El pasado sábado, 16 de Marzo de 2013, saltó la noticia a los medios de comunicación de que ahora es Chipre quien debe ser rescatado por la Unión Europea imponiéndose a los depositantes de fondos en entidades financieras radicadas en la isla mediterránea el llamado “corralito” bancario en virtud del cual no podrán sacar su propio dinero depositado en los bancos.
Parece ser que lo que ha llevado a Chipre a pedir el rescate es el notable endeudamiento que le hace necesitar diez mil millones de euros que el gobierno chipriota tiene pensado pagar imponiendo a todos los ciudadanos que tienen ahorros depositados en bancos chipriotas el pago de un porcentaje de los mismos lo que equivale real y claramente a confiscar los ahorros particulares y privados de los ciudadanos chipriotas y residentes extranjeros en la isla. A este respecto tenemos que decir que si bien es injusta la confiscación por parte de los estados de bienes y propiedades particulares para responder de las deudas que los ciudadanos no han contraído, no es menos cierto que el gobierno chipriota al menos ha sido honesto pues directamente ha procedido a la requisa mientras que otros estados, como el español, simplemente se dedican a subir los impuestos y a reducir los salarios lo que, a la postre, implica que se tenga que echar mano a los ahorros para poder sobrevivir con la consecuencia de la reducción de los mismos.
Es de recordar que Chipre entró a formar parte de la Unión Europea en el año 2004, año este en que se procedió a la mayor ampliación de toda su historia con la incorporación además de Polonia, República Checa, Estonia, Hungría, Letonia, Lituania, Malta, la República Eslovaca y Eslovenia. Muchos de estos países que se incorporaron a la Unión Europea en el 2004 presentaban y presentan graves carencias no solo en materia económica sino sobre todo en cuestión de derechos humanos y de derecho internacional. Mientras que la ampliación de la Unión Europea a los Países Bálticos (Estonia, Letonia y Lituania) planteaba problemas en materia de derechos humanos ya que en estos estados el número de minorías consideradas “apátridas” y sin derechos ciudadanos suman porcentajes extremadamente elevados, la admisión de Chipre en la Unión Europea planteaba un grave problema de derecho internacional ya que al ser excluida de la incorporación a la Unión Europea la llamada República Turca del Norte de Chipre, estado de facto tan solo reconocido por Turquía, se consolidaba la partición de la isla y se infringían todas las resoluciones de la ONU en este sentido.
Así pues surge la inevitable pregunta ¿Por qué la Unión Europea se amplió y se sigue ampliando a países con graves deficiencias económicas, políticas y en materia de derechos humanos?. La respuesta es evidente: porque a la Unión Europea no le importan ni los derechos humanos ni las libertades políticas, a la Unión Europea solo le interesa la economía y aún así no es toda la economía la que le interesa sino solo aquella que corresponde a sus dos únicos estados importantes: Alemania y Francia.
Desde el Tratado de Maastricht en 1992, Francia y Alemania están colaborando activa y sabiamente para repartirse el continente europeo en áreas de influencia económica y, como no puede ser de otra manera, también política y este reparto explica sobradamente lo que está ocurriendo actualmente en Grecia, Portugal, España, Irlanda y ahora Chipre (curiosamente la economía de todos estos países antes de su entrada en el Mercado Común estaba diversificada con cierta preponderancia de la agricultura sobre los demás sectores económicos y en todas ellas existía un incipiente y creciente sector industrial, en cambio, desde su incorporación a la Unión Europea las características económicas de todos estos estados derivaron en una preponderancia del sector servicios con una notable disminución del sector agropecuario y una práctica total desaparición del sector industrial). Hace menos de un siglo, si Alemania o Francia hubieran querido extenderse por Europa habrían lanzado innumerables ejércitos por sus fronteras, en cambio, hoy en día tan solo tienen que favorecer la entrada en la Unión Europea de países con economías débiles o previamente debilitadas (como en el caso español), hacerles endeudarse, bien haciendo que compren numerosas unidades producidas en el seno de los grandes programas industriales y tecnológicos europeos (Eurocopter, Eurofighter, etc…) donde la participación de la industria franco-alemana es mayoritaria o, bien, haciendo que construyan innumerables infraestructuras, muchas de ellas claramente innecesarias, y que luego cuestan tanto dinero el conservarlas que se convierten en un importante foco de endeudamiento público. Una vez que estos países han entrado en la Unión Europea y se han endeudado, Francia y Alemania les impondrán unas condiciones extremas para acudir en su ayuda financiera que se traducirá en la intervención directa de Francia y Alemania en las respectivas economías nacionales, en la compra a la baja de lo que aún constituya su tejido económico y en el radical empobrecimiento de la población autóctona en lo que es la eterna y vieja manifestación del mas decimonónico de los imperialismos.
