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miércoles, 22 de febrero de 2017

DE ESPALDAS A LOS CIUDADANOS Y A LOS PUEBLOS

         

 En el transcurso de una conferencia titulada  "Cataluña en la Unión Europea del siglo XXI"  impartida ante un auditorio de unos sesenta estudiantes  de la Universidad Autónoma de Madrid; el ex-presidente de la Generalitat, Artur Mas, manifestaba que entre el independentismo y la situación actual "puede existir una tercera posibilidad pero que la tiene que proponer el estado, no el gobierno".

            Tal manifestación ha levantado grandes expectativas en el mundo informativo y también en el gobierno que preside el señor Rajoy el cual, según ha difundido tanto la televisión pública como Radio Nacional de España, tiene un total de cuarenta y cinco propuestas para realizar a Cataluña que permitan reconducir el proceso independentista hacia la legalidad vigente.

            Esta información objetiva plantea ciertas cuestiones no insignificantes que merecen un mínimo análisis.

            En primer lugar, surge la cuestión de quienes pueden ser los interlocutores válidos para mantener unas conversaciones entre Cataluña y el Estado central que desbloquee la actual situación. Si en el caso del Estado central está claro quiénes pueden ser esos interlocutores que podría ser cualquier enviado especial designado por el Gobierno apoyado en último extremo en la legalidad vigente, en el caso de la Generalitat de Cataluña no está claro quién podría ser ese interlocutor porque siendo el más lógico el actual presidente de la Generalitat , Carles Puigdemont, es de tener muy en cuenta que ocupa el cargo con el apoyo de varias fuerzas políticas (ERC, CUP) precisamente para pilotar el proceso independentista, no para desmontar el mismo por lo que el precitado interlocutor carece completamente de cualquier capacidad negociadora real que no sea la de acordar con el Estado la celebración de un referéndum o un reconocimiento de independencia pudiendo ocurrir que si tratase cualquier otra cuestión se enfrentase a una moción de censura del parlamento catalán que le depusiese de la Presidencia con lo que Cataluña se quedaría sin representante en la negociación.

            En segundo lugar se plantea la cuestión de fondo que es sobre lo que se va a negociar. Aquí hay que tener muy claro que el parlamento catalán ha sido elegido en unas elecciones democráticas tras una campaña electoral en que los partidos que han obtenido el apoyo mayoritario de los ciudadanos catalanes pedían y prometían la independencia configurándose de este modo una mayoría parlamentaria partidaria de la secesión y que ya ha dado pasos legislativos en ese sentido. Así pues surge la pregunta de ¿A qué tipo de acuerdo se puede llegar?. 

Las respuestas a esta pregunta pueden ser dos y las marca la pura lógica. La primera respuesta es que ambas partes negociadoras se pongan de acuerdo en un punto medio en la forma y en los tiempos de proceder a la independencia, lo que implicaría que el estado aceptaría, de una u otra forma, la ruptura constitucional después de haber santificado la Constitución de 1978 hasta el segundo antes de su ruptura y la segunda respuesta implica que ambas partes se pongan de acuerdo en un punto medio en el que el estado aceptaría una reforma constitucional para otorgar mayor peso político y mayor autonomía a  Cataluña en España hasta el extremo de llegar a una especie de "poder dual" similar al existente en el Imperio Austro-Húngaro mientras que, por su parte, Cataluña renunciaría a ir más lejos, es decir, renunciaría a la independencia.

            Estando fuera del ámbito del presente artículo el analizar el por qué no es lógico que el actual gobierno pacte el modo y los tiempos de la independencia de una parte del territorio y el por qué resulta prácticamente imposible constituir un estado dual "Madrid-Barcelona" similar al "Viena-Budapest" existente en el imperio Austro-Húngaro, queda por poner de manifiesto dos importantes cuestiones que las posibles respuestas a estas dos preguntas hacen aflorar.

