver el futuro suicida; es decir, son unos elementos exógenos al individuo los que le fuerzan a tomar la decisión por lo que no cabe hablar de suicidio más que si se tratase de una situación en la que una persona dispara a otra en la cabeza ya que de ofrecerle una alternativa plausible lo más seguro es que jamás optase por la propia muerte.

            En no pocos casos, los suicidios no se deben solo a un intento de escapar de una realidad impuesta, sino también al deseo de no querer saltarse el límite moral que supone el dañar a otro. Y es que efectivamente, cuando a una persona (o colectividad) se la lleva a una situación de total falta de garantías y de seguridad para el futuro además de imponerle unas condiciones de vida extremas, se la está forzando a tomar uno de estos dos caminos: o la propina eliminación o la eliminación de la persona o personas que le están imponiendo ese estado de cosas. Como la segunda opción supone, evidente y claramente, una muerte homicida ejecutada seguramente contra la presunta autoridad que en último caso hace valer las condiciones extremas (ni siquiera contra el causante último del mal), no pocos individuos prefieren suicidarse antes que cargar sobre sus conciencias una muerte ajena.

            Otro extremo a considerar en estos casos de “Suicidios” en las personas que se enfrentan a un proceso de desahucio al que llegan fundamentalmente por una grave situación económica detrás de la cual se encuentra un prolongado desempleo, es la influencia que en la trágica decisión tiene la falsa creencia de que los seguros de vida contratados junto con la hipoteca y que contemplan el pago de la misma en caso de fallecimiento del asegurado, servirán para liquidar sus deudas hipotecarias y así librar de un mayor quebranto económico a sus familias ignorando que el suicidio exime a la compañía aseguradora de pago de cualquier indemnización.

            Así pues, los supuestos casos de suicidio que han saltado a los medios de comunicación recientemente son, en realidad “Suicidios Forzados”. Son suicidios impuestos a las personas que los han ejecutado por circunstancias ajenas a su libre voluntad por lo que no cabe hablar de “Suicidios” sino, más bien, de verdaderos actos de asesinato u homicidio ya que un estado y unas instituciones que no garantizan la seguridad, la prosperidad y el bienestar de todos sus ciudadanos, no solo están olvidando su finalidad, sino que además están atentando contra la existencia misma de su pueblo y cometiendo un delito masivo.

4 comentarios:

  1. Desgraciadamente sí, es así. Ahora bien, de todo, me quedo con el penúltimo párrafo: un acto de tal calibre por amor a la familia...e inútil.

    Por cuestiones personales, el artículo me ha emocionado.

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  2. Y los que no han transcendido!!!, ya que hay órdenes de tapar todo esto, y que estos capitalistas, polìticos a sus órdened y el clero solo lo considera daños colaterales para llenar sus bolsillos, son la escoria de la humanidad

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  3. Al primer anónimo. Espero que la emoción no tenga nada que ver con ninguna situación dolorosa.

    Al segundo anónimo. Más que órdenes de tapar lo que siempre ha existido es un silencio sobre los suicidios para no generar mimetismo en otras personas. Desde luego tiene razón en lo que dice de capitalistas y políticos, pero francamente en este caso concreto el clero no sé qué pinta en esto.

    Se podrá criticar mucho a la Iglesia, pero precisamente de haber generado la crisis o haber participado en los beneficios que la misma genera me parece fuera de la realidad.

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  4. Cuando oí la noticia en televisión se me pusieron los pelos de punta, me entraron ganas de llorar. ¿Qué puede llevar a una persona a suicidarse? ¿ cómo de de verse de agobiado? ¿ en qué pozo oscuro y profundo ha debido caer? Qué Peña pero aún más cuando estos suicidios son amparados por esta sociedad que tenemos.

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