Y esto es lo que esta sucediendo en Grecia, Portugal, Irlanda, España y ahora en Chipre. Chipre recibirá una ayuda económica de unos diez mil millones de Euros cuya devolución se va a garantizar con los depósitos bancarios de sus ciudadanos y de los ciudadanos extranjeros residentes en Chipre, en lo que equivale a un “préstamo pignoraticio”. Cuando Chipre salga de la situación que atraviesa sus infraestructuras y su tejido económico habrán pasado mayoritariamente a manos de empresas alemanas o francesas y sus ciudadanos serán más pobres y menos libres al ser gobernados por el gobierno de turno radicado en Nicosia según los dictados de los gobiernos de Berlín o París.
Y es que en esto, no nos engañemos, consiste la llamada Unión Europea: en la franca y leal colaboración Franco-Alemana para dominar a todos los demás pueblos europeos y repartirse, de mutuo acuerdo y en cordial amistad, todas sus riquezas, por lo que pretender que “otra Europa es posible” o clamar por “la Europa de los ciudadanos” es creer en los Reyes Magos o en la posibilidad de que pudiera existir un nazismo “de rostro humano” no cabiendo más opción, cierta y real, que reclamar la restitución de todas las soberanías nacionales entregadas a las distintas instituciones europeas cuyos fundamentos ya se han revelado esclavizantes.
Dos apuntes:
ResponderEliminarEl primero sobre el término “corralito”. Sinceramente no le presté atención al sucedido en Argentina, pero parece que poco tiene que ver lo de Chipre con aquello. Entiendo que una cosa es impedir la evasión de capitales en un momento concreto (pero mi dinero estará ahí mañana) y otra que roben el dinero de los ahorradores, que verán desaparecer el dinero. Corríjame si estoy equivocado.
El segundo trata sobre la salida de la crisis. Ya sé que Ud. es más optimista que yo, pero de su lectura y del sesgo que está tomando esta “crisis” de laboratorio, ¿qué quiere que le diga? Cada vez veo más lejos una salida pacífica.
Estimado anónimo:
ResponderEliminarTanto en Argentina como en Chipre el término "Corralito" se refiere a la imposibilidad de sacar el dinero que se tiene depositado en los bancos. Puede argüirse muchos motivos: evitar la descapitalización bancaria, evitar la fuga de capitales, etc...
En el caso Chipriota además de no dejarte sacar tu propio dinero se preveía que se iban a quedar con un porcentaje del mismo (Ahora parece que el Parlamento Chipriota no ha permitido tal desafuero). En el caso Argentino se impedía que se sacase más de una determinada cantidad de tu propio dinero, con lo cual se estaba obligado a cierto endeudamiento que provocaba intereses por lo que los ahorros terminaban desapareciendo igualmente.
Respecto a la salida de la crisis, no soy para nada optimista y al igual que usted cada día veo más dificil una salida pacífica, aunque siempre existe una posibilidad para el pacifismo que consiste en que los pueblos se conformen con el mal hacer de sus gobernantes y acepten resignadamente su empobrecimiento.
Y es a esto, precisamente a lo que me refiero cuando hablo de la salida de la crisis. De esta crisis se saldrá pero las cosas no serán igual que antes de haber entrado en ella ya que la clase media se vera disminuída y todo el pueblo se verá empobrecido y con menos derechos sociales.
¿Aguantará el pueblo su empobrecimiento y los recortes sociales? ¿Hasta que punto los soportará?. Las respuestas a estas preguntas son las que diran si hay salida pacífica o no a la crisis.