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viernes, 6 de junio de 2014

ANATOMÍA DE UNA RENUNCIA*

Las tres figuras de la generalísima instauración
El pasado Lunes, día 2 de Junio del 2014, Su Excelencia el Jefe del Estado a Título de Rey hacía pública su clara y rotunda renuncia a la Jefatura del Estado, lo que provocó una sesión continua de “especiales informativos” y tertulias en las distintas cadenas televisivas que recopilaban enormes alabanzas a la persona del jefe cesante (alguna de ellas recogidas en residencias de la Tercera Edad) mientras en las calles se sucedían numerosas críticas a la Monarquía del 22 de Noviembre de 1975 que culminaron con manifestaciones a favor de la República en todas las capitales de provincia de las Españas. Los primeros momentos que siguieron a la noticia de la renuncia de don Juan Carlos se repartieron entre la alegría de muchos, que ya veían proclamarse la III República, la indiferencia de la mayoría y el respeto elogioso de unas instituciones que cumplían con lo esperado deshaciéndose en alabanzas al ya ex Jefe del Estado no existiendo en ningún caso la más mínima reflexión sobre la forma y la sustancia de la renuncia o, lo que es lo mismo, sobre la forma y el momento de la renuncia.

            En cuanto a la forma, llama poderosamente la atención su precipitación porque es innegable que tal precipitación existió. Una semana después de la celebración de las elecciones al Parlamento Europeo y sin que hubiera un anuncio previo, el Presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, anuncia sobre las 10.30 horas del Lunes 2 de Junio que don Juan Carlos va a renunciar a la Jefatura del Estado y que se dirigirá a los españoles por televisión. Posteriormente, el todavía Jefe del Estado se dirige al pueblo español sobre las 13.30 horas en un mensaje televisado donde, según los expertos en iluminación, aparece deficientemente iluminado. Transcurridos unos días se ha dicho por distintos medios de comunicación que el ya ex Jefe del Estado había comunicado, durante la festividad de la Pascua Militar (6 de Enero del 2014), su intención de renunciar al Príncipe de España y al Presidente del Gobierno.

            No obstante ante estos hechos surgen las siguiente incógnitas: ¿Cómo es posible que el Jefe del Estado anuncie a su sucesor, el Príncipe de España, que va a abdicar el 6 de Enero del 2014 cuando en su Mensaje de Navidad del día 24 de Diciembre del 2013 (12 días antes) manifestó a los españoles que no lo iba a hacer? ¿Por qué no hubo por parte de Su Excelencia el Jefe del Estado, unos meses antes, un comunicado previo a los españoles que expresase su intención de renunciar a partir de tal fecha y que hubiera permitido al gobierno redactar y aprobar una la Ley Orgánica de Sucesión sin prisas? ¿Por qué es el  Jefe del Gobierno el que anuncia, unas horas antes, la renuncia del Jefe del Estado? ¿Por qué se emite el comunicado televisivo de Su Excelencia el Jefe del Estado por la mañana cuando lo más aconsejable hubiera sido hacerlo tras la segunda edición del telediario, sobre las 21.30 horas, cuando más ciudadanos están en sus casas frente a la televisión?

            La precipitación sería también la que estaría detrás de la deficiencia en la iluminación del mensaje emitido por televisión ya que, si se descarta la más que improbable impericia del técnico, solo se explicaría por las prisas con las que se hubo de grabar el mensaje. Mensaje éste que, de no existir dicha precipitación, bien podría haberse grabado con toda tranquilidad semanas o meses antes.

