La semana pasada saltaba a todos los
medios informativos la noticia, ampliamente difundida, de que la millonaria
australiana de apellido alemán, Gina Rinehart, la misma que el año pasado había
pedido bajar el salario mínimo para los trabajadores en Australia; había
propuesto esterilizar a las parejas que ganasen menos de setenta y siete mil
euros al año. Pocos días después dicha noticia era desmentida y se afirmaba que
la misma había sido tomada de un portal humorístico de Internet.
De no ser cierta la noticia
difundida no solo se pone de manifiesto que los medios de comunicación de los
considerados “serios” no han hecho lo más mínimo por contrastar una información
tan grave y de tan trágicas reminiscencias sino que además debería recaer sobre
todos ellos el baldón de la incredulidad generalizada en todo aquello sobre lo
que puedan informar en el futuro. Ahora bien ¿Es posible una metedura de pata
de tal calibre?.
Lo cierto es que también es posible
que haya existido algún tipo de interés en difundir estas declaraciones, falsas
o no, con la finalidad de crear una polémica pública y, a la larga, un clima de
opinión favorable sobre determinados temas radicales cara a una posible
política futura.
Cuando en el presente se difunden
profusamente declaraciones como las atribuidas a la señora Rinehart junto con
manifestaciones de políticos y economistas por todos conocidos sobre el aciago
futuro que nos augura la inversión de la pirámide demográfica y el aumento de la esperanza de
vida no se puede por menos que pensar que, a través de la información, se nos
pretende preparar psicológicamente para la aceptación de posibles medidas
extremas.
Evidentemente, la aceptación
mayoritaria de cualquier medida extrema, eufemismo que utilizo para evitar la
palabra criminal, por parte de una sociedad es posible siempre que exista una
previa subversión en la moral que permita la destrucción o debilitamiento de
esta a fin de reconstruirla en base a una nueva axiología. Si atendemos a los
cambios sociológicos operados en las sociedades occidentales en los últimos
sesenta años no podemos negar la existencia, no ya de una relajación de las
costumbres, sino de una verdadera transición ética y moral hacia otro tipo de
valores que, hoy por hoy, ignoramos a dónde nos pueden llevar.
La existencia de cualquier sistema
ético o moral requiere el sometimiento voluntario y disciplinado de la inmensa
mayoría de los miembros de una sociedad a los valores que ese sistema preconiza
así como una cierta práctica de los mismos. El fomento de la insumisión a esos
valores en aras a unas supuestas libertades lleva a la destrucción del sistema
ético o moral de que se trate generando un “vacío moral” que siempre tenderá a
llenarse o reconstruirse con nuevos valores no siempre positivos. De hecho, si
lo analizamos minuciosamente, el término “amoral” se utiliza constantemente con
extremada ligereza porque a lo largo de la historia no han existido nunca ni
personas ni corrientes de pensamiento “amorales” (en sentido estricto, sin
moral) sino personas o pensamientos que tienen valores morales que por
parecernos extraños, raros o contrarios a nuestra moral los consideramos
“amorales” cuando realmente solo podrían ser calificados de “inmorales” en tanto
en cuanto son opuestos a la moral existente pretendiendo su sustitución por
otros valores morales que son, casualmente, los que esas personas o corrientes
practican o preconizan.
Una vez destruido el sistema ético y
moral existente, este puede ser sustituido por otro en el que sea “bueno” y
aceptable lo que en el sistema anterior era “malo” e inaceptable y viceversa.
Llegados a este punto y con la concurrencia de determinadas condiciones
objetivas en el entorno es más que posible la construcción de un sistema
axiológico que acepte medidas extremas como las atribuidas a la señora Rinehart
pudiéndose dar aun dos vueltas de tuerca más para completar la aceptación de
las mismas por la inmensa mayoría de la población.
La primera vuelta de tuerca
consistiría en una argumentación razonada y pseudocientífica de la
funcionalidad de la medida extrema a adoptar aludiendo a las supuestas ventajas
que dicha medida tendría para la totalidad de la sociedad al favorecer
eventuales ahorros presupuestarios y concentración de medios públicos en otras
necesidades y al permitir mayores libertades a los individuales al liberarlos
de las responsabilidades que llevan aparejadas determinadas situaciones de
dependencia.
