Hace unas semanas el Presidente del
Consejo de Ministro, Mariano Rajoy, acudía a una cumbre europea de la que
regresó exultante anunciando, a bombo y platillo, como un gran éxito político conseguido
gracias a su eminente gestión; la obtención para España de un fondo de mil
novecientos millones de Euros para combatir el desempleo juvenil que en nuestro
país asciende a más del cincuenta por ciento. Prácticamente en las mismas
fechas saltó a los medios de comunicación la noticia de que el estado español
tendría que devolver a Europa más de dos mil millones de Euros correspondientes
a las ayudas concedidas, en forma de bonificaciones fiscales, a los astilleros desde
el año 2007.
Sin entrar en claras consideraciones
de que la devolución de las ayudas a los astilleros supone que se va a tener
que pagar más dinero del que el que se va a recibir para llevar a cabo un plan
de empleo juvenil, con lo que España no recibe nada sino que, por el contrario,
va a tener que abonar y que extraña y rara manera de combatir el paro juvenil y
no juvenil resulta el devolver un dinero que va a suponer el cierre de casi la
totalidad de la industria naval española con la pérdida de más de ochenta y
siete mil puestos de trabajo es de considerar si, en realidad, el Partido
Popular, hoy en el gobierno no esta apostando por una nueva política económica
que sustituya la anterior basada en la especulación inmobiliaria.
En 1996, año en que por primera vez
ganó las elecciones el Partido Popular, España tenía un poco más de tres
millones de parados y planteaba un grave problema de solvencia económica que
hacía peligrar el sistema público de pensiones. Esta situación la solventó el
entonces Presidente del Consejo de Ministros, José María Aznar, liquidando
importantes empresas públicas y convirtiéndolas en calderilla lo que evitó la
quiebra económica del estado permitiendo el pago de la deuda pública y el
mantenimiento del sistema público de pensiones, planificando a su vez una
economía basada en el sector servicios y en la construcción que venía a ser el
pilar fundamental sobre el que descansaba toda la economía nacional porque
generaba importantes ingresos económicos al estado en virtud del sistema
impositivo y creaba numerosos puestos de trabajo directos e indirectos que a su
vez se traducían en mayor consumo interno y, por tanto, en mayores ingresos del
estado en concepto de impuestos, tasas y precios públicos.
Toda economía, basada en un único
sector o subsector económico es una economía débil que puede derrumbarse en
cualquier momento como un castillo de naipes; no obstante del año 1996 al 2008
la economía española basada en la construcción funcionó creando una ilusión de
riqueza que los más avispados sabían que no podría durar eternamente
empezándose a hablar, en algunos sectores políticos, de la necesidad de cambiar
de modelo económico, apuntando todo desde hace tiempo a que ese cambio de
“modelo económico” ya ha empezado en la actualidad. Ahora bien ¿En qué consiste
ese nuevo modelo económico hacia el que nos encaminamos?.
Atendiendo a las iniciativas
políticas y económicas emprendidas en los últimos dos o tres años por el actual
gobierno popular y el anterior socialista, todo parece indicar, de forma
definitiva, que el nuevo modelo económico que se pretende instaurar se basa
exclusivamente en el turismo y en el sector servicios haciendo de España un
estado bananero que sirva de retiro a extranjeros con gran poder adquisitivo y
de lugar de esparcimiento y diversión barata para extranjeros de clase media.
Dentro de las medidas económicas
adoptadas por los diferentes gobiernos en los últimos años estaría la imparable
construcción de infraestructuras que han supuesto una mejora sustancial de
nuestra red de carreteras, la potenciación de las líneas férreas de Alta
Velocidad y la construcción de un total de cincuenta y dos aeropuertos públicos
(que contrasta con los treinta y nueve existentes en Alemania), a los que hay
que sumar otros tanto aeródromos menores de explotación privada. Curiosamente
muchas de estas infraestructuras que ahora se han revelado de costoso y difícil
mantenimiento se han empezado a construir o se han construido una vez iniciada
la actual crisis económica, lo cual lejos de ser una irresponsabilidad parece
ser que formaba parte de un plan preconcebido para convertir España en un
parque recreativo para todo aquel que tuviera suficientes medios económicos
para pasearse por nuestras magníficas autovías.
Por su parte, medidas políticas como
la concesión del permiso de residencia a todo aquel extranjero que adquiera una
vivienda de precio igual o superior a doscientos mil euros o de potenciación de
un turismo de calidad ínfima de sol, playa y alcohol a buen precio, unido al amparo
público hacia determinadas inversiones extrajeras para instalar grandes
emporios de juego vienen a reforzar la idea de que existe, en nuestros
políticos, la idea de convertir a España en un país de servicios y a los
españoles en los camareros y asistentes de toda Europa y tal vez del mundo
entero.