El ya ex Jefe del Estado
Realmente, todas estas incógnitas se pueden reducir a una sola que es la siguiente: ¿Qué paso el fin de semana del 31 de Mayo al 1 de Junio o en la semana del 26 de Mayo al 1 de Junio para que don Juan Carlos se decidiera a renunciar?. No es creíble lo que afirman muchos que, ante la pérdida de votos del Partido Popular y la debacle del Partido Socialista Obrero Español en las Elecciones Europeas, el Jefe del Estado temiera que las futuras elecciones generales arrojasen un resultado que hiciera imposible la existencia en las Cortes de una mayoría absoluta que aceptase su renuncia y proclamase sucesor al Príncipe de España, don Felipe de Borbón y Grecia, porque hasta las próximas elecciones generales falta más de un año, tiempo suficiente para renunciar con calma y preparación. Tampoco es creíble lo que dicen varios medios de comunicación al respecto de que don Juan Carlos decidió renunciar el día 2 de Junio y no antes ni después para no interferir en los procesos electorales del 25 de Mayo pasado, ni en los comicios municipales del año que viene que serán también en Mayo, porque tal interferencia se habría eliminado completamente, primero, si hubiera existido un anuncio previo de su intención y, segundo, si la renuncia se hubiera producido, por ejemplo, en Enero del 2015 cuando habrían transcurrido más de seis meses de las elecciones europeas y faltarían cuatro meses para las elecciones municipales.

            Así pues, las únicas explicaciones lógicas posibles a la precipitada renuncia del Jefe del Estado es que, o bien, éste tuviera legítima información dada por el propio Presidente del Gobierno sobre la intención de éste último de convocar elecciones generales antes de fin de año o bien, que algo, que no sabemos, ocurrió en la semana del 26 de Mayo al 1 de Junio o en el fin de semana del 31 de Mayo al 1 de Junio que le obligase a cesar. En este último caso, si la precipitación claramente mostrada en todo el proceso se debe a que algo hubiera obligado a Su Excelencia a tomar la decisión de renunciar a la Jefatura del Estado, se estaría ante un golpe de estado palaciego cuya finalidad solo podría ser el asegurar la permanencia del régimen político de 1978, sacrificando a la persona que hasta ese momento encarnaba la Jefatura del Estado y sustituyéndola por la nueva cara del Príncipe de España salvando todas las demás instituciones políticas.

Otro hecho que refuerza la teoría de la decisión precipitada es que durante los cuarenta años que ha estado don Juan Carlos ocupando la Jefatura del Estado muchas han sido las voces de renombrados juristas que pedían una Ley Orgánica que regulase y desarrollase el Título II de la Constitución Española de 1978 sin que se les hiciera caso alguno afirmando que ya estaba la Ley de Sucesión a la Corona de Felipe V, la cual prevé todos los aspectos incluido el de la renuncia a la misma. En cambio ante la decisión tomada por el Jefe del Estado, el pasado 2 de Junio, el Gobierno ha procedido, de forma no menos precipitada, a enviar a las Cortes Generales una Ley Orgánica de setenta palabras que si no es una nueva Ley de Sucesión a la Corona es la concreta regulación de la actual renuncia siendo necesarias nuevas Leyes Orgánicas para cada una de las futuras renuncias y sucesiones.

Hasta en el porte. Un digno sucesor
Por lo que respecta a las causas que han provocado la decisión de don Juan Carlos es de indicar que en su mensaje televisado a los españoles no las explica ni motiva suficientemente limitándose a mencionar un “relevo generacional”, pero tal “relevo generacional” no es suficiente razón para explicar dicha renuncia ya que hace surgir otras dos preguntas fundamentales:

1ª. ¿Por qué ahora es necesario ese relevo generacional y no lo era hace un año o año y medio cuando la valoración de la institución que encarnaba don Juan Carlos empezaba a caer en barrena?

2º ¿Por qué no habló o se refirió a un necesario relevo generacional en su discurso navideño?.

En definitiva, si el pueblo español analiza desapasionada y racionalmente el mensaje en el que don Juan Carlos le anuncia que se va no existe en el mismo ninguna explicación, ni razón, ni motivo con suficiente entidad que justifique tal decisión pareciendo todo el mensaje un simple “hay te quedas” brindado a todos los españoles.