            Primeramente resulta muy difícil, si no imposible, negociar con una parte que cada vez que llega a un acuerdo siempre lo considera provisional en virtud del principio "Rebus Sic Stantibus" y un simple medio para conseguir ir más allá unos años más tarde, es decir, estando la situación política y, sobre todo, sociológica en Cataluña como está actualmente nada implica que el acuerdo al que se pudiera llegar fuera definitivo y dentro de un tiempo prudencial no volviera a surgir de nuevo la cuestión de la independencia. Por último, y probablemente lo más grave por marcar  definitiva tendencia, es que curiosamente en este país donde todo el mundo clama con vehemencia por la transparencia, la democracia y la participación ciudadana resulta que es posible que el gobierno de la nación y los políticos catalanes estén dispuestos a transigir en sus respectivas posiciones irrenunciables, que son las que precisamente les han granjeado el apoyo electoral manifestado en unas elecciones democráticas, en unas supuestas negociaciones que se estarían llevando a cabo de espaldas a los ciudadanos y a los pueblos de Las Españas.

            Desde "El Chouan Ibérico" no nos cansaremos de repetir que en este país no existe un "problema catalán" en España sino un "problema español" que es existencial y que entronca con la visión de Las Españas como un ideal permanentemente traicionado. El problema es muy grave pero no irresoluble y la solución al mismo parte de reconocer los fracasos e iniciar un pleno y nuevo proceso constituyente que mostrando una clara voluntad integradora de todos y cada uno de los pueblos que integran Las Españas en un estado común permita a los catalanes expresarse libremente si desean o no participar en ese nuevo proceso constituyente y formar parte de ese estado común que pudiera surgir del mismo.


miércoles, 15 de febrero de 2017

UNA IMAGEN, UN LÍDER, UN PODER




El pasado fin de semana (11-12 de Febrero de 2017) estuvo cargado de contenido político al celebrarse simultáneamente los congresos del Partido Popular y de PODEMOS que, salvando las diferencias, no dejan de presentar ciertas semejanzas en las escenificaciones que llaman poderosamente la atención y nos hacen cuestionarnos la naturaleza que han adquirido los distintos partidos políticos en nuestro país.

            El congreso del Partido Popular refleja una organización política consolidada en el régimen político español que a lo largo de estos últimos cuarenta años ha alcanzado importantes parcelas de poder a nivel municipal y autonómico, además de estatal, que le ha permitido adquirir cierto voto fiel por lo que su único objetivo es mantener o, incluso, incrementar esas parcelas de poder.

            En el actual régimen político español, el poder para los Partidos es importante no solo porque a mayor poder mayores subvenciones públicas que les permiten mantener amplias estructuras con numerosos "funcionarios del partido", sino también porque a mayor poder mayor número de cargos electos, cada uno de los cuales tiene, a su vez, derecho a nombrar varios asesores. De esta forma un partido político como el Partido Popular puede dar, directa o indirectamente, ocupación retribuida a un millón de familias que se convierten en clientes de dicho partido con lo que ello significa en número de votos seguros en unas elecciones ya que fácilmente por cada cargo electo, asesor y "funcionario del partido" hay, al menos, tres familiares o amigos de éste que votan a dicho partido.

            Por lo tanto, el mayor interés del Partido Popular es mantener la parcela de poder que en estos momentos tiene siendo consciente que cuando la pierda significativamente, como le ha ocurrido al PSOE, entrará en una grave crisis que tal vez suponga su desaparición. El Partido Popular es igualmente consciente que para mantener su actual nivel de poder encuentra su mejor baza en los deméritos de los partidos que integran la oposición porque, es de indicar que si el Partido Popular es hoy el partido del gobierno no lo es por méritos propios sino por deméritos de todos los demás y por ello su congreso ha sido una pura y simple campaña de imagen en la que ha pretendido presentarse como una formación homogénea, unida y con un líder incuestionable además de hacer guiños a diestro y siniestro, nunca mejor dicho, utilizando un lema, "España Adelante", que parece inspirado en el fuerzanovista "Adelante España" de 1979.

