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miércoles, 12 de junio de 2013

¿SALIRSE DEL EURO?



A pesar de las manifestaciones de los miembros de la casta política española afirmando que la situación económica mejora basta darse un paseo por las calles de nuestras grandes ciudades para darse cuenta de que la realidad les contradice multiplicándose los debates sobre la conveniencia o no de salirnos del Euro, siendo un libro publicado en Portugal y precisamente titulado “Salirse del Euro” el que más esta siendo vendido en el país vecino.

            El salirnos del Euro no constituye solución alguna si no se tiene claro el para qué queremos salirnos del sistema de la Moneda Única porque tal salida, por sí sola, no constituye ninguna panacea si no va acompañada de otras medidas que, en el concreto caso español, deberían ser políticas, económicas y sociales.

            A) En materia política las medidas deberían consistir en una recuperación de todas las soberanías cedidas a instituciones europeas supranacionales, relectura de los tratados de Unión Europea suscritos por España y replanteamiento de la política española en Europa porque, a todas luces, carece de sentido, salirse del sistema de moneda única y seguir obedientes a las directrices económicas y sociales de Bruselas que, desde 1986, se han traducido en una política de privatizaciones, desindustrialización y limitación del sector primario (agropecuario).

            B) En materia económica lo fundamental es la planificación de un “plan de estabilización y desarrollo” tendente a la reindustrialización del país y a la recuperación del sector agropecuario con el fin de recuperar la “independencia alimentaria” del país y de tener un sector primario competitivo que a la vez sirva para cubrir las nuevas necesidades creadas por las nuevas energías e industrias como pueden ser la producción de etanol o de biomasa.

            C) Finalmente en materia social lo más importante es mantener el sistema público de protección y prestaciones sociales porque de poco o de nada sirve que la economía de un país crezca y vaya bien si es a costa del bienestar de los ciudadanos que son, a fin de cuentas, la medida de toda acción política.

            Estas medidas no implican romper con Europa, sino estar en Europa en otras condiciones y sin cláusulas de sumisión. Es decir, estar tal y como está la Gran Bretaña y Dinamarca, sin perder soberanía y sin suscribir todo los tratados que se nos imponen sobre la mesa. Más aún, la política Europea de España debería redirigirse hacia la creación de un grupo de presión con los países que integran la Europa Mediterránea: Grecia, Italia y Portugal e incluso con la Gran Bretaña a fin de contrarrestar la hegemonía francogermana en la política y economía de la Unión Europea.

            La salida del Euro y la vuelta a la peseta si no va acompañada, entre otras, de las medidas antes indicadas manteniendo la secreta intención de, pasados unos años, regresar a la moneda común equivaldría a que los ciudadanos perdieran, a la larga, todo o parte de sus ahorros ya que, de retornar a la peseta, una de las primeras medidas que se tomarían sería la de devaluarla para fomentar las exportaciones y hacer al país mas competitivo en turismo e inversiones extranjeras. Es decir, supongamos que un ciudadano tiene ahorrados a fecha de hoy 9.000.- Euros siendo el Euro equivalente en el presente a 166´386.- Pesetas, con lo cual sus ahorros equivalen a casi 1.500.000.- pesetas; si la peseta se devalúa a lo largo de cinco años supongamos un quince por ciento, al retornar a la moneda única ese mismo ciudadano verá reducirse sus ahorros a 7.662´90.- Euros. Es decir, sin gastarlos habrá perdido en cinco años 1.337´10 Euros a causa de la devaluación de la peseta.

            De esta forma, la supuesta salida del Euro nos lleva a hacernos la siguiente pregunta ¿Fue la entrada en el Euro una decisión política ligera y negligente?. Evidentemente si la respuesta, como no puede ser de otra forma, es afirmativa porque de no serlo lo inteligente sería permanecer a todo trance en el Euro, ello conllevaría a depurar radicalmente las responsabilidades de todos aquellos que impusieron a los ciudadanos españoles, activa o pasivamente, el cambio de moneda.

            Por otra parte, si bien la salida del Euro podría favorecer la economía española al devaluarse la peseta y fomentar más aún las exportaciones e inversiones extranjeras también es cierto que la perjudicaría en materia de importación de materias primas como el petróleo que se pagan en los mercados internacionales en Euros o Dólares lo que se traduciría en un aumento de los precios e incremento de la inflación.

            Otra posibilidad, aunque tal vez resulte imposible por excesivamente imaginativa o por imposición política de nuestros “amigos” europeos, sería la adopción de la “doble divisa” que consistiría en que la moneda que circulase en España para las transacciones internas y exportaciones fuera la peseta mientras que la moneda que se utilizase para las importaciones fuera el Euro. Asimismo, el Euro sería la divisa en la que estarían los depósitos a plazo de los españoles mientras que la peseta sería la moneda que figurase en las cuentas corrientes y la que se retiraría de las entidades bancarias  a fin de proceder a realizar pagos en efectivo.

            Esta política monetaria de “doble divisa” no supondría en realidad una salida del Euro pues es de recordar que, al menos, dos años antes de ponerse en efectiva circulación el Euro, éste cotizaba en los mercados y en él se hacían las transacciones internacionales mientras que en los estados que se habían sumado a la nueva moneda seguían circulando y haciéndose operaciones internas en las respectivas monedas nacionales. Por otro lado, esta idea de la “doble divisa” llevada a cabo adecuadamente mitigaría los efectos de la inflación y de las posibilidades de una pérdida de los ahorros de los ciudadanos permitiéndonos mantener las ventajas del Euro eludiendo sus inconvenientes.

            En cualquier caso, no se puede ni defender el Euro ni proponer la salida del mismo sin considerar todas las posibilidades y valorar todas las consecuencia y sin saber para qué se propone lo uno o lo otro y, por supuesto, hay que asumir que toda salida de esta crisis pasa por exigir y depurar las responsabilidades políticas de todos aquellos que nos han conducido o han tenido algo que ver en la presente debacle porque salir de la crisis sin depurar responsabilidades implica que los mismos que nos han metido en esta lamentable situación nos volverán a meter en otra tal vez peor.




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