            Por último,  surge la cuestión de si el momento elegido por Su Excelencia el Jefe del Estado a Título de Rey para renunciar a sus obligaciones es el oportuno y lo cierto es que solo lo  consideran oportuno los muchos “cortesanos” de la prensa, de la política y de la sociedad que aspiran a vivir del hijo como hasta ahora han vivido del padre y los republicanos que no dejan pasar ninguna ocasión, como es lógico, para buscarle una oportunidad a su III República. Ahora bien, el momento no ha podido ser menos oportuno por los siguientes motivos:

1º. A una semana de unas elecciones europeas que han supuesto un fuerte golpe al bipartidismo no resulta aconsejable renunciar a la Jefatura del Estado por no dar la sensación de que los resultados electorales han influido en la decisión al no gustar o al considerarlos peligrosos.

2º. Si se desea mantener incólume el régimen político español de 1978  al considerarlo maravilloso y el mejor del universo (y en este sentido se ha manifestado siempre la casta política) no es razonable abrir la más mínima fisura que permita cuestionar el vigente orden constitucional cuando además hay anunciada una futura y próxima consulta que clara y rotundamente amenaza con romperlo.

3º. Si no se deseaba abrir el, no sé por qué tan temido, debate Monarquía-República que durante años ha sido la justificación de los sucesivos gobiernos del Partido Popular y Partido Socialista Obrero Español para no emprender la reforma constitucional, no se puede negar que la decisión de Su Excelencia el Jefe del Estado lo ha abierto de un solo plumazo y en muy pocas horas.

4º. Si no es deseable que una renuncia pueda interpretarse como un abandono, una deserción o una huída, lo más lógico hubiera sido renunciar hace unos años cuando la institución que encarnaba don Juan Carlos estaba mucho mejor valorada por el pueblo español y cuando el país no se hundía en una profunda crisis económica generadora de enormes desigualdades sociales y no afrontaba una crisis existencial que puede diluirlo por completo

Hasta aquí un análisis de las grandes dudas y posibles miserias de lo que ha sido y será la gran noticia de este mes de Junio recién empezado y para concluir el mismo simplemente decir que si don Juan Carlos se va pues… tanto gusto y que tanta paz se lleve como paz nos deja.







* Me gusta el cine. Tengo que reconocer que el título de este artículo me lo inspira la película de Otto Preminger “Anatomía de un Asesinato” (1959) pero tal vez hubiera encontrado mejor inspiración en la película de John Frankenheimer “Siete Días de Mayo” 1964.
       

3 comentarios:

  1. Creo que hay más miserias que no sabemos, y que en la Casa Real deben haber muchas historias sin contar. ¿Ha desaparecido de pronto Corina? ¿Qué pasa con la menor de las hijas del REy? y qué tienen que ver él con todo ese asunto?
    Si sabía y consentía... si es una practica generalizada montar ONGs para fines propios como si fuese un negocio...
    Está claro que hay gato encerrado y que el gato está muy preocupado. Y las elecciones tienen algo que ver.
    EN Podemos hay un juez anticorrupción que va a llevar a Bruselas algo ... no podemos ver las cartas pe
    ro sí intuimos que detrás del telón hay más....
    Gracias por el artículo

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  2. Si ha habido un “golpe palaciego” no creo que le extrañe, cuando él es un golpista. Creo que está quedando meridianamente claro qué sucedió el 23-F. De todos modos, y desde una perspectiva más general, si la sociedad conociera el nivel intelectual de nuestros políticos o reyes, en verdad que actuaría de otra manera, pero una parte importante de esta mismas sociedad continúa creyendo eso de que tenemos “el gobierno de los mejores” que se decía antaño.

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  3. Lo de la iluminación creo que fue adrede, porque no querían que se le viese la cara de contrariado o triste o lo que fuera porque en realidad yo nunca lo vi de esa manera. Su causa tendría. En cuanto a las prisas etc...está claro, no dejes para mañana lo que puedas hacer hoy. Alguien ha considerado que mas bajo no podía caer la corona y ante las elecciones del año que viene había que parar los dimes y diretes acerca de lo que todos sabemos y eso unido a que posiblemente tengamos como probadas ciertas circunstancias dentro de poco...había que poner a alguien entre el rey y las elecciones. Es posible que muy pronto alucinemos, tiempo al tiempo . Muy buen articulo.

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