Finalmente, la vuelta de tuerca
definitiva que podría llevar a la inmensa mayoría de una población a aceptar la
adopción de cualquier medida extrema por parte de un gobierno podría ser la de
la “bonificación por la aceptación”, es decir, si el ahorro presupuestario es
real se podría repartir directamente una parte de ese ahorro entre los
ciudadanos con los que éstos cantarían las bondades de la medida y se
convertirían en sujetos activos de la misma y por tanto en cómplices callados
y complacientes del gobierno que la
adoptase.
En cualquier caso, la existencia de
un sistema ético o moral afianzado, firme, que no presente fisuras y que no
sufra un constante acoso y derribo por todos los medios habidos y por haber es
la única garantía que le queda a la humanidad de que las medidas extremas que
cualquier gobierno pueda intentar adoptar o legalizar se encaminarán al fracaso
y a no ponerse jamás en práctica.
Alucino...por más de una cosa de lo que expresas. Tema difícil. Por mi parte, enhorabuena!
ResponderEliminarNatàlia
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarDos apuntes:
ResponderEliminarEs evidente que vamos a una nueva “Edad Media”. Lo malo es que lo sabemos y la sociedad lo va asumiendo con (casi) total naturalidad. Y como esto puede dar para mucho debate lo dejo ahí.
El segundo comentario es sobre el uso de los términos “ética” y “moral”. Lo siento, pero siempre se me ha enseñado que no es lo mismo. Por sintetizar mucho diré que “moral” son principios normativos y “ética” la manera en que conducimos nuestra existencia o, ligándolo a la “moral” el modo en que aplicamos la “moral” en nuestra existencia diaria. Puede tener trascendencia o no. Únicamente lo apunto porque cada vez se tiende a confundir lo uno con lo otro y no me parece correcto, sobre todo para la correcta comprensión del artículo en su conjunto.
Estimado anómimo:
ResponderEliminarEn mi opinión más que retroceder a la "Edad Media", la cual tenía sus ventajas nos encaminamos a un tipo de sociedad sincrética que será política y socialmente estamental con un regimen laboral similar a los primeros años de la Revolución Industrial... (trabajadores trabajando doce horas por un salario de subsistencia) y con unos valores morales o éticos inexistentes o totalmente errados.
Por lo que se refiere a la "ética" y a la "moral" esta usted en lo cierto.. no son lo mismo. Aunque a mi me explicaron que la Moral siempre tenía un fundamento religioso mientras que la ética prescindía totalmente de lo religioso. De esta distinción es por lo que uso los terminos moral y ética pues una persona no religiosa más que una conducta moral tendrá una conducta ética.
No obstante desde mi punto de vista se estan derrumbando por distintos caminos los valores morales y los éticos a fin de establecer una nueva tabla de valores axiológicos en las sociedades para fomentar la aceptación de la sociedad futura.
Distinguido Chouan:
ResponderEliminarPero quizá de esto que Ud. explica surge mi mayor tristeza (que seguramente será ingenuidad pura y dura). He querido creer durante años, que tras el franquismo la sociedad ha sabido (y podido) cultivarse. No quiero decir con esto que todos tengamos que pasar por una facultad para definirnos como “cultos”. No, por Dios. Suponía que una sencilla persona procedente del campo, y trabajador de la industria, por poner un ejemplo, hubiera llegado a un estadio tal que fuera capaz de discriminar información en los “grandes” medios de comunicación o a apagar la TV y ponerse a leer un libro. Y esto como producto de la simple curiosidad por encontrar la verdad de las cosas. Tener una mente crítica sobre los sucesos que acontecen a nuestro alrededor. Pero no ver esto, de manera generalizada, me genera dolor. Pero bueno, así estamos. O, mejor dicho: así estoy yo.
Con respecto a las “ventajas” que menciona Ud. de la Edad Media… Vale, de acuerdo, siempre se puede hacer una abstracción, pero me acordaba de lo que aprendí de quienes nos impartían las asignaturas de ese período histórico y, ¡qué quiere que le diga! …todavía me produce escalofríos.
Y, sí, no es mejor o peor que la situación laboral de las primeras etapas de la industrialización.
Hasta otra ocasión.
Estimado amigo anónimo:
ResponderEliminarPrecisamente en esto consiste el mal, no ya de los españoles sino de la humanidad entera: Que el progreso material no va acompañado de un progreso moral.