            El Congreso del Partido Popular ha sido una pura y simple demostración de imagen y unidad  con la exaltación del líder que encarna esa unidad e imagen. Exento del Congreso ha estado cualquier planteamiento ideológico sustancial y cualquier propuesta de solución a los graves problemas que afronta el país y solo ha consistido en cerrar filas en torno a sus líderes, exaltando a Mariano Rajoy como el gran líder y repetir la salmodia de la unidad de España y de la grandeza de la Constitución de 1978, todo ello porque el Partido Popular sabe muy bien que los casos de corrupción ya están amortizados electoralmente, se vislumbran mejoras estadísticas (que no reales) en la situación socio-económica del país y que el fraccionamiento del electorado de izquierda le permitirán, muy posiblemente, renovar la victoria en las próximas elecciones.

            Después de este Congreso, el Partido Popular no se define como una formación política sustentada en tal o cual ideario, sino simplemente en una maquinaria electoral para alcanzar y mantener el poder y para ello nada mejor que tener un líder incuestionable, aunque esté muy lejos de tener cualquier tipo de carisma.

Por su parte, el Congreso de PODEMOS ha mostrado un partido que, llamando a sus órganos internos como los quieran llamar, también desea convertirse, como lo es el Partido Popular y lo fue el Partido Socialista Obrero Español, y por idénticos motivos en un partido de poder; por ello la gran discusión durante el Congreso ha sido la estrategia a seguir para conseguir más apoyos en las urnas que se traduzcan en mas poder en las instituciones, en si era más conveniente mantener un discurso moderado y centro izquierdista que le permitiera ganarse a los restos del naufragio socialista o, si por el contrario, era más conveniente mantener un discurso duro y radical. Parece ser que ha ganado la segunda opción y que PODEMOS se configura como una férrea estructura política a modo de los viejos partidos sabiendo de antemano que, hoy por hoy, el mayor activo de PODEMOS es su imagen (que no su realidad) de organización transversal y su líder Pablo Iglesias.

            Seguramente después de Vistalegre II PODEMOS irá perdiendo toda originalidad, si es que alguna vez la tuvo, y se convertirá en un partido más que pase a formar parte de los problemas que afectan a los españoles y no de las soluciones pero, mientras tal circunstancia se confirma, la imagen construida durante estos tres años y el liderazgo carismático de Pablo Iglesias resultan una baza excelente para, como mínimo,  conservar los actuales apoyos electorales durante muchos años por lo que PODEMOS se consolida en el espectro político español, al menos hasta que se produzca en un futuro que no es inmediato, una renovación de liderazgo y un deterioro de su imagen.

            En el fondo, y no muy en el fondo, PODEMOS se ha convertido en gran medida en un nuevo PSOE que, sin tener un ideario claro ni definido, llegó a ser un partido de gobierno y de poder simplemente gracias al carismático liderazgo de Felipe González y a la imagen (que no realidad) que del partido tenían sus votantes y la cual tardó cuarenta años en deteriorarse.

            La sociología política de nuestro país es extremadamente complicada. Las inclinaciones políticas de los españoles son viscerales y no racionales, se dejan guiar mas por las formas que por las sustancias y ello hace que se dejen convencer fácilmente por las apariencias y sean dados a grandes esperanzas condenadas a grandes desengaños. Los distintos miembros de la casta política lo saben (para ello se gastan mucho dinero en análisis de la realidad sociológica del país que quedan plasmados en informes internos) y por ello, si bien nos paramos a pensar, no ofrecen nada más que una imagen que entronque con los deseos de una parte del cuerpo electoral y un líder representativo de esos deseos en lo que no son más que campañas de puro marketing comercial y no debates de las grandes cuestiones políticas que nos afectan que culminen con la vertebración de un modelo de país.