El
pasado fin de semana (11-12 de Febrero de 2017) estuvo cargado de contenido
político al celebrarse simultáneamente los congresos del Partido Popular y de
PODEMOS que, salvando las diferencias, no dejan de presentar ciertas semejanzas
en las escenificaciones que llaman poderosamente la atención y nos hacen
cuestionarnos la naturaleza que han adquirido los distintos partidos políticos
en nuestro país.
El congreso del Partido Popular refleja
una organización política consolidada en el régimen político español que a lo
largo de estos últimos cuarenta años ha alcanzado importantes parcelas de poder
a nivel municipal y autonómico, además de estatal, que le ha permitido adquirir
cierto voto fiel por lo que su único objetivo es mantener o, incluso,
incrementar esas parcelas de poder.
En el actual régimen político
español, el poder para los Partidos es importante no solo porque a mayor poder
mayores subvenciones públicas que les permiten mantener amplias estructuras con
numerosos "funcionarios del partido", sino también porque a mayor
poder mayor número de cargos electos, cada uno de los cuales tiene, a su vez,
derecho a nombrar varios asesores. De esta forma un partido político como el
Partido Popular puede dar, directa o indirectamente, ocupación retribuida a un
millón de familias que se convierten en clientes de dicho partido con lo que
ello significa en número de votos seguros en unas elecciones ya que fácilmente
por cada cargo electo, asesor y "funcionario del partido" hay, al
menos, tres familiares o amigos de éste que votan a dicho partido.
Por lo tanto, el mayor interés del
Partido Popular es mantener la parcela de poder que en estos momentos tiene
siendo consciente que cuando la pierda significativamente, como le ha ocurrido
al PSOE, entrará en una grave crisis que tal vez suponga su desaparición. El
Partido Popular es igualmente consciente que para mantener su actual nivel de
poder encuentra su mejor baza en los deméritos de los partidos que integran la
oposición porque, es de indicar que si el Partido Popular es hoy el partido del
gobierno no lo es por méritos propios sino por deméritos de todos los demás y
por ello su congreso ha sido una pura y simple campaña de imagen en la que ha
pretendido presentarse como una formación homogénea, unida y con un líder
incuestionable además de hacer guiños a diestro y siniestro, nunca mejor dicho,
utilizando un lema, "España Adelante", que parece inspirado en el
fuerzanovista "Adelante España" de 1979.
El Congreso del Partido Popular ha
sido una pura y simple demostración de imagen y unidad con la exaltación del líder que encarna esa
unidad e imagen. Exento del Congreso ha estado cualquier planteamiento
ideológico sustancial y cualquier propuesta de solución a los graves problemas
que afronta el país y solo ha consistido en cerrar filas en torno a sus líderes,
exaltando a Mariano Rajoy como el gran líder y repetir la salmodia de la unidad
de España y de la grandeza de la Constitución de 1978, todo ello porque el Partido
Popular sabe muy bien que los casos de corrupción ya están amortizados
electoralmente, se vislumbran mejoras estadísticas (que no reales) en la
situación socio-económica del país y que el fraccionamiento del electorado de
izquierda le permitirán, muy posiblemente, renovar la victoria en las próximas
elecciones.
Después de este Congreso, el Partido
Popular no se define como una formación política sustentada en tal o cual
ideario, sino simplemente en una maquinaria electoral para alcanzar y mantener
el poder y para ello nada mejor que tener un líder incuestionable, aunque esté
muy lejos de tener cualquier tipo de carisma.
Por
su parte, el Congreso de PODEMOS ha mostrado un partido que, llamando a sus
órganos internos como los quieran llamar, también desea convertirse, como lo es
el Partido Popular y lo fue el Partido Socialista Obrero Español, y por idénticos
motivos en un partido de poder; por ello la gran discusión durante el Congreso
ha sido la estrategia a seguir para conseguir más apoyos en las urnas que se
traduzcan en mas poder en las instituciones, en si era más conveniente mantener
un discurso moderado y centro izquierdista que le permitiera ganarse a los
restos del naufragio socialista o, si por el contrario, era más conveniente
mantener un discurso duro y radical. Parece ser que ha ganado la segunda opción
y que PODEMOS se configura como una férrea estructura política a modo de los
viejos partidos sabiendo de antemano que, hoy por hoy, el mayor activo de PODEMOS
es su imagen (que no su realidad) de organización transversal y su líder Pablo
Iglesias.
Seguramente después de Vistalegre II
PODEMOS irá perdiendo toda originalidad, si es que alguna vez la tuvo, y se
convertirá en un partido más que pase a formar parte de los problemas que
afectan a los españoles y no de las soluciones pero, mientras tal circunstancia
se confirma, la imagen construida durante estos tres años y el liderazgo
carismático de Pablo Iglesias resultan una baza excelente para, como mínimo, conservar los actuales apoyos electorales durante
muchos años por lo que PODEMOS se consolida en el espectro político español, al
menos hasta que se produzca en un futuro que no es inmediato, una renovación de
liderazgo y un deterioro de su imagen.
En el fondo, y no muy en el fondo,
PODEMOS se ha convertido en gran medida en un nuevo PSOE que, sin tener un
ideario claro ni definido, llegó a ser un partido de gobierno y de poder
simplemente gracias al carismático liderazgo de Felipe González y a la imagen
(que no realidad) que del partido tenían sus votantes y la cual tardó cuarenta
años en deteriorarse.
La sociología política de nuestro
país es extremadamente complicada. Las inclinaciones políticas de los españoles
son viscerales y no racionales, se dejan guiar mas por las formas que por las
sustancias y ello hace que se dejen convencer fácilmente por las apariencias y
sean dados a grandes esperanzas condenadas a grandes desengaños. Los distintos
miembros de la casta política lo saben (para ello se gastan mucho dinero en
análisis de la realidad sociológica del país que quedan plasmados en informes
internos) y por ello, si bien nos paramos a pensar, no ofrecen nada más que una
imagen que entronque con los deseos de una parte del cuerpo electoral y un
líder representativo de esos deseos en lo que no son más que campañas de puro marketing
comercial y no debates de las grandes cuestiones políticas que nos afectan que
culminen con la vertebración de un modelo de país.
Y a escala de Comunidad Autónoma de Euskadi sucede exactamente lo mismo: por un lado el PNV (equivalente vasco al PP español), y por otro Bildu (equivalente a Podemos). Y sin solución de continuidad…
ResponderEliminarEl que tuviera la esperanza de que Bildu fuera la última trinchera frente al caos, estará decepcionado, al igual que con Podemos.
Y seguiremos votando lo mismo, y sinceramente, ya no sé si votamos “visceralmente”. Estoy pensando en algo más degradado aun.