Curiosamente, todo tipo de negocios
relacionados con el ocio, incluso con el ocio más vil, están proliferando en
nuestro país donde ya se encuentra el mayor prostíbulo de Europa, concretamente
en la Junquera, al mismo tiempo que no dejan de cerrar las empresas que quedaban
de nuestro tejido productivo industrial.
La implantación de este nuevo modelo
económico sin duda generara empleo, llegando tal vez a alcanzarse el pleno
empleo, pero no será un empleo de calidad, sino un empleo que no requerirá
especial cualificación profesional, con una importante tasa de temporalidad y
movilidad laboral y que lastrará el futuro de numerosas generaciones al determinar
un decreciente sistema educativo porque un estado que no requiere gran número
de profesionales cualificados tenderá a no formarlos reduciendo, lógicamente,
la inversión en educación e investigación. Por otra parte un modelo económico
basado en los servicios y en el ocio turístico, requerirá una continúa y
constante revisión de las condiciones laborales y salariales a la baja de los
trabajadores así como del sistema impositivo, lo cual se traducirá en salarios
bajos y en reducción o eliminación de impuestos para las grandes fortunas a fin
de mantener la competitividad con otros estados dedicados a la misma actividad.
Esta bajada de impuestos para las mayores fortunas llevará a incrementar la
presión fiscal sobre las fortunas menores y, por tanto, al empobrecimiento
generalizado de la población y a la insostenibilidad de los servicios públicos
que se privatizarán o empeorarán radicalmente en prestaciones y en calidad.
En definitiva el nuevo modelo
económico que parecen querer implantar y que, de hecho, ya están implantando nuestros
“grandes y sabios” políticos, los cuales no se sabe bien a quien sirven,
llevará a nuestro país a ser como Cuba (la de Batista o la actual) o como la
República Dominicana: un país ideal para vivir si se tiene un enorme poder
adquisitivo pero verdaderamente insufrible para el que no lo tiene. Desde luego…
¿Quien se iba a imaginar hace unos años, cuando se puso de moda entre los
españolitos de toda condición y mermada conciencia el irse de vacaciones al
Caribe en régimen de “todo incluido” a disfrutar del sol, la playa, los
daiquiris y de “algo más” en un espacioso y lujoso recinto ubicado en la Rivera
Maya, Punta Cana o Varadero, cuyos límites cerrados tenían la doble misión de
proteger al turista y ocultar a sus ojos la pobreza de aquellos países; que esa
situación se reproduciría exactamente en España pero esta vez siendo el español
quien sirve el daiquiri y el que se encuentra extramuros del recinto turístico?
Con el debido respeto: yo no me atrevería a definir lo que se nos echa encima como "modelo económico". Para servidor es más bien la ausencia de cualquier modelo. Pero bueno, quizá lo haya escrito Ud. con la intención de estimular el debate.
ResponderEliminarEstimado anónimo:
ResponderEliminarComo "Nuevo Modelo Económico", (expresión que utilizo porque me recuerda mucho a la NEP soviética)es como nos lo van a vender.
Ciertamente, en el momento actual ya no existe economía en España con lo cual mucho menos puede existir un modelo económico. No existe economía porque no existe prodcción de casi nada y porque todo el PIB podría ir destinado muy bien a pagar exclusivamente los intereses de la deuda que ni siquiera el principal.
La actual situación se asemeja mucho a la situación que pasó Rusia en los años inmediatamente posteriores a la caida del comunismo con las diferencias en nuestra contra de que Rusia tenía mucha infraestructura industrial para privatizar, tenía los arsenales repletos que se dedicó a vender y tenía y tiene numerosas materias primas y recursos naturales.
He utilizado dos páginas para escribir este texto que tal vez se pudiera reducir a dos líneas porque en realidad lo que estoy tratando de decir es que desde nuestra entrada en el Mercado Común quedó sellado, con la colaboración de la casta política española, nuestro destino económico que es el de ser un país de servicios, dicho de un modo más coloquial: "ser un país de putas y camareros".
Tienes razón el modelo de turismo español debe ser replanteado.
ResponderEliminarCarlos:
ResponderEliminarNo solo debe ser replanteado el modelo turístico, sino todo el modelo económico.
Supongamos que evitamos el turismo de sol, playa y borrachera y nos centramos en atraer el turismo culto... aún así la economía cojearía pues centrar una economía en un solo sector es fracasar.
El turismo es una parte de la economía, puede ser más o menos importante, pero en todo caso solo debe ser considerado como un complemento de la misma porque la economía debe basarse en la producción y exportación de bienes de consumo y de equipo.
De lo contrario... nuestras crisis económicas serán cíclicas y en cada una de ellas saldremos cada vez más empobrecidos hasta llegar a tal grado de miseria y pauperrismo que tendremos que vivir de la ayuda alimentaria internacional.